Una interpretaci¨®n diab¨®lica del origen de las vacunas
Pese a bulos, pronunciamientos estramb¨®ticos y movimientos antivacunas es un hecho innegable que la inmunizaci¨®n es la intervenci¨®n m¨¦dica m¨¢s exitosa para preservar la salud global frente a las enfermedades infecciosas: salva millones de vidas
Que las vacunas constituyen la intervenci¨®n m¨¦dica m¨¢s exitosa frente a las enfermedades infecciosas es un hecho innegable, pese a pronunciamientos estramb¨®ticos. Las vacunas han salvado, y salvan, millones de vidas.
Muchas veces esto se nos olvida porque, por suerte, no asistimos a diario a la muerte y penuria que acarreaban las enfermedades infecciosas que asolaban el mundo hasta el desarrollo de las vacunas.
Curiosamente, esta fortaleza constituye una de sus debilidades hoy en d¨ªa. Ante la ausencia de un peligro real inminente, muchos no ven la urgencia de vacunar a sus hijos. Esto pone en peligro su vida y la del resto de personas que no hayan podido vacunarse.
La deseada vacuna frente al SARS-CoV-2 no se ha salvado de pintorescos pronunciamientos en su contra. Antonio Ca?izares, arzobispo de Valencia, asegura que la vacuna ¡°se fabrica a base de c¨¦lulas de fetos abortados¡±, lo cual califica de ¡°inhumano y cruel¡±.
Cualquiera que oiga estas declaraciones imaginar¨¢ una f¨¢brica por la que entran fetos humanos a una especie de licuadora y de la que sale un l¨ªquido destilado que nos protege frente al virus. Es evidente que esto no es as¨ª. Entonces ?de d¨®nde procede esa afirmaci¨®n? A mediados del siglo pasado vimos vacunas contra enfermedades que asolaban a la humanidad como la polio, el sarampi¨®n, la rubeola y la rabia. Fue la gran ¨¦poca del desarrollo de estos f¨¢rmacos.
Estas vacunas se produc¨ªan mediante la infecci¨®n de c¨¦lulas en cultivo de laboratorio para permitir que los virus se multiplicasen. M¨¢s tarde se inactivaban para producir vacunas inactivadas, o bien se cultivaban en condiciones que facilitaban la p¨¦rdida de virulencia para generar vacunas de virus atenuados.
Para poder realizar estas preparaciones de virus se necesitaban cultivos celulares seguros y bien definidos, lo que para la ¨¦poca constitu¨ªa un reto. Era habitual utilizar c¨¦lulas derivadas de monos, lo que supon¨ªa el riesgo de arrastrar como contaminante virus de estos animales. Es lo que ocurri¨® con el papovirus SV-40 en algunas preparaciones de vacuna frente a polio.
Exist¨ªa tambi¨¦n el temor a usar c¨¦lulas humanas derivadas de tumores, puesto que las bases del origen del c¨¢ncer no estaban claras. La posibilidad de que la enfermedad se transmitiese como un agente infeccioso supon¨ªa un enorme riesgo.
En este contexto, el Instituto Wistar de Filadelfia (EE UU), uno de los m¨¢s activos en el desarrollo de vacunas, decidi¨® contratar a un joven cient¨ªfico local, Leonard ¡°Len¡± Hayflick, para encargarse de los cultivos celulares que deb¨ªan servir a los cient¨ªficos para generar sus vacunas.
Hayflick razon¨® que el sistema m¨¢s seguro y definido para generar vacunas deb¨ªa consistir en un cultivo de c¨¦lulas primarias (obtenidas directamente del organismo), no expuesto a infecciones ni a procesos tumorales. Utilizar tejido procedente de fetos sanos abortados le pareci¨® la opci¨®n m¨¢s acertada. Durante sus primeros intentos consigui¨® establecer diversas l¨ªneas de fibroblastos fetales que numer¨® WI-1 hasta WI-25 (por Wistar Institute y el n¨²mero sucesivo de intento).
Hayflick recib¨ªa en su laboratorio tejido fetal procedente de abortos practicados por motivos m¨¦dicos en un hospital cercano. Lo llevaba junto a un mechero Bunsen y, armado de bistur¨ªes y soluci¨®n de tripsina, lo troceaba y disgregaba hasta obtener una suspensi¨®n de c¨¦lulas individualizadas.
