Chantaje, culpabilidad y crueles tratamientos: as¨ª era ser gay o lesbiana en el Hollywood dorado
'Hollywood', la serie de moda en Netflix, ha reimaginado una era dorada de la industria mucho m¨¢s benevolente y justa. La realidad no era as¨ª, sino m¨¢s parecida a la que aqu¨ª describimos: ser LGTB en Hollywood era un secreto que pod¨ªa acabar contigo
Durante sus primeras dos d¨¦cadas del siglo XX el reci¨¦n inaugurado Hollywood fue una juerga. La sociedad presupon¨ªa que la far¨¢ndula se reg¨ªa por reglas distintas al resto de la poblaci¨®n y eso inclu¨ªa un libertinaje sexual que a menudo no distingu¨ªa de g¨¦neros y que tampoco juzgaba a gays, lesbianas o bisexuales. En aquella ¨¦poca, la fluidez de g¨¦nero se consideraba lo m¨¢s moderno en las grandes ciudades. Pero en 1931 tres esc¨¢ndalos enturbiaron la fiesta de Hollywood: se destap¨® la s¨®rdida vida sexual de la actriz de moda Clara Bow, la prensa document¨® las enfermedades mentales de la novia de Am¨¦rica Mary Astor y el director F. W. Murnau falleci¨® cuando su coche se estamp¨® contra un poste el¨¦ctrico y la rumorolog¨ªa cuchiche¨® que el motivo hab¨ªa sido que el conductor, el asistente filipino del director, estaba recibiendo una felaci¨®n de Murnau. El chaval ten¨ªa 14 a?os.
Varios grupos religiosos se manifestaron en contra de Hollywood, la nueva obsesi¨®n de la naci¨®n, y llamaron al boicot al considerar la industria del cine un lupanar de vicio y perversi¨®n que daba mal ejemplo al p¨²blico. Por eso en 1934 se impuso el C¨®digo Hays, seg¨²n el cual un comit¨¦ de escoltas de la decencia prohib¨ªan aquellas escenas que ellos consideraban inmorales. Pero las estrellas deb¨ªan ejercer como modelos de conducta tambi¨¦n fuera de la pantalla (ya que sus vidas personales interesaban tanto o m¨¢s que sus pel¨ªculas), as¨ª que los estudios incluyeron una cl¨¢usula moral en sus contratos: los actores deb¨ªan llevar una vida acorde con los valores ¨¦ticos y evitar situaciones indecentes, inmorales o que se prestasen al rid¨ªculo y a perder el respeto del p¨²blico. Y esto, por supuesto, inclu¨ªa cualquier escarceo sexual no normativo. Por eso la androginia de los artistas de los a?os 20 dio paso a virilidades y feminidades extremas. Por este motivo, estas diez estrellas se pasaron su vida ocultando su identidad.
Rock Hudson, ¡°193 cent¨ªmetros de masculinidad¡±
Su imagen p¨²blica. Hudson era un adonis cuyo perfil (una belleza arm¨®nica de buen coraz¨®n, sin profundidad ni neurosis) ayud¨® a Estados Unidos a salir de la oscuridad tras la Segunda Guerra Mundial. Sus papeles en Gigante y, sobre todo, en las tres ingenuas comedias rom¨¢nticas que protagoniz¨® junto a Doris Day devolvieron el optimismo a la naci¨®n. En aquella ¨¦poca se le conoc¨ªa como el Rey de Hollywood, un columnista lo describi¨® como ¡°193 cent¨ªmetros de masculinidad¡± y en una ocasi¨®n acudi¨® a un evento junto a la cantante Vera-Ellen disfrazados de estatuillas del Oscar.
Su secreto. Roy Fitzgerald trabajaba como camionero hasta que se someti¨® a una transformaci¨®n para ser un producto prefabricado de Hollywood y, en concreto, del desp¨®tico agente de estrellas Henry Willson. Este le dio un nombre viril, curti¨® su voz hasta que necesit¨® cirug¨ªa en las cuerdas vocales y corrigi¨® sus amaneramientos atiz¨¢ndolo con una regla cuando contoneaba sus caderas al andar o hac¨ªa aspavientos de m¨¢s con las manos. La actriz Noreen Nash cont¨® en 2007 que Hudson y Elizabeth Taylor apostaron durante el rodaje de Gigante qui¨¦n de los dos se llevar¨ªa a James Dean a la cama primero y, seg¨²n Nash, gan¨® Rock Hudson a los pocos d¨ªas de empezar a rodar. En 1955, justo antes del estreno de Gigante, Life lo puso en portada subrayando su solter¨ªa y asegurando que, a los 29 a?os, sus fans ya estaban ¡°impacientes por verlo casado, si no tendr¨¢ que dar explicaciones¡±. La revista de cotilleos Confidential amenaz¨® con destapar la homosexualidad de Hudson, as¨ª que Willson ofreci¨® como sacrificio a dos de sus otros productos (Rory Calhoun, que hab¨ªa estado en la c¨¢rcel, y Tab Hunter, que era gay) y oblig¨® a Hudson a casarse inmediatamente con su secretaria Phyllis Gates.
