306 pelda?os y una reliquia en Chiang Mai
La ciudad, puerta de entrada al norte de Tailandia, cautiva con sus santuarios budistas, el animado Sunday Walking Street Market y una naturaleza exuberante
Desconectar, vida tranquila, comida sana, recuperar los sentidos, todos esos deseos que invocamos son f¨¢ciles de vivir en Tailandia. Por algo es uno de los principales destinos del turismo sostenible del mundo.
La ciudad dorada de Chiang Mai es la puerta de entrada a la regi¨®n norte de Tailandia, con una espectacu?lar diversidad ¨¦tnica y un ritmo de vida decelerado que poco tiene que ver con el de Bangkok (200.000 habitantes frente a los 10 millones de la capital). Parece que su propia fundaci¨®n marc¨® su devenir. Se proyect¨® como un poderoso basti¨®n que simbolizara una persona pac¨ªfica y pr¨®spera que vive en completa armon¨ªa con la naturaleza, y que se beneficia del entorno natural pero sin cambiarlo o dominarlo. Un lugar creado por el rey Mangrai en 1296 como capital permanente de su reci¨¦n ampliado reino de Lanna en un amplio y f¨¦rtil valle a orillas del serpenteante r¨ªo Ping, bajo la monta?a sagrada Doi Suthep, donde para las tribus locales moran los esp¨ªritus de sus antepasados. El monarca cont¨® con el apoyo de los aliados reinos vecinos de Sukhothai y Phayao para levantar en tan solo cuatro meses su centro pol¨ªtico, cultural y espiritual.
Pasados los siglos, esta ciudad rodeada por una muralla de ladrillo y un gran foso sigue siendo el ombligo religioso tai y un lugar de culto con sus cerca de 300 templos y escuelas budistas, la religi¨®n mayoritaria. En su centro monumental amurallado, patrimonio mundial, hay un constante ir y venir de monjes, peregrinos y viajeros que se entremezclan deambulando de templo en templo, rodeados de puestos de comida y artesan¨ªa que llenan de color, aromas y vida el coraz¨®n de la ciudad. Tambi¨¦n es el epicentro desde donde radiar y contratar todas las excursiones y experiencias posibles, de cursos de cocina a talleres artesanales y rutas por los bosques y plantaciones de t¨¦, o esos a veces discutibles acercamientos a la vida de los elefantes o a la diversidad de etnias que pueblan las monta?as cercanas.
La ciudad antigua
En Chiang Mai resulta imprescindible perderse caminando entre sus templos o wats. Destaca el Wat Chedi Luang, construido en 1441; una mole de ladrillo de 98 metros de altura y 54 de ancho que durante mucho tiempo fue el edificio m¨¢s alto de la ciudad. Se ha convertido en uno de los iconos del pa¨ªs en torno al que suelen deambular j¨®venes monjes de su escuela budista, dispuestos a hablar con los viajeros como disciplina de su aprendizaje. Tambi¨¦n merece una visita el Wat Phra Singh, fundado en 1345: es el templo m¨¢s grande y bullicioso, y guarda el buda m¨¢s venerado de la regi¨®n. El m¨¢s antiguo es el Wat Chiang Man, de 1296, con una estupa flanqueada por 16 elefantes, el animal sagrado s¨ªmbolo de Tailandia. Mucho menos frecuentado es el cercano Wat Phan Tao (1864), una delicada joya de la arquitectura lanna en madera de teca.
