Woody Allen y el valor del fracaso
Un escritor (o un cineasta) que no tiene el coraje de arriesgarse a fracasar no es un escritor (o un cineasta): es un escribano
El ¨¦xito de las memorias de Woody Allen, A prop¨®sito de nada, me parece una gran noticia, porque es un libro magn¨ªfico, lleno de humor y de inteligencia. Yo entiendo que haya gente a quien moleste que Allen dedique bastantes p¨¢ginas a defenderse de las acusaciones de abuso sexual lanzadas por Mia Farrow y alguno de sus hijos y difundidas a bombo y platillo por el movimiento Me Too. A m¨ª no me molesta, entre otras razones porque permite ver a Allen enredado en un g¨¦nero que nunca practic¨®: el cine de terror; la prueba es que La semilla del diablo, el cl¨¢sico de Polanski protagonizado por Farrow, parece un alegre vodevil al lado de la carnicer¨ªa orquestada por esa mujer desequilibrada, vengativa y resuelta a arruinar la vida de un hombre tan ingenuo como para creer que las mentiras m¨¢s flagrantes no pueden triunfar. De hecho, en las casi 500 p¨¢ginas de que consta el libro a m¨ª s¨®lo hay una cosa que me incomoda un poco, y es que, llevado por el deseo leg¨ªtimo de dejar bien claro que ¨¦l no es el intelectual que a menudo interpreta en sus pel¨ªculas, Allen se empe?e en demostrar lo poco que ha le¨ªdo, una forma de pedanter¨ªa inversa y casi tan embarazosa como la pedanter¨ªa habitual de quienes se empe?an en demostrar lo cultos que son¡ En fin, peccata minuta en medio de tantas p¨¢ginas repletas de ingenio, lucidez y carcajadas.
Y de otras cosas. A veces me han preguntado qu¨¦ libro aconsejar¨ªa yo a un escritor en ciernes, a un escritor que todav¨ªa no es escritor, pero quiere llegar a serlo; siempre respondo lo mismo: la Correspondencia, de Flaubert, un libro que contiene la batalla tremenda de un hombre com¨²n y corriente que, combatiendo contra sus propias limitaciones, consigue escribir algunas de las mejores novelas jam¨¢s escritas. Bueno, pues de ahora en adelante aconsejar¨¦ tambi¨¦n las memorias de Allen, que antes que cineasta es escritor, o que es cineasta a fuer de escritor. A prop¨®sito de nada est¨¢ plagado en efecto de cosas que ning¨²n aspirante a escritor, o a cineasta, deber¨ªa olvidar: la apolog¨ªa del trabajo (¡°sudad la gota gorda¡±), el desprecio del esp¨ªritu competitivo, de la envidia del ¨¦xito ajeno y del narcisismo letal (¡°la obsesi¨®n con uno mismo, esa traicionera p¨¦rdida de tiempo¡±), la conciencia de que la mejor recompensa de escribir o filmar no es otra que escribir o filmar, y de que el ¨¦xito aut¨¦ntico consiste en llegar a filmar o escribir cosas que ni siquiera uno mismo imaginaba que ser¨ªa capaz de filmar o escribir. Pero la mejor lecci¨®n de este libro se halla en la propia trayectoria de su autor. En 1978, Allen contaba 43 a?os y era un cineasta de renombre universal que hab¨ªa filmado algunas comedias extraordinarias; pero, aparte de adorar a Groucho Marx, S. J. Perelman y Ernst Lubitsch, Allen tambi¨¦n adoraba a Ch¨¦jov, Tennessee Williams e Ingmar Bergman, y ese a?o se descolg¨® con un inesperado drama bergmaniano: Interiores. El resultado fue un fracaso de p¨²blico y cr¨ªtica; el veredicto, un¨¢nime: el c¨®mico no sab¨ªa filmar tragedias. Allen, sin embargo, no se arredr¨®, y en a?os posteriores film¨® otras dos tragedias fracasadas (fracasadas para ¨¦l, no para obcecados admiradores de su obra como yo): Septiembre y Otra mujer. ?Sirvieron de algo esos filmes fallidos, ese empecinamiento en el error? La respuesta est¨¢ en algunas de las mejores pel¨ªculas de Allen, que no son comedias ni tragedias sino tragicomedias, y que nunca hubieran existido sin aquellos fiascos: Delitos y faltas o Maridos y mujeres. Eso es un cineasta (o un escritor): alguien que, en vez de apoltronarse repitiendo la f¨®rmula o formulita con la que le ha ido bien, se juega el todo por el todo, adentr¨¢ndose en lo desconocido para encontrar lo nuevo y dar de ese modo lo mejor de s¨ª mismo. En otras palabras, un escritor (o un cineasta) que no tiene el coraje de arriesgarse a fracasar no es un escritor (o un cineasta): es un escribano; es decir: un mercachifle.
En cuanto a la pel¨ªcula de terror que a¨²n vive Allen, me resignar¨¦ a la obviedad: a este hombre le est¨¢ crucificando un movimiento necesario que, crucific¨¢ndolo, pierde la raz¨®n. Adem¨¢s de una injusticia monstruosa, es un error monumental.
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