A Johann Sebastian Bach y Thom Yorke
Cada momento y cada persona importante de nuestra vida est¨¢n conectados, en lo m¨¢s profundo de nosotros, con alguna melod¨ªa
Mis queridos Johann y Thom:
Es para m¨ª un honor insondable iniciar esta relaci¨®n epistolar con tan excepcionales maestros y en tan noble lugar. Voy a ser breve a costa de renunciar, no sin dificultad, a mi naturaleza de artista sure?o.
En este contexto de pandemia ¡ªhasta t¨², admirado Johann, aunque te nos fuiste all¨¢ por 1750, te debes de haber enterado¡ª no se le ha ocurrido otra cosa a este humilde tenor polimorfo que escribir un libro, cuyo eje central es el arte en el que ambos sois referentes atemporales. En sus p¨¢ginas he intentado con ah¨ªnco unir a vuestros respectivos fans, bas¨¢ndome en el argumento ¡ªbastante acertado, creo¡ª de que los dos, en fondo y forma, aun con tres siglos de diferencia, hab¨¦is hecho lo mismo: buena m¨²sica.
He de precisar que cuando antes hablaba de pandemia no solo me refer¨ªa a la que ocupa de manera sempiterna todos los apocal¨ªpticos espacios de actualidad. Me refer¨ªa tambi¨¦n a un cierto virus musical, de fuerza contagiosa desconocida y cepa latina, que se caracteriza por poseer unos ritmos machacones, producir melod¨ªas simples cual mecanismo de chupete y letras¡, qu¨¦ letras, Johann¡ Que si me das gasolina despacito, yo ya perreo sola¡ Que si me gustan mayores, as¨ª que me quito el piyama para acabar en la cama felices los cuatro¡ No entiendo n¨¢, mis queridos referentes.
Y aun con todo, me veo en la necesidad de precisar que, aunque os parezca incre¨ªble, hasta esa m¨²sica tiene su momento. Creo firmemente que existe una canci¨®n para cada instante. Pensadlo un momento: desde que en el vientre de nuestras madres empezamos a crearla con el ritmo al que late nuestro coraz¨®n, hasta que nos vamos all¨¢ donde quiera que est¨¦s t¨², maestro Bach ¡ª?Thom, querido, t¨² a¨²n eres un chiquillo y tus colegas de Radiohead tambi¨¦n¡ª, la m¨²sica nos acompa?a siempre.
Cada momento y cada persona importante de nuestra vida est¨¢n conectados, en lo m¨¢s profundo de nosotros, con alguna canci¨®n, con alguna melod¨ªa. En mi M¨²sica para la vida ¡ªqueda prometido un ejemplar dedicado para cada uno¡ª me he propuesto evangelizar. S¨ª, acerca del poder que la buena m¨²sica tiene, si no para cambiar nuestras respectivas existencias, al menos s¨ª para hacerlas m¨¢s emocionantes.
Para desarrollar esta tesis me he basado en mi vida, como no pod¨ªa ser de otra forma. La vida de un primer tenor de ¨®pera que, siendo un humilde y nada culto chaval, un camarerito gordo de Gran¨¢, se enamor¨® hasta las trancas de esa m¨²sica a la que muchos ¡ªque no la aman tanto como dicen¡ª llaman ¡°culta¡±. Un primer tenor que ha triunfado en teatros como el Metropolitan Opera de Nueva York, el Teatro Real de Madrid o la ?pera de Berl¨ªn¡ Uno que tambi¨¦n ha fracasado en ocasiones en esos mismos cosos l¨ªricos, pero que siempre, y a pesar de todo, ha andado a la b¨²squeda incesante de ese grial que es en ocasiones la felicidad.
Eso s¨ª¡, siempre con vosotros sonando en mis auricu?lares ¡ªlos buenos, no los de Renfe, ?eh!¡ª, vosotros y Beethoven y Rossini y Puccini y Queen¡ y Jos¨¦ Luis Perales. ?Veis? ¡°Music for a While¡±, que dir¨ªa el bueno de Purcell. ?A que os han atacado unas incontenibles ganas de leerme? En cuanto tenga las traducciones al ingl¨¦s y al alem¨¢n antiguo os las hago llegar, no os apur¨¦is.
Que la m¨²sica buena os acompa?e siempre, queridos maestros.
Jos¨¦ Manuel Zapata es tenor y autor del libro M¨²sica para la vida (Planeta).
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