Contra la impunidad por las violaciones en la guerra de Bosnia
Mujeres bosnias, serbias y croatas, algunas de ellas v¨ªctimas, trabajan unidas desde 2003 para ofrecer todo tipo de ayuda a las miles de personas que sufrieron violencia sexual durante el conflicto de los Balcanes
A pesar de ocupar los bajos de un edificio, la sede de la ONG Mujeres V¨ªctimas de la Guerra pasa completamente desapercibida en un barrio de clase trabajadora en Sarajevo. No hay ninguna placa ni cartel en la puerta de entrada y una cortina cubre los cristales de las miradas de los curiosos, o de posibles atacantes. Dentro, en una humilde oficina, un grupo de mujeres valientes, algunas de ellas v¨ªctimas, proporciona desde el a?o 2003 todo tipo de ayuda a los miles personas que sufrieron cualquier tipo de violencia sexual durante la guerra que desangr¨® Bosnia y Herzegovina entre 1992 y 1995.
"Han profanado la tumba de una de las fundadoras y hasta siete u ocho veces ha habido ataques contra la residencia de nuestra presidenta. Pero el Ayuntamiento del pueblo no ha hecho nada para protegerla. En general, el trabajo de la asociaci¨®n molesta a los pol¨ªticos", explica Amela Hasecic, alma de la ONG e hija de su hist¨®rica presidenta. A partir de unas de 6.000 declaraciones, la entidad ha podido identificar a m¨¢s de 2.700 agresores y a m¨¢s de 10.000 mujeres violadas durante la guerra. Pero se calcula que el n¨²mero real de v¨ªctimas de este tipo de agresi¨®n durante el conflicto b¨¦lico oscila entre las 20.000 y 40.000.
"En el caso del ej¨¦rcito serbobosnio, la violaci¨®n fue utilizada de forma sistem¨¢tica como un arma de guerra con el objetivo de destruir las familias y llevar a cabo una limpieza ¨¦tnica. Soldados de otras etnias tambi¨¦n cometieron este tipo de cr¨ªmenes, pero por decisiones individuales ", comenta Amela Hasecic, una mujer de mediana edad y una mirada llena de determinaci¨®n. Su madre, Bakira Hasecic, fue v¨ªctima de las tropas serbias en Visegrado, y su testimonio fue clave en alguno de los juicios celebrados en La Haya por parte del Tribunal Penal Internacional para Yugoslavia.
Si bien las fundadoras de Mujeres V¨ªctimas de la Guerra fueron una treintena de bosn¨ªacas ¡ªt¨¦rmino usado para referirse a las personas de religi¨®n musulmana en Bosnia¡ª, pronto se sumaron a la iniciativa mujeres croatas y serbias. En un pa¨ªs en el que las tensiones entre los tres grupos mayoritarios, bosn¨ªacos, serbios y croatas, est¨¢n a¨²n a flor de piel, esta entidad ofrece un bello ejemplo de cooperaci¨®n multi¨¦tnica. "La ¨²nica divisi¨®n que cuenta es entre v¨ªctimas y criminales", es uno de los mantras de la ONG.
Terapia contra el estigma social
Entre las tareas de la entidad figura recopilar toda la informaci¨®n posible para conservar la memoria hist¨®rica, y por ello registran las declaraciones de cada nuevo miembro. Tambi¨¦n proporcionan asistencia material, psicol¨®gica y jur¨ªdica a las v¨ªctimas y a sus hijos. Muchas de las mujeres violadas decidieron abortar, otras conservaron sus hijos, pero las hubo que los dieron en adopci¨®n o se los qued¨® el agresor. Algunas fueron utilizadas como esclavas sexuales durante meses.
La entidad ha identificado a 62 de estos hijos perdidos, y si lo quieren las dos partes, facilita el reencuentro. Hasta ahora, lo ha hecho ya en ocho ocasiones. Adem¨¢s, ha apoyado a los chavales con becas de estudio y ayudas a la inserci¨®n profesional. Con el objetivo de eliminar el estigma social que sufren estos j¨®venes, colabora con una asociaci¨®n nueva llamada Hijos Olvidados de la Guerra, creada por la activista Anja Jusic. Ella misma naci¨® fruto de un estupro.
Han profanado la tumba de una de las fundadoras, y hasta siete u ocho veces ha habido ataques contra la residencia de nuestra presidenta. Pero el ayuntamiento del pueblo no ha hecho nada
"La terapia es muy importante, porque en una sociedad como la bosnia, muchas v¨ªctimas han sufrido una muerte psicol¨®gica. Solemos trabajar con grupos de diez personas, y nos encontramos una vez por semana durante cerca de un a?o. Pero claro, nos adaptamos a la necesidad de cada persona ", dice Besima Catic, una psic¨®loga que trabaja con este perfil de v¨ªctima desde el inicio de la guerra. La asociaci¨®n incluye tambi¨¦n unos 270 hombres v¨ªctimas de agresiones sexuales, que en algunos casos inclu¨ªan mutilaciones.
