De debate a debate o c¨®mo hemos cambiado. Radiograf¨ªa de Espa?a en 2022
En siete a?os, Espa?a ha sufrido vuelcos pol¨ªticos, una crisis independentista, una revoluci¨®n feminista, una pandemia y un desplome econ¨®mico. A pesar de eso, 2022 se parece m¨¢s a 2015 de lo que se pudiera pensar
Aquel fue el a?o del atentado de Charlie Hebdo; tambi¨¦n el de la foto de aquel ni?o sirio de camiseta roja y pantaloncito azul ahogado en una playa de Turqu¨ªa; el del despegue de Netflix con Narcos o House of cards y el de la victoria de Manuela Carmena y Ada Colau en Madrid y Barcelona. Aquel a?o, en febrero de 2015, se celebr¨® el ¨²ltimo debate del estado de la naci¨®n. Los protagonistas fueron tres: Mariano Rajoy, Pedro S¨¢nchez y la crisis econ¨®mica, que algunos expertos optimistas daban ya por casi superada. Desde entonces, el pa¨ªs ha sufrido varios vuelcos pol¨ªticos (el mismo Rajoy, desalojado de la presidencia en 2018, el mismo S¨¢nchez, apartado de su propio partido en 2016 para regresar de la nada meses despu¨¦s). Espa?a vivi¨®, adem¨¢s, un proceso independentista, una revoluci¨®n feminista, la irrupci¨®n de tres potentes partidos pol¨ªticos (y la pr¨¢ctica desaparici¨®n de uno de ellos), una pandemia mundial y una guerra en Europa. A pesar de todo eso, 2022 es m¨¢s parecido a 2015 de lo que pudiera pensarse. De hecho, y tras tantas carambolas hist¨®ricas, los protagonistas del debate del pr¨®ximo 12 ser¨¢n, de alguna forma, los mismos que hace siete a?os: Pedro S¨¢nchez, ahora presidente; Alberto N¨²?ez Feij¨®o, heredero de aquel PP de Rajoy m¨¢s moderado, y otra crisis econ¨®mica, de la que la mayor¨ªa de los expertos no pesimistas no ven la salida. Lo que sigue es lo que hemos cambiado. Y lo que no.
Pol¨ªtica
Aquella ma?ana de martes del 24 de febrero del debate entre Rajoy y S¨¢nchez flotaba en la c¨¢mara un ambiente que ol¨ªa a fin de ciclo. Casi a fin de ¨¦poca. Por delante, el calendario aportaba un desfile de elecciones en un a?o (andaluzas, municipales, catalanas y nacionales) que iban a dar pie a que pudiera transformarse todo y hab¨ªa dos partidos nuevos, (a¨²n sin representaci¨®n parlamentaria) Podemos y Ciudadanos, dispuestos a hacerlo. Sus dos l¨ªderes, j¨®venes y emergentes, estaban llamados a acabar con el bipartidismo que exist¨ªa en Espa?a desde la desaparici¨®n de CDS en 1993 y, en cierto modo, a inaugurar la nueva era pol¨ªtica post-Transici¨®n. Todos miraban de reojo a Pablo Iglesias, de 37 a?os; y a Albert Rivera, de 36. Por eso el debate ten¨ªa algo de irreal, ya que la pelota, en cierto modo, rodaba fuera. Diez meses despu¨¦s, en diciembre, las elecciones generales confirmaron el fin de ciclo: el PP obtuvo 123 esca?os, el PSOE, 90. Podemos 68 y Ciudadanos 40. Bienvenidos al futuro.
