Londres desde la bici
Diez kil¨®metros de placentero paseo ciclista por el Regent¡¯s Canal, del mercado de Candem al Victoria Park
Lo bueno de algunos mundos paralelos es que en ellos se puede ir en bicicleta. Para entrar en la dimensi¨®n casi desconocida para el turista ¡ªpero totalmente integrada en la vida real¡ª de los canales de Londres, basta situarse en Candem Station con una tarjeta de cr¨¦dito y un saldo de dos libras, las que cuesta alquilar durante 24 horas una de las bicicletas del Banco Santander que est¨¢n por toda la ciudad. Es dif¨ªcil imaginar un programa m¨¢s econ¨®mico. Desde el mercado de Candem Lock se desciende directamente hasta el Regent¡¯s Canal y desde all¨ª se toma el paseo que ¡ª?salvo un breve fragmento a la altura de Islington¡ª puede recorrerse hasta el Victoria Park en un trayecto de unos diez kil¨®metros.
Cruzar la descomunal ciudad de Londres con la sensaci¨®n de estar dando un paseo campestre es una realidad muy cierta gracias a varias felices coincidencias. La primera de todas fue la rapidez con la que se aprob¨® en 1812 una ley que permiti¨® unir con fines comerciales el Grand Junction Canal con el r¨ªo T¨¢mesis; la segunda, que ese proyecto estuviera relacionado con el del pr¨ªncipe regente (m¨¢s tarde rey George IV) de remodelar la zona norte de la ciudad. A principios del siglo XX ya exist¨ªa el canal, pero su uso comercial no tard¨® en quedar obsoleto: el transporte del carb¨®n y el comercio con las Midland comenz¨® a hacerse por tren y carretera, y el canal se cerr¨® definitivamente como ruta comercial y se nacionaliz¨® en 1948. Desde entonces ¡ªy aunque desde el punto de vista t¨¦cnico su ¨²nica utilidad sea en la actualidad la de refrigerar los cables de alta tensi¨®n que transportan la energ¨ªa de buena parte del suministro el¨¦ctrico de la ciudad¡ª, el Regent¡¯s Canal ha acabado cumpliendo una funci¨®n muy distinta de la que previ¨® para ¨¦l John Nash cuando lo dise?¨® en 1911: la de convertirse en una de las v¨ªas alternativas al transporte p¨²blico m¨¢s importantes en la todopoderosa Londres.
Tal vez todo se deba a una cuesti¨®n muy sencilla: el canal hace que veamos la ciudad desde un lugar ?in¨¦dito ¡ªdos metros por debajo de los peatones¡ª, junto al agua y a una velocidad de paseo, rodeados de vegetaci¨®n y en un silencio a ratos casi inquietante en una ciudad como Londres. Casanova coment¨® una vez que, para saber si de verdad le gustaba una mujer, se agachaba ligeramente e intentaba mirarla desde 30 cent¨ªmetros m¨¢s abajo. Impertinente o no, el comentario contiene una verdad poderosa y reformulada en mil ocasiones: la de que al final todo es una mera cuesti¨®n de perspectiva.
Cisnes, patos y casas barco
La primera impresi¨®n al pedalear junto a las aguas del Regent¡¯s Canal desde Candem en direcci¨®n hacia el este es esa condici¨®n bipolar de la ciudad: de lo industrial a lo casi r¨²stico, del pueblo a la metr¨®polis y de nuevo al pueblo o a la ruina industrial. El Candem Lock Market, con sus falsos puentes venecianos, se va haciendo cada vez m¨¢s urbano e industrial, para entrar, poco a poco, en el id¨ªlico Islington. Y a medida que se va acostumbrando la mirada a ese nuevo Londres, se van perfilando con m¨¢s claridad sus habitantes; los elegantes cisnes sospechosamente mon¨®gamos, los patos y las palomas en su encarnizada y sempiterna guerra por los restos del s¨¢ndwich, los cuarentones urbanos tratando de rebajar las pintas de m¨¢s¡
En una larga hilera perfectamente organizada, y como en una cabalgata inm¨®vil, se suceden durante kil¨®metros cientos de narrowboats, unas barcazas alargadas que fueron dise?adas originalmente para transportar mercanc¨ªas a lo largo del canal y que hoy funcionan como viviendas alternativas para muchos j¨®venes que desisten del prohibitivo mercado inmobiliario ingl¨¦s. Si es cierto el clich¨¦ de que se puede conocer a alguien con solo echar un vistazo a su armario, no lo es menos que se pueden aventurar muchas cosas con solo mirar la decoraci¨®n y la pintura de esas barcazas. Muchas de ellas se han convertido tambi¨¦n en pr¨®speros negocios, como el c¨¦lebre The Lighterman. ?Qui¨¦n iba a decir que una de las mejores librer¨ªas de segunda mano de Londres ya no estaba en Charing Cross, sino flotando sobre las tranquilas aguas del Regent¡¯s Canal? Pues all¨ª est¨¢.
Desde Islington hasta el impecable Victoria Park, el canal pasa constantemente junto a numerosos jardines y parques: Rosemary Gardens, Shoreditch Park, Haggerston Park, London Fields¡ Y sin perder en ning¨²n momento su condici¨®n de ajeno a la velocidad del resto de la ciudad, a veces hasta se convierte en un viaje en el tiempo, como cuando transcurre junto a los restos de descomunales construcciones industriales que a¨²n hoy siguen en pie a la altura de Mile End. Al pasar junto a ellos, todo parece convertirse en el escenario de una novela de Alan Sillitoe y la bicicleta se ti?e de ese mismo ?aire herrumbrado que se respira cada vez que se pasa bajo los puentes. H.?G.Wells coment¨® en cierta ocasi¨®n que cada vez que ve¨ªa a un adulto en bicicleta recuperaba la esperanza en el futuro de la raza humana. Tal vez un paseo por el Regent¡¯s Canal no sea al fin y al cabo la m¨¢s desaconsejable de las terapias.
Andr¨¦s Barba es autor de En presencia de un payaso (Anagrama, 2014).
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