Tres historias ¡®contaminadas¡¯
No solo los tubos de escape intoxican nuestras ciudades. Analizamos el trabajo contra otras variantes de la contaminaci¨®n en varias ciudades europeas
Aumentar la calidad del aire con zonas verdes y movilidad sostenible. Repensar la iluminaci¨®n y reducir el ruido. En los ¨²ltimos meses se ha acelerado la b¨²squeda de soluciones frente a todas las formas de contaminaci¨®n. Retos globales con parada en A Coru?a, Lisboa y Par¨ªs.
EL CAMINO A LA PERFECCI?N. ?Qu¨¦ hace a una ciudad convertirse en sostenible?
Por Irene Conca
Para el World Economic Forum, Hong Kong es, junto a Z¨²rich, la ciudad m¨¢s sostenible del planeta. Par¨ªs ocupa el tercer puesto. Seg¨²n el ¨ªndice de la empresa Green Globe, a la que se asocian previo pago una larga lista de hoteles, Z¨²rich es la urbe m¨¢s sana del planeta. La ciudad suiza acumula el 82% de la energ¨ªa que consume, recicla el 43% de sus desechos y un 72% de sus hoteles tienen certificado de sostenibilidad. Z¨²rich tambi¨¦n figura a la cabeza en el ¨ªndice Barnes, que mide las ciudades m¨¢s ricas. Sin embargo, no destaca en el ranking de movilidad inteligente que analiza la consultora Arcadis para el BBVA y que considera parte de la sostenibilidad el desempe?o econ¨®mico de las ciudades.
Con escaso tr¨¢fico rodado desde hace d¨¦cadas y con las frondosas orillas del r¨ªo Limago que la atraviesa, Z¨²rich no aparece en el ¨ªndice ?Hugsi que mide la masa verde de las urbes ¡ªteniendo en cuenta la salud de la vegetaci¨®n, su distribuci¨®n, el n¨²mero de ¨¢rboles y los metros cuadrados de c¨¦sped¡ª. ?Por qu¨¦ medir¨¢n el c¨¦sped cuando requiere tanta agua que resulta antiecol¨®gico? La respuesta est¨¢ m¨¢s abajo. Este a?o, el ¨ªndice Hugsi ha nombrado ¡°ciudad m¨¢s verde del planeta¡± a Charlotte, en Carolina del Norte (EE UU). Y el segundo puesto ha sido para Durban, en Sud¨¢frica, a pesar de que la mayor¨ªa de sus nuevos corredores verdes est¨¢n destinados al turismo. La empresa sueca Husqvarna dedica parte de los beneficios que obtiene vendiendo robots cortac¨¦sped e incluso sopladoras de hojas (desaconsejadas para el mantenimiento del sustrato y la hierba) a elaborar su propia lista. Pero hay m¨¢s ¨ªndices. El Mercer de la consultora neoyorquina del mismo nombre ha destacado Viena entre las mejores ciudades para vivir. Y el ¨ªndice del Intelligence Unit de la revista The Economist ha sido acusado por The New York Times de angloc¨¦ntrico porque aplaude la calidad de aire de Melbourne y S¨ªdney aunque en el ranking HUGSI queden muy por debajo de Venecia, que est¨¢ en la posici¨®n 80?. En la lista HUGSI, Madrid es la ¨²nica ciudad espa?ola (123?).
?C¨®mo medimos la sostenibilidad de las ciudades? ?Se puede distinguir de la calidad de vida? ?Del reciclaje del agua de lluvia? ?De la energ¨ªa que se consume? ?Del tipo de movilidad y las ayudas para mejorarla? Celia Ojeda, responsable de ciudades y consumo de Greenpeace Espa?a, explica que ellos miden la verdificaci¨®n de las ciudades no solo por la cantidad de vegetaci¨®n, tambi¨¦n por c¨®mo contribuye a la biodiversidad del ecosistema y mejora la calidad del aire. Explica que por eso estudian, pero no hacen suyos, los resultados de estos informes.