?Sali¨® del armario? Nunca. Hudson se separ¨® de Gates, quien asegurar¨ªa que estaba genuinamente enamorada de ¨¦l, a los 12 meses de matrimonio y jam¨¢s volver¨ªa a casarse. En la ¨²ltima alfombra roja por la que camin¨®, por el estreno de Estaci¨®n polar cebra en 1968, algunos asistentes le gritaron insultos hom¨®fobos. El actor cay¨® en el olvido en los 70 al convertirse en una reliquia de la Am¨¦rica m¨¢s mojigata, hasta que regres¨® a las noticias en julio de 1985 cuando desvel¨® que padec¨ªa sida. ?l no pretend¨ªa contarlo, pero tras escribir de forma an¨®nima a sus amantes para advertirlos uno de ellos vendi¨® la historia a la prensa por 9.000 euros. Su ¨²ltimo papel fue en Dinast¨ªa, donde la desinformaci¨®n en torno al sida le llev¨® a falsear los besos por temor a que fuese contagioso a trav¨¦s de la saliva. El mundo se lo tom¨® como una confirmaci¨®n de su homosexualidad y su muerte en octubre de aquel mismo a?o concienci¨® a la sociedad en torno al entonces llamado ¡°c¨¢ncer gay¡±: las donaciones ciudadanas para la causa se duplicaron y unos d¨ªas despu¨¦s de fallecer Hudson el congreso anunci¨® una inversi¨®n de 200 millones de euros para la investigaci¨®n de la enfermedad. ¡°Hace dos a?os organic¨¦ un acto ben¨¦fico por el sida y no consegu¨ª que una sola estrella acudiese¡±, aseguraba Joan Rivers. ¡°La admisi¨®n de Rock ha sido una forma terror¨ªfica de atraer la atenci¨®n del p¨²blico americano¡±. O como sentenci¨® Morgan Fairchild: ¡°Rock Hudson le puso cara al sida¡±. Su amigo Ronald Reagan a quien lleg¨® a visitar en la Casa blanca, sin embargo, todav¨ªa tardar¨ªa dos a?os m¨¢s en pronunciar la palabra ¡°sida¡± en p¨²blico.
Cary Grant, la quintaesencia de la estrella de Hollywood
Su imagen p¨²blica. El canon de la masculinidad del siglo XX era una creaci¨®n tan artificial que hasta el propio Archibald Leach (nombre real del actor) declar¨® ¡°todo el mundo quiere ser Cary Grant, incluso yo quiero ser Cary Grant¡±. Su elegancia natural y su sarcasmo encantador lo convirtieron en la quintaesencia de la estrella de Hollywood durante tres d¨¦cadas: desde No soy un ¨¢ngel en 1933 hasta Charada en 1963, dos a?os antes de su retirada a los 61 a?os en calidad de leyenda.
Su secreto. Cuando lleg¨® a Hollywood Archie convivi¨® con el dise?ador de vestuario Orry Kelly, quien siempre mantuvo que fueron pareja abiertamente durante los permisivos a?os 20. Aquella relaci¨®n durar¨ªa nueve a?os, hasta que Grant se fue a vivir con el actor Randolph Scott. El caso de Grant es muy particular porque, aunque siempre neg¨® los rumores en torno a su sexualidad, no tuvo reparos en posar para un reportaje de la revista Modern Screen junto a Scott. Las fotos muestran a las dos estrellas en la mansi¨®n que compart¨ªan en Los Feliz (Los ?ngeles) en escenas dom¨¦sticas id¨ªlicas (cocinando con delantales, desayunando en pijama, ba?¨¢ndose en la piscina) e incluso toc¨¢ndose con una intimidad poco habitual. La relajaci¨®n con la que Grant y Scott posaban en estampas de pura felicidad costumbrista como la de Cary tumbado a los pies de Randolph mientras leen el peri¨®dico, Randolph tocando el hombro desnudo de Cary o ambos haciendo pesas semidesnudos se convirtieron en un cl¨¢sico inmediato del homoerotismo. El periodista gay Ben Maddox acompa?¨® las fotos con un texto plagado de gui?os para que los lectores homosexuales comprendiesen que los dos actores eran pareja. Si los actores manten¨ªan una relaci¨®n no parec¨ªan esforzarse demasiado en ocultarlo. El supervisor del gui¨®n de My favorite wife (¡°Mi esposa favorita¡±, t¨ªtulo de su segunda pel¨ªcula juntos y, seg¨²n los mentideros de Hollywood, apelativo con el que Grant llamaba a Scott) contar¨ªa que ambos compart¨ªan camerino a pesar de tener cada uno el suyo. Grant y Scott dejaron de vivir juntos cuando el primero se cas¨® con Virginia Cherrill en 1935, pero un a?o despu¨¦s se separ¨® de ella (Cherrill aleg¨® alcoholismo, malos tratos y un nulo inter¨¦s sexual por parte de su marido) y volvi¨® a vivir con Scott tanto en su mansi¨®n de Los Feliz como en la segunda residencia que se compraron juntos en la playa de Santa Monica. Grant y Scott convivieron un total de 12 a?os, m¨¢s de lo que dur¨® ninguno de los cinco matrimonios de Cary Grant. Su amiga Carole Lombard defini¨® su amistad como ¡°la relaci¨®n perfecta: Randolph paga las facturas y Cary las env¨ªa por correo¡±.
?Sali¨® del armario? Cary Grant neg¨® su homosexualidad hasta el punto de que en 1980, seis a?os antes de su muerte, demand¨® al c¨®mico Chevy Chase por difamarle llam¨¢ndolo ¡°homo¡± en un chiste. La millonaria Barbara Hutton, su segunda esposa, sol¨ªa contar en sus reuniones sociales que el ¨²nico hombre que no hab¨ªa querido sacar nada de ella en su vida hab¨ªa sido Cary Grant. ¡°Ni siquiera sexo¡±, remataba una amiga suya. Su ¨²nica hija, Jennifer, rebati¨® los rumores de homosexualidad aunque aclar¨® que al actor le gustaba que ¡°pusiesen en duda su hombr¨ªa¡± porque as¨ª pod¨ªa sorprender a sus amantes femeninas demostr¨¢ndosela. La biograf¨ªa de Marc Eliot, sin embargo, especul¨® con que Grant era en realidad asexual y que, aunque prefer¨ªa la compa?¨ªa masculina, en cualquier caso su deseo era m¨¢s de camarader¨ªa y afecto plat¨®nicos. ¡°Las necesidades f¨ªsicas de Grant no eran especialmente t¨®rridas, el sexo era casi algo accesorio¡± escrib¨ªa Eliot. Randolph Scott se cas¨®, adopt¨® dos hijos y muri¨® dos meses despu¨¦s que Grant. Orry Kelly, por su parte, falleci¨® en 1964. Grant fue uno de los portadores de su ata¨²d.
