Lo que WhatsApp construye y destruye en ?frica
Popular en 40 pa¨ªses africanos, es la aplicaci¨®n m¨¢s descargada en el 70% del continente. Un estudio del Centro para la Democracia y el Desarrollo concluye que puede aumentar la desinformaci¨®n en tiempo electoral, como sucedi¨® en Nigeria, pero tambi¨¦n la cohesi¨®n social y los relatos positivos
El propio Muhammadu Buhari, presidente de Nigeria, tuvo que desmentir p¨²blicamente que fuese un doble de s¨ª mismo. Puede parecer una broma, pero es simplemente comunicaci¨®n pol¨ªtica. Era diciembre de 2018 y los aspirantes tomaban posiciones para las elecciones presidenciales que se celebraron en febrero de 2019. Una de las estrategias era la difusi¨®n de bulos y en el que se conoci¨® como el caso del ¡°clon de Buhari¡±, el rumor alcanz¨® tales dimensiones que oblig¨® al afectado a salir al paso. La historia completa se?alaba que el presidente hab¨ªa muerto en un viaje al extranjero y que hab¨ªa sido sustituido por un personaje al que se bautiz¨® como ¡°Jubril de Sud¨¢n¡±, intentando incrementar la credibilidad. Uno de los principales canales de expansi¨®n del bulo fue WhatsApp que consigui¨® que el rumor saltase a algunos l¨ªderes religiosos y de ah¨ª a los medios convencionales. Este es uno de los episodios que explica la importancia creciente de la plataforma de mensajer¨ªa en los contextos electorales.
¡°WhatsApp se ha mostrado como un elemento fundamental en el flujo de informaci¨®n y desinformaci¨®n en todo el mundo¡±, comenta Idayat Hassan, ¡°y en el caso de Nigeria aparece como una herramienta muy f¨¢cil de usar¡±. Esta es la percepci¨®n que llev¨® al Centro para la Democracia y el Desarrollo (CDD), el think tank que dirige Hassan, a investigar en profundidad el papel de la plataforma de mensajes en la comunicaci¨®n pol¨ªtica del pa¨ªs m¨¢s poblado de ?frica. ¡°Hemos comprobado que los nigerianos replican sus c¨ªrculos sociales en WhatsApp, grupos religiosos, familiares, de trabajo, pol¨ªticos... Y que participan intensamente en conversaciones con cientos de miembros. As¨ª que cre¨ªmos que era una necesidad realizar una investigaci¨®n seria sobre el uso de WhatsApp en las elecciones nigerianas, porque si se cumpl¨ªan las previsiones, su uso en el ¨¢mbito pol¨ªtico ser¨ªa muy significativo¡±, precisa.
En 2015, la pol¨ªtica de la primera econom¨ªa africana se volc¨® en el entorno digital. Las elecciones en las que Muhammadu Buhari le gan¨® la partida a Goodluck Jonathan se libraron, en gran medida, en las redes sociales. Poco despu¨¦s se supo que el inter¨¦s por dominar el discurso en Internet hizo que incluso, la controvertida Cambridge Analytics desplegase sus estrategias de manipulaci¨®n por encargo, a favor del candidato perdedor. M¨¢s all¨¢ del contexto electoral, las redes sociales han demostrado poder desencadenar tormentas en el gigante nigeriano, como desvel¨® una investigaci¨®n de la BBC sobre un episodio de violencia intercomunitaria en el estado de Plateau en 2018 que tuvo su origen en unas publicaciones de Facebook.
No es extra?o que el CDD haya querido arrojar m¨¢s luz sobre las din¨¢micas de WhatsApp, que adem¨¢s tiene la particularidad de ser una herramienta de comunicaci¨®n privada, a diferencia de las redes sociales m¨¢s populares y por tanto m¨¢s dif¨ªcil de vigilar. Lo han hecho poniendo en el microscopio los comportamientos durante las elecciones presidenciales de febrero de 2019. Los resultados de esa investigaci¨®n, realizada junto a la Universidad de Birmingham, ayudan a entender el futuro de la comunicaci¨®n pol¨ªtica en Nigeria y en otros pa¨ªses del continente, pero tambi¨¦n para atajar amenazas graves a la convivencia.
