H.G. Wells; el futuro y sus condiciones
Desde que Luciano de Samosata inaugurase el g¨¦nero, los autores de ciencia-ficci¨®n han ido concibiendo un futuro diferente a medida que se han ido explorando los l¨ªmites de lo posible
En uno de sus ensayos sobre el g¨¦nero, el escritor brit¨¢nico Kingsley Amis sostiene que es imposible encontrar precisi¨®n cient¨ªfica en un relato de ciencia ficci¨®n. Pretender encontrar dicha precisi¨®n cient¨ªfica ser¨ªa semejante a pretender instruirse acerca de la cr¨ªa de ganado mediante la lectura de novelas del Oeste.
Dejando a un lado la retranca del escritor brit¨¢nico, hay algo evidente en la relaci¨®n que se traen las historias de ciencia-ficci¨®n con la misma ciencia. Dicho de otra manera, de no haber existido avances cient¨ªficos, la ciencia ficci¨®n no existir¨ªa tal y como la conocemos ahora. Si no fuese por Newton, por Darwin y por Einstein, el g¨¦nero tendr¨ªa mucho de cuento fant¨¢stico y poco de racionalismo m¨¢gico.
Desde que?Luciano de Samosata (125-181 d.C) inaugurase un g¨¦nero con su relato del viaje a la Luna, hasta la llegada del ciberespacio, por obra y gracia de William Gibson, los autores de ciencia-ficci¨®n han ido concibiendo un futuro diferente a medida que se han ido explorando los l¨ªmites de lo posible.
Adem¨¢s, las novelas de ciencia-ficci¨®n cumplen con la necesidad sociol¨®gica de darnos a conocer la sociedad de la ¨¦poca en la que fueron escritas, con sus grandezas, sus miserias y sus anhelos ¡°escapistas¡±. Kingsley Amis aconsejaba a los extraterrestres que llegasen a nuestro planeta que, antes de redactar su informe sobre la Tierra, leyeran algunos ejemplares de ciencia ficci¨®n.
Kingsley Amis aconsejaba a los extraterrestres que llegasen a nuestro planeta que, antes de redactar su informe sobre la Tierra, leyeran algunos ejemplares de ciencia ficci¨®n
Sin ir m¨¢s lejos, para hacernos una idea de c¨®mo era la sociedad en los tiempos de H.G. Wells (1866-1946) nada mejor que sumergirnos en la lectura de cualquiera de sus relatos; historias donde las ideas m¨¢s avanzadas de su ¨¦poca -impulsadas por el darwinismo- se abr¨ªan paso entre la rigidez victoriana dominante.
De esta manera, las historias de Wells son un intermedio entre dos mundos, entre un viejo mundo que se agota y otro que tarda en aparecer; un espacio de tiempo que origina monstruos, morbosidades y mutaciones fallidas; ingenios para viajar a trav¨¦s del tiempo y hombres invisibles. Bien mirado, la visi¨®n dial¨¦ctica de un mundo en continua mudanza s¨®lo ha sido posible con el impulso de la ciencia y H. G. Wells manifiesta en sus relatos un amplio conocimiento filos¨®fico de la evoluci¨®n humana.
Hasta que H.G. Wells public¨®?La m¨¢quina del tiempo en 1895, los viajes en el tiempo se hac¨ªan por medio de actos inconscientes ya fuera la hipnosis, un mal golpe o el encantamiento. Con la intenci¨®n de viajar a trav¨¦s del tiempo, el escritor brit¨¢nico ide¨® una m¨¢quina que va a operar en un futuro; una ¨¦poca lejana donde se va a experimentar la evoluci¨®n de nuestra especie.
Volviendo a Kingsley Amis, en su ensayo de ciencia-ficci¨®n, el escritor brit¨¢nico apunta que los autores del g¨¦nero escriben quitando importancia a las contradicciones. Eso tambi¨¦n ocurre con H.G.Wells. Si seguimos con el ejemplo de su m¨¢quina del tiempo, en ning¨²n momento del relato se nos detalla el mecanismo de la m¨¢quina, es decir, la esencia de su funcionamiento.
