La diplomacia, entre la seducci¨®n y el abandono
Am¨¦rica Latina es hoy por hoy donde las carencias de nuestra acci¨®n en el extranjero son m¨¢s lacerantes, precisamente en un momento en que la presencia de Espa?a y de Europa deber¨ªa ser m¨¢s activa
Desde que Joseph Nye estableciera su famosa teor¨ªa sobre el poder blando, las relaciones internacionales han sido escenario de un sinf¨ªn de desencuentros entre quienes consideran que es m¨¢s importante la diplomacia de la seducci¨®n y los partidarios del palo y la zanahoria. El creciente deterioro de aquella ha permitido que el nuevo desorden mundial trate de organizarse m¨¢s a base de amenazas y recompensas que de la atracci¨®n que pueda suscitar cada pa¨ªs a sus potenciales aliados. La p¨¦rdida de poder blando por parte de Espa?a en las regiones en que prioritariamente residen los intereses y las oportunidades de su liderazgo, Iberoam¨¦rica y la Uni¨®n Europea, amenaza con convertirse en una enfermedad cr¨®nica tras los bandazos, inexplicados e inexplicables, de una pol¨ªtica exterior cada d¨ªa m¨¢s err¨¢tica y cortoplacista.
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En honor de la ministra del ramo, cuyas capacidades en el comercio internacional parecen probadas, habr¨¢ que subrayar su concreci¨®n a la hora de definir los nuevos horizontes de la diplomacia. Por una parte, disminuye el peso y la atenci¨®n que ha merecido Am¨¦rica Latina desde la implantaci¨®n de la monarqu¨ªa parlamentaria, y por otra se renuncia a participar activamente en la reconstrucci¨®n de la Uni¨®n Europea en l¨ªnea con Francia y Alemania, que constituyen el n¨²cleo fundacional del proyecto. Ambas opciones son leg¨ªtimas, pero no lo es el oscurantismo que la pol¨ªtica exterior del Gobierno ha evidenciado en los ¨²ltimos meses. Todav¨ªa aguardamos explicaciones sobre lo sucedido en la embajada de M¨¦xico en Bolivia con motivo de la visita de la encargada de negocios de Espa?a, y a¨²n resuenan las carcajadas de la opini¨®n tras el sainete protagonizado por el ministro ?balos en el aeropuerto de Barajas.
Un reciente art¨ªculo de Jos¨¦ Borrell en estas mismas p¨¢ginas ha servido, entre otras expresiones de algunos miembros del propio Gobierno, para demostrar que no todo el mundo en el PSOE ha perdido la cabeza, aunque se prodiguen los signos en contrario. El responsable de la Pol¨ªtica Exterior y de Seguridad de la Uni¨®n llamaba a los integrantes de esta a reaprender el lenguaje del poder, incluido el del poder duro, para que Europa pueda ser percibida como un factor geoestrat¨¦gico de primera magnitud. Algo que por el momento est¨¢ en entredicho. Reconozco que conforta o¨ªr a un pol¨ªtico espa?ol en activo hablar del poder como objetivo primordial de la acci¨®n pol¨ªtica frente a quienes se comportan en su desempe?o como si de una oeneg¨¦ se tratara. El poder blando reside desde luego en gran medida en las diversas representaciones de la sociedad civil. El poder duro en una democracia es en cambio privilegio de los Gobiernos, por lo que los pasillos de los ministerios, por m¨¢s que sus paseantes pongan cara de buenos, desaguan siempre en las cloacas del Estado. Al fin y al cabo una pol¨ªtica exterior que no asumiera los criterios de la seguridad nacional acabar¨ªa por ser absolutamente prescindible.
Am¨¦rica Latina es hoy por hoy donde las carencias de nuestra acci¨®n en el extranjero son m¨¢s lacerantes, precisamente en un momento en que la presencia de Espa?a y de Europa deber¨ªa ser m¨¢s activa. El vac¨ªo generado por Trump en el subcontinente ha sido ocupado por el poder duro de Rusia, las infiltraciones de Ir¨¢n a trav¨¦s de Hezbol¨¢ y los intereses financieros y comerciales de China. Tras el desestimiento en la normalizaci¨®n de relaciones con Cuba que Obama y el papa Francisco propiciaron, la crecida del neofascismo a ritmo de samba y el aumento generalizado del populismo han logrado que la situaci¨®n se asemeje cada vez m¨¢s a una confrontaci¨®n entre bloques. Las manifestaciones y protestas que se vivieron en Ecuador, Chile y Colombia, o el desarrollo de los acontecimientos bolivianos, mucho tienen que ver con las desigualdades sociales y el fracaso de las instituciones, pero resultar¨ªa ingenuo suponer que el activismo de toda laya no aprovecha el descontento popular en beneficio de intereses partidarios, leg¨ªtimos o no. Los antiguos equilibrios en la zona han sufrido adem¨¢s notables cambios. El retorno del peronismo mitigado a la Argentina y el liderazgo de L¨®pez Obrador en un M¨¦xico asolado por la violencia contrastan con el abrupto final del r¨¦gimen boliviano y el retorno al poder de la derecha en Uruguay. Pero donde mayormente se juega a corto plazo el futuro latinoamericano es en una Venezuela arruinada por la corrupci¨®n y la incompetencia de su tir¨¢nico Gobierno cuya gesti¨®n es responsable entre otras cosas de la existencia de casi tres millones de ciudadanos desplazados fuera de sus fronteras.
