El jaque mate de Anya Taylor-Joy
Su camale¨®nica belleza, sus dotes interpretativas y una personalidad que invita al misterio protagonizan la vida de esta actriz de sangre brit¨¢nica, argentina, espa?ola y zimbabuense. Su personaje de la genial ajedrecista Beth Harmon en la serie Gambito de dama la ha catapultado al estrellato. Ahora quiere rodar en espa?ol¡, y a poder ser, en Espa?a.
Los ojos de Anya Taylor-Joy atrapan al instante cuando lanza una mirada directa. Ella controla muy bien el gesto y lo utiliza con cautela, con timidez se dir¨ªa. Lo mismo ocurre con su rostro, dotado de un atractivo juvenil hasta que se desdobla en una belleza singular y algo picassiana y hasta que su postura olvida la jovialidad cayendo en el hermetismo de los robots de Westworld o de la Madre de Raised by Wolves. Es un c¨®ctel entre ni?a y mujer madura, inteligente e inocente. Habla ingl¨¦s, franc¨¦s y espa?ol de acento porte?o. Esta es su lengua natal, pero tambi¨¦n la que m¨¢s verg¨¹enza le hace pasar cuando habla en p¨²blico, escondida tras el acento brit¨¢nico que aprendi¨® con Harry Potter. ?La raz¨®n? Es la lengua de su coraz¨®n, la de estar por casa, la que habla con los suyos. Y ese es el trozo de Anya que esta estrella de 24 a?os ¡ªuna joven actriz que en un mes se col¨® en m¨¢s de 62 millones de hogares de todo el mundo gracias a la serie Gambito de dama¡ª no quiere dar a conocer. ¡°Hay una parte de m¨ª que la gente m¨¢s cercana conoce y entiende, pero que no estoy preparada para compartir con todo el mundo. Lo estar¨¦ alg¨²n d¨ªa, pero ese d¨ªa no es hoy¡±, adelanta serena y rotunda.
Su a?o ha sido 2020. Toda una paradoja, teniendo en cuenta c¨®mo ha sido para el com¨²n de los mortales. El detalle no se le escapa, pero tampoco lo esconde. Como ella dice, echando la vista atr¨¢s, son muchos los sentimientos. ¡°Esta pandemia ha causado much¨ªsimo sufrimiento, pero personalmente me ha ofrecido un espacio para asimilar todo lo que me est¨¢ pasando¡±, resume con esa voz que conserva un ligero tono de excitaci¨®n adolescente hasta que se pone seria, modula los graves y suena a reina del terror. El pasado fue la consumaci¨®n de seis a?os de carrera trabajando sin apenas descanso.
Un a?o que comenz¨® con el estreno de Emma, nueva adaptaci¨®n de la novela de Jane Austen que llev¨® a Taylor-Joy a un p¨²blico m¨¢s amplio que sus anteriores escarceos en el mundo del terror. Tambi¨¦n estren¨® Los nuevos mutantes y pas¨® por Madame Curie, pero la explosi¨®n fue Gambito de dama. La serie de Netflix fue n¨²mero uno en 63 pa¨ªses. La p¨¢gina de ajedrez Chess.com multiplic¨® por cinco el n¨²mero de visitantes tras ver la adaptaci¨®n de la novela de Walter Tevis y la venta de tableros de juego se multiplic¨® por 250. Todo gracias al personaje de Beth Harmon y su historia de superaci¨®n personal como reina del ajedrez en la d¨¦cada de los sesenta. Y dado que han pasado 37 a?os desde la publicaci¨®n de la novela, es imposible negar el peso que Anya ha tenido en el ¨¦xito de esta adaptaci¨®n. ¡°No puedo ser objetiva¡±, dice humilde pero sin sonrojo. ¡°Desde que le¨ª el libro, algo reson¨® en m¨ª: la idea de que a veces somos nuestro peor enemigo. El hecho de que tenemos demonios pero que es posible superarlos, especialmente juntos; un mensaje que al menos toc¨® mi coraz¨®n. Siempre me entrego mucho. A todos mis personajes. Pero nadie como Beth tiene tanto de m¨ª. Llor¨¦ cuando acab¨¦ el libro, llor¨¦ cuando acab¨¦ el guion, llor¨¦ al finalizar el rodaje, pero tambi¨¦n gracias a Beth exorcic¨¦ muchos de mis demonios que ahora ya descansan. Por eso le estar¨¦ eternamente agradecida¡±.
