Ni?os superdotados y diagn¨®sticos err¨®neos
La cuesti¨®n es que estas etiquetas se cuelgan en los ni?os con inusitada falta de conocimiento y responsabilidad, generando en los padres angustia
Los profesionales de la psicolog¨ªa, pedagog¨ªa, pediatr¨ªa y en definitiva, todos aquellos que trabajamos con ni?os y adolescentes, hemos sido educados en la patolog¨ªa, en lo que no funciona como deber¨ªa. Y ese ¡°deber¨ªa¡± algunas veces s¨ª es un trastorno, y otras tantas que solo lo define la normalidad estad¨ªstica.
Con enorme tristeza, enfado y preocupaci¨®n asistimos d¨ªa a d¨ªa a familias a cuyos hijos se les ha colgado alguna patolog¨ªa porque su conducta es ¡°anormal¡± en el contexto escolar y/o familiar y que sin embargo son las inocentes v¨ªctimas de la falta de informaci¨®n, el exceso de prejuicios y la negligencia m¨¢s peligrosa.
Nos llegan muchos de ellos medicados, con anfetaminas y antipsic¨®ticos. Si, si¡ con antipsic¨®ticos para que no ¡°se porten mal¡±. Las familias dudan, no saben qu¨¦ hacer, si desobedecer al pediatra, al psic¨®logo, al profesor, no se atreven a desautorizar al presunto profesional, pero por otro lado intuyen que no deber¨ªan drogar con tanta alegr¨ªa a sus hijos.
Nunca antes hemos tenido una generaci¨®n de ni?os tan medicados como ahora, cerebros en pleno desarrollo cuya qu¨ªmica se altera artificialmente para combatir los s¨ªntomas. Y por supuesto, no niego que hay ni?os con trastornos que pueden verse beneficiados de estos f¨¢rmacos, lo que afirmo es que, en muchos, much¨ªsimos casos hay un sobre diagn¨®stico o lo que es peor, la no detecci¨®n de la alta capacidad que en demasiadas ocasiones se confunde con una patolog¨ªa.
Nosotros, como centro [CEIBE], hemos iniciado una cruzada para formar a psic¨®logos en diagn¨®stico diferencial, a colegios para que los docentes aprendan a diferenciar y a identificar, a las familias para que desobedezcan la pauta de medicar una vez que ya saben que lo que su hijo tiene no es ninguna enfermedad y en un futuro pr¨®ximo queremos formar a los pediatras y los m¨¦dicos de familia.
Lo que nos encontramos con mayor frecuencia en ni?os superdotados son diagn¨®sticos de Trastorno por D¨¦ficit de Atenci¨®n con o sin Hiperactividad, Trastornos del Espectro Autista y Trastorno Oposicionista Desafiante y, en menor medida, Trastorno Obsesivo Compulsivo y algunos otros del grupo de las Psicosis.
Desde luego que pueden confluir cualquiera de ellos con una alta capacidad intelectual, pero no es lo m¨¢s frecuente. En el caso del TDAH, ambas excepcionalidades comparten rasgos comunes, tales como altos niveles de distractibilidad, excesiva actividad motriz ya sea corporal o verbal y enfrentamiento o desaf¨ªo con las figuras de autoridad. Sin embargo, en el caso de los ni?os con alta capacidad, la distractibilidad tiene que ver con el profundo aburrimiento al que son sometidos en el aula con tiempos y modos de ense?ar en las ant¨ªpodas de sus necesidades, y la excesiva actividad motriz desaparece cuando se encuentra enfocados en algo que atrapa su inter¨¦s y son sensibles a la explicaci¨®n y a la negociaci¨®n a la hora de acatar una norma.
De la misma manera las altas capacidades comparten algunas caracter¨ªsticas con el trastorno de Asperger tales como una memoria extraordinaria, el gusto por la memorizaci¨®n de datos, la obsesi¨®n y profundizaci¨®n en un tema determinado, un lenguaje muy rico, resistencia a los cambios y la hipersensibilidad sensorial. Sin embargo, el ni?o con altas capacidades no tiene un lenguaje pedante, su memoria es excepcional pero generalizada, se adaptan a los cambios, suelen ser profundamente emp¨¢ticos, entienden el metalenguaje, los dobles sentidos, las iron¨ªas si bien en algunas etapas de su desarrollo pueden ser r¨ªgidos y literales. De igual manera el ni?o con AACC no tiene problemas de interacci¨®n social pese al estereotipo, lo que ocurre es que no encuentra afinidades entre su grupo de iguales y prefiere relacionarse con personas cuyo lenguaje, capacidad y aficiones se asemejen a los suyos.
La cuesti¨®n es que estas etiquetas se cuelgan en los ni?os con inusitada falta de conocimiento y responsabilidad, generando en los padres la angustia de recibir un diagn¨®stico grave, cr¨®nico e incapacitante. Y por si fuera poco, adem¨¢s se les medica.
Todav¨ªa nos enfrentamos a la creencia de muchos padres y docentes de que detectar a un ni?o que probablemente tiene Altas Capacidades equivale a etiquetar. Sin embargo, es imprescindible la detecci¨®n precisamente para intentar evitar caer en el frecuente riesgo del diagn¨®stico err¨®neo, para tomar las medidas psicoafectivas y educativas necesarias para canalizar un potencial que, de otra forma, se les volver¨¢ en contra y se traducir¨¢, entonces s¨ª, en problemas de conducta, de ansiedad, de depresi¨®n y otros bastante m¨¢s severos. Pero el origen no est¨¢ en tener un mayor potencial cognitivo, sino en la no atenci¨®n de este.
Seg¨²n datos de la Asociaci¨®n Espa?ola para la Sobredotaci¨®n y el Talento (AEST), En Espa?a, en el a?o 2003, el defensor del Menor de la Comunidad de Madrid reconoc¨ªa que ¡°los padres son excelentes identificadores de sus propios hijos superdotados, ya que en el 70% de los casos la selecci¨®n hecha es correcta¡±. Sin embargo, seg¨²n los datos obtenidos en la Comunidad de Madrid, ¡°los maestros identificaron tan solo un 44% de los alumnos superdotados que estaban en sus clases (¡) Adem¨¢s, identificaron como superdotados un alt¨ªsimo n¨²mero de alumnos -97%- que no lo eran¡±. Seg¨²n el propio Defensor del Menor, ¡°esto indica que los profesores no est¨¢n suficientemente formados para identificar a los superdotados¡±.
No identificar, no detectar a un ni?o en su excepcionalidad, no va a librarle de la etiqueta de raro, friki, peculiar, etc¨¦tera¡ la sociedad se deleita y disfruta la etiqueta y la categorizaci¨®n porque refuerza su espejismo de control sobre el mundo y les reafirma la creencia de estar en el lado ¡°normal¡±, si es que eso existe. De forma tal que, aquellos que se salen expl¨ªcitamente del guion ser¨¢n etiquetados, peyorativamente por supuesto. No realizar una detecci¨®n cuando hay se?ales suficientes como para pensar que tu hijo o tu alumno no son como la media, es negligencia porque estamos negando a ese ni?o los ¡°escasos¡±, pero recursos al fin, de que dispone el sistema para atenderle, pero lo peor es que le estamos negando su propia identidad. Y desde luego al no detectarle, no le salvamos de nada porque seguir¨¢ siendo obvio para los neurot¨ªpicos, que al diferente, hay que se?alarle con el dedo acusador.
*Olga Carmona es psic¨®loga del centro CEIBE y especialista en Altas Capacidades
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