Estas c¨¦lulas se adher¨ªan a las placas de cultivo, se adaptaban a crecer con los medios nutritivos que se a?ad¨ªan y se divid¨ªan con robustez y profusi¨®n. Cada cierto tiempo su n¨²mero se doblaba. Hayflick anotaba con perseverancia cu¨¢ntas c¨¦lulas sembraba en las placas, el n¨²mero que obten¨ªa y el tiempo que hab¨ªan necesitado las c¨¦lulas para llenar la placa.
De este modo observ¨® que las c¨¦lulas primarias procedentes de un tejido humano sano poseen un periodo ¡°f¨¦rtil¡± limitado durante el cual son capaces de dividirse. Sin embargo, tras unas cincuenta divisiones las c¨¦lulas cesaban su proliferaci¨®n. Pese a permanecer metab¨®licamente activas, eran incapaces de volver a dividirse. Esta observaci¨®n, contraria al dogma de la ¨¦poca que establec¨ªa que las c¨¦lulas eran inmortales, supuso el inicio del ¨¢rea de investigaci¨®n en envejecimiento celular.
Las c¨¦lulas que Hayflick hab¨ªa obtenido eran infectables por muchos virus y pod¨ªan ser congeladas y descongeladas sin perder viabilidad. Esto permit¨ªa usarlas para hacer crecer virus y producir vacunas. Por ello, decidi¨® generar una l¨ªnea celular nueva que expandir¨ªa hasta obtener un n¨²mero elevado de c¨¦lulas que poder destinar a ese prop¨®sito.
En junio de 1962, Sven Gard, director del departamento de Virolog¨ªa del Instituto Karolinska de Suecia, contact¨® con Hayflick para ofrecerle tejido procedente de un feto abortado legalmente en un hospital sueco.
Los pulmones de ese feto, envueltos en gasas humedecidas, viajaron hasta Filadelfia en avi¨®n, en donde fueron recibidos por Hayflick. Trabajando del modo que ya conoc¨ªa, comenz¨® el cultivo de fibroblastos. Multiplic¨® las c¨¦lulas durante semanas hasta alcanzar, tras 9 duplicaciones, cientos de recipientes llenos de c¨¦lulas. Con la ayuda de varios t¨¦cnicos y tras una sesi¨®n maratoniana, las c¨¦lulas fueron recogidas, distribuidas en cientos de viales y congeladas.
As¨ª se cre¨® la l¨ªnea WI-38
Estas c¨¦lulas fueron usadas en el propio Instituto Wistar por Hilary Koprowsky, pionero del desarrollo de la vacuna contra la polio, y Stanley Plotkin, fundamental en la vacuna de la rub¨¦ola. Adem¨¢s, Hayflick se dedic¨® activamente a promocionar sus WI-38. Para ello envi¨® viales a todos los laboratorios interesados para buscar apoyo y reconocimiento, as¨ª como para favorecer el desarrollo de nuevas vacunas.
Cientos de investigadores y varias farmac¨¦uticas dieron buen uso a las WI-38. Esto permiti¨® descubrir multitud de procesos biol¨®gicos, pero tambi¨¦n desarrollar vacunas contra la rub¨¦ola, el sarampi¨®n, la rabia y la polio. Sin duda, podemos afirmar que las WI-38 han permitido salvar cientos de millones de vidas humanas a lo largo ya de m¨¢s de medio siglo.
Las WI-38 no son las ¨²nicas c¨¦lulas humanas primarias derivadas de fetos humanos que han sido usadas. Las MRC-5, obtenidas en 1966 por cient¨ªficos brit¨¢nicos, permitieron generar vacunas para la varicela, la polio y la famosa triple v¨ªrica (contra sarampi¨®n, rubeola y paperas). En cualquier caso, el Vaticano ya se pronunci¨® a favor del uso de vacunas producidas en estas c¨¦lulas a trav¨¦s de un escrito del entonces obispo Elio Sgreccia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida.
Conf¨ªo en que, tras este breve paseo hist¨®rico, los lectores comprendan que la afirmaci¨®n del arzobispo Ca?izares desvirt¨²a la realidad. Afirmar, adem¨¢s, que ¡°primero se mata [al feto] y despu¨¦s se le manipula [para generar la vacuna]¡± es una tergiversaci¨®n de la verdad que podr¨ªamos calificar de diab¨®lica.
Manuel Collado Rodr¨ªguez es investigador Miguel Servet II, director del laboratorio de investigaci¨®n en C¨¦lulas Madre en C¨¢ncer y Envejecimiento, SERGAS Servizo Galego de Sa¨²de.
Este art¨ªculo ha sido publicado originalmente en The Conversation Espa?a.
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