La Candelaria, esencia colonial en la Bogot¨¢ m¨¢s aut¨¦ntica
El barrio donde se fund¨® la capital colombiana rebosa arte, historia y buena comida. Un colorido paseo para descubrirlo entre museos, restaurantes y tiendas que conectan pasado, presente y vanguardia
Bogot¨¢, la capital de Colombia, naci¨® en La Candelaria. El origen de este barrio lleno de encanto se remonta a los tiempos coloniales y a d¨ªa de hoy es un disfrute para los sentidos callejear entre museos, restaurantes y tiendas que conectan pasado, presente y vanguardia creativa. La Candelaria es la Bogot¨¢ detenida en el tiempo, con arte por doquier, en sus edificios hist¨®ricos y tambi¨¦n en sus museos. Sus calles empinadas ¨Calgunas empedradas, otras pavimentadas¨C, con nombres tan evocadores como Sola, Fatiga o Silencio, est¨¢n flanqueadas por casas con balcones por los que se asomaron algunos de los personajes hist¨®ricos m¨¢s importantes de Colombia. Aqu¨ª se agolpan los edificios m¨¢s representativos y algunas fachadas antiguas esconden locales m¨¢s o menos refinados, que conviven con los vendedores de artesan¨ªa en las esquinas.
Solo una vez recorrida La Candelaria estaremos en condiciones de visitar otros barrios menos tur¨ªsticos, como La Macarena, el alma bohemia de Bogot¨¢, o los distritos gastron¨®micos del norte: la Zona G, en Rosales, La Cabrera, El Nogal, Quinta Camacho o San Felipe. Pero eso ya es otro Bogot¨¢.
Monserrate, la ciudad desde lo alto
Antes de adentrarse en La Candelaria es recomendable abandonar el barrio por un rato y subir en funicular al cerro de Monserrate. Y mejor si es a primera hora. Desde all¨ª arriba, a 3.152 metros de altitud, se contempla buena parte de la ciudad, en plena reserva natural. Los cerros orientales ¨Cuna de las tres cordilleras que atraviesan Colombia¨C est¨¢n coronados por la iglesia de Monserrate, un templo blanco construido en 1650 para adorar a la virgen conocida como la Moreneta, que dio nombre a un monasterio convertido despu¨¦s en iglesia. La talla que se venera actualmente se trajo de Espa?a a comienzos del siglo XX, ya que la original desapareci¨® en una reforma.
A Monserrate se sube tambi¨¦n a pie o corriendo, algo que hacen cientos de deportistas que se entrenan a diario afrontando los 1.605 escalones de piedra (con algunos tramos para descansar) que llevan hasta la cima. Ver amanecer mientras se respira el aire puro y fresco de la monta?a ya es un privilegio. Pero los hay que suben caminando porque han hecho una promesa a la virgen. Mucho m¨¢s c¨®modo, sin duda, es el funicular (lunes a s¨¢bado, de 6.30 a 11.45; domingos de 5.30 a 18.00). Su inauguraci¨®n en 1929 fue todo un acontecimiento social en la ciudad. Aunque en 1964 se modernizaron los vagones y en el 2003 se redise?aron e hicieron m¨¢s c¨®modos, sigue teniendo un enorme encanto. El telef¨¦rico es otra opci¨®n (lunes a s¨¢bado, de 12.00 a 22.00; domingo, de 5.30 a 18.00). Se termin¨® de construir en 1955 y permite aprovechar la vista imponente que se tiene desde sus ventanales. En apenas cuatro minutos de recorrido se llega a la c¨²spide del cerro, donde hay puestos de recuerdos y de zumos naturales, peque?os restaurantes y ba?os p¨²blicos. El atardecer tambi¨¦n es espectacular.
Plaza de Bol¨ªvar, el coraz¨®n de Bogot¨¢
Con casi 14.000 metros cuadrados, este gigantesco espacio compite por ser una de las plazas m¨¢s grandes del continente americano. Lo que no hay duda es que es la explanada m¨¢s extensa de Bogot¨¢, pero tambi¨¦n la m¨¢s representativa, rodeada por edificios como la catedral y el Capitolio Nacional. En su d¨ªa, la plaza de Bol¨ªvar se llam¨® plaza Mayor, y luego de la Constituci¨®n, hasta llegar a su nombre actual, presidida por una estatua del libertador Sim¨®n Bol¨ªvar (1783-1830).
