Las contradicciones de las pol¨ªticas migratorias en Espa?a
Necesitamos personas inmigrantes para que nuestro sistema funcione y estas requieren de oportunidades para poder desarrollar sus proyectos de vida
El pasado 18 de enero, los titulares y art¨ªculos recog¨ªan las declaraciones del nuevo ministro de Inclusi¨®n, Seguridad Social y Migraciones, Jos¨¦ Luis Escriv¨¢. Aparece afirmando que la econom¨ªa necesita millones de inmigrantes y que estos salvar¨¢n el sistema de pensiones. Escriv¨¢, incluso, lo concreta en datos asegurando que ser¨ªa conveniente recibir unas 270.000 personas cada a?o para garantizar la viabilidad de las jubilaciones y, al mismo tiempo, asegura que "habr¨¢ trabajo para todos". La baja natalidad solo puede ser compensada por la inmigraci¨®n, que ayudar¨¢ a hacer frente a las necesidades laborales existentes y futuras. Sorprende la afirmaci¨®n, pero no se convertir¨¢ en una realidad si no se implantan pol¨ªticas p¨²blicas efectivas de apoyo a la familia y al fomento de la natalidad. Al mismo tiempo, el nuevo Gobierno tambi¨¦n rompe con la perspectiva negativa sobre las pensiones, ya que muestra la inmigraci¨®n como una oportunidad en un momento en que para algunos genera rechazo o es vista como una fuente de problemas.
Ese mismo d¨ªa por la tarde, varios centenares de personas, convocadas por el servicio jesuita a migrantes, Migra Studium, participamos en la vigilia de oraci¨®n ante el?Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la Zona Franca de Barcelona. All¨ª pudimos escuchar los testimonios de personas que por no tener permiso de residencia han sido internadas ¨Co m¨¢s bien encerradas¨C en este centro, a la espera de ser expulsadas por v¨ªa administrativa del territorio espa?ol. Padres que dejan mujer e hijos, j¨®venes que hab¨ªan disfrutado de permiso de residencia y ahora ya no lo tienen, menores de edad sin papeles interceptados por la polic¨ªa en plena calle. Escuchamos historias humanas, algunas de ellas desesperadas, de personas que ven roto su proyecto migratorio y de vida, por el que se lo han jugado todo. Unas esperanzas de futuro rotas, en algunas ocasiones, incluso antes de comenzar a construirse. Tampoco debemos pasar por alto otra realidad injusta: en la gran mayor¨ªa de casos, las personas encerradas en los CIE ni siquiera han cometido la m¨¢s m¨ªnima falta.
Ser migrante no es f¨¢cil en un sistema que pone la zancadilla de manera sistem¨¢tica
Ser migrante no es f¨¢cil en un sistema que pone la zancadilla de manera sistem¨¢tica. Conocemos de primera mano lo que cuesta obtener la documentaci¨®n para un menor que ha llegado a nuestro pa¨ªs sin acompa?amiento familiar. Deben pasar a?os durante los cuales, si tiene m¨¢s de diecis¨¦is a?os, no puede ser escolarizado en el sistema reglado. Tras ese espacio de tiempo y solo despu¨¦s de dos a?os acreditados, este menor puede obtener el permiso de residencia en el supuesto de que cuente con una oferta de contrato laboral. Durante este proceso, ¨²nicamente si es menor y encaja dentro de los par¨¢metros de acogida que ofrece la Administraci¨®n, tendr¨¢ un lugar donde vivir, digno y seguro. En este caso, ?c¨®mo tienen que hacer los menores para formarse y acceder a propuestas laborales? Se trata de un cl¨¢sico caso de pez que se muerde la cola, un laberinto sin salida en el que muchos se quedan por el camino. Un talento perdido que ha quedado patente que precisamos para nuestra econom¨ªa.
Las declaraciones del ministro Escriv¨¢ son claras: necesitamos personas inmigrantes para que nuestro sistema funcione y estas personas requieren de oportunidades para poder desarrollar sus proyectos de vida. De entrada, la soluci¨®n a esta situaci¨®n parece simple, pero hay m¨¢s factores que desempe?an un papel clave en esta ecuaci¨®n, en ocasiones, de resoluci¨®n casi imposible. Llegados a este punto, nos tendr¨ªamos que plantear diversas preguntas: ?C¨®mo podemos vulnerar la dignidad humana de los migrantes si adem¨¢s los necesitamos? ?C¨®mo podemos devolverlos a su pa¨ªs de origen, sin intervenci¨®n del sistema judicial, por no disponer de unos documentos que les negamos? Todas son propuestas que se contradicen con un sistema en el que estas personas todav¨ªa no tienen un encaje que les permita formar parte de nuestra sociedad sin tener que pagar un precio tan elevado. Llevamos d¨¦cadas arrastrando las consecuencias de una problem¨¢tica que va m¨¢s all¨¢ de las estad¨ªsticas. No estamos hablando de n¨²meros, sino de personas, y necesitamos de pol¨ªticas valientes que hagan frente a un reto que conformar¨¢ nuestra realidad econ¨®mica y social de las pr¨®ximas d¨¦cadas.
Josep Oriol Pujol es director general de la Fundaci¨®n Pere Tarr¨¦s.
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