Una calle con mucha vida
Sus paisajes, su gran patrimonio cultural, la riqueza ¨¦tnica y la gastronom¨ªa son sus mayores atractivos
Ratchadamnoen es la arteria principal de la zona vieja y aglutina buena parte de las propuestas para los viajeros. En fin de semana es peatonal por los animados Saturday Market y, sobre todo, el Sunday Walking Street Market. Es conocida tambi¨¦n por sus puestos de comida, entre los que destaca el gastrotemplo Wat Phan On, con sus mesas bajo las palmeras y puestos de artesan¨ªa y comida en torno a su estupa dorada. Se encuentran frutas frescas, en zumo o deshidratadas; todo tipo de productos de huerta, sopas, hatillos de hojas de loto con arroz, las tradicionales salchichas de cerdo, ranas a la brasa o insectos y gusanos fritos. Esta animada calle arranca en Tha Phae Gate, la puerta oeste, principal acceso a la antigua ciudad, el cl¨¢sico punto de encuentro y donde se celebran buena parte de los eventos locales.
La circunvalaci¨®n que flanquea la muralla y el canal que rodean la ciudad es un autentico anillo de vida; cuenta con el gran despliegue de farmacias y tiendas de cosm¨¦tica que venden ung¨¹entos e insecticidas o los preciados aceites para masaje, adem¨¢s de una bater¨ªa de bares y locales que animan las noches.
Fuera de las murallas
Tras el recinto antiguo se despliega la urbe m¨¢s cosmopolita que condensa la actividad administrativa del norte aderezada con el siempre ajetreado y sonoro tr¨¢fico asi¨¢tico. Calles en las que se agolpan peque?as tiendas, almacenes, talleres artesanales de sedas, paraguas o muebles, adem¨¢s de los nuevos centros comerciales y el reciente auge industrial. Sin olvidar los mercados de agricultores: Chiang Mai es el centro de la agricultura ecol¨®gica nacional, pues estamos en plena zona del Royal Project, un sello de calidad y distintivo del pa¨ªs que miman con orgullo. El centro comercial m¨¢s antiguo y concurrido es Warorot Market, con cientos de puestos rebosantes de todo tipo de productos gastron¨®micos frescos y cocinados, medicinales y flores.
El Wat Phra That Doi Suthep es uno de los centros de peregrinaci¨®n m¨¢s importantes de Tailandia
La monta?a Doi Suthep
A unos 12 kil¨®metros del centro de la ciudad y encaramado en la cima de la monta?a que le da nombre, el templo Wat Phra That Doi Suthep, de 1383, es uno de los centros de peregrinaci¨®n m¨¢s importantes de Tailandia y un mirador extraordinario sobre el amplio valle. En ¨¦l se palpa el recogimiento de los devotos que oran portando inciensos y flores de loto rodeando la chedi (estupa) dorada que cobija la preciada reliquia de la clav¨ªcula derecha de Buda. La tradici¨®n marca ascender la escalinata de 306 pelda?os custodiada por nagas, dos grandes serpientes mitol¨®gicas que se abren paso en el bosque. Aunque tambi¨¦n hay una cabina cremallera que llega hasta el templo.
Por la otra ladera se extienden los jardines del Bhubing Palace o Palacio Real de Invierno, el lugar preferido del venerado rey Bhumibol ¡ªpadre del actual monarca, Rama X¡ª, donde se retiraba a meditar y a descansar, y donde gest¨® a mediados de siglo pasado los Proyectos Reales, iniciativas de desarrollo rural y de bienestar social para ayudar a los m¨¢s desfavorecidos. Es imposible hablar de las Tierras Altas y no mencionar esta labor refrendada en 2006 por Naciones Unidas con el primer premio del desarrollo sostenible por su extraordinaria contribuci¨®n al desarrollo humano. Potenci¨® precisamente la agricultura que tanto sella el paisaje y gastronom¨ªa de la zona, el turismo de naturaleza y el comunitario para dar a conocer la diversificaci¨®n de las culturas de las monta?as y elevar los est¨¢ndares de la vida rural.
La exuberancia de sus paisajes, su gran patrimonio cultural, la riqueza ¨¦tnica que lo colman de historias ancestrales y una gastronom¨ªa que despierta admiraci¨®n en todo el mundo son las mejores bazas de Chiang Mai.
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