Granada abre un barranco lleno de versos y muertos
Familias de asesinados en el mismo paraje que Lorca celebran la exhumaci¨®n de las fosas donde les dejaban poemas
Maestros, jornaleros, modistas. Afiliados a partidos pol¨ªticos y a sindicatos. Hombres, mujeres, rojos. Padres, madres, hermanos, hijas de alguien. ¡°Lorca eran todos¡±, recuerda la placa colocada en el lugar en el que fueron arrojados sus cad¨¢veres a partir del golpe de julio de 1936, en el mismo paraje en el que fue asesinado el poeta espa?ol m¨¢s universal de todos los tiempos. Lorca eran todos y es de todos. En democracia se realizaron varios intentos para encontrarlo. Ahora, a pocos metros de aquellas excavaciones infructuosas, un grupo de familias an¨®nimas celebra que ha llegado su turno.
Durante a?os los familiares de los fusilados han peregrinado por la llamada carretera de la muerte hasta ese barranco en V¨ªznar (Granada) donde siempre hay flores y versos de quienes no les olvidan. Algunos ya no podr¨¢n ver que la tierra se abre por fin para recuperar a los suyos, pero antes de irse, cedieron el testigo a sus nietos. Si se cumplen los c¨¢lculos de los expertos, la exhumaci¨®n de dos fosas ¡ªhay cinco localizadas en la zona¡ª permitir¨¢ recuperar los restos de m¨¢s de 300 personas asesinadas sin juicio ni sentencia y enterradas sin nombre y apellidos.
Un equipo multidisciplinar integrado por arque¨®logos, forenses, crimin¨®logos, soci¨®logos y documentalistas de la Universidad de Granada y dirigido por el profesor de arqueolog¨ªa Francisco Carri¨®n y el historiador Rafael Gil Bracero ha iniciado la apertura de estas fosas gracias a sendas subvenciones (de 28.000 y 18.000 euros) del Ministerio de la Presidencia al centro educativo y al Ayuntamiento de V¨ªznar. ¡°Este lugar fue, como describi¨® Agust¨ªn Pen¨®n [hijo de exiliados espa?oles en EE UU que viaj¨® en 1955 a V¨ªznar para averiguar cuanto pudiera del asesinato de Federico Garc¨ªa Lorca], el preludio de Auschwitz [campo de exterminio nazi]. Para el secretario de Estado de memoria democr¨¢tica, Fernando Mart¨ªnez, ¡°con las exhumaciones, el Gobierno pretende cerrar una p¨¢gina negra de la historia de Espa?a¡±.
El rector fusilado
Entre las 300 v¨ªctimas, los t¨¦cnicos buscan a uno de los suyos, el arabista Salvador Vila. Hab¨ªa participado en las protestas estudiantiles contra la dictadura de Primo de Rivera. En Berl¨ªn, form¨¢ndose con una beca, hab¨ªa conocido a su mujer, Gerda Leimd?rfer, miembro de una familia jud¨ªa que ser¨ªa perseguida por los nazis. En 1933 hab¨ªa obtenido la c¨¢tedra de cultura e instituciones musulmanas en la Universidad de Granada y unos meses antes del estallido de la Guerra Civil hab¨ªa sido elegido rector de la misma. ¡°Depuesto por Jos¨¦ Vald¨¦s Guzm¨¢n, el sanguinario gobernador civil rebelde de Granada¡±, recordaba el hispanista Ian Gibson, fue detenido y fusilado el 23 de octubre de 1936. Ten¨ªa 32 a?os. Su esposa esquiv¨® la muerte gracias a la mediaci¨®n del compositor Manuel de Falla y a cambio de convertirse al catolicismo. Desaparecido el verdugo, en 1975, se colg¨® en la Universidad su retrato. Y ahora, casi 85 a?os despu¨¦s de su asesinato, una nueva generaci¨®n de compa?eros, incluidos j¨®venes estudiantes del m¨¢ster de arqueolog¨ªa y antropolog¨ªa forense, busca sus restos.
En ese barranco al borde una pendiente de unos 10.000 metros cuadrados Mar¨ªa Jos¨¦ S¨¢nchez busca tambi¨¦n a un familiar. ¡°Se llamaba Rosario Fregenal, pero le dec¨ªan La Fregenala. Era modista y republicana, como toda la familia, y muy conocida por su actividad en el sindicato¡±. Su padre era zapatero, su madre, costurera. El miedo a que tomaran represalias contra los suyos fue m¨¢s grande que el miedo a que la mataran y por eso La Fregenala rechaz¨® la posibilidad de huir. La primera vez que la detuvieron, la dejaron libre. De la segunda, no volvi¨®.
