El virus que tambi¨¦n mata los derechos
La brutalidad policial, que en Estados Unidos origin¨® la muerte de George Floyd, tambi¨¦n se ha producido en ?frica durante el confinamiento por covid-19. Muchos ciudadanos en redes sociales han denunciado abusos, as¨ª como el recorte de libertades de algunos Gobiernos. La periodista Samira Sawlani los ha documentado
¡°La polic¨ªa mata m¨¢s que el virus¡± ha sido un titular que se ha repetido al menos en dos ocasiones, en Nigeria y en Kenia, y que representa la sensaci¨®n sobre la excesiva violencia de la polic¨ªa para hacer respetar los toques de queda y el resto de medidas de contenci¨®n de la covid-19. Las redes sociales se han hecho eco de estos atropellos y en algunos han conseguido algo poco com¨²n: que las autoridades reaccionasen y reconociesen errores, pidiesen disculpas o anunciasen investigaciones y sanciones, seg¨²n los casos.
El 25 de marzo, la primera ma?ana despu¨¦s de la entrada en vigor del toque de queda, los senegaleses se desayunaron con im¨¢genes de la contundente intervenci¨®n de la polic¨ªa durante la noche. A pesar de que la medida fue respetada en general, la espectacularidad de los v¨ªdeos que mostraban la violencia de algunos agentes hizo que se extendiesen r¨¢pidamente. La indignaci¨®n sustituy¨® a la sorpresa cuando se supo que algunos de los agredidos eran sanitarios incapaces de encontrar un transporte de regreso a casa al final de su turno hospitalario. La polic¨ªa no tard¨® en reaccionar ante el malestar. Reconoci¨® p¨²blicamente algunas ¡°intervenciones excesivas¡± y asegur¨® que ¡°hab¨ªan sido castigadas con todo el rigor¡±.
A medida que han ido pasando los d¨ªas y la pandemia se ha ido extendiendo, unos Gobiernos han optado por el confinamiento y otros, por los toques de queda. Estas medidas han generado constantes tensiones entre las autoridades y la ciudadan¨ªa, a menudo, porque esos ciudadanos defienden sus recursos de subsistencia m¨¢s b¨¢sicos. Aunque establecer una clasificaci¨®n es complicado, las situaciones m¨¢s violentas parecen haberse producido en Nigeria y en Kenia. En ambos casos, se ha repetido la temida sentencia: ¡°Mata m¨¢s la polic¨ªa que el virus¡±. El 15 de abril, la Comisi¨®n Nacional de los Derechos Humanos nigeriana se?alaba en un informe que hasta el d¨ªa anterior se hab¨ªan registrado 18 muertes a manos de diferentes cuerpos de seguridad en el marco de las medidas de restricci¨®n de movimientos por la covid-19. El informe alertaba que el virus hab¨ªa provocado 11 v¨ªctimas. El secretario general de la organizaci¨®n, Tony Ojukwu, insist¨ªa unos d¨ªas despu¨¦s en una entrevista que ¡°los desafortunados incidentes provienen de funcionarios indisciplinados que desobedecen las ¨®rdenes, pero actualmente nos est¨¢n costando m¨¢s vidas que el coronavirus¡±.
Una situaci¨®n parecida se produjo en Kenia, donde las denuncias dibujan uno de los escenarios m¨¢s violentos. La investigadora y analista, Nanjala Nyabola public¨® el 10 de abril un balance en Al Jazeera que comenzaba de manera demoledora: ¡°Se cumplen dos semanas desde que empez¨® el toque de queda por la covid-19 en Kenia y, hasta ahora, la polic¨ªa ha matado a m¨¢s personas que la enfermedad¡±. Despu¨¦s repasaba los atropellos documentados a trav¨¦s de las redes sociales. ¡°Kenia ha otorgado a la polic¨ªa mayores poderes de orden p¨²blico¡±, continuaba, ¡°(¡) pero aparte de los sistemas formales, la polic¨ªa tambi¨¦n ha sido gravada utilizando castigos corporales arbitrarios y gases lacrim¨®genos sin aparente amenaza, lo que, por supuesto, es ilegal¡±. Nyabola se refer¨ªa a los 12 muertos confirmados por diferentes organizaciones como consecuencia de la violencia policial, frente a las 10 v¨ªctimas provocadas por el virus.
Dos semanas despu¨¦s de que empezara el toque de queda por la covid-19 en Kenia, la polic¨ªa hab¨ªa matado a m¨¢s personas que la enfermedad
El choque entre la ciudadan¨ªa y las autoridades ha sido tambi¨¦n virulento en Sud¨¢frica, uno de los primeros pa¨ªses africanos en los que se sinti¨® la epidemia y, todav¨ªa hoy, el que ha experimentado m¨¢s contagios. El Gobierno decret¨® un confinamiento total de 21 d¨ªas a partir del 26 de marzo, pero en el c¨®ctel se inclu¨ªa una banalizaci¨®n de la enfermedad a pesar del n¨²mero de casos y las dificultades econ¨®micas de una buena parte de la poblaci¨®n para respetar el bloqueo. Los resultados fueron numerosos episodios de confrontaci¨®n y escenas de violencia policial y de tratos vejatorios que se trasladaron a las redes. Aunque los mensajes, en algunos casos, justificasen la acci¨®n policial, acabaron generando la sensaci¨®n de excesos que desencaden¨® la denuncia y esa afirmaci¨®n lapidaria, sobre todo en los suburbios, de ¡°le tenemos m¨¢s miedo a la polic¨ªa que al coronavirus¡±, que algunos medios recogieron.