Marlene Dietrich y su abrumadora ambig¨¹edad sexual
Su imagen. Sus siete colaboraciones con el cineasta Josef von Sternberg (entre ellas El ¨¢ngel azul, Marruecos y La venus rubia) la convirtieron en un mito instant¨¢neo que personificaba fantas¨ªas que el p¨²blico ni siquiera sab¨ªa que ten¨ªa: seductora, con una seguridad en s¨ª misma arrolladora y vestida de esmoquin (en Marruecos llegaba incluso a besar a una mujer), la alemana Dietrich entr¨® en el imaginario colectivo y jam¨¢s lo abandon¨®. Durante la Segunda Guerra Mundial declin¨® una invitaci¨®n de Hitler a visitar su pa¨ªs y apoy¨® activamente a las tropas norteamericanas actuando para ellas en numerosas ocasiones y recaudando fondos para la contienda. En aquella ¨¦poca pas¨® a ser un s¨ªmbolo patri¨®tico, pero en ning¨²n momento dej¨® de ser un icono de la cultura queer gracias a su abrumadora ambig¨¹edad sexual.
Su secreto. Seg¨²n contar¨ªa su propia hija, Mar¨ªa Riva, Dietrich utilizaba el sexo con los hombres como una herramienta de poder para controlarlos y manipularlos mientras que el sexo con mujeres era una cuesti¨®n de placer ¨ªntimo. La biograf¨ªa escrita por Riva aseguraba que hab¨ªa muy poca gente del Hollywood cl¨¢sico con el que su madre no se hubiera acostado. La actriz regentaba lo que ella llamaba ¡°un c¨ªrculo de costureras¡±, en el que se congregaban mujeres lesbianas, bisexuales o con la curiosidad de explorar su sexualidad. Por aquel grupo pasar¨ªan Ann Warner (la esposa del presidente de Warner), Claudette Colbert o Dolores del R¨ªo. Incluso Edith Piaf, seg¨²n algunos rumores. Tallulah Bankhead, una de las mayores estrellas de la ¨¦poca, fue vetada de la pandilla por tirarle los tejos a Greta Garbo. De hecho el gran misterio rom¨¢ntico de Dietrich es si mantuvo o no una relaci¨®n con Garbo, su rival en el trono de la estrella m¨¢s ex¨®tica de los a?os 30, porque ambas aseguraban no conocerse a pesar de haber rodado una pel¨ªcula juntas en Alemania en 1925. Quiz¨¢ esa relaci¨®n proviene m¨¢s de los deseos mit¨®manos que de hechos concretos porque no existen pruebas de la bisexualidad de Garbo (aunque la correspondencia descubierta en 2001 entre Garbo y su mejor amiga de la adolescencia, Mimi Pollack, sugiere que ambas estuvieron enamoradas toda la vida). Oficialmente Garbo y Dietrich se conocieron en casa de Orson Welles en 1945, pero eso no explica que ante su amiga com¨²n Salka Viertel (abiertamente lesbiana) ambas se refiriesen a la otra con nombres clave (Garbo era ¡°la chica escandinava¡± o ¡°la vikinga¡±, Dietrich era ¡°Mary¡± o ¡°Dushka¡±). ¡°Todas ten¨ªan que ser lesbianas en los a?os 30, incluso aunque no quisieran¡±, aclarar¨ªa Garbo seg¨²n la biograf¨ªa de Karen Swenson. ¡°Desde luego se vest¨ªan como tal y acud¨ªan a bares de lesbianas, era la moda. Y era un paso l¨®gico en la liberaci¨®n de las mujeres¡±.
?Sali¨® del armario? Dietrich nunca se identific¨® como bisexual, pero desafiaba abiertamente las constricciones del g¨¦nero: practic¨® boxeo en los a?os 20, se defin¨ªa como ¡°un caballero en el fondo de mi coraz¨®n¡± y mantuvo una relaci¨®n con la millonaria Joe Carstairs (nacida Marion Barbara), una corredora de lanchas motoras que vest¨ªa como un hombre, llevaba tatuajes en los brazos, ten¨ªa una mu?eca como mejor amiga y acab¨® comprando una isla en el Caribe desde la cual rein¨® sobre una colonia de bahame?os. Marlene Dietrich viv¨ªa su sexualidad con tal libertad que en una ocasi¨®n despert¨® a su hija para ense?arle su cama llena de maquillaje: se hab¨ªa acostado con Yul Brynner en pleno rodaje de El rey y yo y quer¨ªa presumir de su conquista. ¡°En Am¨¦rica el sexo es una obsesi¨®n en otras partes del mundo, es solo un hecho", dijo Dietrich.
Rodolfo Valentino, el primer sex symbol masculino
Su imagen p¨²blica. En pocas palabras, Valentino desvirg¨® al p¨²blico norteamericano. ?l no vend¨ªa belleza, carisma o virilidad: vend¨ªa directamente sexo. Su aspecto ex¨®tico (era de Apulia, el tac¨®n de Italia) y la impetuosa iniciativa sexual que desbordaba en sus pel¨ªculas le dieron el sobrenombre ¡°Latin lover¡±, inventado por los estudios para ¨¦l. El calent¨®n colectivo de la clase media con Valentino convirti¨® a El ca¨ªd y Los cuatro jinetes del Apocalipsis en dos de las pel¨ªculas m¨¢s taquilleras del cine mudo en los a?os 20. ¡°No se parece a tu marido. No se parece a tu hermano. No es el hombre con el que tu madre quiere que te cases¡±, admiraba la revista Photoplay. Rodolfo Valentino fue un s¨ªmbolo de la incipiente liberaci¨®n sexual de las mujeres y de la nueva atracci¨®n de Estados Unidos por el exotismo europeo.
