Las Palmas del joven Gald¨®s
De la casa museo en el barrio de Triana al teatro que hoy lleva su nombre, los escenarios de la ciudad grancanaria donde naci¨® el novelista

Por unas calles empedradas y polvorientas, en las que lentamente crec¨ªan centros de cultura, educaci¨®n y progreso, corr¨ªa y jugaba Benito. Iba de su casa en el n¨²mero 6 de la calle del Cano, en el barrio de Triana de Las Palmas de Gran Canaria, hasta el Muelle Viejo. En la orillera ermita de San Telmo contemplaba los exvotos en forma de barquitos que colgaban en su interior. Desde este puerto zarp¨® en 1862 rumbo a Madrid, haciendo escala en Tenerife y C¨¢diz, a estudiar leyes y acabar siendo novelista. Un viaje de dos semanas que hizo cinco veces en su vida.
Diecinueve a?os pas¨® Benito P¨¦rez Gald¨®s (1843-1920) en Las Palmas. Entonces una ciudad encerrada en una muralla, decimon¨®nica, m¨¢s p¨ªa que culta e iluminada por antorchas y faroles de aceite. Sus 15.000 habitantes se repart¨ªan entre dos barrios intramuros: Triana, comercial y moderno, y Vegueta, se?orial y antiguo. Ambos separados por el barranco de Guiniguada, por el que corr¨ªa el agua procedente de las cumbres grancanarias hacia el Atl¨¢ntico, y comunicados por los puentes de Piedra y de Palo. En aquella urbe aislada, repleta de conventos y de sociedad conservadora, se crio y se form¨®.

Los primeros pobladores del barrio de Triana fueron andaluces procedentes del trianero barrio sevillano, del que adoptaron su nombre por nostalgia. A partir del siglo XX lo habitaron comerciantes ingleses e indios. Antes de que llegasen estos ¨²ltimos se instal¨® la familia P¨¦rez Gald¨®s en una casona de arquitectura tradicional urbana canaria del siglo XVIII. En vez de timbre, un carrill¨®n anunciaba las visitas, que acced¨ªan a un patio previo paso por un estrecho zagu¨¢n. En torno al patio interior estaban la cocina, el horno y la despensa, y en el centro hab¨ªa una palmera y un pozo. Una vivienda de tres alturas con espacio suficiente para los padres y los nueve hermanos de Benito. ?l, el d¨¦cimo, fue bautizado en la iglesia de San Francisco de Las Palmas, cuyo ta?ido de campanas se qued¨® grabado para siempre con unas palabras del novelista en la espada?a: ¡°Su son lo distinguir¨ªa entre cien que tocasen a un tiempo¡±. Un o¨ªdo m¨¢s fino que sus primeros dibujos, poemas y art¨ªculos period¨ªsticos firmados en el colegio de San Agust¨ªn. Ejercicios sat¨ªricos que se tradujeron en problemas con sus profesores y compa?eros. De camino al colegio vio c¨®mo avanzaban las obras de la catedral de Santa Ana, un templo inacabado que le inspir¨® para crear al palanquero del ¨®rgano protagonista del cuento Necrolog¨ªa de un prototipo.

Le cogi¨® el gusto a la pluma y el papel y volvi¨® a dibujar una tira sat¨ªrica, esta vez como protesta por la ubicaci¨®n del nuevo teatro Tirso de Molina, en Bocabarranco. A orillas del oc¨¦ano, el ruido de las olas al romper contra los guijarros de la playa engullir¨ªa las voces de los artistas. Finalmente, las autoridades municipales levantaron un muro de contenci¨®n y quitaron los tinglados de pescado de la zona. Tiempo despu¨¦s, en ese mismo emplazamiento se interpret¨® su obra Electra ¡ªque escandaliz¨® a la Iglesia¡ª y fue rebautizado como teatro P¨¦rez Gald¨®s.
Escribir como testigo de lo que ve¨ªa en la calle le acarre¨® enemigos, pero no aminor¨® el ritmo de su escritura. El prol¨ªfico autor firm¨® m¨¢s de 100 obras (Marianela, Do?a Perfecta, Fortunata y Jacinta, los Episodios Nacionales¡), que le convierten en uno de los novelistas espa?oles m¨¢s importantes, a pesar de quedarse a las puertas del Premio Nobel de Literatura en 1915.

Un callejero muy literario
En este a?o del centenario de su muerte, el centro de los actos conmemorativos es Madrid, donde muri¨® y escribi¨® su obra principal. En su ciudad natal se celebraron varias exposiciones a principios de a?o, y en septiembre se inaugur¨® en su casa museo la muestra P¨¦rez Gald¨®s. La verdad humana, aplazada en abril por la pandemia (hasta el 15 de diciembre; casamuseoperezgaldos.com). Pero Las Palmas le honra a diario. Sus novelas y personajes dan nombre a las calles de la barriada de Schamann; un suburbio precedido por el parque de Don Benito P¨¦rez Gald¨®s. En lugar de grafitis, unas lonas cubren las fachadas de cuatro edificios con ilustraciones de Federico Viera, Marianela, el Abuelo y el propio novelista. Las Palmas no olvida a su vecino, igual que ¨¦l ech¨® tanto de menos a su ciudad que se llev¨® consigo un saquito de tierra volc¨¢nica para su casa de Madrid y su finca de Santander.
Madrid le proporcion¨® a Gald¨®s un personaje, Las Palmas hizo de su casa un museo. En la fachada hay unas palabras del autor: ¡°?Que de d¨®nde soy? Hombre, si eso todo el mundo lo sabe: de Las Palmas¡±. Dentro hay un retrato pintado por Joaqu¨ªn Sorolla, los manuscritos de Marianela y Nazar¨ªn, su piano; escritos, dibujos y fotos; muebles dise?ados por ¨¦l mismo, galeradas o traducciones de sus obras al japon¨¦s, al chino y al ruso. Tambi¨¦n el epistolario galdosiano, que aporta detalles de su vida, obra y del contexto social, pol¨ªtico y literario de la ¨¦poca. De las cartas entre Gald¨®s y Emilia Pardo Baz¨¢n, colega y amante, solo quedan las que le envi¨® la gallega. La editorial Turner las ha recopilado en un libro, Miqui?o m¨ªo. Cartas a Gald¨®s, y narran el inicio de una relaci¨®n que pas¨® de la amistad al romance para acabar como arranc¨®. ?l nunca se cas¨®, aunque s¨ª reconoci¨® a una hija, Mar¨ªa, fruto de su relaci¨®n con Lorenza Cobi¨¢n. Con menos dinero del que se esperaba en un novelista de su val¨ªa y con el volumen de su obra, y ya ciego ¡ªdict¨® para acabar los Episodios Nacionales¡ª, muri¨® en Madrid en 1920, rodeado del calor popular.
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