Wang Shu, arquitecto: ¡°La manera de modernizar China pasaba por arrasarla. Por demolerlo todo¡±
El ¨²nico arquitecto chino con un Premio Pritzker defiende los edificios que consideran por igual historia y vanguardia, recicla materiales y actualiza las tradiciones. Educado durante la Revoluci¨®n Cultural, hall¨® en la lectura una mirada propia para pensar individualmente
Wang Shu (Urumqi, China, 60 a?os) particip¨® el a?o pasado en Mugak / Bienal Internacional de Arquitectura de Euskadi, celebrada en San Sebasti¨¢n, mostrando su famoso Museo de Historia de Ningbo, cuya fachada se construy¨® con escombros de las demoliciones. ?nico arquitecto de su pa¨ªs que ha ganado el Premio Pritzker, su manera de reciclar materiales y de oponerse a partir de cero era tradicional en China, pero hoy resulta revolucionaria. La entrevista tuvo lugar en la sede del Instituto de Arquitectura de Euskadi. Wang Shu viaj¨® a San Sebasti¨¢n con su esposa y socia, la arquitecta Lu Wenyu, y rodeado de un equipo que lo filmaba. Preciso, risue?o y amable, aunque habla un ingl¨¦s fluido, lleg¨® con int¨¦rprete. ¡°No tengo miedo de hablar. Tengo miedo de no entender¡±, aclar¨®.
Defiende actualizar la tradici¨®n.
En China est¨¢ el origen milenario de la artesan¨ªa japonesa o coreana.
En el siglo XX decidieron borrar esas tradiciones. ?Por qu¨¦?
Quer¨ªan ser modernos. Pensaron que la tradici¨®n se opon¨ªa al progreso. A finales del siglo XIX y principios del XX, China atraves¨® una fase de fragilidad. Otras culturas, sobre todo la japonesa, comenzaron a presionar. Y lleg¨® la revoluci¨®n. Con la revoluci¨®n se hicieron una pregunta: ¡°?Qu¨¦ ha debilitado nuestro pa¨ªs?¡±. Su respuesta fue: la tradici¨®n, el apego por mantener una cultura muy artesanal.
Pero no era una cultura d¨¦bil: se hab¨ªa extendido por Asia.
Sintieron que anclaba al pa¨ªs en el pasado. La revoluci¨®n precisa un cambio radical. Cuestiona el lugar de donde se parte. Todo deb¨ªa cambiar. Y cambi¨®.
Usted no est¨¢ de acuerdo con esa idea de arrasar el pasado.
En absoluto. Pienso lo contrario. Pero soy una excepci¨®n. Por lo menos cuando empec¨¦ a trabajar como arquitecto. En los ¨²ltimos a?os hay m¨¢s gente que se cuestiona qu¨¦ ha sucedido en China con la cultura. Yo creo que la Revoluci¨®n Cultural china fue destrucci¨®n. Destruy¨® el campo, la arquitectura, la artesan¨ªa y el sistema educativo. Tambi¨¦n los oficios. Todo eso fue arrasado.
Un patrimonio.
Un patrimonio que se percib¨ªa como un lastre. La idea era ser moderno, partir de cero. A lo manual opusieron conceptos.
?Cu¨¢l es su idea del progreso?
En la propia tradici¨®n ha habido mucho progreso. Una tradici¨®n se actualiza continua pero lentamente. Con tiempo para sopesar opciones y reflexionar sobre lo que se gana y lo que se pierde. El progreso para m¨ª es una evoluci¨®n, no una revoluci¨®n.
Artesanalmente, ?se pueden construir viviendas para todo el mundo?
Hay dos tipos de arquitectos. Los modernos parten del folio en blanco y construyen pr¨¢cticamente lo mismo por todo el mundo. Los otros, los que trabajan a partir de lo que existe, sea un lugar, un material o una tradici¨®n, construyen con memoria adem¨¢s de con ideas.
?Qu¨¦ hace mejor a un arquitecto?
El primer paso, en cualquier proyecto cient¨ªfico, creativo o econ¨®mico, debe ser el di¨¢logo. Rara vez se consigue algo bueno imponi¨¦ndolo.
?Su trabajo en su estudio Amateur Architecture y en la Escuela de Arte de Xingshan critica la modernizaci¨®n de China?
Creo que s¨ª. Desde el di¨¢logo, intenta demostrar que las cosas se pueden hacer de otra manera. Y que no admitir otras opciones nos hace perder riqueza, pluralidad, patrimonio y posibilidades.
