Stevenson y la felicidad
Esta existencia es lo ¨²nico que tenemos, as¨ª que deber¨ªamos dejar de hacer el asno, abrazarnos a ella y exprimirla.
Robert Louis Stevenson es uno de esos escritores supuestamente menores que siguen vivitos y coleando cuando muchos escritores supuestamente mayores ya est¨¢n muertos. Sus novelas y relatos contin¨²an ley¨¦ndose (acompa?o en el sentimiento a quien no haya le¨ªdo La isla del tesoro, Dr. Jekyll y Mr. Hyde o El se?or de Ballantrae; mejor dicho, le felicito, porque todav¨ªa puede experimentar el deslumbramiento de la primera vez), sus poemas siguen recit¨¢ndose y sus ensayos cit¨¢ndose. Uno de los m¨¢s citados es, me parece, Apolog¨ªa de los ociosos, una invectiva contra el rastrero utilitarismo de su ¨¦poca; all¨ª, despu¨¦s de afirmar que el ocio ¡°no consiste en no hacer nada, sino en hacer mucho no reconocido en los dogm¨¢ticos formularios de la clase dominante¡±, afirma: ¡°No hay deber que subestimemos (underrate) tanto como el deber de ser felices¡±.
M¨¢s de un siglo despu¨¦s del fallecimiento de Stevenson, el mundo sigue siendo tan rastreramente utilitarista como cuando ¨¦l viv¨ªa, pero disimula mejor. La prueba es la frecuencia con que se recuerda la susodicha frase, convertida a estas alturas poco menos que en un clich¨¦; la prueba, sobre todo, es que algunos pensadores ultim¨ªsimos, reacios con raz¨®n a los clich¨¦s, sostienen que la obligaci¨®n universal de ser feliz se ha convertido en la causa de todas nuestras desdichas (lo que explicar¨ªa el desprestigio creciente de los libros de autoayuda entre los decrecientes sectores pensantes de la sociedad). La idea es ingeniosa, pero falsa, como tantas de quienes prefieren la brillantez a la verdad y olvidan que una idea no se convierte en clich¨¦ porque sea falsa, sino porque es verdadera o porque contiene una parte sustancial de verdad. Stevenson ten¨ªa raz¨®n, como casi siempre, y yo creo que Borges, que lo adoraba, se acordaba de ¨¦l cuando escribi¨® en su vejez algunos poemas de un patetismo inusitado, como aquel que empieza: ¡°He cometido el peor de los pecados / que un hombre puede cometer: no he sido / feliz¡±. En cuanto a los libros de autoayuda, no he le¨ªdo ninguno, pero estoy totalmente a favor de ellos, siempre y cuando se acepte que todo buen libro es un libro de autoayuda y que entre los mejores figuran cosas como las Meditaciones de Marco Aurelio o, simplemente, De la vida bienaventurada, de S¨¦neca, donde se lee que ¡°el hombre feliz es aquel que, gracias a la raz¨®n, nada teme ni desea nada¡± y que es ¡°artesano de su propia vida¡±, una vida en la que ¡°el sumo bien es la concordia del alma¡±. Como tantos sabios, Marco Aurelio y S¨¦neca aconsejaban rehuir la vida social, que est¨¢ hecha de c¨¢lculo, prejuicio y vanidad, desde?ar la opini¨®n ajena y refugiarse en uno mismo, convencidos como estaban de que la persona m¨¢s fuerte y m¨¢s feliz es la m¨¢s capaz de soledad. Vista as¨ª, la felicidad es un proyecto ambicioso, quiz¨¢ demasiado ambicioso; quiz¨¢, de momento, podr¨ªamos conformarnos con menos. Con la alegr¨ªa, por ejemplo, entendida como la entendi¨® Cl¨¦ment Rosset: como una adhesi¨®n sin condiciones ni resquicios a lo real. No sabemos lo que nos deparar¨¢ 2022, pero sabemos que mucha gente morir¨¢, tal vez personas queridas, que estallar¨¢n guerras y habr¨¢ humillados y ofendidos, que padeceremos y haremos padecer, que nos decepcionar¨¢n y decepcionaremos, y que nuestra burricie cong¨¦nita nos obligar¨¢ a torturarnos por un sinf¨ªn de idioteces. Todo esto es seguro, pero tambi¨¦n lo es que estamos vivos, que estar vivo es un milagro ¡ªqu¨¦ infinidad de hechos ha tenido que encadenarse y qu¨¦ v¨¦rtigo de sangres azarosas se han debido entrelazar para que usted est¨¦ leyendo esta frase y yo escribi¨¦ndola¡ª y que, pese a todas las guerras y ofendidos y humillados y decepciones y sufrimientos e idioteces, esta existencia precaria y fugac¨ªsima es lo ¨²nico que tenemos: no hay m¨¢s; as¨ª que lo que deber¨ªamos hacer es dejar de hacer el asno, abrazarnos a ella y exprimirla hasta la ¨²ltima gota. Eso es la alegr¨ªa: la conciencia atea de que somos, ¡°entre dos oscuridades, un rel¨¢mpago¡± ¡ªpor decirlo con el verso de Vicente Aleixandre¡ª y la conciencia exultante de que, mientras el rel¨¢mpago dura, hay que gozarlo ¨¢vidamente.
En otras palabras: feliz 2022.
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