La obra teatral m¨¢s antigua del mundo no se ve en Broadway, sino en el pintoresco pueblo alem¨¢n de Oberammergau
Esta tranquila villa de bonitas casas con fachadas decoradas a los pies de los Alpes se revoluciona cada 10 a?os. Es cuando representan el ¡®Passion Play¡¯, funci¨®n en la que casi la totalidad de sus 5.000 vecinos est¨¢n involucrados
Lo primero que llama la atenci¨®n al llegar al pintoresco pueblo de Oberammergau, en plena Baviera, no son las majestuosas monta?as que lo rodean, ni sus casas de cuento decoradas con los l¨¹ftlmalerei ¡ªfrescos t¨ªpicos de esta regi¨®n alemana¡ª, sino la cantidad de hombres con frondosas barbas y largas melenas que deambulan por sus calles. Taxistas, recepcionistas de hotel, camareros y hasta polic¨ªas lucen un look m¨¢s propio de una banda indi rock que de los habitantes de una tranquila localidad a los pies de los Alpes.
La explicaci¨®n a semejante despiporre capilar est¨¢ en el Passion Play Theater, el inmenso auditorio donde se representa la Pasi¨®n de Cristo, una aut¨¦ntica extravagancia teatral en la que, de un modo u otro, participan pr¨¢cticamente sus 5.000 vecinos. La obra tiene la curiosa singularidad de ser representada cada diez a?os. Lo que surgi¨® en 1633 como una ofrenda a Dios por haber librado al pueblo de la peste, es, a d¨ªa de hoy, la obra en cartel de forma continua m¨¢s antigua del mundo. En sus casi cuatro siglos de existencia, solo la guerra franco-prusiana y las dos guerras mundiales consiguieron parar su representaci¨®n. En 1920 la gripe espa?ola oblig¨® a posponerla dos a?os, algo que, en una curiosa coincidencia dram¨¢tica, volvi¨® a suceder exactamente un siglo despu¨¦s, en 2020, cuando otra pandemia, la del coronavirus, la aplaz¨® dos a?os hasta este 2022.
Desde su estreno en mayo y hasta el pr¨®ximo 2 de octubre, el Oberammergau vive por y para su Passion Play. Literalmente, porque las 103 representaciones de cinco horas y media, cuatro d¨ªas por semana (martes, jueves, viernes, s¨¢bado y domingo), apenas dejan tiempo para nada m¨¢s. ¡°A ninguno nos importa no tener vacaciones este a?o¡±, dice Frederik Mayet, el actor que interpreta el papel de Jesucristo. ¡°Para nosotros, el Passion Play es el acontecimiento de la d¨¦cada y nos sentimos afortunados de ser parte de ¨¦l¡±. El ritmo pausado de este pueblo de postal, m¨¢s acostumbrado a recibir turistas que vienen hasta aqu¨ª atra¨ªdos por la arquitectura t¨ªpica de las casas b¨¢varas, con balcones de madera y fachadas decoradas con frescos de cuentos infantiles (Caperucita o Hansel y Gretel, entre otros), y al goteo incesante de monta?eros y senderistas en busca de los paisajes ¨¦picos de la cercana Garmisch-Partenkirche (y de su no menos ¨¦pico y famoso trampol¨ªn de salto de esqu¨ª), se vuelve fren¨¦tico con la cascada de visitantes, en su mayor¨ªa de Estados Unidos, que vienen a ver el Passion Play. En circunstancias normales, las campanas de la iglesia barroca de St. Peter und Paul, audibles en todo el pueblo, marcan la cadencia de la villa, pero ahora es el anuncio por megafon¨ªa de que la obra est¨¢ a punto de empezar lo que activa el pulso del lugar.
Definir el Passion Play tan solo como una representaci¨®n teatral es quedarse corto. La exigencia esc¨¦nica hace que muchos de los actores pidan excedencias en sus trabajos o, en el peor de los casos, los dejen. Los ensayos comienzan un a?o antes del estreno y la inmersi¨®n en la historia es tal que el elenco realiza un viaje a Tierra Santa para empaparse del contexto hist¨®rico de la vida de Jes¨²s.
