Freetown, la ciudad africana que crece hacinada sobre un manglar
La capital de Sierra Leona, una de las ciudades m¨¢s pobres del mundo, se levanta sobre s¨ª misma sin servicios p¨²blicos, agua o electricidad. Hace nada fue golpeada por el ¨¦bola y ahora resiste al coronavirus
En Freetown, el d¨ªa amanece envuelto en una bruma que baja de las sierras boscosas y se mezcla con las nubes de humo negro de los vertederos a cielo abierto y de los barcos cargados con di¨¦sel que atienden la crisis energ¨¦tica de la ciudad. Los enfrentamientos en las zonas rurales del pa¨ªs durante la guerra civil (1991-2002) ocasionaron un fuerte desplazamiento poblacional hacia la capital. Esta, dise?ada originalmente para albergar a unos 300.000 habitantes, es el hogar hoy de m¨¢s de un mill¨®n de personas, pero carece de suficiente infraestructura, de servicios b¨¢sicos de electricidad, sanidad y transporte para la gran mayor¨ªa de sus habitantes.
Entre 2014 y 2016 el pa¨ªs vivi¨® la crisis del virus del ¨¦bola, la cual dej¨® m¨¢s de 14.000 infectados y casi cuatro mil muertes. Otra tragedia sigui¨® cuando en 2017 un alud de barro mat¨®, en cuesti¨®n de minutos, a m¨¢s de 400 personas que resid¨ªan al pie de una monta?a parcialmente deforestada por la expansi¨®n urbana en la periferia de Freetown.
En 2018, Yvonne Aki-Sawyerr se convirti¨® en la primera mujer en llegar a la alcald¨ªa y arranc¨® el plan Transformar Freetown para lograr que la ciudad fuese m¨¢s resiliente. No es un desaf¨ªo menor, ya que la poblaci¨®n de la capital crece a un 4,2% anual y espera duplicarse para el 2028.? Y la covid-19 ha aterrizado tambi¨¦n en esta urbe donde el 95% de los habitantes no cuenta con acceso a agua corriente y sufre de hacinamiento urbano. Las estad¨ªsticas son aterradoras: se estima que el n¨²mero de ventiladores en Sierra Leona a mediados de abril llegaba a 13 unidades, lo cual significa que cada ventilador deber¨ªa ser compartido entre m¨¢s de 500.000 personas. A eso se suma el interrogante de si los centros de salud cuentan con suficientes generadores de electricidad a base de di¨¦sel para mantener esos aparatos funcionando.
La doctora Mar¨ªa Neira es directora del Programa de Departamento de Salud P¨²blica, Medio Ambiente y Determinantes Sociales de la Salud de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS). Desde la sede de la OMS en Ginebra explica que Sierra Leona contin¨²a siendo uno de los pa¨ªses m¨¢s pobres de ?frica, con unos indicadores de mortalidad infantil y materna elevad¨ªsimos. Ante una circunstancia como esta, los centros sanitarios siguen en condiciones realmente muy deficientes, y un porcentaje muy elevado de los mismos todav¨ªa no tiene acceso a electricidad para mantener un m¨ªnimo de asistencia o incluso la refrigeraci¨®n de una vacuna o un medicamento necesario¡±.
Adem¨¢s, la deforestaci¨®n y el estr¨¦s ambiental al que est¨¢n sometidos muchos pa¨ªses en ?frica, que implica tambi¨¦n falta de biodiversidad, y un mayor contacto con cierto tipo de animales con los que el humano no interactuaba antes. Desde la OMS consideran que estos son factores que favorecen la aparici¨®n de enfermedades infecciosas.
"Boku boku squeezed", que en krio significa "muy, muy apretados"
Muy cerca de los hoteles para trabajadores expatriados que florecen sobre Lumley Beach ¡ªla playa donde se cruzan los personajes de Leonardo DiCaprio y Jennifer Connelly en la pel¨ªcula Diamantes de sangre¡ª se encuentra Cockle Bay, uno de los m¨¢s de 60 asentamientos informales o slums de la ciudad. El tama?o de esta peque?a comunidad costera se cuadruplic¨® en la d¨¦cada de 1990 de 5.000 a 20.000 residentes, divididos en cuatro segmentos: Ja Mata, Kola Tree, Mafengbeh y Hillet View.
