Rumbeando hasta el amanecer en Bogot¨¢
La noche en la capital colombiana puede ser larga. Para coger fuerzas, este recorrido por la ciudad, entre museos y miradores, se adereza con sabrosos zumos naturales
Si solo tuvi¨¦semos un d¨ªa para intentar comprender Bogot¨¢, una gran ciudad de casi ocho millones de habitantes, con sus atascos, variedad urban¨ªstica y humana, tendr¨ªamos que renunciar a bastantes planes; aceptamos pues la realidad e intentamos llevar a cabo los m¨¢s sugerentes.
10.00 Desayuno energ¨¦tico
Primero, un desayuno de crepes, gofre o huevos revueltos en Crepes and Waffles, una cadena con sucursales repartidas por toda la ciudad. Luego nos trasladamos a las faldas de un cerro para visitar la Quinta de Sim¨®n Bol¨ªvar (1). Atravesar la verja de la casa del libertador de Colombia, en la que pas¨® la d¨¦cada de 1820, nos teletransporta a la ¨¦poca colonial y a los momentos en que se gestaba la independencia del pa¨ªs. Los mit¨®manos disfrutar¨¢n particularmente con su alcoba y el frondoso jard¨ªn. Si hay fuerzas y el soroche o mal de altura no nos acobarda, podemos subir al cercano Cerro de Monserrate (2) para quedarnos boquiabiertos ante las vistas de la ciudad.
11.00 Mango verde con sal y lim¨®n
De camino a la plaza de Bol¨ªvar, que es el epicentro de Bogot¨¢, en muchos momentos nos tentar¨¢n los puestos callejeros de jugos de fruta, de coco frito o de mango verde con sal y lim¨®n, conocido como ¡°mango biche¡±, y haremos bien en no resistirnos. En la esquina de la avenida de Jim¨¦nez con la carrera 7 nos toparemos con corrillos de se?ores de mediana edad conspirando en grupos y sacando papelitos blancos del bolsillo: dentro de ellos esconden esmeraldas de gran valor (Colombia es el mayor productor mundial de esta gema) y all¨ª comercian con ellas. Muy cerca se encuentra la iglesia de San Francisco (3), la m¨¢s antigua de la ciudad y cuyos retablos dorad¨ªsimos merecen una visita. Y por fin, la experiencia de situarse en el centro de la enorm¨ªsima plaza de Bol¨ªvar (4), una gran explanada rodeada de edificios hist¨®ricos, la catedral y el Palacio de Justicia, entre ellos. Cabr¨ªan en ella 55.000 personas, seg¨²n un estudio de la Universidad de los Andes. Como contraste hay que dirigirse al cercano caf¨¦ La Puerta Falsa (5), un peque?o local cuyas estrecheces tienen mucho encanto. No es de extra?ar que figure en todas las gu¨ªas de la ciudad, pues, adem¨¢s de ser famoso por su altillo de madera con mesitas, sirve un legendario chocolate completo, que incluye una almoj¨¢bana (pan de harina de ma¨ªz), una tostada de pan con mantequilla y un generoso pedazo de queso.
12.00 Botero y Wifredo
El resto de la ma?ana se puede pasar en la biblioteca Luis ?ngel Arango (6). Su caf¨¦ es tranquilo y su museo adjunto, el de Arte del Banco de la Rep¨²blica, muestra una colecci¨®n de arte contempor¨¢neo en la que aparecen los principales nombres de la escena art¨ªstica colombiana. Al salir a pasear por el barrio nos toparemos con la calle de la Ense?anza o del Suspiro. Adem¨¢s de callejear, la zona nos tienta con otras dos actividades: visitar el Museo Botero (7), que, adem¨¢s de la obra del artista colombiano ¡ªmerecen la pena sus dibujos a l¨¢piz¡ª, incluye sorpresas en forma de obras de Wifredo Lam y Bacon, o entrar al centro cultural Garc¨ªa M¨¢rquez (8), ambos a dos pasos de la biblioteca Luis ?ngel Arango.