Manuel de Falla tambi¨¦n intercedi¨® por ella porque su hermana era clienta y amiga de La Fregenala, pero esta vez no logr¨® salvarla. ¡°La mataron con otras cuatro mujeres¡±, relata Mar¨ªa Jos¨¦. ¡°Su madre muri¨® poco despu¨¦s de que se la llevaran porque no se recuper¨® ni del culatazo que le dieron ni del disgusto. Mis padres viv¨ªan con mi abuela y mi otra t¨ªa y el sufrimiento se ha transferido en mi familia de generaci¨®n en generaci¨®n. A mi madre le daba miedo hablar, cada vez que preguntaba por la t¨ªa Rosario me tapaba la boca. A mi abuela y a mi otra t¨ªa les promet¨ª que har¨ªa lo que fuese para encontrarla. Cu¨¢ntas l¨¢grimas he visto derramar en mi casa¡±. Como las que se le cayeron a Mar¨ªa Jos¨¦ cuando volvi¨® al barranco de V¨ªznar en el que ha estado tantas veces para homenajear a las v¨ªctimas ¡ªtodos los veranos hay una velada po¨¦tica en su honor¡ª, pero esta vez para ver a los arque¨®logos que preparaban el terreno para abrir la fosa. ¡°Fue una emoci¨®n grand¨ªsima¡±.
Una casa llena de viudas
Las mismas escuadras negras que recog¨ªan, para matarlos, a grupos de detenidos en los primeros meses de la Guerra Civil, fueron tambi¨¦n a buscar a Jos¨¦ Raya Hurtado, presidente de la agrupaci¨®n socialista de Granada, tip¨®grafo y padre de ocho hijos. Hab¨ªa colocado la bandera republicana en el Ayuntamiento y como era tip¨®grafo, hab¨ªa imprimido y repartido propaganda republicana. Suficiente para que, sin causa, juicio ni sentencia, fuera fusilado el 25 de agosto de 1936 con otros 11 hombres, entre ellos un padre y su hijo. ¡°Aquel d¨ªa empez¨® el luto eterno en mi familia. La casa se llen¨® de viudas¡±, relata ?ngela Raya. ¡°Mataron a mi abuelo, a uno de sus hijos, y a un sobrino. Su hija menor, de 30 a?os, muri¨® de un ataque al coraz¨®n. Otro hijo perdi¨® la vida en el frente y su mujer, mi abuela, no volvi¨® a salir nunca de casa¡±.
Uno de los hombres que particip¨® en el asesinato de Jos¨¦ Raya asegur¨® que se hab¨ªa quitado las gafas para meterlas en el bolsillo de la chaqueta cuando le apuntaban con el fusil. Los arque¨®logos las buscar¨¢n ahora entre los huesos. ¡°Era un hombre bueno y no merece estar tirado en un barranco, sino en un lugar digno, con sus apellidos¡±, zanja su nieta.
¡°Ya era hora de actuar en un lugar tan significativo¡±, coincide Carri¨®n, que ya ha participado en otras exhumaciones en la zona, una de las m¨¢s castigadas por la barbarie franquista. Cree que los trabajos pueden prolongarse hasta bien entrado junio. Los restos ser¨¢n analizados en el departamento de medicina legal de la Universidad de Granada. Las muestras pasar¨¢n a un banco de ADN porque aunque ahora hay 37 familiares pendientes de ese agujero en la tierra, la experiencia de la Asociaci¨®n Granadina para la Memoria Hist¨®rica es que cuando las exhumaciones se hacen p¨²blicas siempre aparecen m¨¢s familiares con la esperanza de encontrar a sus desaparecidos.
Los intentos para localizar la fosa de Lorca
Las fosas que ahora se abren en el barranco de V¨ªznar (Granada) est¨¢n a solo 800 metros de uno de los lugares donde un grupo de arque¨®logos intent¨®, sin ¨¦xito, encontrar la fosa donde Federico Garc¨ªa Lorca fue enterrado junto a dos banderilleros, Francisco Galad¨ª y Joaqu¨ªn Arcollas, y un maestro, Di¨®scoro Galindo. El investigador franc¨¦s Claude Couffon estaba convencido de que el poeta fue asesinado y enterrado en este barranco, aunque expertos como Ian Gibson, que ha dedicado su vida a investigar la vida y la muerte de Lorca, apuntaban a otro lugar, el que le se?al¨® Manuel Castilla, quien dijo haber enterrado los cuerpos.
Se han realizado tres intentos de localizar la fosa del poeta en 2009, 2014 y 2016. El primero, en el Parque Garc¨ªa Lorca; el segundo, a menos de un kil¨®metro de la primera excavaci¨®n y el ¨²ltimo, en el pol¨ªgono n¨²mero 9 de Alfacar (Granada). Las intervenciones infructuosas, a las que siempre se han opuesto los descendientes del poeta, avivaron las teor¨ªas sobre su paradero final: desde que la familia se llev¨® el cad¨¢ver, hasta que termin¨® en el Valle de los Ca¨ªdos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.