Siete a?os fren¨¦ticos despu¨¦s, las pasadas elecciones andaluzas han confirmado una tendencia impensable aquella ma?ana de 2015: el bipartidismo ha vuelto, aunque metamorfoseado. Dos de cada tres andaluces votaron por alguno de los dos partidos preponderantes. Los analistas ven¨ªan observando esa tendencia hace un a?o. Y los resultados andaluces lo han corroborado. Bel¨¦n Barreiro, directora del instituto de investigaciones sociol¨®gicas 40dB. resalta, adem¨¢s, que de este cambio son part¨ªcipes los m¨¢s j¨®venes, ya que los votantes de 18 a 24 a?os prefieren hoy por hoy al PSOE y los de 25 a 34, al PP.
Por el camino se quem¨® buena parte de la generaci¨®n de aquellos l¨ªderes j¨®venes y emergentes llamados a modernizar la pol¨ªtica: Pablo Iglesias se convirti¨® en el l¨ªder de la oposici¨®n de izquierdas, fue diputado y lleg¨® a ser vicepresidente del Gobierno; ahora, con su partido cotizando a la baja, es columnista de prensa, tertuliano en la radio y presentador de un podcast (tendencia radiof¨®nica que ha experimentado un gran ¨¦xito en estos siete a?os, por cierto). Rivera se convirti¨® en figura clave para decidir gobiernos y lleg¨® a pensar en ser presidente ¨¦l mismo. Hoy, tras abandonar en febrero la firma de abogados en la que trabajaba, ha desaparecido pr¨¢cticamente de la escena p¨²blica. Queda por ver si Vox, la tercera fuerza potente surgida en estos siete a?os, liderada por Santiago Abascal, de 47 a?os, consigue afianzarse o tambi¨¦n est¨¢ llamada a desaparecer o a convertirse en algo residual. Por ahora, seg¨²n los resultados de las elecciones andaluzas y de varios analistas, parece simplemente estancada.
El soci¨®logo y alcalde de Alca?iz (Teruel), el socialista Ignacio Urquizu, coincide en que la escena pol¨ªtica espa?ola se parece a la de aquel 2015 por la vuelta de la hegemon¨ªa de los dos partidos hist¨®ricos y a?ade algo que tambi¨¦n ha permanecido invariable en estos siete a?os: la falta de amplios consensos o acuerdos para llevar a cabo, por ejemplo, un gran pacto sobre la educaci¨®n, las pensiones o la reforma fiscal. En esto, a?ade, a pesar de que el mundo se ha puesto del rev¨¦s, no se ha cambiado tampoco nada.
Econom¨ªa
En 2015, las principales preocupaciones de los espa?oles, seg¨²n la encuesta del CIS de mayo de ese a?o, eran, por este orden, el paro, la corrupci¨®n y la crisis econ¨®mica. Consciente de ello, al debate de aquella ma?ana, Mariano Rajoy acudi¨® al Congreso convencido de que su tarea consist¨ªa, en gran parte, en convencer a los espa?oles de que hab¨ªa pasado ya lo peor de la crisis mundial, originada en 2008, que hab¨ªa triturado las finanzas espa?olas. ¡°Hemos salido de la pesadilla¡±, dijo. El PIB cay¨® un 1,3 en 2013, se recuper¨® en 2014 un 1,4% y subi¨®, ya en 2015, hasta un 3,8%. Pero el dato m¨¢s revelador de la potencia destructiva de la crisis de la deuda de aquellos a?os lo dan las estad¨ªsticas del paro: en diciembre de 2013 se rozaron los 6 millones, con una tasa que superaba el 25%; en 2014, las cifras se quedaron en 5.470.000 y un 23,7%. El a?o de 2015 se iba a cerrar con 4.770.000 y un 20,9%. La poblaci¨®n hab¨ªa sufrido y segu¨ªa sufriendo mucho. Las instrucciones de aplicar la austeridad a machamartillo dictadas desde Europa hacia los pa¨ªses del sur se hab¨ªan traducido en recortes de todo tipo: subidas de impuestos, funcionarios sin pagas extras, menor inversi¨®n en Sanidad o en educaci¨®n¡. La buena noticia era que lo peor parec¨ªa haber pasado: se caminaba un poco en cueros, pero hacia un futuro econ¨®mico que se mostraba despejado.
