La palabra vanguardia
La ruptura es, por definici¨®n, el producto de unos pocos que imaginan formas distintas de las que aprendieron
Eran, pobres, los que iban adelante: ninguno quer¨ªa. Eran, en general, los m¨¢s pringados, los soldados menos valorados, qui¨¦n sabe menos valerosos o valiosos, y entonces su capit¨¢n supon¨ªa que su p¨¦rdida no ser¨ªa una gran p¨¦rdida y los mandaba all¨ª, a la avant-garde.
Porque la palabra vanguardia viene, comilf¨®, del franc¨¦s: la avant-garde, la guardia de adelante; esos pobres muchachos que caminaban al frente de la formaci¨®n y corr¨ªan todos los riesgos. Era triste estar en la vanguardia, hasta que hubo un momento en que la palabra se desliz¨® hacia la pol¨ªtica y empez¨® a ganar prestigio.
Fue en alg¨²n recodo del siglo XIX. La ayudaron, para empezar, aquellos vol¨²menes del general prusiano Carl von Clausewitz, 1820, que introdujeron la idea de que ¡°la guerra es la continuaci¨®n de la pol¨ªtica por otros medios¡±. La pol¨ªtica ya pod¨ªa leerse con vocablos b¨¦licos y, sin embargo, la palabra no aparece, todav¨ªa, en un texto que de alguna forma funda y difunde la nueva idea de vanguardia, el Manifiesto comunista de Marx y Engels, 1848. Pero s¨ª poco despu¨¦s, en esos a?os.
Entonces, los partidos del cambio ¡ªsocialistas, anarquistas, revolucionarios varios¡ª se imaginaron como una vanguardia: eran los luchadores que iban adelante, arriesg¨¢ndose para que el resto de sus compa?eros los siguieran. Era, sobre todo, una met¨¢fora: su vanguardia consist¨ªa en pensar c¨®mo ser¨ªa esa sociedad deseada y qu¨¦ medios deb¨ªan usarse para conseguirla. Y convencer a cuantos m¨¢s mejor de que val¨ªa la pena intentarlo ¡ªy guiar su movimiento.
La idea de vanguardia se extendi¨®: en esos a?os cualquiera que quisiera cambiar algo se sent¨ªa ¡°a la vanguardia¡±. Hacia fines del siglo XIX y principios del XX hacer arte era hacer arte de vanguardia, m¨²sica de vanguardia, teatro de vanguardia, literatura de vanguardia. La idea de vanguardia estaba por todas partes y era lo que se llevaba: tanto que hasta un diario liberal ¡ªy m¨¢s tarde condal¡ª de Catalu?a la tom¨® como nombre.
Pero a lo largo del siglo XX las vanguardias se fueron desarmando y, hacia 1980 o 1990, lo nuevo dej¨® de ser ruptura y se volvi¨® negocio: la vanguardia musical se torn¨® pop, la literatura de vanguardia memoria quejumbrosa, el arte de vanguardia conceptos sin gran arte; pareci¨® que, de pronto, los ¨²nicos que ten¨ªan vanguardia eran la moda y la gastronom¨ªa ¡ªsustitutos banales y venales de otras artes.
Y la pol¨ªtica tambi¨¦n abandon¨® la idea de vanguardia: sus consecuencias hab¨ªan sido nefastas. Esos peque?os grupos que cre¨ªan que sab¨ªan c¨®mo ten¨ªan que ser las cosas solo produjeron, cuando triunfaron, dictaduras donde esos pocos controlaban todo, so pretexto de que ellos eran los que deb¨ªan conducir a las masas en la correcta direcci¨®n. Y la idea de vanguardia se volvi¨® un poco monstruosa y es muy dif¨ªcil, ahora, pensar un movimiento pensando en una vanguardia que lo lidere.
Y es un problema, porque algo tiene que cumplir esa funci¨®n. Las mayor¨ªas son, por definici¨®n, conservadoras. No siempre por convencimiento; muchas veces por pura y simple falta de imaginaci¨®n. Las personas tienden a pensar que su mundo seguir¨¢ siendo como es: lo han hecho siempre. Y la suma de las personas lo piensa mucho m¨¢s, lima las peque?as diferencias que este u otro individuo podr¨ªan aportar. Los pueblos siguen viviendo como viv¨ªan si no aparecen personas o grupos de personas que les propongan otra cosa. La ruptura es, por definici¨®n, el producto de unos pocos que imaginan formas distintas de las que ¡ªcomo todos¡ª aprendieron. Unas pocas mujeres que creyeron que ellas tambi¨¦n deb¨ªan votar, digamos, cuando todas las dem¨¢s aceptaban que no.
Eso es lo malo, ahora, de las revoluciones: que precisan esas vanguardias que no saben no ser autorreferentes y mandonas. Solo unos pocos son capaces de pensar un mundo diferente. Solo unos pocos pensaron un mundo sin esclavos, un mundo sin monarcas, un mundo con mujeres, un mundo en libertad. Pero, en general, pensar lo diferente los lleva a pensar que los que no piensan diferente son su escollo y que, por lo tanto, debe ser removido: que es l¨ªcito y necesario removerlo. Y as¨ª esas vanguardias se convierten en todo lo contrario de lo que deber¨ªan ser: concentraciones de poder, focos de despotismo.
Pero sin ellas nada serio cambia. Quiz¨¢ por eso, ahora, nada serio cambia. Y as¨ª ser¨¢ hasta que encontremos alguna forma de vanguardia que no sea vanguardista. ?se ser¨¢, supongo, el pr¨®ximo gran cambio. Ojal¨¢ no precise una vanguardia.
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