El regreso de las mujeres que no exist¨ªan
Diversas editoriales rescatan de un injusto olvido a literatas como Mar¨ªa Teresa Le¨®n, Luisa Carn¨¦s, Mercedes Formica o Carmen Parga, a veces ensombrecidas por sus ilustres parejas.
Para que una historia avance hay que pasar de p¨¢gina y para hacerla desaparecer, hay que arrancarla. Nuestra literatura perdi¨® muchas hojas durante el franquismo, cuando todo lo que no estaba prohibido era obligatorio, como dijo Enrique Jardiel Poncela, y la democracia trajo de vuelta a muchos desterrados, pero no todos sus libros. Para las mujeres la fractura fue peor, porque en este mundo patriarcal ellas siempre pierden dos veces cada guerra.
Un ejemplo es el del matrimonio que formaban Rafael Alberti y Mar¨ªa Teresa Le¨®n: a su regreso en 1977 la obra del poeta fue reeditada de inmediato -Seix Barral la public¨® en dos a?os y catorce tomos ilustrados por Antoni T¨¤pies-, pero la de la narradora ha llegado a las librer¨ªas con cuentagotas y de forma parcial. Ahora el sello Renacimiento va a iniciar una biblioteca dedicada a ella con su t¨ªtulo m¨¢s conocido, Memoria de la melancol¨ªa, recuperar¨¢ biograf¨ªas como El gran amor de Gustavo Adolfo B¨¦cquer o Cervantes, el soldado que nos ense?¨® a hablar y descubrir¨¢ magn¨ªficas colecciones relatos que no hab¨ªan alcanzado al lector de su pa¨ªs: Morir¨¢s lejos, Las peregrinaciones de Teresa¡
La editorial sevillana lleva tiempo entregada a la causa de rehabilitar figuras marginadas como Luisa Carn¨¦s, Matilde Ras, Halma Ang¨¦lico o Carmen de Burgos, a quien se redujo a la categor¨ªa de amante de Ram¨®n G¨®mez de la Serna lo mismo que Concha M¨¦ndez era ¡°la esposa de Emilio Prados¡±, Ernestina de Champourcin la de Juan Jos¨¦ Domenchina -secretario de Manuel Aza?a- y la propia Le¨®n la de Alberti. Y tambi¨¦n ha revelado la cara oculta de personajes como Marina Ginest¨¤, la joven retratada en una fotograf¨ªa ic¨®nica de 1936 donde posa vestida de miliciana en la azotea del hotel Col¨®n de Barcelona, y de la que sac¨® a la luz su novela Otros vendr¨¢n¡ Ginest¨¤ pertenec¨ªa a una familia anarquista ¨ªntima de Andreu Nin, el hombre de confianza de Trotsky, pero ella fue novia de su asesino, Ram¨®n Mercader, sin sospechar lo que tramaba. Ahora tambi¨¦n sabemos que fue una escritora notable.
Los ¨²ltimos episodios de esta tarea de rescate son los tres libros de memorias de la falangista Mercedes Formica, reunidos en el tomo Peque?a historia de ayer, y el ¨²nico que escribi¨® Carmen Parga, Antes que sea tarde. La primera fue a la vez conservadora y avanzada, feminista en medio de la sociedad retr¨®grada que hab¨ªa ayudado a instaurar y tan contradictoria que en la iconograf¨ªa que cierra el volumen podemos encontrarla igual al lado de Jos¨¦ Antonio Primo de Rivera que de Arthur Miller y Francisco Umbral. Su versi¨®n de los hechos blanquea el mundo intelectual de la posguerra, deja un anecdotario sobresaliente, por ejemplo de sus a?os como directora de La novela del s¨¢bado y de su trato con P¨ªo Baroja, Cela o Carmen Laforet y demuestra que era tan constante en sus rencores -a Jorge Guill¨¦n lo acusa de ¡°haber olvidado¡± que le salv¨® la vida y logr¨® que le autorizasen a salir de Espa?a ¡°para que no se repitiese con ¨¦l otro caso Federico Garc¨ªa Lorca¡±- como en sus convicciones, que defendi¨® hasta el final con br¨ªo: es notable un art¨ªculo en el que, ya casi octogenaria, polemiza con Rosa Montero por una de las columnas de la autora de La loca de la casa en El Pa¨ªs.
Carmen Parga, no fue una estrella de la cultura y la pol¨ªtica como Formica. Su marido, Manuel Tag¨¹e?a, fue un m¨¦dico, doctor en Matem¨¢ticas y F¨ªsica reconvertido en oficial del ej¨¦rcito republicano, con quien tras la derrota inici¨® un largo peregrinaje por Francia, la URSS, Yugoslavia, Checoslovaquia y M¨¦xico. Sus ilusiones de estudiante universitaria y deportista en los a?os treinta y el desencanto sufrido al comparar sus ideales comunistas con lo que vio en Mosc¨² y Uzbekist¨¢n le dan a esa ¡°memoria civil verdadera, no barnizada ni simplificada¡±, como la defini¨® Antonio Mu?oz Molina, un brillo de autenticidad que convierte su sencillez en un tesoro.
Merece la pena leerlas, a todas las citadas, porque es justo que recuperen el sitio que les quitaron y, sobre todo, porque su talento se lo merece.
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