Su secreto. M¨¢s all¨¢ de la rumorolog¨ªa del muy jugoso pero nada fiable Hollywood Babylonia, no est¨¢ demostrado que Valentino no fuese heterosexual. Las teor¨ªas parten de que su primera mujer, la actriz Jean Acker, era lesbiana y nunca consumaron el matrimonio y de que, para ser un mito er¨®tico, a Valentino se le conocen pocos escarceos. Sin embargo, su carrera es un ejemplo de c¨®mo las sexualidades alternativas pasaron de ser el combustible de Hollywood a un estilo de vida intolerable cuando el cine se convirti¨® en una industria masiva. Valentino fue el primer sex symbol masculino, lo cual le equiparaba (m¨¢s o menos) a la cosificaci¨®n y explotaci¨®n que hasta aquel momento era solo cosa de mujeres. ?l era un hombre que se ofrec¨ªa sexualmente para dar placer y satisfacer fantas¨ªas femeninas (que, en El ca¨ªd, pasaban por el secuestro y la violaci¨®n) y por tanto fue criticado con sorna como un representante de la masculinidad defectuosa. Llevaba pendientes, abrigos de piel y r¨ªmel. Llevaba relojes en la mu?eca, entonces considerados joyer¨ªa femenina, y un brazalete (en aquella ¨¦poca las joyas eran percibidas como s¨ªmbolos de posesi¨®n que los maridos compraban a sus mujeres para confirmar que les pertenec¨ªan) que la prensa consider¨® ¡°un brazalete de esclavo¡± que su segunda mujer le hab¨ªa regalado para someterlo. Tantos hombres empezaron a imitar sus ademanes melifluos y a peinarse hacia atr¨¢s con crema que se los bautiz¨® como los ¡°Vaselinos¡±. A los tipos ligones se les apodaba ¡°ca¨ªdes¡± y a las mujeres aventureras ¡°shebas¡±. En 1926 un periodista del Chicago Tribune denunci¨® su ultraje al descubrir que hab¨ªan instalado una polvera en el lavabo de un club de caballeros: ¡°?Homo Americanus! ?Por qu¨¦ nadie ahog¨® a Rudy, alias Valentino, hace a?os? ?Acaso les gusta a las mujeres un hombre que se empolva la cara en el lavabo y que se atusa el pelo en el ascensor? Hollywood es la escuela nacional de la masculinidad as¨ª que Rudy, el hermoso hijo del jardinero, es ahora el prototipo del hombre americano¡±. Aquel art¨ªculo, que consegu¨ªa resultar a la vez racista y hom¨®fobo, bautizaba a Valentino como ¡°un pomp¨®n rosa¡±. El actor se sinti¨® tan humillado por este apelativo que ret¨® al periodista a un duelo, como si de una de sus pel¨ªculas se tratase, y cuando le informaron de que los duelos eran ilegales opt¨® por un combate de boxeo. El autor del art¨ªculo estaba enfermo de tuberculosis y no replic¨®, pero Valentino segu¨ªa empe?ado en demostrar su hombr¨ªa y convoc¨® varias peleas de boxeo invitando a periodistas y fot¨®grafos. ¡°Valentino no es ning¨²n marica¡±, asegur¨® uno de sus contrincantes tras caer a la lona. Fue la mejor campa?a publicitaria posible para El hijo del ca¨ªd. Y aquella ser¨ªa su ¨²ltima pel¨ªcula.
?Sali¨® del armario? Si Rodolfo Valentino ha pasado a la posteridad como uno de los gays en el armario del Hollywood dorado es precisamente porque ya se especulaba con su sexualidad cuando ¨¦l estaba vivo. El actor falleci¨® por una peritonitis a los 31 a?os. En torno a 100.000 admiradoras acudieron a su sepelio, algunas adolescentes se suicidaron y as¨ª, a¨²n despu¨¦s de muerto, Valentino sigui¨® revolucionando la cultura popular: se considera que su funeral es una de las piedras fundacionales de la cultura de la celebridad que hoy sigue obsesionando a las masas. Minutos antes de morir el actor abri¨® los ojos, mir¨® a sus m¨¦dicos y exclam¨®: ¡°?Qu¨¦, me he comportado como un pomp¨®n rosa?¡±.
Montgomery Clift, atormentado por sus demonios e incapaz de asumir su homosexualidad
Su imagen p¨²blica. Hollywood se pas¨® diez a?os intentando seducirlo pero ¨¦l no ten¨ªa ning¨²n inter¨¦s en dejar el teatro. Y cuando accedi¨® a hacer cine, ya con casi 30 a?os, lo hizo a lo grande: La heredera, R¨ªo Rojo, Yo confieso, De aqu¨ª a la eternidad. Fue una de las primeras estrellas en negarse a firmar un contrato con un estudio porque quer¨ªa elegir sus proyectos (y no quer¨ªa que le obligasen a casare con una mujer) y por eso rechaz¨® Al este del ed¨¦n, La ley del silencio o El crep¨²sculo de los dioses. Su belleza melanc¨®lica era tan abrumadora que La heredera literalmente trataba sobre c¨®mo nadie se cre¨ªa que se hubiera enamorado de Olivia de Havilland. La naturalidad al actuar de Clift, que chocaba con la impostura de la ¨¦poca, enamor¨® al p¨²blico, a la cr¨ªtica joven y a la academia, que lo nomin¨® al Oscar tres veces en sus primeros cinco a?os de carrera.