14.00 ¡®Carpaccio¡¯ de papa pobre
Al Museo Nacional (9) podemos acudir por mil razones; una de ellas puede ser probar la cocina de diversas zonas de Colombia que sirven en su restaurante El Pan¨®ptico. El chef Eduardo Mart¨ªnez ha rescatado ingredientes que se miraban con desd¨¦n en la cocina colombiana y los ha revalorizado en recetas exquisitas como el carpaccio de guatila o papa pobre o sabores de la selva amaz¨®nica como el pollo campesino ahumado.
Una subida por una ¡°lomita¡± cercana, como dir¨ªan los lugare?os, nos lleva al mercado de la Perseverancia?(10). La lomita en cuesti¨®n ¡ªla calle 29¡ª es sede de nuevos restaurantes bogotanos como T¨¢bula o Pantone. Una vez arriba nos encontramos en un barrio con may¨²sculas, con su mercado correspondiente. Si la escarpada loma nos ha provocado sed, en cualquier barecito de su patio central podemos pedir jugos de frutas locales, de nombres como lulo, feijoa o granadilla.
16.00 Un caf¨¦ llamado tinto
Toca descender de nuevo hasta llegar a la bulliciosa carrera 9. Desde all¨ª se puede caminar hacia un caf¨¦ con un sabor local espectacular, el San Moritz (11). Nada m¨¢s entrar echaremos unos rezos para que nunca jam¨¢s lo cierren, pues ver los mingitorios de caballeros all¨ª mismo, con los se?ores alivi¨¢ndose de cara a la pared, no tiene precio. La costumbre all¨ª es pedirse ¡°un tinto¡±, que nada tiene que ver con uvas fermentadas, sino con la idea de caf¨¦ solo largo de agua.
17.00 Dorados y textiles
Ser¨ªa imperdonable no echarle al menos una mirada a alguna de las 34.000 piezas de orfebrer¨ªa conservadas en el Museo del Oro (12). A pocos pasos, en la carrera 7, se encuentra tambi¨¦n el Centro Colombiano de Artesan¨ªas (13), lugar donde comprar alg¨²n recuerdo que lleve las tradicionales molas, una forma de artesan¨ªa textil de colores vivos t¨ªpica de Colombia. Y sobre la misma calle llamar¨¢ nuestra atenci¨®n el teatro Jorge Eli¨¦cer Gait¨¢n (14), un edificio art d¨¦co proyectado por Richard Aeck en los pasados a?os treinta, donde se celebran conciertos de primer orden.
19.30 Ciudad de librer¨ªas
Bogot¨¢ es ciudad universitaria y muy letrada, as¨ª es que en ella no faltan librer¨ªas. Una de las m¨¢s c¨¦lebres, La Madriguera del Conejo, posee una sucursal con un precioso caf¨¦ en The Book Hotel (15), en pleno barrio de Chapinero Alto. El lugar nos hace olvidar, si lo necesit¨¢semos, el bullicio de la zona centro de la ciudad y sus frecuentes atascos.
21.00 Cena en la Zona G
Permanecer en Chapinero Alto para cenar es la mejor idea, pues el barrio se ha erigido en zona gastron¨®mica en los ¨²ltimos a?os, m¨¢s conocida como Zona G. Un restaurante como El Cl¨¢sico de las Dos Cocineras (16) llama la atenci¨®n por su nombre, pero destaca principalmente por sus buenos guisos de pollo. Por ¨²ltimo, no podemos irnos a dormir en Bogot¨¢ sin ejercer el verbo ¡°rumbear¡±, que no consiste espec¨ªficamente en bailar rumba, pero s¨ª en salir de fiesta. Al cruzar la s¨¦ptima avenida llegamos a Theatron (17), una de las discotecas m¨¢s grandes del continente americano, con 13 ambientes para todos los gustos y tendencias. Al salir, probablemente ya habr¨¢ amanecido.
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