D¨ªas para ser gato (III): el don de estar siempre en medio
La capacidad de los felinos para interponerse entre cualquier cosa que despierte el inter¨¦s de sus due?os alcanza su m¨¢ximo nivel durante el confinamiento
?Conocen al gato Larry? Es, ahora mismo, el gato m¨¢s poderoso del mundo. Vive en el n¨²mero 10 de Downing Street, en Londres. Lleg¨® all¨ª en 2011 procedente de Battersea, un refugio londinense para perros y gatos fundado en 1860. Su t¨ªtulo oficial es el de jefe de caza de ratones del Gabinete del primer ministro brit¨¢nico. Fue nombrado por David Cameron, continu¨® con Theresa May y estos d¨ªas ha echado de menos a Boris Johnson.
Larry es una celebridad. Sale y entra de casa cuando le da la gana. Si la puerta est¨¢ cerrada, el polic¨ªa que vigila la entrada se la abre. Si no hay guardia en la puerta, se sienta a esperar en una actitud muy felina hasta que alg¨²n periodista se acerca y llama al timbre por ¨¦l. Cuando hay visitas de jefes de Estado, deja claro qui¨¦n le cae bien y qui¨¦n no ¡ªcon Donald Trump se meti¨® debajo de un coche¡ª. Los reporteros que siguen al Gobierno le han llegado a poner un atril delante, de tal manera que parec¨ªa estar ofreciendo una rueda de prensa. Tiene 379.000 seguidores en su cuenta de Twitter, est¨¢ un poco fond¨®n y sus opiniones pol¨ªticas no tienen por qu¨¦ coincidir con las del ser humano que habita en su casa.
La semana pasada, Larry lanz¨® una pregunta a sus seguidores: ?Es verdad que miles de teclados de ordenadores de todo el mundo est¨¢n siendo ocupados por gatos? Y pidi¨® una evidencia fotogr¨¢fica. La respuesta: 2.300 fotograf¨ªas de gatos interponi¨¦ndose entre sus humanos y las computadoras.
Cats across the world are delighted that laptops have been turned on after the Easter break; post your photographic evidence below:
— Larry the Cat (@Number10cat) April 14, 2020
Es curiosa esa virtud ¡ª?lo llamar¨ªan virtud?¡ª de los gatos para ponerse siempre en el lugar que m¨¢s fastidia (iba a poner jode, pero en un peri¨®dico serio no se pueden escribir palabras malsonantes) a sus compa?eros de piso. La petici¨®n de Larry era, en realidad, un mensaje para todos los que compartimos piso con felinos: no est¨¢is solos en esto, nos estaba diciendo; hay miles de humanos a los que sus gatos tambi¨¦n vacilan sin pudor.
Porque, admit¨¢moslo, los gatos nos observan desde la superioridad. Y as¨ª nos tratan. Pero, cuando desde esa altura moral desde la que nos observan notan que algo se interpone entre nuestro inter¨¦s y ellos, deciden bajar a la tierra y actuar. En estos d¨ªas de confinamiento y convivencia, las oportunidades que se le presentan a tu gato para tocarte las narices y demostrar que est¨¢n por encima de todo se incrementan exponencialmente.
M¨ªa y At¨²n, los gatos con los que convivo, son especialistas en la materia. Desde el inicio de la cuarentena no ha habido videoconferencia o videollamada en la que At¨²n no haya aparecido para saludar. Lo hace, adem¨¢s, de una forma muy sutil: pasea por encima del teclado dejando escritos textos que parecen mensajes cifrados. Luego, eso s¨ª, cuando lo cojo para ense?¨¢rselo a mis compa?eros, se zafa de m¨ª dej¨¢ndome recados en los brazos.