Los investigadores constataron que los equipos de campa?a de los dos candidatos, Muhammadu Buhari y Atiku Abubacar, desplegaron una estrategia con escuadrones de voluntarios, de influencers a sueldo y de arribistas digitales, para conseguir que WhatsApp amplificase su discurso, descr¨¦dito del contrincante incluido. ¡°A nivel nacional, los candidatos presidenciales han desarrollado sofisticados equipos de redes sociales que transmiten mensajes a miles de seguidores a trav¨¦s de grupos de WhatsApp interconectados¡±, afirma el informe.
Esta conclusi¨®n puede parecer extra?a teniendo en cuenta el car¨¢cter privado de la comunicaci¨®n a trav¨¦s de la plataforma de mensajer¨ªa instant¨¢nea. Sin embargo, se entiende cuando los investigadores detallan el uso de la herramienta. El 73% de los encuestados estaba en grupos con m¨¢s de 50 miembros. ¡°La mayor¨ªa de los encuestados pertenec¨ªan a grupos en los que no conoc¨ªan personalmente a todos los miembros¡±, explican los autores. Y a?aden que estos espacios ¡°permiten que un individuo pueda llegar a una audiencia significativa muy r¨¢pidamente a trav¨¦s de una red informal de grupos¡±.
La manipulaci¨®n, la difusi¨®n de noticias falsas y los mensajes que dinamitan la convivencia son las preocupaciones fundamentales del uso de WhatsApp como herramienta de comunicaci¨®n pol¨ªtica
El estudio plantea un modelo de difusi¨®n: ¡°Si est¨¢s en cuatro grupos, cada uno de los cuales tiene una capacidad de 256 usuarios, puedes llegar a mil personas compartiendo un mensaje en esos foros. El efecto piramidal supone que si el 10% de los miembros de esos cuatro grupos comparten el mensaje con otros cuatro grupos, ese mensaje puede terminar siendo visto, directamente, por 104.000 personas¡±. A pesar de que los autores reconocen que es un modelo ¡°extremo¡±, permite entender porqu¨¦ WhatsApp es una herramienta b¨¢sica en una campa?a.
La manipulaci¨®n, la difusi¨®n de noticias falsas y los mensajes que dinamitan la convivencia son las preocupaciones fundamentales del uso de WhatsApp como herramienta de comunicaci¨®n pol¨ªtica. Y en ese sentido el informe del CDD no tiene una respuesta categ¨®rica: ¡°WhatsApp ha transformado el entorno electoral, pero no lo ha revolucionado¡±. El documento matiza el papel de la herramienta, porque refleja las din¨¢micas sociales instaladas fuera del entorno digital. ¡°Reproducen las redes clientelares existentes¡±, se?ala. Tal interacci¨®n en grupos numerosos responde a ¡°estructuras sociales y redes fuera de l¨ªnea fuertes y extensas, como grupos religiosos, asociaciones de antiguos alumnos o la familia extensa¡±. Y por otro lado, porque ¡°los rumores y la desinformaci¨®n eran parte integrante de la pol¨ªtica nigeriana antes de la llegada de las redes sociales¡±. O como se?alaba uno de los encuestados: ¡°El alcance y la velocidad son nuevos, pero los rumores son viejos¡±.
As¨ª fue como WhatsApp irrumpi¨® en la campa?a de 2019, a trav¨¦s de los grupos masivos, unos creados por los equipos de los candidatos para transmitir sus mensajes, otros infiltrados por simpatizantes, para colar sus discursos e informaciones m¨¢s o menos manipuladas en las redes. Entre esos infiltrados, hab¨ªa militantes o propagandistas contratados, pero tambi¨¦n oportunistas con voluntad de agradar a los pol¨ªticos y conseguir recompensas reivindicando gestas digitales. Por eso, ni siquiera los equipos de campa?a llegan a controlar toda la informaci¨®n que se transmite a trav¨¦s de esas redes informales. A la vez, los partidos intentan desligarse formalmente de esas herramientas argumentando que son ciudadanos que act¨²an por cuenta propia. As¨ª de complejo y lleno de matices es el sistema de la nueva perla de la comunicaci¨®n pol¨ªtica en Nigeria.