En el transcurso del ¨²ltimo a?o, las comunidades costeras de Freetown debaten estrategias con el Gobierno nacional para frenar la reclamaci¨®n de tierra sobre el bosque de manglares en la costa y expandir la infraestructura de servicios sanitarios, el¨¦ctricos y educativos. El Centro de Di¨¢logo sobre Asentamientos Humanos y Alivio de la Pobreza es una ONG presente en las comunidades a trav¨¦s de la Federaci¨®n de Pobres Urbanos y Rurales (FEDURP). Su visi¨®n es empoderar a las comunidades pobres urbanas y rurales para su transformaci¨®n social, econ¨®mica y ambiental.
FEDURP forma parte a su vez de Slum/Shack Dwellers International (SDI), una federaci¨®n de residentes de infraviviendas a lo largo y ancho del sur global. Su misi¨®n es que a estas personas se les garantice que podr¨¢n permanecer en sus territorios y tendr¨¢n los medios y recursos para mejorar sus casas, lo cual resulta vital ante el nuevo escenario de la pandemia.
Joan pertenece a la FEDURP, lleg¨® a Cockle Bay en busca de mejores oportunidades desde Bo, la segunda ciudad del pa¨ªs. Se dedica a la venta minorista de cosm¨¦ticos que trae desde Liberia, y adem¨¢s produce cerveza de jengibre de forma casera. Mujeres como ella son las que impulsan la comunidad a trav¨¦s de la econom¨ªa informal, practicando el comercio de alimentos, especias y otras menudencias en los angostos pasillos y caminos de tierra que se abren entre las casas de cart¨®n corrugado y hojalata. En estos mercados populares el ingreso es siempre incierto, por lo que la cuarentena por el coronavirus pone en riesgo su ¨²nico medio de supervivencia.
Adriana Allen es presidenta de la Coalici¨®n Internacional del H¨¢bitat (HIC) y acad¨¦mica de la Development Planning Unit (DPU) en la University College de Londres. Desde su lugar al frente de HIC, explica en un correo electr¨®nico que, bajo la actual crisis pand¨¦mica, estos procesos de producci¨®n social del h¨¢bitat deben ser vistos como procesos de producci¨®n social de la salud, de la vida urbana. ¡°En much¨ªsimas ciudades y asentamientos urbanos de menor escala a lo largo del denominado sur global ha llegado la hora de proteger y fortificar estos procesos y avanzar hacia un futuro postcovid m¨¢s justo", solicita. Y afirma que eso ya est¨¢ pasando en gran parte del mundo. Para ella, lo que hace poco parec¨ªa imposible, hoy emerge como reclamo global: "Priorizar a la gente y la vida sobre la econom¨ªa, la protecci¨®n de un techo sobre la renta, los medios de sobrevivencia sobre los de acumulaci¨®n, estados benefactores sobre imperativos de mercado", afirma.
El problema de la biodiversidad ante el avance de la urbanizaci¨®n
Los manglares, al ser talados, no solo proveen le?a ¡ªs¨ªntoma de la falta de acceso a energ¨ªas limpias, cuando la energ¨ªa solar en ?frica ser¨ªa perfectamente asequible¡ª sino que liberan superficies que son conquistados al mar a trav¨¦s de una t¨¦cnica que los locales denominan banking: una ganancia de tierras a partir del apilamiento de neum¨¢ticos rellenos de la basura que es arrastrada hasta las orillas de la ciudad despu¨¦s de cada tormenta.
El pastor Davies Molanden es defensor de los ¨¢rboles de los manglares como barrera natural contra el oleaje y fuente de biodiversidad para la pesca artesanal y la atracci¨®n de aves ex¨®ticas, lo cual en el medio plazo podr¨ªa ser un incentivo para el desarrollo tur¨ªstico. Este ecosistema forma parte del Ramsar, que abarca todo el manglar que bordea el estuario del r¨ªo Sierra Leona, una zona protegida por el Gobierno nacional. Si uno se gu¨ªa con un mapa digital por las costas de Freetown podr¨¢ pensar que est¨¢ caminando sobre agua: no se trata de ning¨²n milagro, sino de una falta de actualizaci¨®n satelital del GPS que a¨²n no registr¨® la reciente expansi¨®n del asentamiento sobre el humedal. Alrededor del mediod¨ªa baja la marea y el pastor, en pantalones cortos y descalzo, se adentra por un sendero de barro y arenas movedizas en el interior de la bah¨ªa hasta el ¨²ltimo vestigio del bosque de manglares en Hillet View, el extremo sur de Cockle Bay.