Hasta 1847 fue simplemente una plaza de mercado rodeada por casas coloniales. De hecho, la capilla del Sagrario, contigua a la catedral, todav¨ªa conserva el estilo arquitect¨®nico del siglo XVII. En su momento ten¨ªa una picota de madera en el centro donde se ejecutaban los castigos decretados por las autoridades coloniales. Luego fue reemplazada por una fuente que se conoc¨ªa como el mono de la pila y que hace que los bogotanos sigan diciendo: ¡°?Vaya a quejarse al mono de la pila!¡±.
Entre las fachadas que flanquean la plaza destaca la de la Catedral Primada de Colombia. El mismo d¨ªa que se fund¨® Bogot¨¢, el 6 de agosto de 1538, el religioso espa?ol fray Domingo de las Casas (1474-1566), defensor de los derechos de los ind¨ªgenas, dio en este lugar la primera misa oficial bajo una choza cubierta de paja. El actual templo se construy¨® a principios del siglo XIV y es monumento nacional. Justo al lado de la catedral est¨¢ el palacio arzobispal, tambi¨¦n conocido como palacio Cardenalicio y sede de la arquidi¨®cesis de Bogot¨¢. En otra esquina de la plaza, encontramos la instituci¨®n de ense?anza m¨¢s antigua de la ciudad, el Colegio Mayor de San Bartolom¨¦, fundado por los jesuitas en 1604 y que funciona desde entonces sin interrupci¨®n.
Sin salir del recinto a¨²n nos quedar¨ªa fijarnos en la llamada Casa del Florero, que ocupa actualmente el Museo de la Independencia. En su interior se recrea, entre otros, un hecho?fortuito que desencaden¨® la revuelta contra los espa?oles y encendi¨® la mecha de la independencia: el episodio es recordado como el florero de Llorente, porque el comerciante espa?ol Jos¨¦ Gonz¨¢lez Llorente se neg¨® a prestar un florero a los criollos, lo que desat¨® la ira del pueblo.
Y queda mucho por ver sin salir de este lugar: el Capitolio Nacional de Colombia, sede del Congreso de la Rep¨²blica, de estilo neocl¨¢sico, el palacio de Justicia y el palacio Li¨¦vano, sede del Ayuntamiento de Bogot¨¢, tambi¨¦n en estilo neorrenacentista franc¨¦s. En este edificio se construy¨® en 1842 el primer centro comercial de la ciudad, las galer¨ªas Arrumbla, pero se destruyeron en un incendio en 1900 y en sustituci¨®n se levant¨® el palacio.
Artesan¨ªas en el Pasaje Rivas
No muy lejos de la plaza de Bol¨ªvar encontramos una referencia imprescindible para bogotanos y paseantes: el Pasaje Rivas, que desde hace m¨¢s de cien a?os es el lugar perfecto para encontrar artesan¨ªa, manualidades y objetos de carpinter¨ªa. Esta joya cultural de la ciudad fue mandada construir en 1893 por Luis G. Rivas, un personaje ilustre de la escena cultural de aquella ¨¦poca que quer¨ªa que Bogot¨¢ tuviera un centro comercial al estilo parisino. Al pasaje se llega bajando por el lado sur del palacio Li¨¦vano (la calle del Divorcio) y en ¨¦l se encuentran productos de todo tipo: desde sillas y mesas hasta alcanc¨ªas de barro, mochilas y canastos, pocillos, vasos, elementos de dise?o o flores. Se puede simplemente curiosear o bien aprovechar para comprar alg¨²n recuerdo muy colombiano.
