Una nueva ¡°rurbanidad¡± irrumpe en ?frica
Un giro en los flujos migratorios del campo a la ciudad en la regi¨®n subsahariana podr¨ªa estar gentrificando el campo
Una poblaci¨®n mayoritariamente dependiente del sector agr¨ªcola, la utilizaci¨®n de materiales aut¨®ctonos para la construcci¨®n de viviendas, la baja oferta formativa o de ocio, o incluso una conexi¨®n pobre a las redes viales, podr¨ªan describir el ?frica rural. Sin embargo, la realidad urbana del ?frica subsahariana no excluye la agricultura urbana como estrategia de supervivencia para las poblaciones de barrios empobrecidos. De la misma forma, la vivienda erigida en los vecindarios informales sigue patrones t¨ªpicos de las zonas rurales con la utilizaci¨®n de materiales como el fango.
Muchos residentes urbanos del Sur del S¨¢hara no tienen acceso a actividades de ocio debido precios que les son inasequibles o porque los centros culturales que ofrecen actividades gratuitas est¨¢n situados lejos de su lugar de residencia. Adem¨¢s, los barrios que albergan a la mayor parte de poblaci¨®n en ?frica, se caracterizan por la falta de infraestructuras como carreteras, suponiendo barreras para su acceso a los centros urbanos. Los l¨ªmites entre lo urbano y lo rural en ?frica Subsahariana son borrosos. Y hablar de una divisi¨®n categ¨®rica entre ambas realidades deforma lo que son actualmente las ¨¢reas rurales, urbanas o periurbanas, tanto en ?frica como en el resto del mundo. Especialmente, tras la covid-19.
Los ¨²ltimos a?os, de hecho, se ha venido acu?ando el t¨¦rmino "rurbano" para definir las transformaciones din¨¢micas que acontecen de forma paralela en el entorno urbano y en el rural a trav¨¦s de ¨ªntimas relaciones del sector agr¨ªcola y de la distribuci¨®n de alimentos o la simple movilidad de las personas. La mejora en la conectividad de los residentes en ¨¢reas rurales a trav¨¦s de las TIC e Internet, ha contribuido enormemente a desdibujar los l¨ªmites de la antigua divisi¨®n rural-urbana. Y a pesar de que las zonas remotas y no conectadas siguen existiendo, las interrelaciones entre ciudades y sus entornos rurales m¨¢s pr¨®ximos son cada vez m¨¢s estrechas. Y ?frica Subsahariana no es una excepci¨®n.
La pandemia ha transformado tambi¨¦n esta divisi¨®n categ¨®rica de lo rural y lo urbano como espacios diferenciados. Si bien el ¨¦xodo rural hacia zonas m¨¢s densamente pobladas ha sido un continuo en el ¨²ltimo siglo, la irrupci¨®n del coronavirus ha empujado a muchas personas a un ¨¦xodo urbano. Por un lado, personas que se dedicaban al comercio ambulante o actividades de la econom¨ªa sumergida, se han visto privadas de utilizar de forma segura el espacio p¨²blico para generar sus sueldos. Pero por el otro, la clase media residente en entornos urbanos, ha encontrado en la migraci¨®n hacia zonas rurales un paliativo al hast¨ªo del confinamiento y ha optado por ambientes m¨¢s sanos, espacios abiertos y una calidad de vida mejor con la posibilidad del teletrabajo. Si bien ya se ha mostrado el conflicto que supone el confinamiento para las poblaciones dependientes de trabajos precarios de la econom¨ªa informal en ?frica Subsahariana, para trabajadores de sectores que permiten un trabajo remoto, el confinamiento ha supuesto un cambio de ¨®ptica respecto a lo que se espera de una ciudad. ?De qu¨¦ me sirve vivir en una urbe, con un alquiler caro, si no puedo beneficiarme de mayores servicios o de una nutrida oferta cultural?
La conectividad a trav¨¦s de las TIC e Internet, ha contribuido enormemente a desdibujar los l¨ªmites de la antigua divisi¨®n rural-urbana.
As¨ª, hoy, el modelo de vida "rurbano" se ha convertido casi en una forma de resiliencia social, respondiendo a un nuevo esquema que combina las ventajas de vivir en una zona rural o en ciudades y pueblos con menor densidad de poblaci¨®n, pero con infraestructuras suficientes con las que seguir conectado permanentemente con las zonas urbanas. Ahorr¨¢ndose la congesti¨®n de tr¨¢fico o la contaminaci¨®n del aire, por no hablar de los elevados precios de la vivienda, el pragmatismo de ciertas personas de clase media se ha impuesto durante la cuarentena en diferentes partes del mundo.
Sin embargo, el acceso a alimentos saludables y al aire fresco por parte de ciudadanos con niveles adquisitivos m¨¢s altos en zonas econ¨®micamente m¨¢s deprimidas que las ciudades plantea serias dudas sobre el posible aumento de precios de viviendas o de productos de consumo b¨¢sicos como efecto domin¨®. La construcci¨®n de proyectos urbanos alejados de la congesti¨®n del tr¨¢fico de grandes ciudades como Lagos, Kigali, Nairobi o Dakar, lleva a?os produci¨¦ndose en forma de ciudades paralelas para facilitar transacciones o atraer el capital financiero del extranjero. A partir de ciertos proyectos de construcci¨®n, se ha demostrado que las ventajas de una vida "rurbana" para las ¨¦lites pueden acabar siendo no solo exclusivas y excluyentes para una minor¨ªa, sino que, a trav¨¦s de proyectos inmobiliarios que acaban contribuyendo a ensanchar la brecha social, la empresa privada se aleja de los Objetivos propuestos por la Agenda 2030.
M¨¢s all¨¢ de los proyectos hechos desde y para las ¨¦lites financieras, el actual impacto de una clase media africana en zonas rurales impone la necesidad de una mirada y acci¨®n responsable y de conciencia con el medioambiente y las sociedades en las que se integran. De ello depende la posibilidad de sortear una gentrificaci¨®n rural que no acabe expulsando a los residentes hacia zonas cada vez m¨¢s remotas ante una crisis sociosanitaria y econ¨®mica global como la que vivimos hoy. Un nuevo panorama amenazador para las poblaciones m¨¢s vulnerables y que, a diferencia de una clase media urbana con opciones, tiene alternativas m¨¢s bien limitadas.
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