Galicia en 11 castros que miran al mar
Del imponente Santa Trega al escenogr¨¢fico Baro?a, con una parada en el yacimiento de O Castro, en la ciudad de Vigo. Lugares que sacan al arque¨®logo que llevamos dentro
Galicia no se entiende sin el oc¨¦ano, es su cultura mar¨ªtima lo primero que seduce al viajero. Y no hay lectura m¨¢s escenogr¨¢fica de su historia que los castros de la Edad del Hierro que salpican sus 1.498 kil¨®metros de litoral. Gran parte de las aldeas gallegas se levantan sobre castros; los costeros, ubicados en promontorios y pen¨ªnsulas de ¨®ptimas condiciones defensivas. Nos detenemos en 11 castros aislados en el paisaje, dotados con fosos y murallas, que hablan de civilizaciones, de cultos, de modos de vida galaicos que sirvieron de punto de convergencia cultural. Una apelaci¨®n a ese arque¨®logo que llevamos dentro. Adem¨¢s, visit¨¢ndolos promovemos su estudio y conservaci¨®n.
Santa Trega, la protociudad
A Guarda (Pontevedra)
Este t¨®tem a 341 metros de altura otorga, como don concedido a muy pocos fachos (montes litorales), un dominio visual de 360 grados ¡ªsensacional al caer el sol¡ª sobre las riberas portuguesa y espa?ola, adem¨¢s del estuario del r¨ªo Mi?o. El de Santa Trega es, con 14 hect¨¢reas, uno de los castros m¨¢s dilatados del noroeste peninsular. Nada m¨¢s atravesar la muralla con el coche se comprueba la divisi¨®n compleja en barrios y el da?o que infringi¨® la carretera. Brais Curr¨¢s, arque¨®logo del CSIC, data lo visible ¡ªproducto de la uni¨®n de varios castros¡ª ¡°entre los siglos II y I antes de Cristo, en plena relaci¨®n comercial con Roma. Lo habitaron al menos 1.500 personas y su posici¨®n dominante es incuestionable.¡± A ambos lados, viviendas reconstruidas: la de la izquierda, junto a un petroglifo; la de la derecha, escoltando la puerta original. Subiendo, tras la curva, podemos aparcar y acercarnos al barrio de Mergelina, orientado hacia el Mi?o. L¨¢stima que la mayor¨ªa descubra por casualidad, camino de los aseos, el museo arqueol¨®gico, dise?ado como restaurante por Antonio Palacios en 1919 y en el que se exhiben c¨¦lticos trisqueles p¨¦treos y torques de oro. Subir al monte de Santa Trega cuesta 3 euros (coche con conductor) m¨¢s 1,50 euros por pasajero. Despu¨¦s de la visita, nos espera la marisquer¨ªa Trasmallo.
A Cabeci?a, fortificado y con encanto
Oia (Pontevedra)
Los lugares so?ados deber¨ªan descubrirse siempre as¨ª, de s¨²bito, a la salida de un bosque. Se trata de una aldea fortificada que domina un tramo poco conocido de costa baja y pedregosa. Su ocupaci¨®n recorre la historia del Baixo Mi?o desde el VIII antes de Cristo al siglo I, y pese a estar excavado y cubierto con tierra, deja entrever su topograf¨ªa escalonada circundada de murallas. A la izquierda, los petroglifos muestran una avariciosa inclinaci¨®n a ocupar con semic¨ªrculos conc¨¦ntricos todo el espacio disponible en dos lajas, apreciables mejor al amanecer y al decaer la tarde. Frente al camping O Mui?o arranca la subida; luego hay que embocar la primera pista a la derecha. De A Cabeci?a a las pozas de Moug¨¢s se tarda una media hora caminando por la Ruta M¨¢gica de Oia. Y hasta que se retomen las visitas del Real Monasterio de Oia ¡ªprevisto para mediados del pr¨®ximo mes de junio¡ª, puede verse la iglesia, de 17.00 a 18.00. Para finalizar la jornada, podremos pernoctar muy cerca, en Casa Puertas.
Mui?o do Vento y O Castro,?entorno urbano
Vigo (Pontevedra)
No todos los castros gallegos se enmarcan en el silencio. El diminuto Mui?o do Vento se apoya en el Museo do Mar de Galicia, el mejor espejo para conocer la cultura marinera del Atl¨¢ntico, empezando por uno de los contados submarinos del siglo XIX. Conserva las casas y los tres betilos (piedras hincadas) del santuario p¨²nico, lugar de encuentro entre ind¨ªgenas y mercaderes. Una pista gastron¨®mica tras la visita: quien prueba en la cercana playa de Canido el Mes¨®n do Marisco repite.
Por el centro de Vigo, en el n¨²mero 16 de la calle del Cronista Xos¨¦ M. ?lvarez Bl¨¢zquez, se pueden conocer las viviendas recreadas, de notable punto did¨¢ctico, en O Castro, yacimiento situado a los pies del monte hom¨®nimo y con visitas guiadas de martes a s¨¢bados (reservas, +34 986 81 02 60). Es muy recomendable acabar en el castillo de la cima para contemplar la bocana de la r¨ªa viguesa.
