Iberoam¨¦rica y Asuntos Exteriores: una cuesti¨®n de fondo y no de forma
La falta de reflexi¨®n sobre la relaci¨®n entre Espa?a y el continente latinoamericano hace que afloren m¨¢s disensos que consensos cuando los actores pol¨ªticos y sociales plantean l¨ªneas program¨¢ticas o acciones
Asumir que la relaci¨®n entre Espa?a e Iberoam¨¦rica y el Caribe es una de las prioridades de la acci¨®n exterior espa?ola es una idea tan generalizada entre la ¨¦lite pol¨ªtica espa?ola, que pocos son capaces de explicar los t¨¦rminos de beneficio mutuo de esa relaci¨®n geoestrat¨¦gica. Se trata ya de un lugar com¨²n, y por ello no nos preguntamos siquiera el por qu¨¦ y, sobre todo, el para qu¨¦.
La falta de reflexi¨®n previa hace que afloren m¨¢s disensos que consensos cuando los actores pol¨ªticos y sociales plantean l¨ªneas program¨¢ticas o acciones concretas a realizar. Un ejemplo: Venezuela. La carencia de objetivos y contenidos claros se hace evidente en los momentos de formaci¨®n de los nuevos gobiernos, cuando aparecen las divergencias sobre d¨®nde ubicar a la regi¨®n en el organigrama del ministerio encargado.
La separaci¨®n de las competencias de la antigua Secretar¨ªa de Estado de Cooperaci¨®n para Iberoam¨¦rica y el Caribe (Secipic) es sin duda un acierto. Desvincula a la cooperaci¨®n de un ¨¢rea geogr¨¢fica, a la vez que la dimensiona como una pol¨ªtica p¨²blica esencial en la estrategia internacional. Si bien es cierto que los programas de cooperaci¨®n siempre abarcaron pa¨ªses de otras regiones (sobre todo ?frica) el que esos dos campos se hayan juntado en la Secipic establec¨ªa un sesgo de percepci¨®n sobre el papel de Espa?a en Am¨¦rica Latina.
Varios pa¨ªses de la regi¨®n ya no son prioritarios para la cooperaci¨®n espa?ola, en parte por la buena noticia de que sus econom¨ªas mejoraron hasta ubicarse en la franja de la renta media. No obstante, esto no significa que desde la Secretar¨ªa de Estado que ahora lleva Iberoam¨¦rica, no vayan a coordinar acciones con otras instancias del gobierno para concebir pol¨ªticas para promover o respaldar acciones bilaterales o multilaterales, encaminadas a la reducci¨®n de desigualdades (que, como se est¨¢ viendo, son la principal causa de conflictividad social e inestabilidad pol¨ªtica), o tareas que contribuyan a que se cumplan los objetivos de la Agenda 2030 en Iberoam¨¦rica.
La enmienda que hizo el Gobierno al sumar Asuntos Exteriores con Iberoam¨¦rica y el Caribe ubica las relaciones entre Espa?a y la regi¨®n en un plano m¨¢s pol¨ªtico, que es donde deben estar. Pero la pol¨ªtica, es decir la gesti¨®n de los intereses comunes basada en relaciones de poder, requiere que los actores involucrados en la b¨²squeda de consensos (potenciando intereses particulares) tengan muy claro cu¨¢les son sus objetivos, lo que nos regresa a la pregunta del por qu¨¦ y el para qu¨¦.
La lengua es un capital pol¨ªtico y econ¨®mico desaprovechado, pues no dimensionamos adecuadamente la riqueza que implica que todo un continente se pueda comunicar
La respuesta al uso, suele ser que se busca la promoci¨®n de los intereses ¡ªde todo tipo¡ª persiguiendo el beneficio mutuo. Posici¨®n que resulta obvia, pero que, si se analiza, no tiene contenidos claros. Al menos a m¨ª, me resulta m¨¢s f¨¢cil determinar los intereses de Cuba, Venezuela o Argentina, que los de Espa?a, m¨¢s a¨²n si se toma en cuenta las dificultades estructurales para la acci¨®n exterior espa?ola, que llegan al extremo de que se cuestiona la existencia del mismo pa¨ªs, desde dentro.
Acaso no resulta dif¨ªcil establecer cu¨¢les son intereses de Espa?a si cerca de un tercio de sus diputados ni la nombra y para hacerlo recurren al eufemismo de el Estado. Me pregunto c¨®mo se explican los intereses de un pa¨ªs que dedica mucho esfuerzo a contrarrestar la eficiente acci¨®n exterior de una parte del territorio que quiere independizarse. A esto se suma la polarizaci¨®n y falta de acuerdo entre los principales partidos sobre el papel de Espa?a en Iberoam¨¦rica, Nuevamente, Venezuela como ejemplo. Todo lo anterior, con el limitante a?adido del pasado colonial como arma de f¨¢cil y eficiente uso en contextos de crisis: la carta del presidente de M¨¦xico al Rey, la embajada de M¨¦xico en La Paz, la destrucci¨®n de monumentos en Chile, entre otros.
En los ¨²ltimos 30 a?os ¡ªusando como referencia la compra de la argentina ENTel por Telef¨®nica¡ª se confundieron los intereses de las transnacionales con los de Espa?a como Estado, destinando grandes esfuerzos a la gesti¨®n de conflictos particulares. Por ello, siendo optimista, es una buena noticia para la pol¨ªtica exterior el proceso de desinversi¨®n ocasionado por el agotamiento de un modelo de negocio centrado en sectores altamente regulados, pues obliga a una redefinici¨®n de esfuerzos y objetivos. El poder blando, por ejemplo, es un eje por potenciar gracias a la ventana de oportunidades que ofrece el resurgir del multilateralismo. Podr¨ªamos ser un bloque con una agenda com¨²n en temas culturales.
La lengua es un capital pol¨ªtico y econ¨®mico desaprovechado, pues no dimensionamos adecuadamente la riqueza que implica que todo un continente se pueda comunicar. Ser¨ªa f¨¢cil mejorar la presencia de Espa?a en este campo. Pero, es vergonzoso que la RAE (cuya app recomiendo) peligre por falta de fondos p¨²blicos, o que la empresa p¨²blica EFE no tenga herramientas de difusi¨®n de informaci¨®n sobre Latinoam¨¦rica, al menos tan buenas como las de la alemana DW o FRANCE 24. Por no hablar de RTVE, carente de estrategia para difundir mejor su excelente programaci¨®n internacional. Sin que sean ejemplos que seguir del todo, deber¨ªamos fijarnos en los esfuerzos que realizan por ocupar ese espacio los pa¨ªses que promueven RT, HispanTV o teleSUR. Por algo lo har¨¢n.
El recibimiento al presidente electo de Argentina en el Congreso de los Diputados cantando el ¡°vamos a volver¡± muestra que buena parte del Gobierno ve Am¨¦rica Latina desde la utop¨ªa rom¨¢ntica, visi¨®n igual de colonialista que los que la ven como una zona a civilizar, sin olvidarnos de los coloristas que la piensan desde las rancheras o el tango. Si queremos construir una relaci¨®n de iguales basada en el respeto, no debemos olvidar que Am¨¦rica Latina es un conjunto de pa¨ªses en los que sus ciudadanos anhelan vivir en democracias plenas que respeten sus derechos y libertades, con sistemas econ¨®micos que les permitan satisfacer sus necesidades en sociedades m¨¢s justas.
Francisco S¨¢nchez es director del Instituto de Iberoam¨¦rica de la Universidad de Salamanca
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