La covid-19 no es un d¨¦j¨¤ vu del virus del ¨¦bola
Sierra Leona fue el ¨²ltimo pa¨ªs de la Uni¨®n del R¨ªo Mano (el proyecto de integraci¨®n de uni¨®n econ¨®mica al que pertenece junto con Liberia, Guinea y Costa de Marfil) en presentar casos de coronavirus hacia fines de marzo. Joseph McCarthy es el director ejecutivo del Centro de Investigaciones Urbanas de Sierra Leona (SLURC). El tono urgente en su voz al otro lado del auricular era porque en Freetown acababan de tener su primer incidente, aunque estuvieron prepar¨¢ndose desde hac¨ªa meses.
El ¨¦bola fue una enfermedad muy extra?a, con la que no estaban familiarizados, y nunca hab¨ªa lidiado con algo as¨ª, por lo que las reacciones fueron lentas. Con el coronavirus, sin embargo, el Gobierno actu¨® de forma m¨¢s r¨¢pida. A comienzos de abril recibieron suministros m¨¦dicos de parte de China y de Jack Ma, el magnate due?o de Ali Baba. Tambi¨¦n cerraron las fronteras, impusieron restricciones a los viajes, pararon los vuelos y declararon el estado de emergencia p¨²blica, lo cual se sum¨® a fuertes campa?as de concienciaci¨®n y protecci¨®n.
La preocupaci¨®n de McCarthy es que los mensajes del Gobierno no se ajustaron a las distintas necesidades de la gente que vive en Freetown. Por ejemplo, al pedirle a los pobladores que respeten el distanciamiento social, se asume que todos tienen suficiente espacio para vivir y habitar o que los medios de transporte m¨¢s utilizados en la ciudad ¡ªmotocarros y furgonetas¡ª permite cumplir con las normas sanitarias de la cuarentena.
La resiliencia como di¨¢logo y aprendizaje
Bajo los ¨¢rboles de mango de Ja Mata y Mafengbeh, el tema de conversaci¨®n entre los vecinos es evitar desalojos y conseguir fondos para construir nuevos y mejores drenajes que eviten m¨¢s inundaciones. Los movimientos de base con inscripci¨®n territorial en la zona buscan tender puentes con el Gobierno a partir de la noci¨®n de que es mejor ¡°remover al slum de la gente, y no a la gente del slum¡±.
El entendimiento entre el Gobierno y las comunidades ribere?as para frenar la tala de los manglares es un ejemplo de lo que el mundo necesita a la hora de repensar el futuro postcovid: soluciones naturales para adaptarse al cambio clim¨¢tico, afrontar la crisis de biodiversidad y sus consecuencias inmediatas, como la zoonosis responsable del brote de coronavirus.
Pensar hacia adelante implica tomar en cuenta las consideraciones de la OMS de que "en este contexto, un nuevo virus ¡ªuno m¨¢s¡ª supondr¨¢ un impacto tremendo en la salud de la gente". Por eso, Neira sostiene que esta crisis pondr¨¢ en evidencia que las medidas de salud p¨²blica m¨¢s b¨¢sicas que ya han recomendado, como el lavado de manos, chocan con la realidad de un pa¨ªs como Sierra Leona: no hay agua y no hay jab¨®n, ni siquiera en los centros de salud
Tambi¨¦n habr¨¢ que mantener la mirada puesta en el SLURC, ya que tras el brote del ¨¦bola, el Gobierno perdi¨® la oportunidad de apoyar a los habitantes de los barrios informales para mejorar sus condiciones de vivienda a trav¨¦s de una flexibilizaci¨®n de los t¨ªtulos de propiedad que permitiera a la gente mejorar sus hogares para as¨ª reducir la vulnerabilidad ante futuras epidemias.
Por ¨²ltimo, la advertencia desde HIC sobre los posibles impactos que el coronavirus tendr¨¢ en el contexto de ?frica: ¡°La pandemia no genera, sino que denuncia condiciones inaceptables de inequidad social y ambiental. Hoy, cambios radicales que ayer parec¨ªan imposibles son plausibles. Es responsabilidad de cada uno de nosotros trabajar ya desde donde estamos por un futuro m¨¢s justo¡±, remarca Allen. Hoy, los pobladores de Cockle Bay frenaron el robo de terreno al manglar y volvieron a plantar ¨¢rboles en ¨¦l mientras que la alcaldesa sigue adelante, avanzando con su agenda para transformar Freetown y proteger a sus habitantes de la pandemia de covid-19. La resiliencia es un aprendizaje compartido.
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