Entre verdes colinas
Pueblos, ovejas, rotondas. Una deliciosa ruta en coche por la campi?a brit¨¢nica de los Cotswolds, del palacio de Blenheim a Stratford-upon-Avon
Todos sabemos que Mambr¨² se fue a la guerra, aunque quiz¨¢ pocos sepan que el famoso personaje de la canci¨®n popular era nada m¨¢s y nada menos que el primer duque de Marlborough, un ingl¨¦s con peluca de rizos y mejillas sonrosadas que adem¨¢s fue antepasado de Winston Churchill (el s¨¦ptimo duque de Marlborough fue abuelo paterno del primer ministro brit¨¢nico). Y ya puestos a pensar..., ?a qu¨¦ guerra se fue Mambr¨²? Pues la guerra a la que se march¨® con gran dolor y pena de todos era la Guerra de Sucesi¨®n Espa?ola (1701-1713). Los franceses le creyeron muerto en la batalla y por eso le dedicaron la canci¨®n.
Como recuerdo de esta guerra queda hoy el imponente palacio de Blenheim, erigido entre 1705 y 1722 en Woodstock, a unas ocho millas de Oxford, como regalo que la reina Ana hizo al duque por sus victorias militares frente a Francia, sobre todo la importante batalla de H?chst?dt (1704), conocida tambi¨¦n como batalla de Blenheim.
Pero, curiosamente, este personaje no es solo objeto de burla de la famosa canci¨®n popular. Tambi¨¦n llam¨® la atenci¨®n del escritor colombiano Garc¨ªa M¨¢rquez. Como muchos ni?os, hab¨ªa tarareado la canci¨®n (la versi¨®n espa?ola desfigurada de la canci¨®n francesa sobre Marlborough), y un d¨ªa le pregunt¨® a su abuela Tranquilina que qui¨¦n era ese tal Mambr¨². La abuela, que evidentemente lo ignoraba, le respondi¨® que era alguien que combati¨® en la guerra civil al lado del abuelo. Garc¨ªa M¨¢rquez no pudo resistirse a esa versi¨®n tan familiar (aunque err¨®nea) y por eso el personaje aparece en varias de sus novelas como aquel extra?o militar, amigo del coronel Aureliano Buend¨ªa, ¡°con el sombrero y las botas adornadas con pieles y dientes y u?as de tigre¡±.
El palacio de Blenheim fue escenario de numerosas intrigas pol¨ªticas, como las que llevaron al exilio a los Marlborough, la ca¨ªda en desgracia de la duquesa o el da?o irreparable en la reputaci¨®n de su arquitecto, John Vanbrugh. En plena campi?a inglesa, es hoy una monumental residencia de estilo barroco ingl¨¦s, abierta al p¨²blico y rodeada de jardines y un lago, con visitas guiadas y actividades para toda la familia como un recorrido en tren, un laberinto, un invernadero con mariposas ex¨®ticas... Pero, por encima de todo, Blenheim Palace es conocido por ser el lugar de nacimiento de Winston Churchill en 1874 y porque en ese id¨ªlico lugar tuvo la suerte de pasar largas temporadas en compa?¨ªa de su abuela, la s¨¦ptima duquesa de Marlborough.
Muy cerca de este palacio comienza nuestra ruta por los Cotswolds, nombre que recibe la regi¨®n formada por suaves colinas (los wolds) que se extienden entre Bath y Stratford-upon-Avon, a unos 90 minutos de Londres. En realidad no existe una frontera clara, todo es verde y ordenado en Inglaterra, pero al adentrarse en esta regi¨®n uno tiene la sensaci¨®n de penetrar en otro mundo: un paisaje casi irreal, como de decorado de pel¨ªcula, fresco, limpio e impecable, salpicado de pueblos y aldeas con casitas construidas con la famosa piedra caliza color miel (limestone), algunas con tejado de paja, que se agrupan en torno a la iglesia y al manor house, que era antiguamente el caser¨®n de los ricos del pueblo.
Variedad de rotondas
Pero antes de adentrarnos en la regi¨®n, un recordatorio que no por obvio deja de ser importante. Para ir de pueblo en pueblo en coche, al igual que por el resto de Inglaterra, hay que tomar rotondas: muchas rotondas. S¨¦ que no descubro nada nuevo, pero para un espa?ol que tiene que conducir con el volante a la derecha no est¨¢ mal que se advierta que hay muchas posibilidades de encontrarse con un cami¨®n de frente.
Casi todas las localidades de los Cotswolds tienen nombres peculiares, como salidos de un cuento de hadas: The Slaughters (las matanzas), Stow-on-the-Wold (en anglosaj¨®n, sitio sobre las tierras altas), Moreton-on-the-March (Moreton sobre la ci¨¦naga), Milton-under-Wychwood (molino bajo el bosque de olmos), Birdlip (labio de p¨¢jaro), etc¨¦tera.
Tal vez el m¨¢s conocido y desde luego el m¨¢s popular (y si no, que se lo digan a los turistas japoneses) de los pueblos es Bourton-on-the-Water (en la A429), atravesado por el r¨ªo Windrush y sus puentes de madera, con una r¨¦plica del pueblo en miniatura, un museo de autom¨®viles y numerosas tiendas y tea-rooms con una variedad inmejorable de tartas caseras.
