Hamburgo, escapada perfecta
Entregada a la m¨²sica, al mar y a sus canales, la ciudad alemana presume de aquitectura, gastronom¨ªa, los primeros Beatles y de su animada marcha nocturna
Todo el que ha estado puede confirmarlo: Hamburgo es una de las ciudades con m¨¢s personalidad de Alemania. Espont¨¢nea, marcada por su ambiente mar¨ªtimo, todo aqu¨ª est¨¢ cerca del agua: ubicada en torno a dos lagos, Hamburgo est¨¢ atravesada por tres r¨ªos (Elba, Alster y Blle) y un mont¨®n de estrechos canales llamados fleete.
Pero sobre todo es una ciudad abierta acostumbrada desde hace siglos a ver pasar gentes, tendencias e ideas por sus calles. Tambi¨¦n ha sido siempre uno de los grandes motores del comercio mundial y ni la II Guerra Mundial y sus bombardeos pudieron con ella: se levant¨® de sus cenizas y hoy es una ciudad rica y din¨¢mica, que vive de su puerto, el m¨¢s grande de Alemania.
1 Hamburgo y la m¨²sica
El animado esp¨ªritu de esta ciudad alemana se refleja es un escena musical. Todos los d¨ªas de la semana se puede escuchar buena m¨²sica en directo. Bandas importantes y tambi¨¦n desconocidas, en locales diminutos donde tal vez se est¨¦n estrenando los artistas que triunfar¨¢n en los pr¨®ximos a?os. Una de las muestras de este fervor musical hamburgu¨¦s es el famoso Fischmarkt, el mercado de pescado de los domingos en el barrio de St. Pauli, que durante el verano se celebra entre las 5.00 y las 9.30 de la ma?ana. Junto a los puestos, el remodelado edificio de la antigua lonja de pescado (Fischauktionshalle) acoge conciertos que llegan a reunir, entre trasnochadores y madrugadores, a unas 70.000 personas para escuchar m¨²sica en directo al amanecer.
Pero el s¨ªmbolo de la apuesta por la m¨²sica de esta ciudad es la Filarm¨®nica del Elba (Elbphilharmonie), inaugurada en 2017, un espectacular auditorio proyectado por los arquitectos Herzog y de Meuron que se eleva sobre las aguas del r¨ªo. La posibilidad de escuchar a Wagner interpretado por la famosa orquesta de la Filarm¨®nica del Elba en el Gran Sal¨®n, con capacidad para 2.100 espectadores, ha hecho olvidar ya los retrasos y sobrecostes del proyecto. Pero no solo se escucha m¨²sica cl¨¢sica en su interior: el programa incluye propuestas que van desde el jazz experimental hasta un original karaoke con respaldo de una orquesta en directo. Al margen de los grandes escenarios como el Elbi, hay referencias interesantes por toda la ciudad, incluidos bares y locales populares como Fabrik o Knust.
2 Hamburgo y la historia
Altstadt, el centro de la antigua Hamburgo, en realidad no es tan antiguo; en su mayor¨ªa fue reconstruido tras la II Guerra Mundial. Eso s¨ª, se hizo con gran minuciosidad para que no perdiera su esencia y su encanto. Aqu¨ª, en Altstadt, est¨¢n las instituciones municipales y comerciales m¨¢s importantes de la ciudad, y se puede revivir el ambiente de los tiempos de la Hansa, cuando junto a sus canales se elevaban residencias y almacenes de los adinerados comerciantes. Reflejo de esta ¨¦poca es el Ayuntamiento, barroco, uno de los m¨¢s ostentosos de Europa, famoso por el sal¨®n del Emperador y el Gran Sal¨®n. Tambi¨¦n podemos hacernos una idea del viejo Hamburgo en Deichstrasse, una calle donde se conservan algunas casas del siglo XVIII que sobrevivieron al gran incendio de 1842 (en su mayor¨ªa reconvertidas en restaurantes), y que recuerdan c¨®mo era el antiguo barrio de mercaderes y su viejo canal.
La nota moderna la pone el Chilehaus, uno de los edificios m¨¢s hermosos de Hamburgo, en el nuevo distrito de la Kontorhaus, edificio de ladrillo color caf¨¦ construido en 1924 que recuerda a un trasatl¨¢ntico: sus singulares muros curvos convergen en una forma que recuerda a la proa de un barco y balcones parecen cubiertas. Es uno de los ejemplos m¨¢s importantes de la arquitectura expresionista alemana y patrimonio mundial. Junto a ¨¦l se levantan otros edificios de estilo g¨®tico b¨¢ltico (backsteingotik), y que dieron forma a uno de los primeros complejos de oficinas de Europa.