?Los criticaron por no hacer arquitectura moderna?
Hacemos una modernidad m¨¢s real que dialoga, que trabaja a partir del lugar. Casi todos los arquitectos chinos trabajan sin prestar atenci¨®n al contexto ¡ªsea este rural o urbano¡ª. La manera de modernizar China pasaba por arrasarla. Por demolerlo todo. Por vaciar barrios para volver a empezar de cero. Eso, borrarlo todo, es quedarse sin memoria.
?Por qu¨¦ quiso hacer algo diferente?
Me horrorizaba lo que estaba sucediendo.
?C¨®mo hacerlo oponi¨¦ndose a la manera de trabajar de un pa¨ªs entero?
Con dificultad, obcecaci¨®n y poco a poco. Durante a?os me he sentido como un detective, tratando de reconstruir lo que hab¨ªa en los lugares.
?C¨®mo resisti¨®?
No entend¨ªan lo que quer¨ªa hacer. Yo argumentaba que con los grandes edificios se estaba perdiendo la escala humana. No es que no se puedan hacer rascacielos, es que no se puede perder la humanidad. La arquitectura no puede descuidar a las personas. Parec¨ªa como si solo quisieran construir m¨¢s y m¨¢s. Y m¨¢s y m¨¢s grande. La sensaci¨®n era: cuando se acabe el suelo en la Tierra construiremos en la Luna o en Marte. Eso era su idea del progreso: no parar.
Trabaj¨® con Ai Weiwei. ?Temi¨® sufrir represi¨®n como ¨¦l?
?l es un artista. Puede criticar. ?Qui¨¦n le va a prohibir que haga m¨¢s obras de arte? Es poco lo que le pueden hacer.
Lo han tenido bajo arrestodomiciliario.
Ya. Y ¨¦l puede hacer de la cr¨ªtica su propia obra. Un arquitecto no puede trabajar con una idea as¨ª. Para nosotros los problemas son distintos. El principal es que se decida que solo hay una manera profesional de construir: r¨¢pida, industrializada¡ El sistema pol¨ªtico presionaba para construir as¨ª. El objetivo es eficacia y rapidez. Se construyeron ciudades enteras en cinco a?os con presi¨®n pol¨ªtica: si no se lograba en ese plazo, cambiaban al alcalde. Creo que con rapidez tambi¨¦n se pueden hacer cosas interesantes, pero no arras¨¢ndolo todo. Lo lento es muy caro. Cuando necesitas mucho tiempo para hacer un proyecto, lo m¨¢s seguro es que lo pierdas.
?Ha tenido problemas pol¨ªticos?
Tengo un mantra: no te puedes rendir. Me gustar¨ªa pensar que con esfuerzo e inteligencia consigo superar los problemas.
Pero ?ha tenido problemas pol¨ªticos?
Pol¨ªticos, no. Pero profesionales, muchos. Tengo que asumir que esa es la pol¨ªtica que hay en mi pa¨ªs. Lo que propongo no interesa. Para m¨ª es una cuesti¨®n de conciencia, de evitar la destrucci¨®n. Por eso nos hemos complicado la vida, el coste ha sido alto. Lo que hacemos es una arquitectura de resistencia.
?Qu¨¦ es una arquitectura de resistencia?
La que trata de que la rentabilidad, el negocio, no sea lo que define los edificios. La arquitectura ya no se construye, se produce. Levanta grandes construcciones sin significado. La arquitectura inhumana es la que no se hace para la gente sino solo para ganar dinero. Destroza trabajos, tradici¨®n, patrimonio¡ y lleva su muerte anunciada: tiene toda la presi¨®n para aumentar la producci¨®n, para reducir los tiempos y los costes. ?Hasta d¨®nde?
?No ve nada bueno en la modernidad?
La resta me interesa. Pero no el descuido. Lo moderno parece partir de cero solo una vez. Invita a copiar m¨¢s que a partir de cero. Y creo que todo es por la rapidez, por la rentabilidad.
?C¨®mo resistir a esa tendencia?
S¨¦ que no tengo habilidad suficiente para correr tanto. Por eso, en nuestro estudio de 10 personas solo hacemos un proyecto al a?o.
?C¨®mo consigui¨® encargos?
Como tantos arquitectos, hice lo que defend¨ªa cuando me constru¨ª mi casa, que en mi caso fueron dos interiores de las unidades donde viv¨ªamos mi esposa y yo.
Creci¨® durante la Revoluci¨®n Cultural.
En aquel tiempo, en la escuela nos daban formaci¨®n militar, que a m¨ª no me gustaba nada. Aunque a muchos ni?os, s¨ª.