Han perfeccionado de tal forma su capacidad para saber cu¨¢ndo estoy concentrado que son capaces de distinguir si un libro me est¨¢ gustando o no. Al inicio del confinamiento empec¨¦ Las correcciones, de Jonathan Franzen. 600 p¨¢ginas. La mejor manera que tengo de decir lo que me pareci¨® es una frase que dijo una vez mi madre: "Si tienes tiempo, no lo leas". Pero como soy incapaz de dejar un libro a medias, lo acab¨¦. Pues bien, ninguno de los dos se cruz¨® entre el libro y un servidor en el (extenso) tiempo que dur¨® la lectura. Ahora bien, comenc¨¦ La novia gitana, que me entretuvo, y entonces s¨ª, ah¨ª estaba At¨²n para restregar la cabeza contra el libro y dificultar la lectura.
Por lo general, suelen ponerse delante de la televisi¨®n cuando juega el Oviedo. No es una situaci¨®n tan dram¨¢tica, ya que son gatos, no tigres, y en un partido de f¨²tbol lo principal no suele suceder en el plano inferior. Pero, ?ay amigos!, en esta cuarentena han descubierto el punto exacto en el que la se?al del mando hace contacto con la televisi¨®n. ?Adivinan d¨®nde se coloca cada noche M¨ªa? Exacto. En ese mismo punto. Generando esa incomparable sensaci¨®n de meterte bajo la manta, pensar que lo tienes todo y darte cuenta de que tienes que levantarte para poder cambiar de canal, porque tu gata ha decidido que ver la tele por la noche no debe ser tan placentero como imaginabas.
Como ahora estamos todo el rato juntos, tambi¨¦n han decidido acompa?arme en todas las tareas del hogar. Su preferida es cuando limpio sus areneros (desde su superioridad la imagen debe de ser ciertamente reconfortante). El cuarto de ba?o es peque?o y, adem¨¢s de las cosas normales para un cuarto de ba?o, est¨¢n la lavadora y sus dos areneros. Pues all¨ª nos metemos los tres. Con la ¨²nica salvedad de que dos no van a ayudar. Van a inspeccionar y a meterse por el medio siempre que sea posible.
Lo que he descubierto es su capacidad para innovar. En estos d¨ªas estoy haciendo deporte en casa (nada grave, media hora de ejercicios). Suelo poner m¨²sica en la televisi¨®n y mido el tiempo de las repeticiones de cada ejercicio por el de las canciones. M¨ªa lo pill¨® al instante. Y all¨¢ se fue. A ponerse justo delante del reloj. ?Saben d¨®nde se pone At¨²n cada vez que hago planchas? Efectivamente, debajo de m¨ª. (Dos aclaraciones: hago como mucho 15 planchas seguidas, no se vayan a pensar. Y cuando digo ¡°planchas¡± tal vez me est¨¦ refiriendo a lo que usted conoce como ¡°fondos¡±. Me enter¨¦ el otro d¨ªa). No solo eso. El otro d¨ªa, mientras hac¨ªa unas abdominales (de peque?o ten¨ªa un entrenador que dec¨ªa ¡°abominables¡±) At¨²n se puso a la altura de mi cabeza, y cada vez que aparec¨ªa por all¨ª me tocaba. No s¨¦ si estaba cont¨¢ndolas o bendici¨¦ndome.
Este confinamiento est¨¢ sirviendo para descubrir el nivel de sofisticaci¨®n al que pueden llegar los gatos para llamar nuestra atenci¨®n. Que se pongan en el mejor sitio del sof¨¢ o que caminen sobre el pecho de uno durante la madrugada son ya casi cuestiones menores. Al menos ahora, gracias a Larry, sabemos que no estamos solos en el confinamiento felino. Que lo compartimos con miles de personas.
Con la pandemia, el resto de animales han empezado a recuperar espacio al ser humano. Para entonces, los gatos ya hab¨ªan colocado a uno de los suyos en la parte alta de la cadena de mando del Imperio brit¨¢nico. Consuela pensar que no somos la ¨²nica especie a la que miran por encima del hombro.
My message to you all is clear:
— Larry the Cat (@Number10cat) March 23, 2020
- Stay at home to save lives
- If essential to leave your house, keep a distance of at least 2 METRES from other people. Anyone could infect you.
- Don¡¯t hoard food or supplies (even cat treats) pic.twitter.com/eDbVAGSZrb
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