?Cu¨¢les son esos demonios que tanto menciona, pero de los que no quiere hablar? El director M. Night Shyamalan sostiene que son cosas de actores. Trabaj¨® con Taylor-Joy en dos ocasiones. La vio crecer entre las pel¨ªcu?las M¨²ltiple (2016)?y Glass (2019), con las que la dio a conocer, aun quedando eclipsada en ambos casos por James McAvoy. ¡°Todos los actores tienen sus vulnerabilidades y no las esconden¡±, se?ala apuntando a esos demonios como si fueran la raz¨®n de su talento. ¡°Anya es muy complicada, pero eso la hace m¨¢gica en cuanto la ves¡±. As¨ª describe a la actriz. Por su parte, a McAvoy no le interesa el pasado, solo el presente de una actriz a la que envidia. Y habla as¨ª de ella: ¡°Tiene tal talento en estado puro. Bella e interesante, s¨ª, pero su presencia y su intuici¨®n es envidiable. Y le viene dado. No es que no tenga t¨¦cnica, es que no la necesita. Tiene algo que no se puede aprender. Y lo dice alguien que sabe mucho de t¨¦cnica¡±, afirma el int¨¦rprete escoc¨¦s cultivado en el teatro antes de ser parte de los X-Men. Y otra aproximaci¨®n a la protagonista de Gambito de dama: ¡°Tenemos ese lazo de confianza que hemos formado y que forzamos al l¨ªmite para hacer nuestro trabajo excitante y a la vez perfecto. Como debe ser¡±, resume Robert Eggers, el director que la descubri¨® con La bruja (2015) y que acaba de volver a trabajar con ella en The Northman.
Taylor-Joy es fruto de la uni¨®n de un banquero metido en el mundo de la moton¨¢utica, Dennis Taylor, de sangre argentina y escocesa, y Jennifer Marina, angloespa?ola con sangre de Zaragoza, de? donde es la abuela de la actriz, y tambi¨¦n de Zimbabue. Taylor-Joy, la peque?a, se lleva m¨¢s de 30 a?os con su hermana mayor (son seis) y siete con la anterior a ella. ¡°Adoro a mi familia, aunque me pas¨¦ la vida rodeada de adultos. Nunca me sent¨ª como una ni?a. No me quejo, solo que estuve mucho tiempo sola, a mi aire, jugando en bosques donde me inventaba criaturas, brujas, seres m¨¢gicos. Me montaba obras enteras en espa?ol. Y mientras mi familia era muy deportista, yo era un rat¨®n de biblioteca¡±, recuerda de la infancia vivida en Argentina, adonde lleg¨® con sus padres y hermanos procedentes de Miami, ciudad en la que naci¨®.
El escenario cambi¨® radicalmente cuando la familia se mud¨® a Inglaterra. Ella ten¨ªa seis a?os y tuvo que cambiar los perros, gatos, caballos y patos del bosque por un h¨¢mster de tres patas en un piso en Londres. ¡°Me sent¨ª tan confusa y desplazada¡ Solo quer¨ªa volver a casa¡±, recuerda. Decidi¨® no aprender ingl¨¦s y as¨ª se pas¨® dos a?os, para ver si sus padres la mandaban de vuelta a Argentina. ¡°Claramente, no funcion¨®¡±, se r¨ªe ahora esta enamorada de Londres, donde ha pasado la pandemia y luego las fiestas, donde se acaba de comprar una casa y de donde le viene su sentido del humor. Pero el est¨®mago y su coraz¨®n siguen siendo hispanos. ¡°Esos churros con dulce de leche, el pan de provolone, las empanadas¡ Y ahora, los abrazos, la manera en la que nos abrazamos casi sin darnos cuenta. Eso es lo que extra?o¡±.
Lo que nunca cambi¨®, ni en Argentina ni en Inglaterra, fue su sue?o. O mejor dicho, su determinaci¨®n, porque a los cinco a?os no les dijo a sus padres que le gustar¨ªa ser actriz. Les pidi¨® un agente, como quien pide una mu?eca por Reyes. Y a los 14 no es que se fuera de casa pero casi, porque ten¨ªa ahorrado el dinero del avi¨®n con destino a Nueva York. ¡°Lo pasaba muy mal en la escuela y simplemente les dije: ¡®No voy a ir m¨¢s y tengo billete para Nueva York. Puedo contar con vuestro apoyo o, simplemente, marcharme¡¯. Fueron incre¨ªbles conmigo¡±, recuerda ahora.
Suena como parte del guion de?Gambito de dama, pero esa es Anya, llevada por la interpretaci¨®n como Beth sigui¨® su pasi¨®n por el ajedrez. ¡°Beth y yo ten¨ªamos problemas desde chiquitas. Y tambi¨¦n de mayores. Siempre nos sentimos solas, como separadas del mundo por un cristal. Un mundo en el que no encaj¨¢bamos. Ha sido un largo camino hasta comprender que no tengo por qu¨¦ encajar en una sola cosa para que los dem¨¢s se sientan c¨®modos¡±, afirma. Hay elementos que han ido cambiando en ese tiempo. La narrativa de sus ¡°amigos invisibles¡±, de ¡°sus monstruos debajo de la cama que son reales¡±, frases que tanto mencionaba al principio de su carrera y que ahora desmiente como si nunca lo hubiera dicho. O ese otro momento ha nacido una estrella que tantas veces cuenta: el primer d¨ªa de rodaje en La bruja, cuando, sin saber lo que era una marca o lo que significaba ser la primera en la hoja de rodaje, supo que ese era su lugar en el mundo. ¡°Recuerdo que en M¨²ltiple tuve que echarle la bronca como lo hago con mis hijos porque perdi¨® el guion durante una noche de marcha con las otras actrices de la pel¨ªcula¡±, recuerda hoy Shyamalan, ¡°pero en Glass la vi convertida en una aspirante de directora, siempre mirando las tomas por encima de mi hombro¡±.