Hace tiempo que la agencia UN-Habitat publica sus informes sobre el estado de las ciudades. Y, lejos de establecer una clasificaci¨®n, recopila recomendaciones insistiendo en que la vegetaci¨®n mejora no solo la calidad de vida, tambi¨¦n la salud de los ciudadanos. Todo est¨¢ ligado. Por eso la aplaudida v¨¦lo r¨¦volution de Par¨ªs ¡ª?que ha llevado a su alcaldesa, Anne Hidalgo, a dedicar una inversi¨®n de 350 millones de euros en v¨ªas para bicicletas¡ª no se inici¨® durante el primer confinamiento. Fueron los 40 d¨ªas de huelga del transporte p¨²blico los que empujaron a la poblaci¨®n a subirse a la bici. El transporte sobre dos ruedas aument¨® en 2018 un 50% y en 2020 un 13%. Es lo que sucede en ciudades como ?msterdam o Copenhague: hay ya tantos usuarios de bicicleta que ese transporte ha dejado de crecer.
Hace solo tres lustros hubo oposici¨®n a recuperar el paseo a orillas del Sena, que hoy es el recreo favorito de los parisienses y entonces se ahogaba tomado por los coches. Tras esa decisi¨®n, Par¨ªs se ha convertido en el nuevo referente del ciclismo urbano. La topograf¨ªa, en buena parte plana, ayuda. Tambi¨¦n que haya 170 kil¨®metros de carriles bici y el hecho de que donde la estrechez de las calles no permite una v¨ªa espec¨ªfica, los ciclistas circulan en direcci¨®n opuesta a los coches. Es as¨ª desde hace un a?o: lo que naci¨® como una medida temporal durante el confinamiento ha terminado por quedarse. Algunas ideas ¡ªcomo subvencionar con 50 euros la reparaci¨®n de bicicletas antiguas¡ª ya han sido imitadas por otras ciudades, como Bilbao. Y eso, o construir 60.000 aparcamientos para bici, tambi¨¦n es contribuir a la sostenibilidad.
UN ENEMIGO SILENCIOSO. La luz es un gran aliado en la noche, pero su mal uso da?a el equilibrio natural.
Por Sara Cuesta Torrado
Hace siglos, los peregrinos recorr¨ªan cientos de kil¨®metros hasta llegar a Santiago de Compostela. Se orientaban siguiendo el rastro luminoso de la V¨ªa L¨¢ctea cuando ca¨ªa la noche. Hoy esto ser¨ªa imposible. La iluminaci¨®n artificial de ciudades y pueblos, carreteras y litorales ha generado una especie de nube de luz que impide en muchos lugares observar el cielo estrellado o verse envuelto en una oscuridad total. ¡°La luz se asocia al progreso, a la modernidad, a la seguridad¡ Y eso ha generado una tendencia a iluminar mucho y m¨¢s¡±, explica Coque Alc¨¢zar, fundador de Slowlight, un movimiento ciudadano que apuesta por una iluminaci¨®n responsable, sostenible y respetuosa con el planeta y sus habitantes (naci¨® en 2020 y cuenta ya con 75 entidades p¨²blicas y privadas que se han sumado a la iniciativa). Este ingeniero del Ayuntamiento de A Coru?a, responsable del alumbrado municipal, recuerda que no hay una normativa que regule la contaminaci¨®n lum¨ªnica, como s¨ª ocurre con otras.
La sobreiluminaci¨®n se ha convertido en la norma. Pasear a medianoche y distinguir las copas de los ¨¢rboles parece sin¨®nimo de buena iluminaci¨®n. Pero para garantizar la tranquilidad que persigue el alumbrado p¨²blico ser¨ªa suficiente con ver el camino y su alrededor. ¡°En las ¨²ltimas cinco d¨¦cadas hemos invertido el orden natural d¨ªa-noche, y eso tiene consecuencias sobre la biodiversidad [cr¨ªas de tortuga que tras la eclosi¨®n del huevo se dirigen hacia tierra y no hacia el mar; aves que caen deslumbradas; insectos que se extinguen] y sobre las personas¡±. Dentro de cada c¨¦lula del cuerpo hay un reloj biol¨®gico que siempre se ha regido por los ciclos de luz, blanca y azul de d¨ªa y oscuridad de noche, tal y como explicaba Ana Ulla, astrof¨ªsica de la Universidad de Vigo, en el encuentro Luz, noche y ciudad organizado por Slowlight el pasado 18 de mayo. ¡°Alterar ese orden provoca disrupciones y enfermedades. Hay estudios cient¨ªficos que as¨ª lo demuestran¡±.