Su secreto. Desde su muerte en 1966, se ha escrito sobre Montgomery Clift en t¨¦rminos de melodrama. ¡°Un hermoso perdedor¡±, titulaba una biograf¨ªa. ¡°El suicidio m¨¢s largo de Hollywood¡±, seg¨²n su profesor de interpretaci¨®n, en referencia al abuso del alcohol y las drogas que precipitaron su muerte a los 45 a?os. Clift pas¨® a la posteridad como un hombre atormentado por sus demonios e incapaz de asumir su homosexualidad. El accidente de coche que desfigur¨® su rostro, el cual tuvo que ser reconstruido quir¨²rgicamente, a?adi¨® textura de tragedia a un mito que tantos a?os despu¨¦s sigue sin dar una resoluci¨®n. Apenas se le conocen romances, ni siquiera se cas¨® para guardar las apariencias y los fetichistas del Hollywood dorado consideran que su mejor amiga, Liz Taylor, fue el verdadero amor de su vida. Fue ella quien seg¨²n la leyenda le sac¨® los dientes de la garganta para que no se asfixiase tras el accidente, quien amenaz¨® a los fot¨®grafos con arruinarles la vida si sacaban una sola foto de su aspecto (lo cierto es que no existen im¨¢genes del accidente, a pesar de la presencia de paparazzis) y quien cuando el conductor de la ambulancia les exigi¨® dinero por llevarlos al hospital le arroj¨® una sortija de diamantes a la cara.
?Sali¨® del armario? Precisamente fue Liz Taylor quien confirm¨®, en un evento por el colectivo LGTB en 2000, que su ¡°amigo m¨¢s ¨ªntimo y mejor confidente¡± Monty era gay. Pero un documental de hace dos a?os dirigido por el sobrino del actor quiso arrojar luz, literalmente, sobre su legado. Making Montgomery Clift se desmarcaba del t¨®pico de la figura tr¨¢gica para presentar a la estrella como ¡°un hombre con el sentido del humor de un payaso¡±, que prefer¨ªa sus interpretaciones despu¨¦s de la cirug¨ªa y que se sent¨ªa plenamente c¨®modo con su sexualidad. Su madre asegura saberlo desde que el ni?o ten¨ªa 12 a?os y el actor Jack Larson contaba que cuando conoci¨® a Clift le dio un beso en la boca con total naturalidad. Seg¨²n el documental, parte del aura de ¡°homosexual atormentado¡± que sigue teniendo Montgomery Clift viene porque sus biograf¨ªas m¨¢s populares se editaron en los setenta, una d¨¦cada todav¨ªa marcada por la homofobia sist¨¦mica. Su abuso de los tranquilizantes ven¨ªa, sobe todo, por las dolorosas secuelas f¨ªsicas de su accidente y por la ansiedad que le provoc¨® una demanda de Universal. El director John Huston declar¨® que hab¨ªa sido imposible trabajar con Clift en Freud, pasi¨®n secreta y las compa?¨ªas de seguros se negaron a cubrir su p¨®liza arruinando as¨ª su carrera en el cine. Lo cierto es que Huston, quien en su autobiograf¨ªa expresaba la repulsi¨®n que le provocaba la homosexualidad de Clift, le hizo la vida imposible durante el rodaje de Freud porque se enter¨® de que el actor hab¨ªa mantenido relaciones con otro hombre durante su estancia en el castillo que Huston ten¨ªa en Irlanda. As¨ª que, seg¨²n ese documental, lo que llev¨® a Montgomery Clift a una espiral de autodestrucci¨®n no fue su homosexualidad sino la homofobia.
Tab Hunter: Am¨¦rica no quiso creer que su ¨ªdolo dorado era gay
Su imagen p¨²blica. Ten¨ªa un f¨ªsico tan perfecto que su casting para Island of Desire consisti¨® en quitarse la camiseta. Las adolescentes estadounidenses se enamoraron de Hunter en masa, lo cual le llev¨® a protagonizar M¨¢s all¨¢ de las l¨¢grimas (en un papel por el que tambi¨¦n lucharon James Dean y Paul Newman) y Warner compr¨® los derechos del musical de Broadway Malditos yanquis solo para que ¨¦l pudiera protagonizar su adaptaci¨®n al cine. Es m¨¢s, el ¨¦xito de su single Young Love llev¨® a Warner a abrir una filial discogr¨¢fica solo para editar los discos de Tab Hunter. Con sus papeles de vaqueros, marines o soldados con rizos dorados, Hunter fue la respuesta luminosa e inofensiva a la que la Am¨¦rica tradicional se aferr¨® en contraste con el vol¨¢til James Dean, el hipersexual Elvis Presley o el animal Marlon Brando. En aquella ¨¦poca Hunter recibi¨® el apodo de ¡°el chaval de los suspiros¡±, porque sus apariciones en pantalla despertaban esa reacci¨®n en la sala.
