Cuando las presas pol¨ªticas ¨¢rabes escriben
Haifa Zangana, intelectual encarcelada por su militancia en el Partido Comunista de Irak, se ha esforzado para que otras reclusas tambi¨¦n plasmen sus experiencias de c¨¢rcel, torturas y humillaciones. El resultado son tres libros colectivos con textos de m¨¢s de 30 mujeres palestinas y tunecinas
Haifa Zangana es un buen ejemplo de intelectual comprometida, y no solo con una causa concreta. Tras haber sido encarcelada por su militancia en el Partido Comunista de Irak, en 1975 se exili¨® en Londres, donde ha desarrollado una exitosa carrera como periodista y escritora. Durante los ¨²ltimos a?os, se ha esforzado para que otras expresas pol¨ªticas ¨¢rabes tambi¨¦n plasmen negro sobre blanco sus experiencias de c¨¢rcel, torturas y humillaciones. El resultado son tres libros colectivos que compilan los textos de m¨¢s de 30 mujeres palestinas y tunecinas de ideolog¨ªas diversas: Una fiesta para Thaera (2017), Libretas de sal (2019), y Las chicas de la pol¨ªtica (2020). Los dos primeros han sido ya traducidos al ingl¨¦s, y el tercero al franc¨¦s, estando previsto su lanzamiento para el pr¨®ximo mes.
El proyecto hace a?os que ronda la inquieta mente de Zangana, que actualmente reside entre Reino Unido y T¨²nez. ¡°La idea de organizar talleres de escritura para las presas pol¨ªticas ¨¢rabes naci¨® en 2007, en una conferencia celebrada en Toronto y organizada por la acad¨¦mica iran¨ª Shahrezad Mujab sobre la importancia de la memoria hist¨®rica¡±, cuenta Zangana, una mujer menuda y con una mirada penetrante. ¡°La raz¨®n es muy simple: las mujeres deben escribir su propia historia en lugar de dejar que otros la escriban por ellas. En comparaci¨®n con otras regiones, en el mundo ¨¢rabe las mujeres escriben muy poco. Hay poqu¨ªsimas autoras¡±, se lamenta.
La historiograf¨ªa de T¨²nez y Palestina ya ha tratado profusamente a trav¨¦s de ensayos y libros la lucha contra la opresi¨®n acometida por los diversos movimientos pol¨ªticos en los que militaron la treintena de mujeres formadas por Zangana. Sin embargo, a esos relatos, la mayor¨ªa hechos desde la frialdad y la distancia acad¨¦micas, les falta el componente humano. ¡°Los textos deb¨ªan ser creativos, recoger los detalles y la profundidad de la experiencia humana muy a menudo ignorados por los historiadores como tangenciales o innecesarios. Todas las participantes ten¨ªan sus propias historias excepcionales. Lo ¨²nico que les faltaban eran las t¨¦cnicas literarias para plasmarlas en un papel¡±, afirma la escritora, que asumi¨® este rol de formadora y coordinadora despu¨¦s de haber publicado tres libros en ¨¢rabe, tres en ingl¨¦s, y cuatro colecciones de historias cortas.
El primer libro en ver la luz fue Una fiesta para Thaera, gestado despu¨¦s de varios viajes a Palestina. May al-Haj fue una de las escritoras noveles m¨¢s entusiasmadas con la experiencia. ¡°Vi un anuncio de un curso de escritura, y no dud¨¦. Es una oportunidad que estaba esperando desde hace mucho tiempo¡±, comenta a trav¨¦s de correo electr¨®nico. ¡°En el taller, la profesora Haifa me anim¨® y motiv¨® mucho. Quer¨ªa que escribiera sobre mi experiencia, pero al principio me faltaban las herramientas que luego aprend¨ª¡±, a?ade Al Haj, que pas¨® seis a?os en la c¨¢rcel, entre 1991 y 1997, acusada de participar en un atentado contra un colono israel¨ª. Liberada gracias a los acuerdos de Oslo, la suya es una historia muy dura, como lo son tambi¨¦n el resto. ¡°En Una fiesta para Thaera, las participantes fueron encarceladas por la ocupaci¨®n israel¨ª y por lo tanto, todos sus escritos reflejan lo que significa la lucha diaria para acabar con la ocupaci¨®n¡±, comenta Zangana.
La segunda obra fue Libretas de sal, financiada por la ONG International Center for Transicional Justice. En ella, una decena de mujeres islamistas tunecinas cuentan los estragos de la represi¨®n ejercida por el r¨¦gimen de Ben Al¨ª contra el partido Ennahda. Ilegalizado por la dictadura, este movimiento islamista moderado se alz¨® con la victoria en las primeras elecciones acaecidas despu¨¦s de la Revoluci¨®n de 2011, y desde entonces ha formado parte de la mayor¨ªa de gobiernos del periodo post-revolucionario.
