Tarragona, capital de la Costa Dorada
Ruinas romanas, playas urbanas y una excursi¨®n marinera con los ni?os. Y el a?o que viene, los Juegos Mediterr¨¢neos se sumar¨¢n a los atractivos de la ciudad catalana
Es el para¨ªso de los arque¨®logos. Picas en el suelo, o en una pared, y te aparece una cornucopia. Tarragona es una de las ciudades con mayor densidad de vestigios romanos. Fue por eso que la Unesco la declar¨® patrimonio mundial y que acaba de ser incluida en el selecto club World Heritage Journey. Seg¨²n Plinio, pol¨ªgrafo romano, Tarragona ser¨ªa obra de los Escipiones. No es del todo cierto; los paisanos ya hab¨ªan chalaneado con turistas griegos y fenicios, tres o cuatro siglos antes de la era com¨²n. Dej¨¢ndonos de historias y de la historia, cabe destacar que la antigua capital de la Hispania Citerior acoger¨¢ los Juegos Mediterr¨¢neos del a?o pr¨®ximo. Aparte de ruinas romanas y medievales, Tarragona tienta al viajero con un brillante manojo de joyas modernistas y un collar de playas urbanas imbatible. Y mucho ambiente, que en una ciudad abarcable de 131.000 habitantes parece que cunde m¨¢s.
9.00 La colina de los dioses
Para captar la ciudad de un vistazo hay que entrar en la Antigua Audiencia (1), en la parte alta. All¨ª, una maqueta muestra la ciudad romana como una especie de radiograf¨ªa de la actual: apenas ha cambiado la piel. En lo alto de la colina, el templo y el Foro Provincial. A sus pies se extend¨ªa el circo o hip¨®dromo (es lo mismo), de forma oblonga y consumido en la actual plaza de la Font; en uno de sus extremos, el Pretorio y las c¨¢veas subterr¨¢neas. Pegado a eso, el Museo Arqueol¨®gico (2), que se levant¨® en 1960 sobre la muralla romana. Fuera del recinto amurallado, el anfiteatro (3), todav¨ªa en uso; el teatro (4), visible desde la Ronda de Caputxins, y el Foro Local (equivalente al Ayuntamiento). Vista la maqueta, es momento de acometer el Paseo Arqueol¨®gico (5), que recorre por fuera la parte norte de la muralla. Da la bienvenida una estatua de Augusto, regalo de Mussolini en 1934. En la falda del teso, un Auditorio (6) cubierto por velas latinas acoge algunos de los eventos del festival Tarraco Viva, plagado de recreaciones hist¨®ricas, charlas, conciertos¡ y un tropel de legionarios, gladiadores, tenderos y plebe de guardarrop¨ªa.
El mercado municipal, obra modernista de Josep Maria Pujol, se ha convertido en exquisito lugar para el aperitivo
12.00 T de Tecla
Los dioses son muy suyos, ya se sabe, y donde rein¨® J¨²piter se levant¨® luego una bas¨ªlica cristiana, qui¨¦n sabe si una mezquita y finalmente la catedral (7). Que est¨¢ sin acabar porque, cuando iban por la fachada, la peste negra que asol¨® Europa en 1348 ¡ª?la de los cuentos de Boccaccio¡ª paraliz¨® las obras. Dentro del templo g¨®tico acapara la mirada el retablo mayor de alabastro, dedicado a santa Tecla; esta compa?era de san Pablo le habr¨ªa acompa?ado hasta Tarragona fundiendo para siempre la T de su nombre con la inicial de Tarragona. Entre muchas cosas notables, adem¨¢s del Museo Diocesano, a los paisanos les gusta se?alar la tumba (siempre con flores) del cardenal Vidal i Barraquer, el ¨²nico que no se pleg¨® a la idea de cruzada con la que Franco quiso lavar su infamia. En el claustro, los turistas buscan el capitel rom¨¢nico en el que un gato maniatado es arrastrado por ratones, f¨¢bula oriental llegada a trav¨¦s de Grecia que tal vez simbolice el sue?o universal de los d¨¦biles.
