?C¨®mo mitigar el impacto de la covid-19 en Am¨¦rica Latina y el Caribe ma?ana?
Al superar esta pandemia, habr¨¢ cambiado nuestro paradigma de pol¨ªtica social y es esencial no perder la oportunidad de repensar un futuro distinto, con sistemas de protecci¨®n universales, solidarios y sensibles a la infancia y a las familias hoy
La pandemia de la covid-19 representa una emergencia sanitaria, econ¨®mica y social de una magnitud sin precedentes, y que implicar¨¢ una desaceleraci¨®n dram¨¢tica del nivel de actividad econ¨®mica y de los ingresos de las familias en Am¨¦rica Latina y el Caribe. Es la hora de los Estados: sin mediar acciones oportunas y suficientes, esta emergencia afectar¨¢ la capacidad de las familias de velar por sus hijos y, por tanto, incrementar¨¢ significativamente la vulnerabilidad de las ni?as y ni?os con consecuencias dr¨¢sticas para su bienestar, y el propio desarrollo de los pa¨ªses.
Ya antes de esta crisis, las ni?as, ni?os y adolescentes eran una poblaci¨®n de particular vulnerabilidad: en la regi¨®n m¨¢s desigual del mundo, la pobreza en ni?os y adolescentes es el doble que la de las personas adultas y tres veces la de adultos mayores. Hoy, ante la actual emergencia, las familias enfrentan no solo la p¨¦rdida de sus medios de vida y menores ingresos, sino tambi¨¦n el aumento de las barreras de acceso a los servicios de salud, educaci¨®n, nutrici¨®n y protecci¨®n. Las ni?as y ni?os tienen un mayor riesgo de enfermar, de rezagar su educaci¨®n, de padecer inseguridad alimentaria y de sufrir violencia o castigo f¨ªsico.
La Cepal estima que, con una contracci¨®n conservadora de 1.8% del PIB regional, el n¨²mero de pobres se elevar¨ªa en 35 millones para llegar a los 220. Los pobres extremos, es decir, aquellos que no llegan a cubrir una canasta alimentaria esencial, llegar¨ªan a ser 90 millones, una cifra 22.6 millones mayor que la actual. La OIT estima que desaparecer¨¢n 14 millones de empleos en Am¨¦rica Latina y el Caribe, en donde la mitad del empleo ya es informal y carece de seguridad social para los trabajadores y sus familias. El cierre de las escuelas representa adem¨¢s una amenaza para la seguridad alimentaria de 85 millones de ni?os ante el cese de los programas de alimentaci¨®n escolar, sin mencionar los impactos sobre el aprendizaje para aquellos sin conectividad o material pedag¨®gico adecuado. Los sistemas de salud tensionados tienen dificultades en proveer atenci¨®n preventiva esencial a la infancia vulnerable, que adem¨¢s vive en contextos en que el hacinamiento y la falta de agua y saneamiento amenazan su salud.
En este contexto, la protecci¨®n social de las familias tiene un papel trascendental que jugar y as¨ª lo ha entendido la mayor¨ªa de los gobiernos de la regi¨®n. Las respuestas han sido variadas y complementarias, sea a trav¨¦s de instrumentos de protecci¨®n del empleo, como legislaci¨®n para el teletrabajo; de la seguridad social, con adelantos de pagos de jubilaciones o posibilidad de retirar parte de estos fondos; o mediante la asistencia social, v¨ªa los programas de transferencias monetarias y alimentaci¨®n. La adaptaci¨®n y utilizaci¨®n al m¨¢ximo de estos instrumentos ya existentes es esencial para una respuesta r¨¢pida y eficaz. En esta coyuntura, los programas de transferencias son imprescindibles para proteger tanto el nivel de consumo como la inversi¨®n en el capital humano de los ni?os y sus familias, contribuyendo a su resiliencia durante este periodo.
Las familias enfrentan? la p¨¦rdida de sus medios de vida y menores ingresos, pero tambi¨¦n el aumento de las barreras de acceso a los servicios de salud, educaci¨®n, nutrici¨®n y protecci¨®n
Sin embargo, la emergencia actual tambi¨¦n ha expuesto, como nunca, las carencias existentes en algunos sistemas de protecci¨®n social, fragmentados, y que no estaban listos para responder a emergencias. Pa¨ªses con sistemas de protecci¨®n social en los que solo los trabajadores formales o los pobres extremos contaban con alguna forma de protecci¨®n, o pa¨ªses que cuentan solo con programas dise?ados para llegar a grupos espec¨ªficos (como la poblaci¨®n pobre rural) tienen ahora el reto de atender a una poblaci¨®n que no conocen, y que vive sin protecci¨®n social, como los trabajadores informales, los de ¨¢reas urbanas, y los independientes con celeridad y suficiencia. Son destacables los esfuerzos de pa¨ªses como Argentina, Brasil y Colombia por crear instrumentos de ingreso solidario o renta b¨¢sica, que tienden precisamente a reducir la fragmentaci¨®n y a la atenci¨®n oportuna y universal de todos los afectados.
De grandes crisis surgen grandes oportunidades, y una cosa es cierta: como nunca, hoy la noci¨®n de la protecci¨®n social como un derecho universal se reconoce inapelable. La regi¨®n no puede tolerar m¨¢s pactos sociales que dejen sin protecci¨®n a las ni?as, ni?os o adolescentes, y menos en contextos en los que cada d¨ªa cuenta. En el mediano plazo, este momento de adaptaci¨®n para la respuesta no solo habr¨¢ construido capacidades e innovaciones sociales de modo acelerado, sino que llevar¨¢ a la consideraci¨®n de instrumentos distintos y de amplio alcance, como las transferencias universales a familias con ni?os, un tema que Unicef ha puesto en la mesa, o el ingreso universal b¨¢sico. Al superar esta pandemia, habr¨¢ cambiado nuestro paradigma de pol¨ªtica social y es esencial no perder la oportunidad de repensar un futuro distinto, con sistemas de protecci¨®n universales, solidarios y sensibles a la infancia.
M¨®nica Rubio es asesora Regional de Pol¨ªtica Social en Unicef para Am¨¦rica Latina y el Caribe; Gerardo Escaroz es Especialista Regional de Pol¨ªtica Social en Unicef para Am¨¦rica Latina y el Caribe.?
La Red de Expertos Planeta Futuro est¨¢ abierta al an¨¢lisis y el debate sobre temas de la Agenda2030 por parte de investigadores, acad¨¦micos, pol¨ªticos, representantes de ONG, y un largo etc¨¦tera. Las opiniones vertidas en los art¨ªculos son responsabilidad de los autores.
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