El resultado del largo e ineficaz confinamiento de Manila
El aumento del hambre y la pobreza en la capital de Filipinas atestigua que los periodos de cuarentena por la covid-19 no se pueden imponer sin otras medidas de protecci¨®n social que mitiguen su impacto
Despu¨¦s de haber pasado 78 d¨ªas en estricta cuarentena, Manila ostenta de momento el r¨¦cord mundial de confinamiento por la pandemia de covid-19, dos d¨ªas m¨¢s que la ciudad china de Wuhan, donde estall¨® el brote. Cerrada a cal y canto desde el 15 de marzo, Metro Manila, donde residen m¨¢s de 13 millones de personas, comenz¨® un lento proceso de desescalada el 1 de junio para reactivar una econom¨ªa muy da?ada por el prolongado encierro, que por otro lado, no logr¨® frenar el n¨²mero de contagios.
El presidente filipino, Rodrigo Duterte, se decant¨® por militarizar la respuesta a la pandemia con estrictos controles policiales apoyados por el ej¨¦rcito y tambi¨¦n mediante la restricci¨®n de movimientos y un r¨ªgido toque de queda nocturno que a¨²n sigue vigente. Su estrategia ha ignorado las claves del ¨¦xito que han frenado la pandemia en otros pa¨ªses: tests masivos, un efectivo rastreo de contactos y el aislamiento de los casos positivos.
Filipinas ha confirmado hasta ahora m¨¢s de 38.500 casos y 1.270 fallecidos, la mayor¨ªa concentrados en Manila. El pa¨ªs solo ha efectuado unas 635.000 pruebas de diagn¨®stico, es decir, al 0,58% de una poblaci¨®n de 108 millones de habitantes, lo que hace dif¨ªcil conocer la magnitud de la pandemia. El pa¨ªs a¨²n no ha llegado a su objetivo de hacer 30.000 test diarios.
"La cifra de nuevos casos no est¨¢ disminuyendo a pesar de la estricta implementaci¨®n de la cuarentena", asever¨® el jueves pasado el representante de la Organizaci¨®n Mundial de la Salud (OMS) en Asia Pac¨ªfico, Takeshi Nishijima. La OMS ha insistido en que Filipinas es el pa¨ªs del sudeste asi¨¢tico con mayor n¨²mero de nuevas infecciones en las ¨²ltimas semanas.
Un estudio publicado esta semana por la Universidad de Filipinas estima que para finales de julio los casos en el pa¨ªs podr¨ªan llegar a los 60.000, incluyendo 1.300 muertes. De ellos 27.000 en Manila y 15.000 en Ceb¨², el nuevo foco de la pandemia en el pa¨ªs. El mismo informe explica que los positivos se han incrementado un 50% desde que se relajaron las restricciones. "Esto indica que la pandemia a¨²n no est¨¢ en tendencia descendente", concluye el documento.
Ciudad fantasma
El confinamiento, uno de los m¨¢s prolongados y estrictos del mundo, convirti¨® la ca¨®tica Manila en una ciudad fantasma de calles desiertas. Solo quedaron abiertos supermercados y farmacias. Se establecieron r¨ªgidos controles y normas para evitar el movimiento de personas.
Unos cinco millones de personas han perdido su empleo durante el confinamiento, un tercio de ellas en Manila
El cierre de Manila, que supone el 36% del PIB filipino, ha sido un duro golpe para la econom¨ªa nacional, que cay¨® un 0,2% en el primer trimestre, la primera vez que entra en recesi¨®n desde 1998. La paralizaci¨®n de casi la actividad econ¨®mica trajo aparejado el despido de millones de trabajadores. Seg¨²n el Departamento de Empleo filipino, unos cinco millones de personas han perdido su empleo durante el confinamiento, un tercio de ellas en Manila. Eso sin contar los trabajadores informales, una inmensa e indeterminada multitud que subsiste con lo poco que logran ganar cada d¨ªa.
Dean Dalingit es un sastre que administra un peque?o taller en el barrio de Malate. ¡°He tenido el negocio cerrado dos meses. Antes de la cuarentena pod¨ªa ganar unos 700 pesos diarios (12 euros), pero este tiempo ha sido muy duro. Por suerte ya hemos comenzado a trabajar¡±, explica.
A pesar de su ajustado presupuesto, Dalingit no est¨¢ incluido entre los beneficiarios del plan de ayuda econ¨®mica del Gobierno, que dispuso la entrega de entre 5.000 y 8.000 pesos al mes (entre 88 y 140 euros) ¡ªcon un m¨¢ximo de dos mensualidades¡ª a 18 millones de familias desfavorecidas, aunque muchos siguen esperando la entrega del dinero.
