El mundo que tuvimos
Una pera argentina hace un viaje de 25.600 kil¨®metros para ser comprada por menos de un euro en Estados Unidos. Pero, ?es l¨®gico y sostenible todo este trayecto?
Un agricultor cultiva una fruta que crece bajo el sol de Argentina, es cosechada y enviada a Tailandia, donde es conservada, procesada y envasada al vac¨ªo. Una vez preparada, esa fruta viaja a Estados Unidos, donde es vendida en una importante cadena de supermercados. Alguien la compra y, antes de salir del parking, destapa el recipiente y en dos bocados termina con los cuatro gajos de pera que hab¨ªa dentro. Finalmente, deposita el envase vac¨ªo en una papelera, se sube al coche y se va.
Para que esa fruta pudiera ser consumida en menos de 15 segundos hizo falta transportarla m¨¢s de 25.600 kil¨®metros, varias cadenas de producci¨®n, procesamiento y envasado. Miles de toneladas de combustible para aviones o barcos y otros cientos de combustible para camiones de carga.
Y todo ese proceso vale 0,60 d¨®lares, que es el precio que pag¨® un ciudadano estadounidense por poder degustar unas ricas frutas argentinas.
La l¨®gica que mueve el mundo hace que este proceso sea tremendamente rentable para la exportaci¨®n, para las empresas procesadoras, las de transporte y por supuesto para los supermercados. Pero, ?realmente es l¨®gico?
Podr¨ªa ser razonable que Argentina, que tiene grandes campos de cultivo de frutas y verduras, exportara sus productos a Finlandia, a Noruega o a Kamchatka, donde las condiciones geogr¨¢ficas y climatol¨®gicas impiden el cultivo. Pero es que Estados Unidos es uno de los mayores exportadores de frutas y verduras del mundo, con millones de hect¨¢reas en California y Florida destinadas al cultivo. Argentina a su vez tambi¨¦n importa frutas y de este modo la espiral contin¨²a desbocada, generando una rotaci¨®n interminable de productos a lo largo y ancho del mundo.
Que sea rentable, que mueva recursos, dinero y empleos, no significa que sea sostenible, ni mucho menos significa que sea de sentido com¨²n.
Lo cierto es que cada vez que alguien consume una fruta cultivada a miles de kil¨®metros y procesada y envasada a otros miles, el mundo queda un poco m¨¢s desgastado.
Hoy en d¨ªa, vivir en un territorio que sea rico en recursos naturales no garantiza en absoluto que puedas acceder a ellos. Ya que lo que marca la disponibilidad o no de esos productos al alcance de la poblaci¨®n es el resultado de la producci¨®n menos la demanda de exportaci¨®n. Si la exportaci¨®n iguala o supera la producci¨®n, ese producto no estar¨¢ disponible en su pa¨ªs de origen o lo estar¨¢ a precios desorbitados.
Hoy en d¨ªa, vivir en un territorio que sea rico en recursos naturales no garantiza en absoluto que puedas acceder a ellos.
Por ejemplo, para un chileno ser¨¢ dif¨ªcil comer una palta (aguacate), ya que su destino ser¨¢ un restaurante de lujo en Nueva York o en Shangh¨¢i. Un peruano no podr¨¢ consumir quinua, ya que ser¨¢ vendida a bajo precio en el resto del mundo y lo poco que quede en Per¨², ser¨¢ vendido a precio inaccesible para la mayor¨ªa. Todo esto es rentable, pero, ?de verdad es l¨®gico?
La ley de oferta y demanda es a la econom¨ªa, lo que la ley del m¨¢s fuerte era al recreo en el patio del colegio.
Desde una perspectiva de dominaci¨®n econ¨®mica y pol¨ªtica, habr¨¢ pa¨ªses que siempre marcar¨¢n las reglas del juego. Por m¨¢s esfuerzos que se hagan desde los pa¨ªses emergentes nunca, bajo la l¨®gica que funciona el mundo hoy, podr¨¢n alcanzar a los m¨¢s desarrollados, ya que para cuando eso ocurra las naciones m¨¢s pr¨®speras de nuevo se habr¨¢n distanciado. Es como si trat¨¢ramos de acercar a alguien hacia nosotros, at¨¢ndolo y tirando de ¨¦l con una cuerda el¨¢stica: se romper¨¢ antes de que nos hayamos alcanzado.
Los tiempos que vienen nos van a obligar a enfrentar desaf¨ªos que no podemos postergar m¨¢s.
Estamos ante la cuarta revoluci¨®n industrial, que ser¨¢ tan determinante en la historia de la humanidad como lo fue la primera, que m¨¢s all¨¢ del modelo de trabajo, revolucion¨® el mundo en su totalidad, el comportamiento y la estructura social.
Esta nueva revoluci¨®n ser¨¢ digital, ser¨¢ automatizada, ser¨¢ eficiente, pero ojal¨¢ no se nos olvide que lo primero que debe ser es humana, sostenible y que debe permitir que el progreso llegue a cada rinc¨®n del mundo.
Tenemos la oportunidad de revisar las reglas del juego, de reinventar algunos paradigmas que nos lleven del ¡°s¨¢lvese quien pueda¡± al ¡°aqu¨ª nadie se queda atr¨¢s¡±. El ser humano es maravilloso, capaz de realizar las m¨¢s asombrosas cosas que podamos imaginar, pero tambi¨¦n es capaz de atrocidades indignas de la ¨¦tica que deber¨ªa marcar nuestro camino. Ojal¨¢ que la cuarta revoluci¨®n industrial tenga mucho m¨¢s de lo primero que de lo segundo y recuperemos para todos el mundo que tuvimos.
Rafael Moyano es director de la corporaci¨®n educativa Escuelas del Cari?o.
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