Las historias que no han cambiado ni con el tiempo ni con la fama son la de su descubrimiento como modelo mientras paseaba a su perro con tacones por delante de Harrods, en Londres. O el momento, tambi¨¦n fortuito, en el que Allen Leech (Downton Abbey) coincidi¨® con Anya en una sesi¨®n de fotos y la puso en contacto con su agente (todav¨ªa lo sigue siendo).
En la actualidad, a Anya se le acumulan los proyectos. Last Night in Soho, de Edgar Wright, que ya est¨¢ rodando. O The Northman, una pel¨ªcula ¨¦pica de vikingos que la sac¨® del confinamiento para luchar contra los elementos junto a Eggers en Irlanda (adonde, por cierto, se llev¨® un tablero de ajedrez adem¨¢s de sus velas, sus chales y sus cuadernos de notas, en los que escribe a diario para sentirse en casa). Siguientes paradas, Furiosa, la precuela de Mad Max: Furia en la carretera que dirigir¨¢ George Miller y donde Anya ser¨¢ una joven Charlize Theron (¡°una gran inspiraci¨®n y una gran suerte¡±, resume), y la adaptaci¨®n de la novela de Vladimir Nabokov Laughter in the Dark, de nuevo junto a Scott Frank, su director en Gambito de dama. ¡°Con Anya haces una amiga para siempre¡±, resume la tambi¨¦n actriz Mia Goth, parte de la familia art¨ªstica de Taylor-Joy tras trabajar a su lado en Asturias a las ¨®rdenes de Sergio Guti¨¦rrez S¨¢nchez en Marrowbone y luego en Emma.
S¨ª, a Anya le gusta repetir. ¡°No hay nada mejor que mi lazo con los directores. Ellos entienden mi vulnerabilidad. Es como una droga. De nuevo, amo la interpretaci¨®n y adem¨¢s est¨¢n todas las cosas que vienen con ello, que son maravillosas¡±, reitera. No se refiere necesariamente a la fama, que reh¨²ye ri¨¦ndose del momento en el que supo que hab¨ªa pegado el salto, con su fotograf¨ªa en los laterales de los autobuses en Londres, para luego ver su rostro sucio de barro cuando, por culpa de la pandemia, la promoci¨®n de Emma se mantuvo en las marquesinas durante meses. Tampoco lo dice por esos otros beneficios como las alfombras rojas o la moda, aunque ahora le encanta la ropa. De hecho, se ha quedado con unos cuantos modelos de los que luci¨® en Gambito de dama.
Todav¨ªa existe una Anya normal, esa que echa de menos las discotecas de Berl¨ªn en las que pasaba inadvertida bailando entre la multitud al acabar las largas jornadas de rodaje de la serie ¡°rodeada de humanidad¡±. O la que tiene un punto d¨¦bil por las pel¨ªculas de adolescentes tipo Cuenta conmigo. ¡°Vaya llorera¡±, describe. Le encanta Tilda Swinton y se r¨ªe recordando su flechazo por Devon Sawa, el chaval de Casper (1995). Lo que le falta a este work in progress que es Anya ¡ªcomo ella misma se describe¡ª es esa pel¨ªcula en espa?ol. ¡°Estoy esperando a la persona correcta, el proyecto perfecto¡±, rumia pensando en voz alta lo mucho que se identifica en coraz¨®n y en cerebro con Guillermo del Toro. ¡°Y ser¨ªa especialmente divertido hacerlo en Espa?a, un lugar donde hay mucha pasi¨®n. Pero a saber si ser¨ªa capaz. El espa?ol sigue siendo un idioma sagrado para m¨ª¡±. Le es m¨¢s f¨¢cil pensar en un futuro para la Beth Harmon de Gambito de dama. No es algo que vaya a ocurrir seguro, pero le intriga. ¡°Me fascinar¨ªa verla como madre¡±, dice. ?Y su propia ambici¨®n? ¡°La palabra ambici¨®n suena negativa cuando se aplica a una mujer y eso no me gusta. Claro que tengo ambiciones. Soy ambiciosa con mi trabajo, soy ambiciosa queriendo ir m¨¢s all¨¢, buscando nuevas oportunidades. Soy de las que piensan que, si no creces, te mueres. Y yo pienso seguir creciendo tanto como me sea posible¡±.
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