Su secreto. Cuando Confidential public¨® que Hunter hab¨ªa sido arrestado en su juventud en una ¡°fiesta de pijamas¡± llena de ¡°viciosos retozando¡± y ¡°maricas estridentes¡±, el actor entr¨® en p¨¢nico pero Warner le asegur¨® que Am¨¦rica no querr¨ªa creer que su ¨ªdolo dorado era gay. Y as¨ª era: Hunter fue la estrella m¨¢s taquillera de Warner durante los cinco a?os siguientes. Para aplacar los rumores el estudio lo emparej¨® con su otra estrella de moda, Natalie Wood, pero la prensa sensacionalista los apod¨® ¡°Natalie Wood & Tab Wouldn't¡± (que suena como ¡°Natalie lo har¨ªa y Tab no lo har¨ªa¡±). La influyente periodista de cotilleos Louella Parsons se preguntaba en su columna si Tab era ¡°el tipo de chico¡± con el que Natalie quer¨ªa terminar. Cansado de hacer de adolescentes de sonrisa permanente, Hunter negoci¨® el final de su contrato con Warner y vol¨® libre en 1961. Primero se fue a Europa, donde mantuvo una relaci¨®n con el bailar¨ªn Rudolf Nureyev, pero echaba de menos cumplir su sue?o de criar caballos. Durante los 60 y los 70 trabaj¨® en subproductos de serie B y actuando en restaurantes hasta que John Waters, quien lo considera la estrella m¨¢s perfecta de Hollywood, le ofreci¨® un papel en Poli¨¦ster. ¡°?Qu¨¦ te parecer¨ªa besar a una travesti de 150 kilos?¡±, pregunt¨® el director en referencia a Divine. ¡°Bueno, he besado cosas peores¡± respondi¨® Hunter.
?Sali¨® del armario? El ¨¦xito de Poli¨¦ster resucit¨® a Tab Hunter, ahora como estrella kistch, y ¨¦l abraz¨® su segunda vida con Lust in the Dust, donde volvi¨® a trabajar con Divine. En aquel rodaje conoci¨® a su marido, Allan Glaser, con quien estuvo 35 a?os hasta la muerte del actor en 2018. Pero antes Tab Hunter quiso contar su historia en una autobiograf¨ªa y un documental con un t¨ªtulo vacil¨®n: Tab Hunter: Confidential. En ellos, el actor recordaba su conflicto juvenil al sentirse ¡°dolorosamente aislado entre la homofobia casual de la mayor¨ªa de la gente y la subcultura flagrantemente gay de Hollywood, donde tampoco me sent¨ªa c¨®modo ni aceptado¡±. Donde s¨ª se encontraba en su terreno era trabajando en sus establos y conviviendo con su marido en una casa en la que no hab¨ªa ni un solo recuerdo de su fama. Incluso regal¨® el disco de oro que gan¨® por Young Love. Hunter envejeci¨® como la ant¨ªtesis de la Norma Desmond de El crep¨²sculo de los dioses, sin nostalgia alguna por su gloria perdida. Quiz¨¢ porque hab¨ªa ganado demasiadas cosas a cambio. Aunque le segu¨ªa costando hablar de su homosexualidad (¡°Me educaron para ser discreto y privado, mi madre era una alemana muy estricta y religiosa as¨ª que me ense?¨® que no se habla de esas cosas¡± confesaba) y aunque el ¨²ltimo cap¨ªtulo de su autobiograf¨ªa se titulaba ¡°Feliz de ser olvidado¡±, Tab Hunter consigui¨® exactamente lo contrario: pasar a la posteridad y hacer historia como la primera superestrella del Hollywood cl¨¢sico en salir del armario.
Anthony Perkins, sometido a brutales tratamientos psiqui¨¢tricos para intentar curarse
Su imagen p¨²blica. Perkis entr¨® en el motel Bates con una nominaci¨®n al Oscar, un Globo de Oro, dos nominaciones al Tony y varios ¨¦xitos musicales pero sali¨® convertido en Norman Bates para siempre. El asesino m¨¢s famoso de la historia del cine, uno de los primeros en protagonizar su pel¨ªcula y uno por los que el espectador ha sentido m¨¢s compasi¨®n sin dejar de sentir terror. Alfred Hitchcock sab¨ªa perfectamente lo que hac¨ªa al fichar a Perkins para Psicosis: el actor apenas se relacionaba con sus compa?eros, iba por ah¨ª contando que hab¨ªa vivido una relaci¨®n plat¨®nica con una mujer dominante y se defin¨ªa a s¨ª mismo como ¡°un ni?o de mam¨¢¡±. Cuando era peque?o, su padre viajaba a menudo as¨ª que Tony sent¨ªa celos de ¨¦l cada vez que regresaba y le arrebataba la atenci¨®n de su madre. El ni?o deseaba que su padre muriese, lo cual ocurri¨® cuando Tony ten¨ªa cinco a?os. ¡°Asum¨ª que mi padre hab¨ªa muerto porque yo lo deseaba con todas mis fuerzas¡±, admitir¨ªa de adulto describiendo una relaci¨®n complicada con su madre, quien lo proteg¨ªa mediante unas muestras de afecto con ¡°cierta connotaci¨®n sexual¡±. El ¨²ltimo plano de Perkins en Psicosis, mirando a c¨¢mara sonriente, sigue siendo lo primero que viene a la cabeza del p¨²blico cuando alguien menciona el nombre del actor. O, incluso, muchos lo asocian a su silueta oscurecida con una peluca asestando pu?aladas en la ducha a Janet Leigh. Una escena que le persigui¨® toda la vida y en la que ¨¦l ni siquiera aparec¨ªa.
Su secreto. Si Perkins y Tab Hunter hubieran podido vivir su relaci¨®n en p¨²blico habr¨ªan sido una de las parejas m¨¢s glamourosas del Hollywood cl¨¢sico: el bicho raro, introvertido y actor de car¨¢cter saliendo con el chico m¨¢s rubio de Am¨¦rica. Tab y Tony sol¨ªan salir a cenar con amigas en citas dobles pero al terminar se volv¨ªan solos a casa. Mientras que Warner aconsej¨® a Tab Hunter que viviese su vida siempre y cuando lo hiciese con discreci¨®n, Paramount no fue tan comprensiva con Perkins. El estudio exigi¨® que rompiese su relaci¨®n de tres a?os con Hunter, pero no hizo falta porque ¨¦l se le adelant¨®: Tab protagoniz¨® el drama de b¨¦isbol El precio del ¨¦xito en televisi¨®n y luego se enter¨® de que su propio novio le hab¨ªa robado el papel en la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica. No volvieron a hablarse.