La Neustadt se une con la Altstadt en el lujoso marco del lago Binnenalster. El tono de este barrio nuevo lo marcan los elegantes soportales de estilo renacentista de la Alsterarkaden, con sus sofisticadas tiendas y caf¨¦s, junto al canal Alsterfleet. Es en esta zona de la ciudad donde se encuentra uno de los iconos de Hambugo la iglesia de St. Michael, uno de los templos protestantes m¨¢s grande del norte de Alemania. Desde su torre se disfrutan vistas magn¨ªficas de la ciudad y sus canales. La otra gran panor¨¢mica es la de Mahnmal St-Nicolai, que en su momento ¨Ca finales del siglo XIX¨C presumi¨® de ser el edificio m¨¢s alto del mundo. Qued¨® pr¨¢cticamente destruido tras la guerra, pero ahora est¨¢ reconstruida y un ascensor de cristal sube hasta el mirador de la aguja superviviente para disfrutar de unas magn¨ªficas vistas. No muy lejos, se puede echar un vistazo a las Krameramtswohnungen, t¨ªpicas casas con entramado de vigas de madera del siglo XVIII, que durante casi dos siglos fueron residencia de beneficencia para las viudas de los peque?os comerciantes. Hoy las ocupan tiendas y restaurantes y tambi¨¦n un peque?o museo para quien tenga curiosidad sobre su historia.
3 A orillas del Elba
Los edificios de ladrillo rojo y siete plantas de altura que bordean el archipi¨¦lago de la Spelcherstadt son otro de los s¨ªmbolos de Hamburgo: uno de los mayores complejos de almacenes continuos del mundo, cuyos gabletes neog¨®ticos y tejados de cobre se reflejan en las aguad de los angostos canales de esta zona del puerto, donde encontramos amarrados barcos hist¨®ricos. Cuando Hamburgo entr¨® en la Federaci¨®n Aduanera Alemana tras su adhesi¨®n al Segundo Reich en 1871, fue necesario construir un puerto franco aparte, y para ello se derrib¨® un barrio m¨¢s antiguo. Afortunadamente, la resultante Speicherstadt no fue destruida por los aliados durante la II Guerra Mundial, y actualmente se funde con una de las zonas residenciales m¨¢s grandes del continente, la HafenCity, ¨¢rea abandonada durante mucho tiempo que se est¨¢ revitalizando para albergar restaurantes, tiendas, pisos, oficinas y escuelas. Incluye dos museos para quienes gusten de cosas diferentes: el Museo Mar¨ªtimo Internacional, que ocupa las 10 plantas de un antiguo almac¨¦n, y explora el pasado y futuro mar¨ªtimo de Hamburgo a trav¨¦s de una gran colecci¨®n de tesoros na¨²ticos (26.000 modelos de barcos, 50.000 planos de construcci¨®n, 5.000 ilustraciones, 20.000 pel¨ªculas, 1,5 millones de fotograf¨ªas). El segundo museo es el Miniatur Wunderland, un enorme mundo en miniatura, que reproduce con una precisi¨®n incre¨ªble, desde Venecia y sus canales, hasta escenarios naturales como el Gran Ca?¨®n o el aeropuerto m¨¢s peque?o del mundo, bautizado como Knuffingen, e inspirado en el de la propia ciudad de Hamburgo.
4 Un vistazo al puerto
Quiz¨¢ contemplar el traj¨ªn cotidiano de un puerto comercial no resulte demasiado atractivo a primera vista, salvo que nos asomemos al de Hamburgo, que recibe m¨¢s de 12.000 barcos cada a?o y ocupa 75 kil¨®metros cuadrados. Para disfrutar de esta impresionante panor¨¢mica podemos subir las escaleras situadas sobre la estaci¨®n de metro del?Landungsbr¨¹cken hasta un mirador de piedra. Tambi¨¦n hay cruceros que recorren el r¨ªo Elba, y el puerto, desde el muelle de Landungsbr¨¹cken. M¨¢s tranquilas son las vistas desde el velero Rickmer Rickmers, del siglo XIX, reconvertido en un barco museo con un restaurante en la cubierta y bonitas vistas del puerto.
5 De marcha por St. Pauli
Incluso quienes nunca visitar¨ªan una zona as¨ª en su ciudad de origen suelen escaparse a Reeperbahn, el barrio rojo de Hamburgo, en St. Pauli. A pesar de su fama, y de que el famoso centro Herberstrasse ¨Cun enorme burdel que ocupa toda una manzana¨C sigue abierto, la industria del sexo ha disminuido mucho y St. Pauli es actualmente una zona para salir de marcha los fines de semana, con discotecas, bares alternativos y teatros de musicales, algunos de ellos (los mejores) escondidos en las callejuelas m¨¢s alejadas de los neones.
St. Pauli tambi¨¦n acoge locales m¨ªticos de m¨²sica en directo, como el Golden Pudel Club, regentado por la legendaria banda punk Die Goldenen Zitronen en una antigua prisi¨®n de contrabandistas del siglo XIX, que cada noche se llena gracias a su ambiente contracultural y las bandas en cartel. El Amphore, de aires indies, tiene terraza exterior y vistas al Elba; el Molotow sigue siendo un cl¨¢sico y el Hafenklang, en una de las grandes naves del puerto reconvertidas en lugar de encuentro para DJ y grupos consolidados y emergentes, organiza fiestas y sesiones de clubbing.