Aunque la ruta la hayamos empezado en coche, los Cotswolds son, por encima de todo, una regi¨®n ideal para caminar. En verano, a eso de las siete de la tarde, ya cenados y sonrientes, siempre educados a la hora de saludar y de ceder el paso, con sus chubasqueros y sus botas, se echan literalmente los ingleses a caminar fren¨¦ticamente por los famosos footpaths, cosa que recomiendo imitar a todo el mundo.
Desde Bourton-on-the-Water se puede ir caminando por uno de estos senderos hasta The Slaughters (Upper and Lower) siguiendo el cauce del r¨ªo Eye. Es m¨¢s o menos una hora. Sorprende al llegar a un pueblo tan peque?o como Lower Slaughter que haya dos hoteles de superlujo. Uno de ellos es el viejo Manor House (www.lowerslaughter.co.uk) del siglo XVII, que ofrece habitaciones que van de 225 a 774 euros la noche. Ahora, eso s¨ª, en su suite superior uno puede disfrutar de un jard¨ªn de uso privado o de un par de ba?eras gemelas, colocadas en paralelo, para no discutir con el compa?ero sobre qui¨¦n se ba?a primero.
Con los pies fresquitos
Pasear por Lower Slaughter, que cuenta con un viejo molino con museo y una tienda de artesan¨ªa, es todo un deleite, pero recomiendo acercarse hasta Upper Slaughter, visitar la iglesia y meter los pies (?si es que aguantan!) en el vado del g¨¦lido r¨ªo. Con los pies bien frescos podemos retomar la ruta, de nuevo en coche, hasta Stow-on-the-Wold (a pocas millas, tambi¨¦n en la A429).
En los Cotswolds hay una raza famosa de oveja, la Cotswold Lion, de pelo abundante y rizado, que fue la principal causante de que los Cotswolds se convirtieran, a finales de la Edad Media, en una de las regiones comerciales m¨¢s pr¨®speras de Inglaterra. Stow-on-the-Wold, con sus dos ferias anuales, se erigi¨® en uno de los lugares de referencia, hasta tal punto que una vez andaba por ah¨ª Daniel Defoe (antes de escribir su Robinson Crusoe) y dej¨® anotado que en una sola feria se llegaron a vender unas ?20.000 ovejas! El tama?o de la plaza-mercado, en torno a la cual se agrupan las casas, tiendas, hoteles y dem¨¢s edificios, todos ellos de una arquitectura impecable, da idea de la importancia de estas ferias.
Moreton-in-Marsh (seguimos en la A429), tambi¨¦n antigua ciudad mercado, no est¨¢ muy lejos de all¨ª. A¨²n conserva, enfilando la High Street, algunas de sus mansiones del siglo XVII y XVIII, entre las que se encuentran el hotel White Hart Royal, donde el rey Carlos I se refugi¨® en el verano de 1644 durante la guerra civil inglesa. Si tenemos la suerte de que sea martes, este pueblo ofrece el espect¨¢culo del mercado m¨¢s grande de los Cotswolds: quesos, frutas, verduras y pasteles caseros, as¨ª como ropa interior de mujer y estrech¨ªsimos zapatos de tac¨®n que dan dolor de pies con tan solo mirarlos. Resulta delicioso escuchar a las viejecitas inglesas, con su cesta de mimbre bajo el brazo, conversando sobre el tiempo, las estaciones y la crisis que atraviesa Europa.
A unas cinco millas de Moreton-in-Marsh, agazapado en un valle, est¨¢ Chipping Campden. No tiene el bullicio de otros pueblos de la zona, pero me atrever¨ªa a decir que es el m¨¢s elegante, con toda una exhibici¨®n de arbustos perfectamente recortados con formas caprichosas (un perro, una paloma, una margarita gigante) en los jardines de muchas casas. Chipping Campden cuenta adem¨¢s con la St. James¡¯s Church, una magn¨ªfica muestra de las denominadas iglesias de la lana (wool churches) que se erigieron durante siglos gracias a la inversi¨®n de los pr¨®speros comerciantes. Casi todos los pueblos grandes cuentan con una, donde est¨¢n expuestas las sepulturas y los tesoros de dichos benefactores.
Cualquier otro pueblo de la regi¨®n de los Cotswolds tiene inter¨¦s y es de una belleza exquisita, es dif¨ªcil equivocarse. Aunque no conviene aturullarse de iglesias, ovejas rastafaris y campo. Cinco o seis pueblos son una muestra muy buena de los Cotswolds, y adem¨¢s ah¨ª est¨¢n para terminar la ruta, a tiro de piedra (o m¨¢s bien a tiro de rotonda), Cheltenham, Bath, Oxford o incluso, si es que a alguien le apetece empaparse de literatura, Stratford-upon-Avon.
? Cristina S¨¢nchez-Andrade es escritora. Su ¨²ltimo obra publicada es El libro de Julieta (Grijalbo, 2011).
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