Para Auatef Mezghani, una veintea?era cuando fue condenada a seis meses de c¨¢rcel en 1992 por repartir folletos contra el Gobierno y pertenencia a una organizaci¨®n ilegal, el proceso de aprendizaje y redacci¨®n de su texto fue cat¨¢rtico: ¡°Cuando empec¨¦ a escribir sent¨ª que iba a evacuar de mi cuerpo el ¨ªmpetu de unas memorias que lo ocuparon durante a?os ¡ Tecleando las letras, me sent¨ªa en un refugio. Mis palabras exudaban emancipaci¨®n, revelaci¨®n, rebeli¨®n, comuni¨®n y victoria ¡ Una a una, eran testimonio de una experiencia de tormento espiritual e impotencia f¨ªsica. No hubo lloros para m¨ª, solo una sensaci¨®n de paz¡±.
Zeineb Ben Said, una profesora de filosof¨ªa jubilada, relata sensaciones parecidas. Ella es tambi¨¦n tunecina, pero pertenece a otra generaci¨®n y atesora un universo simb¨®lico completamente diferente. Como el resto de contribuidoras del tercer libro, Las chicas de la pol¨ªtica, Ben Said fue una activista en los a?os setenta del movimiento de izquierdas Perspectives, el primero de importancia en impugnar el r¨¦gimen autoritario que construy¨® Habib Bourguiba, el padre de la patria tunecina despu¨¦s de obtener la independencia de Francia en 1956.
¡°La escritura tiene un valor restitutivo, cat¨¢rtico. Es una forma de sacar un dolor muy intenso, interiorizado durante muchos a?os. Tambi¨¦n sirve de rehabilitaci¨®n frente a una injusticia que afecta todas las dimensiones del ser. Pero no todo el mundo puede hacerlo. Un par de mujeres dejaron el taller porque el dolor de revivir aquellos momentos era demasiado fuerte¡±, cuenta de forma pausada y en un franc¨¦s sin tacha, que pudo perfeccionar durante su estancia estudiantil en el bullicioso Par¨ªs de principios de los setenta.
Ben Said, una mujer elegante y muy educada, no solo sufri¨® tres meses de calvario en una comisar¨ªa, sino que durante seis a?os le privaron de su trabajo en la escuela p¨²blica. Las vivencias de las y los militantes de Perspectives fueron diferentes, de ah¨ª el inter¨¦s del valor divulgativo de un libro que ¡°ha suscitado un gran inter¨¦s¡±. ¡°El ostracismo del r¨¦gimen era m¨¢s duro para nosotras, porque la sociedad no entend¨ªa por qu¨¦ siendo mujeres nos met¨ªamos en pol¨ªtica, que era cosa de hombres. Adem¨¢s, en nuestro caso, hab¨ªa un componente de humillaci¨®n de g¨¦nero, porque los polic¨ªas nos hac¨ªan desnudar. Pero a ellos los condenaban a penas m¨¢s largas de c¨¢rcel, que pod¨ªan llegar a los doce a?os¡±, recuerda esta mujer militante, que se?ala que uno de los m¨¦ritos del libro es el de haber situado en el debate p¨²blico los malos tratos policiales, una lacra que casi una d¨¦cada despu¨¦s de la Revoluci¨®n a¨²n no ha desaparecido.
A las mujeres se las agredi¨® sexualmente y se las viol¨® en las c¨¢rceles de Ben Al¨ª. Y en una sociedad como la tunecina, exponer esto p¨²blicamente es muy muy duroHamida Ajengui, activista islamista del partido Ennahda
¡°El uso de un lenguaje denigrante es una herramienta de humillaci¨®n y control y su uso contra las mujeres es casi universal. La amenaza de violaci¨®n y los abusos sexuales son tambi¨¦n comunes en las historias de las mujeres¡±, explica la escritora iraqu¨ª. Mientras Ben Said asegura que las humillaciones no traspasaron el umbral de la agresi¨®n sexual en los setenta, Hamida Ajengui, una activista islamista del partido Ennahda, ofrece un relato m¨¢s crudo de la represi¨®n en los noventa. ¡°A las mujeres se las agredi¨® sexualmente y se las viol¨® en las c¨¢rceles de Ben Al¨ª. Y en una sociedad como la tunecina, exponer esto p¨²blicamente es muy muy duro¡±, asevera.
A pesar de la hostilidad que se profesan muchos militantes islamistas e izquierdistas en T¨²nez, Ajengui y Ben Said forman parte de aquellas que se reconocen en el dolor de sus adversarias. ¡°Todos somos tunecinos, tanto los de izquierdas como los islamistas. A todos nos torturaban igual. No es que a uno le dieran un bofet¨®n y al otro un pu?etazo¡±, espeta Ajengui, una corpulenta mujer siempre ataviada con un hiyab.
Zangana se muestra muy satisfecha con el resultado de los tres libros. El techo de cristal tambi¨¦n est¨¢ muy presente en el mundo de las artes, incluida la literatura. ¡°En los talleres reflexionamos sobre el por qu¨¦ nosotras escribimos menos. Algunos factores son comunes a otras culturas, como la falta de tiempo al tener que cuidar de la familia, o el dominio limitado de la lengua por tener un menor nivel educativo. Pero otros son propios de la regi¨®n, como la importancia de la cultura oral. Nosotras somos las hijas de Sherezade¡±, afirma la escritora iraqu¨ª, que no descarta a?adir nuevas piezas a esta saga literaria para incluir a nuevos pa¨ªses ¨¢rabes.
A¨²n hay margen hasta llegar a los mil y un relatos.
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