"Con las mujeres, el objetivo es hacer desaparecer el sentimiento de culpa y verg¨¹enza. El trabajo con los hombres es diferente. Se trata de hacerles entender que, pasara lo que pasara, no han perdido su virilidad. A muchos, las esposas los abandonaron", a?ade la psic¨®loga, que considera m¨¢s dif¨ªcil trabajar con los hombres v¨ªctimas porque les cuesta m¨¢s hablar de lo sucedido.
Seg¨²n Catic, un momento muy importante en el proceso de cura es la declaraci¨®n ante un tribunal. Cuando la ONG cuenta con suficientes pruebas, presenta una denuncia a la fiscal¨ªa. Hasta ahora, ya se han celebrado docenas de juicios. "El solo hecho de encontrarse en un tribunal, y ver el agresor en el banquillo ya tiene un efecto curativo. Ayuda a retirar el sentimiento de culpa y confirma el estatuto de criminal del violador", sostiene la psic¨®loga.
Catic se encarga tambi¨¦n de preparar psicol¨®gicamente a las mujeres para el dif¨ªcil momento de tener que revivir en p¨²blico el trauma. Gracias a la labor de entidades como esta, una resoluci¨®n del Consejo de la ONU de 2008 reconoce la violaci¨®n como "un crimen de guerra". En Bosnia, las v¨ªctimas reciben una pensi¨®n del estado de unos 250 euros mensuales.
Obst¨¢culos legales en la lucha por la justicia
En 1993, la ONU cre¨® el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY) para investigar y juzgar a los principales sospechosos de cr¨ªmenes de guerra. En total, proces¨® 167 personas y se iniciaron m¨¢s de un centenar de juicios. A finales de 2017, el TPIY cerr¨® sus puertas habiendo condenado a algunos perpetradores s¨ªmbolo de la limpieza ¨¦tnica, como Ratko Mladic, m¨¢ximo l¨ªder militar serbobosnio. Ahora son los tribunales de los diversos Estados surgidos de la antigua Yugoslavia los encargados de continuar desempe?ando esta labor. ¡°El TPIY se ocup¨® de los casos m¨¢s graves, los ¡°peces gordos¡±. Los nacionales est¨¢n juzgando a los cargos medios, y a los verdugos que implementaron las ¨®rdenes sobre el terreno¡±, explica Hikmet Karcic, investigador de Sarajevo especializado en cr¨ªmenes de guerra.
Seg¨²n algunos expertos, en general, el balance de estos dos a?os es muy negativo. ¡°El negacionismo, revisionismo y continuo apoyo pol¨ªtico a quienes cometieron cr¨ªmenes de guerra significa que a menudo los Estados no quieren extraditar a sus nacionales. Se han firmado protocolos de cooperaci¨®n regional, pero en la pr¨¢ctica hay a menudo m¨¢s obstrucci¨®n que cooperaci¨®n¡±, declar¨® hace unos meses a EL PA?S Natalya Clark, profesora de la Universidad de Birmingam (Reino Unido), especializada en Justicia Transicional en los Balcanes.
Karcic coincide en se?alar la falta de cooperaci¨®n transnacional como el principal obst¨¢culo para poner fin a la impunidad de los agresores: ¡°Muchos de los acusados o sentenciados en Bosnia y Herzegovina cruzan a Serbia o Croacia. Se ¡°esconden¡± all¨ª, y se escudan en formalidades para evitar la extradici¨®n, como es el caso de Novak Dukic¡±. En cambio, hace una valoraci¨®n m¨¢s positiva del trabajo espec¨ªfico de los tribunales nacionales de su pa¨ªs. ¡°Bosnia es el Estado con m¨¢s casos abiertos, varios centenares. Pero es verdad que no todos los tribunales trabajan con la misma seriedad. En la Rep¨²blica Serbia de Bosnia, donde todo el aparato judicial es serbio, es m¨¢s reticente a abrir investigaciones¡±, asegura este joven fornido en un perfecto ingl¨¦s.
Teniendo en cuenta que muchas violaciones en grupo tuvieron lugar en territorio de la actual Rep¨²blica Serbia de Bosnia, la falta de cooperaci¨®n de las autoridades judiciales es un problema grave. En algunos casos, ya sea por v¨ªnculos personales o amenazas, los acusados son absueltos. "Es por eso que pedimos que este tipo de cr¨ªmenes se persigan en tribunales estatales, no en los provinciales ... En un principio, solo nos d¨¢bamos por satisfechas con sentencias duras. Ahora, la mera condena, aunque sea a pocos a?os de prisi¨®n, ya nos parece una victoria", comenta Hasecic con aire resignado.
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