Facho de Don¨®n, un santuario en ruinas
Cangas do Morrazo (Pontevedra)
La garita del siglo XVIII que se alcanza junto al yacimiento tras 20 minutos de ascensi¨®n algo fatigosa permite complacerse con dos mundos. Uno, los acantilados de Soavela, alineados con las islas C¨ªes. Detr¨¢s, una arquitectura castre?a fechada entre los siglos II antes de Cristo y I, y adaptada a una orograf¨ªa abrupta que alberg¨® el santuario del dios Lar Berobreus, una de las divinidades ind¨ªgenas que m¨¢s altares votivos ha dado en toda la Europa atl¨¢ntica. Jos¨¦ Su¨¢rez, director cient¨ªfico de la excavaci¨®n, hace hincapi¨¦ en la funci¨®n sacra del lugar tras el hallazgo de un cuchillo sacrificial: ¡°No solo en la ¨¦poca romana, cuando se impetraba salud a los dioses; tambi¨¦n sirvi¨® de santuario con anterioridad, como denotan tanto su exposici¨®n a los huracanes a 184 metros de altitud como la planta de algunas edificaciones ¡ªtrapezoidal, oblonga¡¡ª ajena a la circularidad caracter¨ªstica en las viviendas castre?as¡±. El sol rojizo es el espect¨¢culo final que no hay que perderse, tomando luego unas tapas en A Caracola o disfrutando en la c¨²pula-spa de la casa r¨²stica O Facho (+34 675 26 84 98).
A Lanzada, un emporio comercial
Sanxenxo (Pontevedra)
De la ermita y la torre medieval de A Lanzada muchos regresan sin reparar en el recinto que oculta el talud arenoso. Hablamos del castro cuyos restos mejor testimonian las conexiones con el Mediterr¨¢neo, en especial con Gades (C¨¢diz): ¨¢nforas p¨²nicas, vasijas, cuentas de pasta v¨ªtrea¡ Cerca de 1.400 a?os de actividad mercantil, entre los siglos III antes de Cristo y V. Aparte de las estructuras, llama la atenci¨®n la necr¨®polis con 2.000 a?os de antig¨¹edad, en la que se hallaron 13 beb¨¦s, enigma que despert¨® el inter¨¦s del programa Cuarto milenio. El chiringuito de la cercana playa de Foxos nunca falla en las puestas de sol, no lejos de los eco?eficientes apartamentos Mardesia. A un kil¨®metro del castro comienza la playa de La Lanzada propiamente dicha.
Castros de Neix¨®n, metalurgia en la r¨ªa
Boiro (A Coru?a)
Este recinto ocupa una verde pen¨ªnsula rodeada de ese mar interior que es la r¨ªa de Arosa. El castro Peque?o, remetido en la orilla, conserva restos de seis caba?as de piedra y fue abandonado hacia el siglo IV antes de Cristo, momento en que surgi¨® el castro Grande, habitado hasta la ¨¦poca tardorromana. Se han localizado adem¨¢s una zona de actividad metal¨²rgica y vestigios de comercio con el Mediterr¨¢neo. En el Centro Arqueol¨®xico do Barbanza, muy pr¨®ximo al hotel rural Neix¨®n, informan sobre cultura castre?a, megalitismo y arte rupestre en la comarca del Barbanza. Si deseamos seguir la impronta cultural en Rianxo, haremos bien en tomar la pasarela que salva el brazo de mar que une la playa de la Torre y el Castelo da L¨²a, yacimiento bien excavado y explicado.
A Cid¨¢, cerca de la gran duna
Ribeira (A Coru?a)
Que lo corone un v¨¦rtice geod¨¦sico, a 209 metros de altitud, garantiza maravillas visuales que, en especial al atardecer (y bien abrigados), abarcan el parque natural de Corrubedo, con su duna gigante, y la isla de S¨¢lvora que parece tocarse con los dedos. Su dataci¨®n es plenamente ind¨ªgena ¡ªentre los siglos VII y V a. de C.¡ª, sin haberse observado signos de romanizaci¨®n. Contamos 15 caba?as, circulares y oblongas, defendidas por una contundente muralla, en fase de intervenci¨®n. El coche se deja junto el pe?asco-mirador apodado Cuernos de Buey, que tras ser despedazado en el siglo XX tom¨® forma de rana, la actual Pedra da Ra. Se conciertan visitas en ¨¦poca estival. En Corrubedo podemos establecer un maridaje entre el restaurante Benboa y la pensi¨®n Sursum Corda.