Idayat Hassan hace un esfuerzo por sintetizar el papel de WhatsApp en la difusi¨®n de informaciones falsas: ¡°Hace el trabajo m¨¢s r¨¢pido, f¨¢cil y barato. Por ejemplo, la posibilidad de usar mensajes de voz ha hecho que sea un arma de difusi¨®n de propaganda en el norte de Nigeria donde aman la radio y la informaci¨®n oral. Al mismo tiempo, se ha abierto paso entre un gran n¨²mero de ciudadanos que no tienen recursos o capacidad para utilizar las otras grandes plataformas como Facebook y Twitter. Hasta en las zonas m¨¢s rurales del estado de Bayelsa, en el sur, reciben informaci¨®n de la capital a medida que se transmite, sea verdadera o falsa. Este nivel de alcance sin precedentes significa que la desinformaci¨®n puede ser m¨¢s efectiva porque llega a m¨¢s personas. As¨ª, WhatsApp ampl¨ªa el efecto de la informaci¨®n falsa¡±.
A pesar de todo, aparece como una herramienta con un potencial positivo en la comunicaci¨®n pol¨ªtica. ¡°Los efectos positivos¡±, explica la directora del CDD, ¡°residen en su capacidad para facilitar la comunicaci¨®n, borrar el efecto de la distancia y reunir a grupos y comunidades. WhatsApp proporciona una forma de comunicaci¨®n segura y puede ser una herramienta no solo para contrarrestar la desinformaci¨®n, sino tambi¨¦n para difundir relatos positivos. Adem¨¢s, los verificadores de hechos de todo el mundo han demostrado que tambi¨¦n puede actuar como un portal para que los ciudadanos contrasten la informaci¨®n y denuncien las falsedades¡±.
Tal vez, por esa confianza en el potencial positivo de la herramienta, una de las apuestas del CDD es la educaci¨®n para su uso adecuado. ¡°WhatsApp deber¨ªa formar parte de un programa integral orientado a educar a los ciudadanos para que puedan afrontar la creciente cantidad de informaci¨®n que est¨¢ disponible en l¨ªnea¡±, explica Idayat Hassan que recuerda que el car¨¢cter privado de la comunicaci¨®n en la plataforma hace m¨¢s dif¨ªcil establecer controles y m¨¢s necesario dar herramientas a los usuarios.
Algunas de las experiencias en el contexto nigeriano avanzan din¨¢micas que se extienden despu¨¦s a otros pa¨ªses y el papel de WhatsApp que evidencia el informe del CDD puede ser una de ellas, sin olvidar que se trata de la plataforma de mensajer¨ªa m¨¢s popular en 40 pa¨ªses africanos y la aplicaci¨®n m¨¢s descargada en el 70% del continente. ¡°Puede proyectarse¡±, avanza Hassan, ¡°a pa¨ªses que comparten una realidad pol¨ªtica, social y econ¨®mica. En un reciente estudio en Gambia hemos detectado extensas cadenas de redes organizadas que utilizaban WhatsApp como medio de difusi¨®n de propaganda. Gambia y Nigeria se encuentran en puntos pol¨ªticos muy diferentes, pero comparten el alto precio de Internet, la desconfianza pol¨ªtica, los altos niveles de pobreza y desigualdad social y los m¨²ltiples grupos ¨¦tnicos, por ejemplo¡±. ¡°Aunque no se trata solo del contexto africano, sino que sino que se han visto din¨¢micas parecidas en Brasil o la India tambi¨¦n¡±, advierte la experta nigeriana.
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