?Por qu¨¦?
Ten¨ªa la sensaci¨®n de que me dec¨ªan lo que ten¨ªa que pensar. Y como yo le¨ªa mucho, pensaba que conoc¨ªa el mundo mejor que ellos. Sab¨ªa que el mundo en el que habit¨¢bamos no era el ¨²nico posible. Pero no lo dec¨ªa. Callaba. La lectura me proteg¨ªa, me abr¨ªa la puerta al mundo.
?Por qu¨¦ le¨ªa?
Me ense?¨® mi madre, que era maestra. Durante la Revoluci¨®n Cultural mi madre perdi¨® su trabajo como profesora y la hicieron bibliotecaria. Yo iba con ella a la biblioteca todos los d¨ªas. Y all¨ª, claro, le¨ªa. He sido una persona muy afortunada. Otra cosa afortunada fue que en el instituto vi c¨®mo los profesores se convert¨ªan en campesinos. Deb¨ªan trabajar la tierra para poder vivir. Fue as¨ª como los institutos se convirtieron en campos de trabajo. Pero, en realidad, un profesor es un profesor, aunque durante el d¨ªa trabaje en el campo. Por eso, cuando acababan la jornada se juntaban en las casas para hablar de literatura y filosof¨ªa tomando t¨¦. Yo ve¨ªa y o¨ªa todo aquello y aprend¨ªa. Para m¨ª, solo para m¨ª personalmente, la Revoluci¨®n Cultural fue algo alegre, especial. Hoy la vida en China est¨¢ muy normalizada. Todo el mundo vive de manera parecida. Pero, curiosamente, durante la Revoluci¨®n Cultural se rompieron esas reglas. Fue un poco hippy.
?Se sent¨ªa m¨¢s libre entonces que ahora?
Como ni?o, claro. Tambi¨¦n creo que deb¨ªa ser un ni?o especial porque por la noche todos los chavales jugaban fuera. Y yo¡ siempre estaba sentado escuchando a los adultos. Por eso la gente cre¨ªa que yo era¡ raro. O especial.
Cita m¨¢s a escritores que a arquitectos.
Un ni?o estudioso y callado puede hacer un buen lector. Traducido al chino le¨ª a Dickens, mucho Balzac, Flaubert, Montaigne, Proust, Romain Rolland¡ Y el que m¨¢s me interes¨® fue Rousseau.
?Compart¨ªa lo que aprend¨ªa con otros estudiantes?
En general, no. He pensado muchas veces en el problema de separar la ense?anza de la vida real. Por eso, cuando fundamos nuestra escuela mezclamos la vida y el trabajo con el dise?o.
?Por qu¨¦ hablaba poco de peque?o? ?Ten¨ªa miedo?
Miedo no. M¨¢s bien me aburr¨ªa. Cuando sal¨ª de China, pens¨¦: lo sab¨ªa, el mundo no es malo. Es mucho mejor de lo que nos dec¨ªan.
A usted lo crio su abuela en Pek¨ªn.
S¨ª, la madre de mi madre. Mi madre ten¨ªa nueve hermanos. Yo solo una hermana menor porque durante la revoluci¨®n solo se pod¨ªan tener dos hijos. Nac¨ª en Urumqi. Porque en aquella ¨¦poca el Gobierno enviaba a los trabajadores m¨¢s capaces a zonas alejadas para desarrollarlas.
?A qu¨¦ se dedicaban sus padres?
Mi padre tocaba el viol¨ªn pero era militar, como todos. En Urumqi constru¨ªa el ferrocarril, y les tocaba el viol¨ªn a los obreros. Viv¨ª en Urumqi hasta los ocho a?os. Luego el trabajo de mi padre con el ferrocarril nos llev¨® hasta Xian. Y me llevaron a casa de mi abuela porque pensaban que Xian era un lugar peligroso. En Pek¨ªn mi abuela viv¨ªa en un hutong, una construcci¨®n tradicional de ladrillo con un patio central. Estuve cuatro a?os. Y aprend¨ª a prestar atenci¨®n a la tradici¨®n. Sin darme cuenta, simplemente tomando conciencia de lo bien que me sent¨ªa all¨ª, pensando, tambi¨¦n en lo que te hace sentir bien en un edificio. O en un lugar. Ese tipo de recuerdos enriquece tu vida. Te gu¨ªa.
?Ha vuelto?
S¨ª. Y pens¨¦ ?qu¨¦ peque?o es! Lo recordaba como un lugar aireado, sin mucho espacio privado pero acogedor. Creo que mi gusto por la pizarra proviene de all¨ª.