Arte, fuentes y cultura en el Chorro de Quevedo
Una parada llena de encanto en el paseo por el barrio es el Chorro de Quevedo, una peque?a plaza que fue el lugar en el que estableci¨® su guarnici¨®n militar Gonzalo Jim¨¦nez de Quesada (1509-1579) antes de fundar Bogot¨¢ en ese mismo lugar el 6 de agosto de 1538. Con anterioridad a ese momento hist¨®rico era el lugar desde donde el zipa, gobernador de los ind¨ªgenas muiscas, miraba los paisajes de la sabana. De ah¨ª el simbolismo de una plaza que debe su nombre al padre Quevedo, que instal¨® en ella una fuente p¨²blica de agua en 1832 a la que acud¨ªan los bogotanos. La fuente que hoy se ve es una recreaci¨®n de la original. La ermita de San Miguel de Pr¨ªncipe, en el mismo lugar, se construy¨® en 1969.
Muy cerca de all¨ª, varios espacios esc¨¦nicos muestran el ambiente art¨ªstico y creativo de la ciudad, como el Teatro La Candelaria, que no es un simple escenario, sino un lugar de investigaci¨®n y discusi¨®n teatral, instalado en una antigua casona. O el Teatro Libre de Bogot¨¢, en una llamativa casa que alberga una escuela de formaci¨®n de actores. Muy cerca tambi¨¦n est¨¢ el Teatro Col¨®n, fundado justo en el cuarto centenario del descubrimiento de Am¨¦rica, en 1892. El proyecto se encarg¨® a un arquitecto italiano y tiene algunos espacios especialmente atractivos y simb¨®licos, como el vest¨ªbulo. Este fue el escenario escogido para la firma de la paz entre el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las FARC en 2016.
M¨¢s moderno es el Espacio Ode¨®n, que hace m¨¢s de 40 a?os era el Teatro Ode¨®n, una de las salas de cine m¨¢s populares para los bogotanos. Despu¨¦s se convirti¨® en sede del Teatro Popular de Bogot¨¢ y desde 2011 es un escenario que ofrece todo tipo de actividades culturales.
Pero el edificio m¨¢s moderno es el Centro Cultural Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez, dise?ado por el m¨¢s importante arquitecto que ha dado Colombia, Rogelio Salmona. Naci¨® con el prop¨®sito de integrar la cultura mexicana en la colombiana y hoy presume de una variada oferta cultural, con dos paradas imprescindibles: la librer¨ªa del Fondo de Cultura Econ¨®mica y un caf¨¦ en el local de Juan Valdez, en el primer piso.
La manzana cultural del Banco de la Rep¨²blica
Tres de los m¨¢s importantes museos de la ciudad se reparten en una misma y c¨¦ntrica manzana, la que ocupa el edificio del Banco de la Rep¨²blica, dise?ado por el arquitecto Enrique Triana, Premio Nacional de Arquitectura por este proyecto. Bajo sus muros est¨¢n el Museo Botero, el de Arte Moderno Miguel Urrutia-MAMU y el Museo Casa de la Moneda. En los tres la entrada es gratuita y hay arte para todos los gustos. Desde 1957, el Banco de la Rep¨²blica comenz¨® a comprar obras de arte y hoy la colecci¨®n en su conjunto cuenta con m¨¢s de 6.000 piezas.
El museo dedicado a Fernando Botero (el artista pl¨¢stico m¨¢s famoso de Colombia) no est¨¢ dedicado tanto a su producci¨®n como a su fabuloso cat¨¢logo de obras de otros colegas de profesi¨®n. Porque Botero, adem¨¢s de un gran creador, es un entusiasta coleccionista. As¨ª, la muestra expone parte de su colecci¨®n, con obras de Picasso, Renoir, Monet, Dal¨ª o Giacometti, que conviven aqu¨ª junto a m¨¢s de un centenar de piezas del propio Botero.
El segundo de los museos, el MAMU, alberga una importante representaci¨®n del arte colombiano y de Latinoam¨¦rica. Hay salas temporales de exposiciones y una colecci¨®n permanente, y en su primer piso se encuentra un espacio llamado El Parqueadero, dedicado a la experimentaci¨®n art¨ªstica y a exposiciones de creadores emergentes, en forma de instalaciones, performances y videoarte.