Referencia imprescindible en St. Pauli es el Kaisarkeller, a cuyo escenario se subieron unos jovenc¨ªsimos (y a¨²n desconocidos) Beatles en la d¨¦cada de 1960, pero hay muchas m¨¢s referencias interesantes en el barrio. En Scanzenvierte, al norte, muchos acuden a descubrir nuevas bandas al ya citado Fabrik, los grupos indies prefieren el Knust, instalado en un antiguo matadero de cerdos, y mientras el Astra Stube mezcla ritmos indies, punks o new wave bajo las v¨ªas del tren.
6 Ins¨®litos bares de playa
Pasando del traj¨ªn de su puerto o de su famoso clima lluvioso, los hamburgueses han demostrado ser emprendedores para conseguir tener playa: han construido algunos rinconcitos de playa a orillas del Elba, donde disfrutan de la cerveza en la arena, llueva o luzca el sol. El primer bar de playa de Hamburgo fue el Strandperle y sigue siendo parada obligada por su buena cerveza y sus hamburguesas. Aqu¨ª se mezclan personas de edades y clases distintas para enterrar sus pies en la arena, sobre todo al atardecer, mientras enormes cargueros pasan por delante. Otro lugar de cita es el StrandPauli, una franja de arena con vistas a los ajetreados muelles, que las noches de martes se viste de tango.
7 Con los Beatles en Hamburgo
En verano de 1960 una banda novata de Liverpool consigui¨® una actuaci¨®n pagada en Hambugo, si consegu¨ªan un bater¨ªa. Tras una fren¨¦tica b¨²squeda, Pete Best se uni¨®n a John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Stuart Sutcliffe en agosto de ese a?o. Los Beatles se estrenaron en Grosse Friheit, en pleno barrio rojo, ante un p¨²blico no muy recomendable. Fueron 48 noches seguidas con sesiones de seis horas en las que el grupo puli¨® su estilo. Noche tras noche fueron atrayendo a multitudes, pero en noviembre Harrison fue deportado por ser menor de edad, mientras que McCartney y Best fueron arrestados por intento de incendio. Volvieron a Reino Unido, donde se anunciaron como ¡°Los Beatles, reci¨¦n llegados de Hamburgo¡±, e iniciaron el gran salto. Al a?o siguiente volvieron a Hamburgo e hicieron su primera grabaci¨®n profesional. Faltaba muy poco para convertirse en el fen¨®meno de masas que llegar¨ªan a ser. D¨¦cadas despu¨¦s, la pasi¨®n por los Beatles en la ciudad alemana contin¨²a y todav¨ªa se pueden ver testimonios de su ¨¦poca en Hamburgo en locales como el Indra Club, el primer local donde toc¨® el grupo, que ha vuelto a abrir con una programaci¨®n de conciertos casi cada noche. O el citado Kaiserkeller, el segundo club en el que tocaron, que sobrevive con muchos cambios. Tambi¨¦n de aquella ¨¦poca sobreviven el Gretel & Alfons, un caf¨¦ bar que abre hasta tarde y que ha cambiado poco desde la ¨¦poca en la que el entonces quinteto de Liverpool se desmadraba despu¨¦s de los conciertos, y el Star Club, una sala trascendental para los Beatles, inaugurada en 1962 pero reconstruida completamente tras un incendio, sin guardar nada de su encanto.
8 El origen de la hamburguesa
Como ciudad mar¨ªtima, el pescado en Hamburgo es fresco y bueno. Visitar el Fischmarkt, el famoso mercado de pescado dominical de St. Pauli, es una buena forma de comprobarlo. Funciona desde 1703 y sus estrellas indiscutibles son los escandalosos voceadores que pregonan su mercanc¨ªa a gritos. Adem¨¢s, hay bandas tocando versiones de antiguas canciones pop alemanas en el escenario ubicado en el rehabilitado edificio de la antigua lonja.
Pero el puerto de Hamburgo tambi¨¦n est¨¢ ligado a los or¨ªgenes de la hoy popular hamburguesa, que se remontan al tiempo de los t¨¢rtaros, en el siglo XII: estos colocaban la carne cruda entre la silla de montar y el lomo de su caballo para ablandarla, hasta que estaba lo suficientemente tierna para comerla. La costumbre se extendi¨® por Rusia y desde all¨ª lleg¨®, en el siglo XVII, por barco, el filete t¨¢rtaro, que los marineros comenzaron a llamar filete al estilo de Hamburgo. Estas porciones de carne picada salada, por lo general ligeramente ahumadas y mezcladas con miga de pan y cebolla, eran muy duraderas y resultaban un alimento ideal para las largas traves¨ªas por mar. Los emigrantes que llegaron desde Hamburgo a Estados Unidos siguieron prepar¨¢ndolas, pero ya en forma de bocadillo. En Hamburgo, como en toda Alemania, se siguen consumiendo actualmente al estilo de anta?o, as¨ª que para degustarlas no debemos pedir una hamburguesa; aqu¨ª se llaman frikadell, frikandelle o bulette, y son el alimento principal de los puestos de salchichas en las estaciones de trenes.
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