13.00 ¡®Garum¡¯ y romesco
Las calles que envuelven a la catedral y a la antigua Juder¨ªa est¨¢n llenas de tiendas donde se ofrecen los frutos de la tierra, desde cal?ots frescos (cuando es tiempo) hasta la salsa romesco. Pero el gran escaparate nos aguarda en el mercado municipal (8), obra modernista de Josep Maria Pujol. Restaurado hace unos meses, se ha convertido en sitio para el aperitivo en puestos exquisitos. Se puede comer all¨ª o en locales cercanos a veces embutidos en ruinas romanas, medievales o vaya usted a saber. Como Les Coques (9) (Sant Lloren?, 15), donde antes estuvo el desaparecido Caf¨¦ Poetes, en el que el poeta Jaume Vidal y la escritora Maria Aur¨¨lia Capmany crearon una especie de corte literaria y art¨ªstica. Algunos de esos restaurantes participan en la campa?a Tarraco a Taula, proponiendo manjares de estirpe romana, como Entrecopes y Degvsta (10) (ambos en la calle dels Cavallers). Junto a la catedral, Quim Quima (11) (calle de les Coques, 1) ofrece cocina catalana de autor.
16.00 Mirador al Mediterr¨¢neo
¡°Tocar hierro¡± es en la jerga local llegar hasta la barandilla de Ram¨®n Salas que cierra el Balc¨®n del Mediterr¨¢neo (12), el mirador donde acaba la Rambla Nova, llena en su ¨²ltimo tramo de casas modernistas; entre ellas, la del propio Ram¨®n Salas. Bajo el balc¨®n se extiende la playa del Miracle, seguida por otras ocho tan urbanas como ella, pues a todas se puede llegar caminando. En direcci¨®n opuesta a las playas est¨¢ el puerto y el barrio marinero de El Serrallo (13), donde tambi¨¦n abundan locales y terrazas. El Museo del Puerto (14), en un viejo almac¨¦n, narra la biograf¨ªa marinera de Tarragona. Desde el puerto es posible salir de excursi¨®n al mar con los ni?os, incluso comer o cenar a bordo (Tarragona Blau, Nani¡¯s Boat).
18.00 Mir¨® y las Torres Gemelas
Aunque alejada del centro, no se puede omitir la visita a la Necr¨®polis Paleocristiana (15) y su museo. Est¨¢ pegada a la antigua Tabacalera, un conjunto de naves con el que no se sabe a¨²n qu¨¦ hacer, aunque se habl¨® de trasladar all¨ª el Museo Arqueol¨®gico. Otro museo imprescindible, este muy c¨¦ntrico (Santa Anna, 8), es el de Arte Moderno (16). Entre otras razones, por el tapiz con que Joan Mir¨® pag¨® al doctor Rafael Orozco, quien atendi¨® a la hija del artista tras un accidente. Adem¨¢s se proyecta la creaci¨®n, paso a paso, de otro tapiz gigante de Mir¨®, tejido en La Farinera en 1974 y destinado a las Torres Gemelas de Nueva York. All¨ª desapareci¨® el nefasto 11-S.
20.00 El Teatro Metropol
La movida juvenil y el ambiente general se funden en plazas como la del Forum (17) o la de la Font (18); animaci¨®n en la Rambla, y tambi¨¦n en El Serrallo. M¨²sica en vivo, en Stone, El Cau, Zero o La Cantonada. Si se quiere teatro o cine, el Teatro Metropol (19), en la Rambla, obra modernista de Josep Maria Jujol, es referencia obligada. Tambi¨¦n los espect¨¢culos de Tarragona Historia Viva, que se desarrollan cada verano en escenarios tan evocadores como el Pretorio, las c¨¢veas del circo, el anfiteatro, los museos y otros puntos de la ciudad.
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