?Sali¨® del armario? Perkins jam¨¢s se plante¨® no ya salir del armario, sino siquiera ejercer como homosexual. Estaba convencido de que su condici¨®n sexual estaba perjudicando su carrera, as¨ª que se someti¨® a brutales tratamientos psiqui¨¢tricos para intentar curarse. Perdi¨® la virginidad a los 39 a?os, con la actriz Victoria Principal, y se acab¨® casando a los 41 con su mejor amiga de la escuela, Berry Berensson, quien llevaba toda la vida enamorada de ¨¦l. ¡°Hab¨ªa una sensaci¨®n de matrimonio real entre ellos¡±, recordar¨ªa el escritor y amigo Dominick Dunne. ¡°Fuera lo que fuera lo que ellos ten¨ªan, era maravilloso y era una familia de verdad¡±. Perkins y Berensson tuvieron dos hijos, Elvis y Oz, y siguieron casados hasta la muerte del actor por complicaciones relacionadas con el sida en 1992. (Berensson falleci¨® en los atentados del 11 de septiembre de 2001). ¡°Eleg¨ª no contar mi enfermedad en p¨²blico porque, citando mal aquella frase de Casablanca, 'no se me da bien ser noble¡±, confes¨® Perkins en un comunicado publicado p¨®stumamente. ¡°Hay muchos que consideran que esta enfermedad es una venganza de Dios, pero yo he aprendido m¨¢s sobre el amor, la generosidad y la comprensi¨®n humana gracias a las personas que he conocido en esta gran aventura en el mundo del sida de lo que jam¨¢s aprend¨ª en el mundo competitivo y la deg¨¹ello en el que pas¨¦ toda mi vida¡±. Sus cenizas descansan en su hogar, dentro de una urna con una inscripci¨®n sacada de una canci¨®n de Cole Porter popularizada por Bing Crosby, Don't Fence Me In: ¡°No me encerr¨¦is¡±.
Janet Gaynor, vivi¨® en el armario para evitarse problemas
Su imagen p¨²blica. La primera ganadora del Oscar a la mejor actriz (por Amanecer, S¨¦ptimo cielo y Street Angel) con solo 22 a?os y una de las primeras estrellas bautizadas con el apelativo de ¡°Novia de Am¨¦rica¡±. Esta popularidad se deb¨ªa al contraste entre su actitud de muchacha sana y honesta y las femme fatales de moda en la ¨¦poca. En 1938, a los 32 a?os, se retir¨® a pesar de estar en la cima gracias al estreno un a?o antes de Ha nacido una estrella. ¡°Quer¨ªa vivir una vida, as¨ª que dej¨¦ de hacer pel¨ªculas¡±, se limit¨® a explicar.
Su secreto. Tras su retirada se cas¨® con el dise?ador de vestuario Adrian (responsable, entre otros muchos cl¨¢sicos, del vestuario de El mago de Oz). Adrian era abiertamente homosexual, lo cual ha generado teor¨ªas de que su boda fue uno de los denominados ¡°matrimonios de lavanda¡± entre dos homosexuales para acallar rumores. Seg¨²n el libro Broken Face in the Mirror, Gaynor no ocultaba su lesbianismo durante su juventud, e incluso se acercaba a lo que en la ¨¦poca podr¨ªa considerarse activismo, pero cuando le lleg¨® la fama en Hollywood opt¨® por vivir dentro del armario para evitarse problemas.
?Sali¨® del armario? No, pero se compr¨® un rancho en Brasil al lado de la casa de su mejor amiga durante d¨¦cadas, la actriz Mary Martin. Con ella viajaba cuando un conductor borracho choc¨® contra el taxi en el que iban las dos mujeres junto a Adrian y un amigo de Martin. Gaynor nunca se recuper¨® de las lesiones y muri¨® dos a?os despu¨¦s, en 1984, a los 88 a?os. Est¨¢ enterrada en el cementerio de las estrellas, Hollywood Forever.
Charles Laughton, abrumado por la culpabilidad que le provocaban sus deseos sexuales
Su imagen. Se le consider¨® el mejor actor del mundo con un don sobrenatural para los acentos y, gracias a su f¨ªsico, acced¨ªa a papeles que los galanes no pod¨ªan ni imaginar: villanos, emperadores, monstruos, reyes y vagabundos. Laughton los hac¨ªa a todos humanos, c¨¢lidos y reconocibles. A?os despu¨¦s, mucha gente todav¨ªa se acuerda de ¨¦l cuando piensa en Enrique VIII, Quasimodo o Ner¨®n.
Su secreto. Su mujer Elsa Lanchester (cuyo papel m¨¢s emblem¨¢tico es La novia de Frankenstein) abri¨® la puerta un d¨ªa y se encontr¨® con un polic¨ªa acompa?ado de un chapero que le exig¨ªa m¨¢s dinero a Laughton ¡°por los servicios prestados¡±. As¨ª fue como Lanchester se enter¨® de la homosexualidad de su marido, la cual no hab¨ªa sospechado (a pesar de no mantener nunca relaciones) porque tal y como ella misma explic¨® en su biograf¨ªa ¡°tened en cuenta que era muy buen actor¡±. El matrimonio sigui¨® casado, unido por su amistad y por aficiones comunes como salir a recoger flores.
