En busca de vino en la costa sur de Croacia
Esta regi¨®n croata revela una tradici¨®n vin¨ªcola at¨¢vica que comienza a despuntar para el exterior. El objetivo de los bodegueros es que sus variedades ind¨ªgenas se conozcan como algo diferente a lo que la gente est¨¢ acostumbrada
En un tramo de la carretera que asciende hacia la bodega de Ivan Milo?, en la pen¨ªnsula de Pelje?ac, las vi?as se derraman sobre el asfalto. M¨¢s tarde, el bodeguero aclarar¨¢ que estas vi?as no son suyas. No es extra?o. Aqu¨ª quien m¨¢s y quien menos tiene algunas hect¨¢reas, aunque hace poco que el mundo ha dirigido la mirada a la regi¨®n buscando su rastro vin¨ªcola.
Croacia es uno de los territorios de la antigua Yugoslavia que m¨¢s r¨¢pido se ha deshecho de la sombra de su pasado. Independizado tras la guerra de los noventa, el pa¨ªs balc¨¢nico ha aprovechado el atractivo de una costa que lo sit¨²a a la altura de otros destinos mediterr¨¢neos, m¨¢s a¨²n desde su ingreso en la Uni¨®n Europea hace una d¨¦cada. La serie Juego de Tronos, parcialmente rodada en la ciudad amurallada de Dubrovnik, convirti¨® a la antigua rep¨²blica de Ragusa en un fetiche del turismo de postal, mientras que otras zonas de la costa d¨¢lmata no lograban ¨Dy quiz¨¢ tampoco lo buscaran¨D el mismo tipo de entusiasmo.
Una de ellas es la pen¨ªnsula de Pelje?ac, un conjunto monta?oso de roca caliza en el mismo condado de Dubrovnik-Neretva. En estas laderas se ubica la bodega Milo? Winery, conocida por ser una de las m¨¢s antiguas de la zona. La bodega, un edificio blanco con una sala de cata minimalista y s¨®tanos de piedra que guardan botas centenarias, produce diversos tipos de vino, pero es distinguida por sus tintos elaborados con la variedad Plavac Mali. ¡°Es una uva local con una piel muy gruesa. Nos da un vino con muchos aromas y que envejece muy bien¡±, explica Ivan Milo?, quien a?ade: ¡°en la pen¨ªnsula el 90% de los vinos est¨¢n hechos con esta variedad. Sin embargo, en el resto de Croacia predominan los blancos¡±.
Para degustar su vino, se requiere visitar el pa¨ªs o tener mucha suerte. Como sus bodegas vecinas, Milo? exporta poco. ¡°Tenemos unas quince hect¨¢reas. Somos un pa¨ªs peque?o, quiz¨¢ hay 20.000 hect¨¢reas. Producimos alrededor de un 2% de lo que producen al a?o pa¨ªses como Francia¡±, detalla.
Ivan Milo? cuenta que su familia lleg¨® a la zona varios siglos atr¨¢s. No obstante, hace pocas d¨¦cadas que se dedica con aspiraciones a la uva. ¡°En Yugoslavia hab¨ªa una gran cooperativa de vino donde todas las familias de la zona vend¨ªan a un precio estipulado. En los a?os ochenta, llegaron tiempos m¨¢s liberales y muchas familias montaron bodegas privadas, entre ellas mi padre¡±. Una apuesta que alzar¨ªa el vuelo despu¨¦s de la guerra.
Los a?os de la Yugoslavia socialista compusieron uno de los m¨²ltiples episodios que redibujaron el mapa adri¨¢tico. Los m¨¢s convulsos dejaron huella en la antigua ciudad-estado de Ragusa ¡ªahora Dubrovnik¡ª cuyo encanto no necesita m¨¢s l¨ªneas de las que ya se han escrito. Fue romana, y estuvo disputada por venecianos y genoveses. Tribut¨® al Imperio Otomano, fue parte del Austriaco, posteriormente el Austroh¨²ngaro, y de los estados de entreguerras. Debido a las ri?as territoriales, la ¨²nica entrada al mar que pertenece a la vecina Bosnia se sit¨²a en una franja que corta la costa croata. Por esta raz¨®n, en 2022 se inaugur¨® el puente de Pelje?ac, que enlaza Dubrovnik y el resto del pa¨ªs. Ahora es posible reseguir la costa sin atravesar varios puestos fronterizos.