Antes de la cuarentena, Bridget Torniado, de 41 a?os, se ocupaba de la casa y de cuidar de su hijo, mientras su esposo trabajaba. ¡°Necesitamos el dinero, mi marido ha perdido su empleo y unos kilos de arroz es toda la ayuda oficial que hemos recibido¡±, cont¨® Bridget, que ahora atiende un puesto de comida callejera junto a una amiga y gana unos 400 pesos diarios (siete euros).
M¨¢s mendigos en las calles
Desde que comenz¨® el confinamiento, cada d¨ªa hay m¨¢s personas deambulando y durmiendo en las calles de Manila, pidiendo dinero en los sem¨¢foros y en las esquinas. A¨²n no hay cifras oficiales, pero basta recorrer la ciudad para constatar el aumento del n¨²mero de mendigos que tratan de subsistir, buscando comida en la basura o esperando a que alg¨²n buen samaritano les regale algo de comer.
Cientos de trabajadores temporales procedentes de provincias, que se dedicaban fundamentalmente a la construcci¨®n, se quedaron sin empleo de la noche a la ma?ana. Sin sueldo ni ahorros para regresar a sus casas, abandonados a su suerte por sus empleadores, muchos sobreviven pidiendo limosnas en las mismas obras donde trabajaban.
Todos los d¨ªas, a las cinco de la tarde, decenas de personas hacen fila en una de las entradas del c¨¦ntrico parque Jos¨¦ Rizal de Manila, donde una congregaci¨®n cat¨®lica ha empezado a distribuir 350 raciones de alimentos y agua potable. La cola para recibir la que ser¨¢ su ¨²nica comida del d¨ªa es mayor cada tarde.
La dura crisis que se avecina tras la pandemia se har¨¢ sentir con m¨¢s fuerza en la superpoblada Manila, donde un tercio de sus habitantes son pobres. La capital ha crecido desmesuradamente desde los a?os ochenta por el masivo ¨¦xodo rural en busca de oportunidades laborales. La pandemia ha obligado a acelerar un esperado plan del Gobierno para descongestionar la ciudad, cuyos servicios b¨¢sicos est¨¢n desbordados y en la que han proliferado infinidad de barriadas de chabolas.
El Gobierno de Duterte lanz¨® en mayo el programa Balik Probinsya, Bagong Pagasa (Regreso a la provincia. Nueva Esperanza), que busca incentivar el retorno de filipinos a sus provincias de origen, con ayudas econ¨®micas y facilidades de empleo. El Ejecutivo aspira a que se sumen al plan un mill¨®n de filipinos, priorizando desempleados y personas sin hogar. De momento ya se han inscrito unos 80.000, la mitad de ellos con la intenci¨®n de mudarse con toda su familia.
Violaciones de derechos humanos
Adem¨¢s de hambre y pobreza, la estricta cuarentena y la militarizaci¨®n de la respuesta han abierto la puerta a abusos y violaciones de derechos humanos. Desde que Duterte decret¨® el cierre total del pa¨ªs, hasta fines de mayo han sido detenidas 188.348 personas por violar las leyes de la cuarentena y se presentaron cargos contra unos 58.000. A d¨ªa de hoy todav¨ªa permanecen en prisi¨®n 2.875 filipinos, seg¨²n datos oficiales de la Polic¨ªa Nacional. Agentes del orden han matado a dos hombres por violar esas restricciones, uno en Manila y otro en Mindanao.
Diversas organizaciones de derechos humanos en Filipinas han denunciado que la respuesta militar a la pandemia de covid-19 implica una ley marcial de facto, que ha propiciado un ambiente propicio para arrestar y hostigar a activistas y l¨ªderes sociales. Dos conocidos activistas en las provincias de Leyte e Iloilo han sido asesinados durante la cuarentena.
Recientemente el Congreso de Filipinas aprob¨® con 173 votos a favor, 31 en contra y 29 abstenciones, una ley antiterrorista, despu¨¦s de que el presidente Duterte pidiera su tramitaci¨®n urgente. Esta medida ha sido ampliamente criticada por grupos de derechos humanos que la ven como un intento de frenar el activismo pol¨ªtico y la actividad disidente.
¡°La tramitaci¨®n acelerada de esa ley en un momento en que el pa¨ªs est¨¢ lidiando con una emergencia sanitaria muestra un total desprecio hacia la confianza que el pueblo deposit¨® con su voto en el Gobierno¡±, lamentaron en un comunicado conjunto varias organizaciones filipinas aglutinadas en el Foro Asi¨¢tico de Derechos Humanos y Desarrollo.
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