La oportunidad de cambiarlo todo para que nada siga igual
El mundo que conocimos se ha agotado. La crisis del coronavirus nos da la opci¨®n de construir otro. Y si alguien tiene que estar al frente de esta batalla es el sector social
Ni tocarse ni abrazarse. Y hablar mirando casi hacia otro lado. Como si no nos importasen. Como si les temi¨¦ramos. Y temblar con cada tos nuestra o ajena. Y verlo todo desde la distancia. Encerrados en casa con toda esa mierda que un d¨ªa compramos y coge polvo en las estanter¨ªas. Abandonada ahora de significado. Y con mucho tiempo para pensar sobre ese mundo que est¨¢ ah¨ª afuera y no podemos ni tocar. Tan ajeno ahora que no parece que hace unos d¨ªas fuera el nuestro. El mundo que conocimos se ha agotado. Y el nuevo se puede parecer a muchas cosas. A tantas como queramos imaginar. Ha llegado el momento de creer en la utop¨ªa. De rellenar el lienzo con nuestros propios colores. Porque si no lo hacemos nosotros lo har¨¢n otros. Y no quer¨¢is conocer ese cuadro en tonos oscuros. Preparaos todos para una batalla por el mundo que viene.
Tras 1945 no quedaron ni las cenizas. Y Europa, un gallinero lleno de gallos que hab¨ªan perdido sus plumas, se enfrentaba a una encrucijada casi sin precedentes para dise?ar el futuro que ya estaba all¨ª. Hac¨ªan falta ideas revolucionarias que imaginasen una sociedad diferente y las recetas segu¨ªan caminos opuestos. Los pa¨ªses del eje hab¨ªan sufrido la presencia de un Estado que lo quer¨ªa ser todo y elimin¨® al individuo. Los ingleses, en cambio, se hab¨ªan puesto en sus manos para una lucha civilizatoria. Y arranc¨® una batalla por la idea del qu¨¦ quer¨ªamos ser de mayores.
Hayek, en ese momento profesor en la London School of Economics, quer¨ªa hacer desaparecer el Estado. Beveridge, en cambio, lo quer¨ªa como juez y parte. Y de la victoria del segundo naci¨® el Estado de Bienestar: el mayor instrumento de redistribuci¨®n de riqueza jam¨¢s inventado que nos llev¨® a una ¨¦poca de prosperidad y convergencia sin precedentes.
Nos necesitamos. Los unos a los otros y a todo lo que nos rodea
Pero como todas las utop¨ªas, estas acaban por parecerse cada vez m¨¢s a la realidad. Y en 1973 la crisis del petr¨®leo comenz¨® a mostrar las fisuras de un sistema que, aunque bueno, no era perfecto. Y esta vez los herederos de Hayek, con Friedman a la cabeza, encontraron un campo f¨¦rtil para imponer su agenda. Nunca antes la persistencia obtuvo tama?a recompensa: durante tres d¨¦cadas el mundo bail¨® al ritmo de sus notas reduciendo el Estado, privatizando servicios y abriendo las fronteras para todo (no para todos). Y entonces lleg¨® el 2008 y, de nuevo, el sistema volvi¨® a desmoronarse. Pero esta vez est¨¢bamos hu¨¦rfanos de ideas, y la vida sigui¨®, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido, que dir¨ªa Sabina.
Pero un peque?o bicho lo cambi¨® todo. Lo que no han conseguido miles de coachs, decenas de millones de libros de autoayuda y billones de horas de yoga y pilates, se alz¨® en su obviedad ante la humanidad sin el m¨¢s m¨ªnimo esfuerzo: somos seres emocionales. Nos necesitamos. Los unos a los otros y a todo lo que nos rodea. Necesitamos el aire fresco, el olor a mar y a tierra mojada. Necesitamos los abrazos, los apretones de manos y los besos en las mejillas. Necesitamos los hospitales, las escuelas y los vuelva usted ma?ana. Y entonces todo lo dem¨¢s pasa a un segundo plano. Lo que era impensable se hizo realidad y volaron por los aires todos los marcos conceptuales de lo que deb¨ªa ser la econom¨ªa (de discutir un punto del PIB de aumento de gasto p¨²blico hemos pasado a veinte y nadie se ha rasgado las vestiduras). Y con ello la econom¨ªa ha vuelto a ser un medio y no un fin en s¨ª mismo. Del homo economicus no ha quedado ni el cambio.
Preparaos, compa?eros del sector social, para luchar a lo grande. No os dej¨¦is empeque?ecer por cifras, ratios y primas de riesgo. No permit¨¢is que os digan lo que es imposible
La crisis del coronavirus nos devuelve la oportunidad de cambiarlo todo para que nada siga igual. Y no hablo de volver a reforzar el Estado de bienestar, hablo de transformar nuestra sociedad desde sus cimientos: de frenar el cambio clim¨¢tico, aplacar la desigualdad y acabar con la gran alienaci¨®n que inunda de ansiol¨ªticos nuestras sociedades. Y para ello hay que dar un paso atr¨¢s y dos adelante. El paso atr¨¢s es asumir que necesitamos menos para vivir m¨¢s y mejor: tenemos que decrecer en consumo. Y hacia adelante debemos crecer en tiempo, ese mismo que usamos para aumentar el gasto, y en relaciones humanas, esas que ahora vemos en riesgo de desaparecer.
Y para ello hay que cambiar por completo las relaciones de poder que dominan nuestra sociedad. Y si alguien tiene que estar al frente de esta batalla es el sector social. Porque ese mundo que se dibuja entre las ruinas de lo que han sido estas tres ¨²ltimas d¨¦cadas de individualismo atroz ser¨¢, sobre todo, social. As¨ª que preparaos, compa?eros, para luchar a lo grande. No os dej¨¦is empeque?ecer por las cifras, los ratios y las primas de riesgo. No dej¨¦is otra vez que nuestra lucha se quede en los m¨¢rgenes. No permit¨¢is que os digan lo que es imposible. Por dos cosas, porque ahora m¨¢s que nunca el mundo nos necesita y porque ya hemos esperado demasiado tiempo. Preparad vuestras ideas, esas que nadie cre¨ªa, porque ahora se har¨¢n realidad. Porque el ma?ana ser¨¢ nuestro. O no ser¨¢.
Borja Monreal Gainza es codirector de SIC4Change y autor de Ser Pobre.
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