Baro?a, fortificaci¨®n camuflada
Porto do Son (A Coru?a)
Hay castros que nada m¨¢s verlos se convierten en espacios m¨ªticos. Es el caso de Baro?a, dominador de la entrada sur de la r¨ªa de Muros y Noia. ¡°Es la foto de la Edad del Hierro en el mundo mar¨ªtimo peninsular, reconocible en todo el mundo¡±, apostilla Tito Concheiro, responsable de las excavaciones desde 1994. A este escenario natural deslumbrante se llega a pie por la antigua pista de carros que parte junto al punto de informaci¨®n (visitas guiadas en verano), desembocando en un promontorio conectado por un istmo de arena. Apenas se distingue la fortificaci¨®n de lo bien camuflada que est¨¢, incluso vista desde el mar. Fundado en el siglo III antes de Cristo, fue abandonado bajo la dinast¨ªa Flavia (siglo I). ¡°La muralla, escalonada hacia el exterior y reforzada con un segundo pa?o, brinda un aspecto est¨¦tico cicl¨®peo. ?Qu¨¦ atesorar¨ªa tal despliegue de torreones y barbacanas?¡±, se pregunta Concheiro. Y eso que la erosi¨®n ha devorado el 65% de la superficie original.
Atravesando 25 viviendas, mayormente ovaladas, alcanzamos el ¨²ltimo de los recintos escalonados (quiz¨¢ plaza p¨²blica, acaso zona ritual), donde la vista emite una sensualidad paralizante, tanto del propio castro (tiene algo de maqueta) como del monte Louro y la playa de Area Maior, para¨ªso de tradici¨®n surfista y naturista. En cuanto el sol declina y la masa gran¨ªtica resplandece con colores ¨¢ureos, todo se llena de curiosos. Reservar el arroz con bogavante en el hotel Villa del Son.
Borneiro, envuelto en un verde intenso
Cabana de Berganti?os (A Coru?a)
Parece uno de esos castros como solo existen en los cuentos: en medio del bosque y pintado de un verde intenso. El coche se deja a tres kil¨®metros de la Costa da Morte, junto a la carretera, desde donde se sube al recinto habitado entre los siglos IV y I a. de C. Descargada la aplicaci¨®n A Cid¨¢ de Borneiro, nos recibe el barrio Entremurallas (lo m¨¢s llamativo), con restos de una sauna ritual e indicios de actividad metal¨²rgica. Con una m¨¢quina del tiempo ver¨ªamos expuestas las cabezas de los enemigos. La parte superior, habitacional y orientada a la r¨ªa de Corme y Laxe, se despliega como un tapiz buc¨®lico de 36 viviendas circulares (una mide seis metros de di¨¢metro) que parecen trazadas por un ge¨®metra. Quien va a Borneiro se apunta inexcusablemente a la visita guiada al as de oros de los d¨®lmenes espa?oles, el de Dombate. Interesante el apartotel Porto Cabana.
Punta dos Prados (Ortigueira) y Punta Sarridal (Cedeira), singulares y desconocidos
A Coru?a
La cultura del vapor, de ra¨ªz escandinava, cuenta en las R¨ªas Altas con dos exponentes castre?os en parajes de notable belleza y que, a fuerza de singulares, merecen conocerse. De ambos monumentos con horno se conserva el acceso enlosado, el vest¨ªbulo, el banco-vestuario, la piscina. Y lo m¨¢s singular: la piedra de entrada, horadada en la parte inferior, puesto que se acced¨ªa arrastrando la espalda y tomando impulso con las manos en una incisi¨®n del monolito, ¡°lo que sugiere un uso ritual, en modo alguno dom¨¦stico¡±, seg¨²n Emilio Ramil, socio de Axa Arqueolox¨ªa, quien excav¨® hace 35 a?os el castro de Punta dos Prados (siglos II y III), en Porto de Espasante. A¨²n conserva el canal de alimentaci¨®n. Espasante siempre fue centro gastron¨®mico, como atestigua el restaurante Planeta.
Tras su descubrimiento en 2017, Ramil excav¨® la sauna del castro de Punta Sarridal, en Cedeira, junto con la muralla y el foso, todo datado entre los siglos III y II antes de Cristo. El agua se calentaba introduciendo cantos rodados puestos al rojo. Muy cerca est¨¢ la baliza de entrada a la r¨ªa de Cedeira y el banco panor¨¢mico.
Fazouro, un castro anfibio
Foz (Lugo)
Toda la rasa costera cant¨¢brica est¨¢ tachonada de castros. El de Fazouro, con parada de tren a 400 metros de distancia, atrae en un escenario patentemente mar¨ªtimo. Al punto que el Cant¨¢brico lo hubiera socavado del todo (la mayor parte se lo han llevado las olas) de no ser por la fijaci¨®n de contrafuertes. De la Edad del Hierro quedan los fosos excavados en la roca viva del promontorio, de los que sobresalen cinco viviendas cuadrangulares de los siglos III y IV desde las que se siente el mar a pleno pulm¨®n. En la ¨¦poca galaico-romana el poblado estaba a prudente distancia del oleaje. Es buena idea pasear despu¨¦s por la playa de Arealonga antes de tomar el men¨² del d¨ªa (14 euros los fines de semana) en el restaurante O Descanso (+34 982 13 66 76).
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