?Sali¨® del armario? Laughton se pas¨® la vida abrumado por la culpabilidad que le provocaban sus deseos sexuales, as¨ª que fue incapaz de entablar relaciones sentimentales con otros hombres y prefer¨ªa rodearse de prostitutos j¨®venes. El actor sent¨ªa que nadie podr¨ªa desearlo porque, seg¨²n ¨¦l mismo bromeaba, ten¨ªa ¡°la cara como el culo de un paquidermo¡±. No ayudaba que sus compa?eros de trabajo lo humillasen por su condici¨®n sexual: durante los ensayos de una obra de teatro, Henry Fonda le grit¨®: ¡°?Y qu¨¦ sabr¨¢s t¨² de ser un hombre, gordo maric¨®n?¡±; en el rodaje de Mot¨ªn a bordo, Clark Gable se mostr¨® irritado con sus ademanes afeminados y el director le pidi¨® que fuese m¨¢s viril (Laughton respondi¨®: ¡°Eso es construcci¨®n de personaje, por lo cual cobro extra¡±). En 1960, el actor y su esposa se mudaron a una casa en Santa Monica junto a la del escritor Christopher Isherwood y su novio para trabajar en una obra sobre S¨®crates. Como Laughton, S¨®crates hab¨ªa sido un hombre acomplejado por su f¨ªsico cuya vida hab¨ªa girado en torno a la b¨²squeda de belleza. Aquella amistad con Isherwood y su pareja anim¨® a Laughton a reconciliarse con su condici¨®n sexual e incluso lleg¨® a vivir algunos romances sin culpabilidad. Muri¨® dos a?os despu¨¦s.
William Haines vivi¨® fuera del armario sin avergonzarse ni disculparse
Su imagen p¨²blica. El productor Irving G. Thalberg lo describi¨® como el arquetipo del nuevo hombre americano: ¡°Un vendedor moderno que cuando quiere algo va a por ello¡±. Las comedias El sargento Malacara o La estudiante colocaron a Haines entre las diez estrellas m¨¢s taquilleras de 1926, una distinci¨®n que mantuvo durante los cinco a?os siguientes (llegando al n¨²mero 1 en 1929) haciendo una transici¨®n exitosa hacia el cine sonoro porque en pantalla su ritmo para la r¨¦plica sarc¨¢stica ten¨ªa la misma precisi¨®n que el propio actor en la vida real. Cuando un periodista le indic¨® que tend¨ªa a ladear los labios en sus di¨¢logos, Haines respondi¨® ¡°pues nunca he recibido ninguna queja¡±.
Su secreto. William Haines era, efectivamente, un tipo que cuando quer¨ªa algo iba a por ello. Y eso incluy¨® a Clark Gable, Ram¨®n Novarro y Norma Shearer (seg¨²n ¨¦l contar¨ªa, ¡°la ¨²nica mujer que ha logrado levant¨¢rmela¡±). En 1926, justo cuando empez¨® su racha de ¨¦xitos, Haines conoci¨® a un chaval llamado Jimmy Shields y se lo llev¨® a vivir con ¨¦l. La industria estaba en pleno p¨¢nico al esc¨¢ndalo en 1931 cuando Haines fue arrestado durante un escarceo sexual con un marinero. El presidente de la Metro Louis B. Mayer le oblig¨® a casarse con Joan Crawford. Haines se neg¨® (¡°ya estoy casado¡±, le aclar¨®, refiri¨¦ndose a Shields, ¡°estoy dispuesto a renunciar a Jimmy si t¨² te divorcias de tu mujer¡±) y adem¨¢s le indic¨® que no pensaba firmar la cl¨¢usula de moralidad. Cuando se inaugur¨® el primer bar gay de Los ?ngeles no-clandestino, Haines acudi¨® con Shields de la mano y vestidos de esmoquin. As¨ª que en 1933, cuatro a?os despu¨¦s de ser las estrella m¨¢s taquillera de Hollywood, la Metro rescindi¨® su contrato y Haines se retir¨® de la actuaci¨®n para siempre con 33 a?os.
?Sali¨® del armario? Nunca estuvo dentro, en realidad. Conviv¨ªa con Jimmy Shields sin avergonzarse ni disculparse. Y junto a ¨¦l abri¨® un negocio de decoraci¨®n de interiores que, gracias a sus contactos en Hollywood, lo convirtieron en el interiorista m¨¢s importante de California. Haines llen¨® de luz las oscuras mansiones de las estrellas de Hollywood con antig¨¹edades orientales, papeles de pared con estampados de paisajes europeos y estatuas grecolatinas. As¨ª naci¨® el estilo Hollywood Regency que inundar¨ªa las revistas de cine durante d¨¦cadas: butacones de terciopelo, cortinas pesadas, l¨¢mparas de ara?a, marcos de sat¨¦n, cer¨¢micas chinas y mobiliario ingl¨¦s reemplazaron a los horteras estampados de leopardo. Puede que Hollywood le diese la espalda, pero Haines prefiri¨® no vengarse y redibujar Hollywood tal y como ¨¦l se lo imaginaba: como un lugar hermoso donde ser feliz. Y esa es la imagen de Hollywood que los mit¨®manos tuvieron durante d¨¦cadas. ¡°Es un sentimiento muy agradable estar alejado de las pel¨ªculas pero seguir siendo parte de ellas porque todos mis amigos siguen ah¨ª. Puedo ver la parte bonita del cine sin tener que ver la parte fea de los estudios¡±, celebraba Haines. Entre sus clientes estuvieron su gran amor plat¨®nico Joan Crawford, Gloria Swanson, Carole Lombard o Ronald y Nancy Reagan. Cuando en los 80 los Reagan llevaron el glamour de Hollywood a la Casa blanca encargaron la redecoraci¨®n de sus estancias a Ted Graber, un disc¨ªpulo de Haines, para que cumpliese el sue?o de su mentor. Haines hab¨ªa muerto en 1973 sin poner aquel broche de oro a su carrera. Semanas despu¨¦s Jimmy Shields se suicid¨®. Joan Crawford definir¨ªa sus 47 a?os de relaci¨®n como ¡°el matrimonio m¨¢s feliz y el m¨¢s exitoso de todo Hollywood¡±.
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