?A qu¨¦ se dedicaban sus abuelos?
Mi abuela era ama de casa. ?l era ebanista. Todo el mundo me dice que fue un gran artista. Pero yo lo conoc¨ª enfermo en la cama. De ¨¦l y de su trabajo aprend¨ª que la artesan¨ªa es tan importante o m¨¢s que la tecnolog¨ªa.
?Por qu¨¦?
Porque nos arraiga. Curiosamente, la revoluci¨®n arras¨® con las tradiciones culturales, pero convirti¨® a muchos hombres en carpinteros. No hab¨ªa industria ni dinero. Era necesario que en las propias viviendas alguien fuera capaz de hacer los muebles. Mi padre hizo las sillas y las mesas de mi casa. Yo le ayudaba. Convertir un tablero en una mesa es una gran lecci¨®n.
En 2006 fue invitado a la Bienal de Venecia y llev¨® 66.000 baldosas de cer¨¢mica.
Fue un manifiesto. ?C¨®mo se pod¨ªa tirar todo aquello a la basura? Era mi manera de demostrar lo que no deber¨ªa perderse.
Y su manera de darse a conocer en el mundo occidental.
Pens¨¦ que no deb¨ªa aceptar el trabajo porque ten¨ªamos mucho en construcci¨®n, el Museo de Historia de Ningbo y a la vez la Escuela de Arte que fundamos Lu Wenyu y yo. Me dijeron que, si dec¨ªa que no, China saldr¨ªa de la Bienal. Me dejaron sin elecci¨®n. Insistieron en que yo era el ¨²nico arquitecto chino que pod¨ªa hacer algo con tan poco. Y busqu¨¦ una soluci¨®n.
?Le cost¨® llegar a vivir de la arquitectura?
No much¨ªsimo, pero un poco s¨ª. En China hay muchas oportunidades para los arquitectos. Por eso me enfado: ?hay tantas oportunidades y las aprovechamos tan poco! No quise nunca la vida de un arquitecto estrella.
Pero es un arquitecto famoso.
Soy un arquitecto con otro tipo de fama. Foster y todos los de gran reputaci¨®n se apoyan en una manera de entender la profesi¨®n que no es la m¨ªa. Mi filosof¨ªa es b¨¢sica. Y es cr¨ªtica con el sistema. No me interesa la arquitectura de producci¨®n industrial. Y no hablo solo de China. Hablo del mundo. Me interesa una arquitectura m¨¢s sostenible no solo desde el punto de vista energ¨¦tico.
?Qu¨¦ es aut¨¦ntico en la arquitectura?
Para m¨ª la belleza es algo cercano, no extraordinario. Algo con lo que puedes vivir y convivir siempre. Una casa no es un monumento.
?C¨®mo es la suya?
Nunca hemos tenido la oportunidad de dise?ar nuestra casa porque somos un pa¨ªs socialista y la gente no tiene el derecho a ser propietaria. En el campo, los campesinos pueden tener una que nunca podr¨¢n vender. Vivimos en un piso. Pero ahora trabajo en la renovaci¨®n de un pueblo llamado Wen Cun. Me quieren dar un edificio antiguo, de 10 ¡Á 10 metros, para que viva all¨ª. Para nosotros es suficiente.
Antes de ser arquitecto fue constructor.
En los a?os noventa me dedicaba a reparar edificios porque no ten¨ªa encargos. En 1998 me mud¨¦ a Hangzhou. La ciudad era bonita y pens¨¦: ?por qu¨¦ no? All¨ª consider¨¦ que se pod¨ªa hacer una escuela de arte capaz de hacer arquitectura. Cre¨ª que si los artistas aprend¨ªan a hacer arquitectura su enfoque ser¨ªa humanista. Eso defiende la escuela que fundamos.
?Qu¨¦ piensan los arquitectos de su pa¨ªs?
Creo que les gusta lo que hago. Lo pienso porque lo imitan. Es bueno porque hay m¨¢s gente cuidando la tradici¨®n. Lo malo es que siguen copiando. No parecen dispuestos a pararse a pensar.
El desperdicio que defiende, ?es una defensa ¨¦tica?
Controlando los costes, m¨¢s que teniendo ideas, he logrado ser el arquitecto que quer¨ªa ser. No soy religioso, pero creo en el humanismo. A mis clientes les digo que la vida real es una mezcla de lo nuevo y lo viejo. No entender la tradici¨®n es no entender la vida.
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