Y, por ¨²ltimo, el Museo Casa de la Moneda: en este mismo lugar se fund¨® en el siglo XVII la primera Casa de la Moneda del Reino de la Nueva Granada, donde se produjeron tambi¨¦n las primeras monedas de oro. El patio interior se remonta a los tiempos virreinales.
En la misma manzana encontramos tambi¨¦n uno de los edificios m¨¢s singulares de Bogot¨¢: la biblioteca Luis ?ngel Arango, una de las m¨¢s grandes de Latinoam¨¦rica, con 45.000 metros cuadrados y m¨¢s de dos millones de libros, un lugar del que los bogotanos se sienten muy orgullosos. Inicialmente los libros se guardaban en el Banco de la Rep¨²blica, pero con las sucesivas donaciones a lo largo de los a?os se hizo necesaria una nueva sede. La actual se inaugur¨® en 1958. Los servicios propios de la biblioteca se completan con una gran sala de conciertos, otras dedicadas a exposiciones y 11 espacios para la lectura, que ocupan toda una manzana.
Diccionario b¨¢sico para comer en La Candelaria
Antes de plantearse una ruta gastron¨®mica por La Candelaria es bueno saber que en Colombia se suele comer nada menos que cinco veces al d¨ªa: el desayuno, las mediasnueves (un refrigerio a media ma?ana), el almuerzo (nuestra comida), las once (a las 16 horas, aproximadamente) y la comida, como llaman en Bogot¨¢ a la cena. La cocina bogotana suele ser pesada, y m¨¢s recomendable a mediod¨ªa que para la noche. Son imprescindibles las empanadas y el ajiaco, dos platos b¨¢sicos. Este ¨²ltimo responde a una sopa hecha con patatas, pastusa y criolla que suele incluir pollo, aguacate, alcaparras, crema de leche y ma¨ªz. Y llegados a los postres, resulta imprescindible saber que si te hablan del postre de natas se refieren a un dulce de leche de tradici¨®n colonial. Hay otros muchos platos para los que tambi¨¦n necesitaremos descripci¨®n previa: el chuchuco con espinazo, el piquete, la changua, el tamal santafere?o¡ Otro concepto importante: por toda la ciudad encontraremos corrientazos, que son men¨²s del d¨ªa a bajo precio, sobre todo cerca de los centros de oficinas.
Uno de los lugares m¨¢s t¨ªpicos de La Candelaria para tomar algo es La Puerta Falsa, un peque?o local de dos pisos en la calle 11, en el lado norte de la catedral. Permanece intacto tras m¨¢s de dos siglos de historia y preserva las originales recetas bogotanas: desde el tamal hasta el chocolate santafere?o; desde la changua hasta las colaciones. Y, claro, el agua de panela, una bebida que se consume fr¨ªa y como alternativa al caf¨¦.
La Candelaria est¨¢ llena de caf¨¦s y restaurantes, algunos perfectos para un alto en el camino m¨¢s o menos r¨¢pido. Por ejemplo, Prudencia, con un gran comedor de cocina abierta con horno de le?a y, al fondo, una huerta donde tambi¨¦n se puede comer. O la pizzer¨ªa Madre, en lo que parece una galer¨ªa comercial de locales con ambiente c¨¢lido y apariencia r¨²stica. Para un caf¨¦ y un buen postre, se puede parar en la Patisserie Fran?aise.
Entre los cl¨¢sicos bogotanos est¨¢ el Casa Vieja, pionero de la gastronom¨ªa local y donde se degustan platos t¨ªpicos como el ajiaco. Aunque tal vez sea el restaurante Rosita, en la m¨¢gica plaza del Chorro de Quevedo, el que tiene fama de ofrecer el mejor ajiaco de Bogot¨¢, si bien no es un local muy estiloso. Otra opci¨®n para los que prefieran el street food es asomarse a la plaza de La Concordia, perfecta para desayunos y almuerzos, con sombrillas y mesas al aire libre. Un buen ajiaco puede salir muy econ¨®mico pero tambi¨¦n hay corrientazos que nos resolver¨¢n la papeleta.
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