El casting de los actores y actrices corre a cargo del director teatral, pero es la junta municipal del pueblo quien aprueba la elecci¨®n de los int¨¦rpretes. Desde un a?o antes, los hombres tienen prohibido afeitarse y cortarse el pelo, porque en pos de la autenticidad las pelucas y las barbas postizas est¨¢n prohibidas. Entre los da?os colaterales est¨¢ el barbero del pueblo, obligado a tomarse un a?o sab¨¢tico forzado. La obra, totalmente democr¨¢tica, est¨¢ abierta a todos, sin distinci¨®n de edad, sexo, raza o religi¨®n. ¡°El ¨²nico requisito para poder ser parte de la representaci¨®n es haber nacido en Oberammergau o, si eres de fuera, haber vivido al menos 20 a?os aqu¨ª¡±, cuenta el director Christian St¨¹ckl, todo un veterano en la direcci¨®n, con tres Passion Play a sus espaldas. El coro, los m¨²sicos de la orquesta, los t¨¦cnicos que construyen las escenograf¨ªas y los sastres que cosen en un peque?o taller los m¨¢s de 2.000 trajes que aparecen en el escenario son tambi¨¦n de Oberammergau, lo que, sin duda, convierte a este lugar en el pueblo con m¨¢s talento esc¨¦nico por metro cuadrado del planeta.
¡°Es un gran evento social en el que nos implicamos todos¡±, asegura el alcalde Andreas R?dl (¨¦l mismo es parte del coro). ¡°Durante los seis meses que duran las representaciones somos una inmensa familia disfrutando y compartiendo juntos¡±, a?ade. Para muchos vecinos, esta representaci¨®n es el hilo conductor sobre el que se articulan sus propios recuerdos. ¡°Mi primera vez en el escenario ten¨ªa dos a?os y sal¨ª en brazos de mi padre, un soldado romano. Con 12 a?os fui uno de los ni?os del templo, de adulto interpret¨¦ primero a Judas y, una d¨¦cada despu¨¦s, a Caifas, y este a?o, a mis 53, soy Poncio Pilatos¡±, cuenta Anton Preisenger. ¡°La persona m¨¢s anciana en el escenario tiene 90 a?os y hay varios actores por encima de los 80. Cada noche salen a escena con l¨¢grimas en los ojos porque son conscientes de que, para ellos, esta sea probablemente su ¨²ltima Passion Play¡±.
El auditorio al aire libre con capacidad para 5.000 personas est¨¢ lleno hasta la bandera. Los acordes del coro de 64 voces sobre el escenario acompa?adas por la m¨²sica de la orquesta filarm¨®nica, oculta en el foso, viajan sin esfuerzo hasta la ¨²ltima fila en este teatro de ac¨²stica inmaculada. Tenores y sopranos navegan por los pasajes del Antiguo Testamento acercando la representaci¨®n al terreno de la ¨®pera. En alguna de las escenas corales, hasta 600 actores aparecen a la vez. Ancianos, mujeres, ni?os, soldados romanos a caballo, ovejas, y hasta un dromedario, van desfilando sobre la tarima. Entre bambalinas, los cambios continuos de escenograf¨ªa y la vor¨¢gine de cientos de int¨¦rpretes visti¨¦ndose al mismo tiempo para la siguiente escena compiten en intensidad con las acaloradas discusiones entre los sumos sacerdotes y los disc¨ªpulos de Cristo en escena. Mentiras, acusaciones, traiciones y mucho drama, en una representaci¨®n de cinco horas y media, partida por un generoso intervalo de tres horas que el p¨²blico aprovecha para salir a cenar unas salchichas regadas con cerveza b¨¢vara en los bares y restaurantes del pueblo. Es habitual que la entrada se compre como parte de un paquete que incluye tambi¨¦n la cena, aunque aqu¨ª la oferta de establecimientos es abundante. Pocos lugares m¨¢s t¨ªpicos que el restaurante del Hotel Alte Post, repleto de comensales y con un esp¨ªritu festivo digno del mejor estreno de Broadway.
A la vuelta, con el est¨®mago lleno, espera el momento culminante (spoiler alert) con la crucifixi¨®n de Cristo. Afortunadamente, en lugar de clavos, las manos de Frederic son fijadas a la cruz usando cuerdas. A¨²n as¨ª, colgado ah¨ª arriba, semidesnudo y con el relente de las monta?as que a esta hora comienza a descender sobre el escenario al aire libre, la escena supone un importante reto f¨ªsico. ¡°Despu¨¦s de cada funci¨®n estoy destrozado¡±, cuenta. ¡°Pero tras una ducha caliente, los actores no vamos a tomar unas cervezas y analizamos lo que podemos mejorar y acabamos hablando de f¨²tbol y de m¨²sica¡±. En la cantina del teatro, j¨®venes de 20 a?os comparten risas y conversaci¨®n con barbudos abuelos de 80. Generaciones aparte unidas por un objetivo com¨²n, una vez cada d¨¦cada.
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