La pedagog¨ªa es uno de los grandes retos. Raquel Vali?o, compa?era de viaje de Coque Alc¨¢zar, invierte todo su tiempo libre en ello. ¡°Se ha convertido en el altavoz que trata de llevar nuestro mensaje a los vecinos, a los ni?os en las escuelas¡¡±. Existe una clara conciencia ciudadana sobre los pl¨¢sticos en los oc¨¦anos o sobre los residuos, pero la luz se entiende m¨¢s bien como una molestia. En palabras de Ana Ulla: ¡°Como la luz no se fuma, ni se bebe, ni se inhala, parece que es inocua. Y no lo es¡±.
En el ¨¢mbito de la ciencia ¡ªastronom¨ªa, astrof¨ªsica¡¡ª existe desde hace d¨¦cadas esa concienciaci¨®n. La Declaraci¨®n de La Palma de 2007, firmada por organizaciones internacionales como la Unesco o la OMT, destaca que ¡°el control de la contaminaci¨®n lum¨ªnica debe ser un requisito b¨¢sico en las pol¨ªticas de conservaci¨®n de la naturaleza dado el impacto que genera sobre muchas especies, h¨¢bitats, ecosistemas y paisajes¡±. Pero hasta ahora no hab¨ªa esa reflexi¨®n en el sector de la iluminaci¨®n. Slowlight nace con la ambici¨®n de crear un puente entre ambos mundos. ¡°La mayor¨ªa de los ayuntamientos y t¨¦cnicos no tienen formaci¨®n al respecto¡±, aseguran. Su hoja de ruta hasta ahora ha sido la de alumbrar para contentar al ciudadano. ¡°Ahora debemos tener en cuenta c¨®mo afecta esa iluminaci¨®n a la flora, a la fauna, a la est¨¦tica urbana¡¡±.
La tendencia de los gobiernos a recuperar el espacio p¨²blico creando entornos m¨¢s sanos, con bajas emisiones y zonas verdes se ha disparado tras el confinamiento. En ese contexto, Slowlight expande su filosof¨ªa. ¡°Es hora de dar un paso al frente. En Espa?a est¨¢n pendientes de renovarse cinco millones de puntos de luz¡±, expone Alc¨¢zar. ¡°Toca invertir y apostar por sistemas lum¨ªnicos que piensen de forma ecosist¨¦mica. La tecnolog¨ªa actual est¨¢ preparada para ello¡±. Farolas que ofrecen diferentes intensidades lum¨ªnicas y temperaturas de color seg¨²n la hora, o las sensorizadas, que incrementan la luz al detectar movimiento. Las primeras las van a instalar este a?o en la calle del Palomar, en A Coru?a, y las segundas las pusieron en el barrio de Los Rosales. Poco a poco, Alc¨¢zar va sustituyendo la vieja luminaria por estas nuevas instalaciones que, aunque m¨¢s caras, son sostenibles y pueden ser rentables a largo plazo: ¡°En 2019 ahorramos 100.000 euros en la factura de la luz. El a?o de la pandemia, 400.000. Y con mejor tecnolog¨ªa y mejor alumbrado habr¨ªamos ahorrado mucho m¨¢s¡±.
EL ACTOR INVISIBLE. El ruido es el segundo factor m¨¢s peligroso para la salud tras la poluci¨®n.
Por Helena Poncini
Cl¨¢xones, obras, gritos y m¨²sica en la calle. El confinamiento puso de manifiesto que los niveles de ruido soportados en las ciudades superan lo deseable. ¡°Fue un momento de escuchar aquello que no se o¨ªa de una forma tan clara cuando la ciudad hierve de actividad¡±, reflexiona ??igo S¨¢nchez, coordinador del proyecto Sounds of Tourism, realizado en Lisboa y que observa c¨®mo el turismo modifica el ambiente sonoro. El silencio repentino en la primavera de 2020 se hizo m¨¢s evidente en lugares con gran presi¨®n tur¨ªstica como la capital portuguesa y as¨ª lo registraron en una serie de postales sonoras. Donde antes hab¨ªa jaleo procedente de los bares, voces y traqueteo de maletas, solo quedaba calma. ¡°El volumen de turismo de Lisboa no se corresponde con la capacidad de carga de la ciudad. Un modelo m¨¢s sostenible o gestionado con sensibilidad hacia el entorno local genera un ritmo m¨¢s silencioso¡±.