Ese paso que va de la justificaci¨®n de la violencia por la indisciplina de los ciudadanos, a la indignaci¨®n por los abusos se ha repetido en diferentes pa¨ªses y se ha reflejado en las redes. Al margen del tono, las im¨¢genes de excesos policiales se han reproducido en distintos puntos del continente, desde Costa de Marfil hasta la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, pasando por Senegal, Zimbabue, Angola o Uganda. Adem¨¢s de los abusos, los excesos y la violencia, las redes han denunciado pr¨¢cticas de las autoridades que por s¨ª mismas supon¨ªan un riesgo de contagio, como el hacinamiento de un centenar de personas en unas dependencias policiales de Kampala despu¨¦s de haber sido detenidas por incumplir el toque de queda.
Samira Sawlani es una periodista y analista especializada en ?frica Oriental que ha documentado los abusos policiales. ¡°Hemos visto o escuchado¡±, comenta Sawlani, ¡°incidentes en Kenia, Uganda, Sierra Leona, RDC, Somalia... No ocurren todo el tiempo y a veces son episodios aislados, pero creo que surgen de la impunidad. En mi opini¨®n, hay polic¨ªas que sienten que pueden cometer estos actos sin consecuencias¡±. La periodista recuerda que, a pesar de esa sensaci¨®n, algunos de los autores de atropellos han sido castigados. Apunta igualmente otro factor: ¡°Los agentes saben que, en muchos casos, los ciudadanos no conocen sus derechos, porque cuando los Gobiernos anunciaron las medidas, no siempre mencionaron cu¨¢l ser¨ªa la sanci¨®n¡±.
Lo cierto es que el efecto de la difusi¨®n de estas denuncias e im¨¢genes ha sido tan inusual como inmediato y los cuerpos de polic¨ªa de muchos de los pa¨ªses afectados han condenado los episodios, han expuesto a sus autores como incontrolados y han anunciado investigaciones y sanciones. Al ya mencionado reconocimiento en Senegal, se un¨ªan, por ejemplo, las autoridades marfile?as que aseguraban que ¡°se aplicar¨ªa el toque de queda respetando los derechos humanos¡±. Otras reacciones como la de la polic¨ªa keniana han sido tibias y despu¨¦s de reconocer unos hechos ¡°lamentables¡± en los que los agentes persiguieron y golpearon a ciudadanos en Mombasa antes del toque de queda, recordaron que ¡°cuando se dan instrucciones para un toque de queda, hay que cumplirlas¡±. Con m¨¢s firmeza, las autoridades ghanesas anunciaron la suspensi¨®n de un soldado mientras se investigaba una agresi¨®n a un civil.
Habitualmente es dif¨ªcil establecer la relaci¨®n entre las denuncias p¨²blicas, esas que en estos casos se han hecho a trav¨¦s de las redes sociales, fundamentalmente, y las decisiones de las autoridades. A los propios responsables policiales no les gusta reconocer que, en realidad, sus medidas son reacciones. Sin embargo, durante estos episodios la relaci¨®n entre las denuncias ciudadanas y las respuestas policiales se han hecho evidente. Hasta el punto de que las autoridades han usado las mismas im¨¢genes para justificar sus acciones. Por ejemplo, la cuenta de Twitter del Gobierno de Benin compart¨ªa un v¨ªdeo de un polic¨ªa agrediendo al conductor de una moto y su pasajera para a?adir que no tolerar¨ªa ¡°los excesos policiales en el marco de la respuesta a la covid-19¡±. En la misma l¨ªnea, la polic¨ªa nigeriana ha compartido en diversas ocasiones durante esta crisis v¨ªdeos de agresiones cometidas por sus agentes, para expresar su rechazo o para anunciar las acciones disciplinarias, incluso identificando a los autores.
Por otro lado, diversas fuentes han denunciado que la excepcionalidad de las medidas de prevenci¨®n est¨¢ siendo aprovechada por las autoridades para atacar a diferentes colectivos. En Guinea, el movimiento ciudadano que se opone al tercer mandato del presidente Alpha Conde ha lanzado la voz de alarma sobre la instrumentalizaci¨®n de las medidas de prevenci¨®n por parte del Gobierno. En Uganda, uno de los pa¨ªses africanos con una legislaci¨®n m¨¢s dura contra la diversidad sexual, la polic¨ªa detuvo a una veintena de miembros de una comunidad LGBTIQ acusados de propagar el virus por no respetar el distanciamiento f¨ªsico. Y en medio de confinamientos o toques de queda, se han producido desalojos de asentamientos informales en Nairobi, Ad¨ªs Abeba o Ciudad del Cabo, d¨®nde un juez oblig¨® a revertir la situaci¨®n, que tambi¨¦n han sido documentados y denunciados p¨²blicamente en las redes sociales.
La analista Samira Sawlani enumera algunos de los episodios en diferentes pa¨ªses del continente en los que durante las ¨²ltimas semanas se han vulnerado derechos fundamentales a la sombra de las medidas de prevenci¨®n de la covid-19, y concluye: ¡°Creo que se puede se puede asegurar que hay reg¨ªmenes que se est¨¢n aprovechando de la situaci¨®n¡±. Sin embargo, la periodista mantiene una ventana de esperanza: ¡°Creo que las redes sociales son una gran herramienta para mostrar lo que est¨¢ ocurriendo en el terreno. A veces las denuncias son efectivas, pero no en todos los casos. Hay un ejemplo que me parece muy claro: en marzo, un ni?o de 13 a?os fue asesinado a tiros por la polic¨ªa, en Mathare, en Nairobi; los kenianos acudieron a las redes sociales para protestar y la fiscal¨ªa ha abierto una investigaci¨®n¡±.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.