En el condado de Dubrovnik-Neretva tambi¨¦n se encuentra la isla de Kor?ula. Cada hora, un ferry parte del pueblo de Orebi? y se desliza por las aguas mansas del canal de Pelje?ac, con vistas a sus arboladas, hasta el puerto de Domince. Desde aqu¨ª, salen coches y autobuses hacia la ciudad fortificada, principal reclamo de la isla hom¨®nima.
Kor?ula conserva la m¨ªstica de haber asistido a la derrota veneciana en 1298, as¨ª como de haber sido refugio veraniego de los intelectuales yugoslavos de la escuela Praxis. Uno puede enredarse en su historia, visitar la Catedral de San Marcos, bordear su fortaleza o transitar un casco viejo de calles escalonadas y casas de piedra. Para conocer su riqueza vin¨ªcola, sin embargo, las mejores opciones son acercarse a la villa de Lumbarda, rodeada de vi?edos, y al pueblo de Smokvica, donde se sit¨²a la bodega Black Island, uno de los mayores productores de la zona.
¡°Los romanos llamaban a la isla Corcyra Nigra, ya que los bosques de aquella ¨¦poca eran muy oscuros, as¨ª que somos la isla negra del vino blanco¡±, cuenta el en¨®logo Igor Radovanovi?, miembro de la bodega. En Kor?ula abunda la variedad Po?ip, aut¨®ctona de la isla, y Grk. ¡°La potencia de este suelo permite que las plantas puedan estar sin agua los meses de verano, as¨ª que producimos un vino blanco muy fresco y arom¨¢tico¡±, se?ala Radovanovi?.
La bodega, en la que realiza sus catas, se sit¨²a en uno de los antiguos emplazamientos de la cooperativa agr¨ªcola Jedinstvo de la era socialista, pero su andadura comenz¨® en 2018. Pese a su breve existencia, su vino estrella, el Mrga Victa, ya ha sido reconocido con varios premios Decanter World Wines.
Aunque no es el propietario de la enoteca, Radovanovi? se dedica al vino por ascendencia familiar. ¡°Desde que nacemos nos pasamos el d¨ªa entre vi?as¡±, r¨ªe. ¡°Cuando eres de aqu¨ª no tienes muchas opciones: o te vas al mar, o al turismo o trabajas en las vi?as¡±, detalla. El en¨®logo reconoce que el inter¨¦s exterior est¨¢ creciendo, pero advierte: ¡°es una producci¨®n muy cara y trabajar en la vi?a es duro¡±. Aun as¨ª, ¡°en Smokvica puedes encontrar veinticinco productores que se lo hacen todo ellos¡±.
¡°Lo m¨¢s interesante para el mundo del vino es que nuestras variedades ind¨ªgenas se conozcan como algo un poco diferente a lo que la gente est¨¢ acostumbrada. Que no todo sea Chardonnay y Sauvignon¡±, considera Radovanovi?. En palabras de Milo?: ¡°la gente no conoce demasiado la historia de Croacia. Piensa que comenzamos a producir vino hace veinte a?os, y no que hace centenares, por no decir miles. Muchos de los que vienen de visita no van a un pa¨ªs vin¨ªcola, algo que tambi¨¦n es positivo porque se sorprenden¡±.
Dalmacia cotiza por sus playas, y entre copa y copa ser¨ªa imperdonable no dejarse caer por alguna de ellas, como las Konavle, donde adem¨¢s despuntan los blancos secos elaborados con Malvas¨ªa. Un rinc¨®n menos evidente es Ston, rese?able por su muralla enclavada en la monta?a, as¨ª como por los lechos de ostras de la bah¨ªa de Malistonski. En todo caso, para sublimar el viaje, conviene esperar a que alcance un atardecer en Kor?ula o en Orebi?, y observar c¨®mo el d¨ªa se apaga sobre el Adri¨¢tico desde el ferry que enlaza la isla y la pen¨ªnsula.
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