Aun siendo testigos de la evidencia, la pandemia no parece haber modificado ciertos h¨¢bitos. Mar¨ªa Dolores Redel, una de las autoras del estudio Monitoring Sound and Its Perception during the Lockdown and De-Escalation of COVID-19 Pandemic: A Spanish Study (Monitorizaci¨®n del sonido y su percepci¨®n durante el confinamiento y la desescalada en la pandemia de la covid-19: un estudio espa?ol), desarrollado por la Universidad de C¨®rdoba, cuenta c¨®mo han comprobado que, en cuanto tuvimos libertad de movimiento, empezamos a generar m¨¢s ruido que antes de la llegada del coronavirus, especialmente por el incremento del uso del ve?h¨ªculo particular. El tr¨¢fico es una de las principales fuentes de ruido, pero tambi¨¦n las obras, la industria y el ocio nocturno. La Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) recoge que uno de cada cinco europeos est¨¢ regularmente expuesto por las noches a niveles de ruido que pueden producir da?os serios en la salud. Por ello, organizaciones como la Federaci¨®n de Asociaciones contra el Ruido piden la limitaci¨®n de los horarios en la hosteler¨ªa e, incluso, la deslocalizaci¨®n del entretenimiento nocturno. ¡°Igual hay que plantearse sacar este ambiente del centro de las ciudades como se han sacado las industrias¡±, reflexiona Miguel del Pino, presidente de la agrupaci¨®n.
La contaminaci¨®n ac¨²stica es el segundo factor de riesgo ambiental m¨¢s peligroso despu¨¦s de la poluci¨®n, seg¨²n la OMS. Sin embargo, dice Redel, ¡°en pocas ciudades se pueden encontrar medidores de ruido en tiempo real¡±. Los efectos van desde el estr¨¦s hasta problemas cardiacos y metab¨®licos y del desarrollo cognitivo en ni?os. Seg¨²n la AEMA, la exposici¨®n continuada al ruido ambiental causa 12.000 muertes prematuras al a?o en Europa y 6,5 millones de personas sufren trastornos cr¨®nicos del sue?o.
Trazar un mapa colaborativo del ruido e identificar su origen es el objetivo de la herramienta desarrollada por Enrique Torres, profesor de la Universidad de Zaragoza, y Lorien L¨®pez, estudiante. Ambos han creado una aplicaci¨®n para Android que mide y registra el ruido en tiempo real, incluida la fuente, y que permite compartir los datos en una nube de acceso libre y visualizarlos en un mapa. Una informaci¨®n ¨²til para la planificaci¨®n urbana, pero tambi¨¦n para la toma de decisiones como ¡°saber si quieres comprar o no un piso en una zona concreta¡±. Una app que permite adem¨¢s conocer la ¡°sensibilidad de la gente¡±. ¡°Como usuario vas a notificar cuando te est¨¦ molestando. Los ruidos no afectan igual a todas las personas¡±, sostiene el docente, que espera que la aplicaci¨®n ¡ªa¨²n sin nombre comercial¡ª est¨¦ disponible este verano.
Tanto para Redel como para Ricardo Ayala, de Abogados contra el Ruido, la soluci¨®n pasa por la planificaci¨®n de las ciudades teniendo en cuenta la exposici¨®n al ruido. ¡°Los planes ac¨²sticos son muy generales. No entran al coraz¨®n de la ciudad. Falta concienciar y atajar el ruido del mismo modo que se crean zonas verdes y se tiene en cuenta la contaminaci¨®n ambiental¡±, a?ade Ayala, quien se?ala que la peatonalizaci¨®n de las calles puede ser un arma de doble filo si las convierten en una ¡°plaza p¨²blica¡± y no se legisla para lograr el equilibro entre el ocio y el descanso.
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