Recuperar el eje Berl¨ªn, Par¨ªs, Madrid ayudar¨ªa a mejorar la consideraci¨®n geoestrat¨¦gica de la UE
Se acusa a Podemos de ser el principal culpable de la indolencia de S¨¢nchez frente a los cr¨ªmenes de lesa humanidad cometidos por el actual r¨¦gimen bolivariano. Pero el liderazgo moral que la democracia espa?ola ejerci¨® durante las ¨²ltimas d¨¦cadas en aquellos pa¨ªses est¨¢ siendo hecho pedazos entre otras cosas por el alineamiento del expresidente socialista Rodr¨ªguez Zapatero con los intereses objetivos del Gobierno de Maduro. Pese a los esfuerzos por disimularlo, el Gobierno de coalici¨®n espa?ol y el principal partido que lo sustenta parecen cada d¨ªa m¨¢s propicios a coquetear con el populismo izquierdista de las diversas latitudes de Am¨¦rica, con perjuicio de las ya de por s¨ª d¨¦biles instituciones democr¨¢ticas de los pa¨ªses de la zona. No estoy seguro de que los asesores de Moncloa sean capaces de valorar en sus justos t¨¦rminos el da?o reputacional generado para Espa?a en las democracias m¨¢s avanzadas por el inaudito tratamiento dado a Guaid¨® en su visita a Madrid. Peor todav¨ªa fue la justificaci¨®n del hecho por parte del presidente S¨¢nchez, al recordarnos que el opositor Leopoldo L¨®pez sigue en la Embajada espa?ola en Caracas, como si de un privilegio se tratara y no de la prestaci¨®n del derecho de asilo. La negociaci¨®n del futuro de Venezuela corresponde prioritariamente a los propios venezolanos. Espa?a puede y debe favorecer una salida pactada que mejore las esperanzas de la ciudadan¨ªa, pero es inmoral y est¨²pido pretender hacerlo desde una pretendida equidistancia entre el Gobierno de la dictadura y la oposici¨®n democr¨¢tica.
La aparente renuncia espa?ola a implementar una pol¨ªtica de Estado beligerante sin duda alguna a favor de la consolidaci¨®n de la democracia liberal en Am¨¦rica Latina coincide con las nuevas amenazas que all¨ª se ciernen sobre los intereses de nuestras empresas, de cuyo comportamiento depende en gran medida la evoluci¨®n de la econom¨ªa en la pen¨ªnsula Ib¨¦rica. El anuncio de desinversiones por parte de algunas de las m¨¢s emblem¨¢ticas, el retroceso de nuestra influencia cultural, la escasa solidaridad con las v¨ªctimas de la violencia, sea de los Gobiernos o de las mafias, y la ausencia de una hoja de ruta en el palacio de Santa Cruz, pese a lo que diga la ret¨®rica oficial, resultan palpables. Desde luego hemos vivido tiempos peores y no todo es culpa de este Gobierno, pues la situaci¨®n viene de lejos. Si la derecha pretendidamente moderada y que tanto reclama pactos de Estado se hubiera prestado a facilitar el m¨¢s importante de todos ellos, consistente en la gobernabilidad, hubiera podido ayudar a los dem¨®cratas venezolanos mejor que mediante la concesi¨®n de honores municipales, pues por muy merecidos que estos sean tienen nula incidencia en la resoluci¨®n pol¨ªtica del conflicto.
Todav¨ªa es momento para que unos y otros rectifiquen, aunque no es probable que lo hagan. Como tambi¨¦n podr¨ªan los estrategas de la diplomacia estimar las ventajas de recuperar el eje Berl¨ªn, Par¨ªs, Madrid que en su d¨ªa estableci¨® Felipe Gonz¨¢lez con Kohl y Mitterrand. Ayudar¨ªa a mejorar la consideraci¨®n geoestrat¨¦gica de Europa que Borrell reclama. Lo mismo que suceder¨ªa en Latinoam¨¦rica si se apoyaran los esfuerzos del actual secretario general de la Organizaci¨®n de Estados Americanos por mantener viva la llama de los derechos civiles y la limpieza de los procesos electorales en sus amenazadas democracias. El Gobierno tiene la obligaci¨®n de ayudar a que no se dilapide ni desaparezca el poder blando de Espa?a en la zona, sin renunciar en ning¨²n caso al poder duro que garantiza la seguridad internacional. De la combinaci¨®n de ambos podr¨ªa derivarse incluso un poder inteligente, aunque quiz¨¢ eso sea ya pedir demasiado tal y como andan las cosas.
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