El viaje a trav¨¦s del tiempo era posible resolviendo las ecuaciones de Einstein, ya que, su soluci¨®n permite las ¡°cuerdas c¨®smicas¡±, reliquias del origen del Universo que se extienden en el espacio durante millones de a?os luz
Leyes f¨ªsicas -no descubiertas hasta entonces- obligaban a tomar el relato de H.G. Wells como algo imposible. Pero en 1991, J. Richard Gott III -profesor de astrof¨ªsica de la Universidad de Princeton- encontr¨® que el viaje a trav¨¦s del tiempo era posible resolviendo las ecuaciones de Einstein, ya que, su soluci¨®n permite las ¡°cuerdas c¨®smicas¡±, reliquias del origen del Universo que se extienden en el espacio durante millones de a?os luz.
Lo que Richard Gott III apunta es que, si tomamos dos cuerdas c¨®smicas y lanzamos la una hacia la otra, podemos viajar en el tiempo, llegando a ser la velocidad el factor determinante que nos impulse. Porque, al final, lo de viajar alrededor de las cuerdas c¨®smicas es cuesti¨®n de velocidad. Seg¨²n Richard Gott III , para viajar al pasado, ¡°se requieren velocidades de al menos el 99.999999996% de la velocidad de la luz¡±. Esta velocidad es posible, ya que, ¡°existen protones de alta energ¨ªa en el Universo que se mueven as¨ª de r¨¢pido¡±.
La teor¨ªa de las cuerdas c¨®smicas resulta m¨¢s cercana al racionalismo m¨¢gico que al cient¨ªfico desde el momento en que no hay realidades que demuestren la existencia de tales cuerdas c¨®smicas. Es dif¨ªcil hacerse a la idea de algo as¨ª. Por el momento, las cuerdas c¨®smicas s¨®lo se conocen en teor¨ªa, lo que sucede es que no se da por imposible su existencia. Tal vez, en un futuro, el viaje en el tiempo habr¨¢ dejado de ser un asunto de la ciencia ficci¨®n. Tal vez. De momento, seguiremos entretenidos con relatos y pel¨ªculas de ciencia ficci¨®n, un g¨¦nero donde el futuro siempre llega antes de tiempo.
Conciencia del futuro
Estaba predestinado a desaparecer de este mundo como una pizca de espuma en un remolino. Aprendiz de pa?ero, hijo de un comerciante en la ruina, Herbert George Wells no las ten¨ªa todas consigo. Por eso decidi¨® intervenir en la realidad en nombre de la literatura, convirti¨¦ndose en autor de ¨¦xito gracias a sus ¡°romances cient¨ªficos¡±, como le gustaba llamar a sus escritos.
La influencia de su obra es indiscutible en autores posteriores como Cort¨¢zar o Bioy Casares, pero tambi¨¦n resulta palpable en autores de su misma ¨¦poca. Sin ir m¨¢s lejos, Joseph Conrad y Ford Madox Ford decidieron juntarse para dar a la imprenta Los herederos (Valdemar), una novela cient¨ªfica en la l¨ªnea de las de Wells que tanto ¨¦xito estaban cosechando.
Desde la noche del 30 de octubre de 1938, el nombre de Wells quedar¨ªa ligado al de Orson Welles, por entonces un joven teatral y mofletudo que adapt¨® La guerra de los mundos para un episodio radiof¨®nico. A partir de la novela de H. G. Wells ¡ªdonde se cuenta una invasi¨®n extraterrestre¡ª, el p¨¢nico se transmiti¨® entre millones de personas.
Sus historias son de un realismo inquietante. En Los ojos de Davidson (Atalanta) nos cuenta el viaje de un cient¨ªfico a trav¨¦s de mundos paralelos. Pasar al otro lado del mundo por causa de un accidente de laboratorio lleva a plantearnos que es posible eliminar la distancia entre dos puntos dentro de un mismo papel. Tan solo hay que doblar el papel.
El hacha de piedra es una secci¨®n donde Montero Glez, con voluntad de prosa, ejerce su asedio particular a la realidad cient¨ªfica para manifestar que ciencia y arte son formas complementarias de conocimiento.
Puedes seguir a MATERIA en Facebook, Twitter, Instagram o suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.