Y tras la pol¨¦mica, el sentido com¨²n alivi¨® un poco el confinamiento de nuestros hijos
No solo los menores fueron juzgados, las familias tambi¨¦n. Porque para muchos esta petici¨®n de flexibilizaci¨®n se traduce en la satisfacci¨®n de un deseo adulto de salir
La ilusi¨®n de haber encontrado la salida en un laberinto de espejos. La decepci¨®n instant¨¢nea al descubrir que en realidad hemos chocado con otro gran espejo. Seguimos buscando. M¨¢s reflejos, confusi¨®n. No hay una salida para infancia. No todav¨ªa. Pienso que quiz¨¢s quien construy¨® el recorrido se olvid¨® de ella. Que no la tuvo en cuenta. ?Otra vez?
Son las 18.00 de la tarde. Mi reflejo se difumina despu¨¦s de un d¨ªa agotador pero esto solo acaba de empezar: me toca turno de trabajo de tarde. Trabajo remunerado, quiero decir, porque ya llevo m¨¢s de ocho horas sosteniendo el trabajo que no se ve. El de los cuidados. No me quejo: ha sido un d¨ªa de los buenos. El vag¨®n de nuestra monta?a rusa particular avanza por una v¨ªa de subida pero ya s¨¦ lo que me espera y estoy preparada para un looping vertical. Tambi¨¦n para la bajada. Todo lo que sube tiene que bajar, me repito. Reconozco que me cuesta organizar mis pensamientos, concentrarme en mis trabajos ¨Cvisibles e invisibles¨C, centrar la atenci¨®n en una sola cosa. Abro ventanas sin control en mi ordenador mientras pienso en c¨®mo digerir la noticia que llevo horas masticando: los ni?os solo podr¨¢n salir al supermercado, a la farmacia, al banco. Se me hace bola. Por eso busco en mis grupos de WhatsApp una burbuja c¨¢lida en la que liberar ese batiburrillo de pensamientos que me atragantan.
Parece que no soy la ¨²nica. Las redes arden, los grupos de familias de dentro y fuera del colegio de mis hijos tambi¨¦n. Recibo un mensaje para firmar una propuesta en change.org: Paseos s¨ª, compas no. En menos de una hora ha pasado de 5.000 firmas recogidas a m¨¢s de 50.000. No s¨¦ qu¨¦ cifras alcanzar¨¢ ma?ana pero deja claro que a la gesti¨®n de esta crisis por coronavirus tambi¨¦n se le ha atragantado la infancia. Mientras que otros pa¨ªses europeos han regulado la posibilidad de salir con los ni?os y ni?as a pasear a la calle, en Espa?a seguimos sin una mirada a la infancia. Tardaron d¨ªas en modificar el Real Decreto 463/2020, de 14 de marzo, por el que se declaraba el estado de alarma, para que los ni?os y ni?as con necesidades especiales y los de los hogares monoparentales (ojo, el 10% de los hogares espa?oles) pudieran salir a la calle. Los primeros, haciendo uso de sus salidas terap¨¦uticas. Los segundos, por la imposibilidad de ser cuidados por otro adulto en las salidas imprescindibles de su progenitor. En ambos casos muchos recibieron los insultos y las amenazas de la polic¨ªa de balc¨®n.
¡°Podr¨¢n realizar movimientos para ir al supermercado, a la farmacia, a las entidades financieras, a comprar pan o a por el peri¨®dico¡±. Las palabras de la ministra portavoz del Gobierno, Mar¨ªa Jes¨²s Montero, no bajan. Siguen atascadas en mi garganta. Leo que Save the Children denuncia que ¡°no es una decisi¨®n que atienda las necesidades de los ni?os ni las recomendaciones de los expertos¡±, que ¡°exponer a los menores al supermercado o la farmacia eleva el riesgo que se pretende prevenir¡±. Como esta, otras organizaciones y expertos de diversos ¨¢mbitos reclaman el replanteamiento de una medida que, por otra parte, tampoco sorprende si pensamos en la ausencia de la infancia desde el inicio de la crisis. No al menos hasta que la presi¨®n social ha hecho magia. Entonces s¨ª empezamos a escuchar que exist¨ªa, pero fue de boca del ministro de Sanidad que sali¨® la idea de que nuestros hijos eran los principales vectores del contagio. Seg¨²n los expertos. ?Nadie pone el grito en el cielo por este se?alamiento? ?No se considera esto una agresi¨®n hacia la infancia? Los ni?os y ni?as, esos seres incontrolables que se han convertido en una amenaza per se porque Espa?a es uno de los pa¨ªses con la tasa de mortalidad por COVID-19 m¨¢s altas del mundo. Y, eso, sin salir de casa. ¡°Juzgados como sospechosos y encontrados culpables, sin prueba alguna, de ser ¡°tremendamente contagiosos¡±, sufren el confinamiento infantil m¨¢s estricto de los pa¨ªses de nuestro entorno¡±, dice el pediatra Jos¨¦ Mar¨ªa Paricio.
No solo los ni?os han sido juzgados, las familias, obviamente, tambi¨¦n. Porque para muchos esta petici¨®n de flexibilizaci¨®n para los ni?os y las ni?as se traduce en la satisfacci¨®n de un deseo adulto de salir. Como si los adultos no pudi¨¦ramos salir ya a tirar la basura o a comprar a pie o a pasear al perro. ?De verdad los ni?os van a pasar por esto como si de unas vacaciones se trataran? Claro que no. No todos los ni?os y ni?as han ca¨ªdo en familias de clase media. Media-alta. Alta. No todos los ni?os tienen una familia con adultos presentes y tranquilos. No todos los ni?os son respetados ni amados de manera incondicional. No todos los ni?os viven en un espacio digno. Hay vida m¨¢s all¨¢ de nuestra burbuja privilegiada.
Amo a mis hijos. Les adoro. Les disfruto. De nuevo el privilegio porque, desde que nacieron, he podido hacer lo que he querido: estar presente. A ellos les debo querer ser la mejor versi¨®n de m¨ª misma. No es un clich¨¦. Lo hacen. Por eso sufro tanto cuando tomo conciencia de esa l¨ªnea tan fr¨¢gil que me separa de la bruja que habita en los bosques de los cuentos. Sufro cuando me convierto en una marioneta de la incertidumbre y del miedo. De la econom¨ªa. Sufro cuando el espejo me devuelve la versi¨®n que no quiero. Sufro tambi¨¦n cuando veo que cinco semanas encerrados les han ofrecido tiempo suficiente para muchas versiones a ellos tambi¨¦n. Para muchos viajes en la monta?a rusa. Para otro intento m¨¢s para salir de ese laberinto de espejos.
No he acabado de escribir este texto cuando encontramos lo que parece la puerta de salida. Ha costado cinco semanas y seis horas de disgusto ciudadano. ¡°Tras la reuni¨®n interministerial de esta tarde se ha llegado a un acuerdo para que a partir de este domingo los ni?os y ni?as puedan salir a dar paseos cortos y controlados si est¨¢n acompa?ados de un adulto. En los pr¨®ximos d¨ªas se concretar¨¢n los detalles¡±, adelantaba Alberto Garz¨®n. A las 20.45 escucho a Salvador Illa anunciando en directo que el Gobierno permitir¨¢ que los ni?os menores de 14 a?os puedan dar paseos. En los pr¨®ximos d¨ªas se dar¨¢n m¨¢s pistas sobre la medida. ?Era necesaria la pol¨¦mica para tomar una decisi¨®n de sentido com¨²n? Ojal¨¢ no sea solo un reflejo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.