Sin embargo, siete a?os despu¨¦s, Espa?a, como el resto de pa¨ªses del mundo, deja atr¨¢s otra crisis gigantesca causada por una ins¨®lita pandemia planetaria que nadie pudo prever. Las preocupaciones de los espa?oles, centradas durante mucho tiempo en escapar de un virus asesino, pasan, de nuevo, por las incertezas econ¨®micas. Los n¨²meros son, por ahora, mejores que en 2015. Las previsiones del Banco de Espa?a de mayo rebajan el crecimiento del PIB espa?ol de un 4,5% a un 4,1%. Pero a¨²n est¨¢n por encima del crecimiento de hace siete a?os. El paro se sit¨²a muy por debajo de aquel entonces: 2.880.000 desempleados.
La mala noticia es que lo peor no parece haber pasado: los precios al alza sin freno de la energ¨ªa, la inflaci¨®n por encima del 10% y la incertidumbre internacional que irradia la guerra de Ucrania auguran un oto?o dif¨ªcil despu¨¦s de un verano prometedor gracias al turismo. La baza de Espa?a es que goza de un colch¨®n europeo de 70.000 millones de euros. El Gobierno de S¨¢nchez ya ha empezado a arbitrar medidas (bonos para los trabajadores m¨¢s vulnerables, subvencionar parte del transporte p¨²blico, entre otras) para tratar de liberar las familias de la tenaza inflacionista. Pero es posible, si la guerra contin¨²a, que se quede sin munici¨®n fiscal. En una cosa, el mundo es muy distinto hoy al de 2015: entonces se pagaban 65 euros por un kilovatio de energ¨ªa; hoy cuesta m¨¢s de 220.
Sociedad
Quince d¨ªas despu¨¦s del debate de 2015, el 8 de marzo, cerca de 9.000 personas se manifestaron en defensa del feminismo en Madrid para conmemorar el D¨ªa Internacional de la Mujer. En 2019, la cifra lleg¨® a 370.000. La pandemia redujo la asistencia los a?os posteriores, pero las multitudinarias convocatorias consecutivas demostraron que el feminismo, en estos siete a?os, se ha convertido en un eje pol¨ªtico y social clave, transversal, intergeneracional y cotidiano. Tal vez sea la mayor transformaci¨®n social en estos siete a?os. En 2015 a¨²n se toleraban debates o ciclos de conferencias protagonizados solo por hombres. Hoy eso se consiente mucho menos. La marea no ha sido solo espa?ola, evidentemente, (el movimiento Me too, surgi¨® en 2017 en Estados Unidos), pero Espa?a, por razones que van desde la importancia y visibilidad que se le ha dado siempre a la lucha contra la violencia machista, al impacto que gener¨® la sentencia de La Manada, hecha p¨²blica en noviembre de 2017, ha ido y a¨²n va en vanguardia.
Otra transformaci¨®n imparable tiene que ver con la sociedad digital. El soci¨®logo Urquizu recuerda que 2015 el 65% de los espa?oles se conectaba diariamente a internet y hoy, calcula, ese porcentaje debe sobrepasar ya el 90%. Antes, recuerda, exist¨ªa una brecha generacional que ya se ha borrado. A?ade otra caracter¨ªstica nueva y menos mensurable: ¡°Para m¨ª, despu¨¦s de la pandemia, la sociedad es m¨¢s temerosa. Las generaciones del 15-M sab¨ªan que iban a vivir peor que sus padres. Pero ahora sabemos que un virus nos lo puede arrebatar todo. Y eso es un caldo de cultivo para la extrema derecha, para impedir que mundo evolucione por puro miedo¡±.
El escritor y periodista Ram¨®n Ferriz, autor de varios libros en los que describe ¨¦pocas recientes de la sociedad, recuerda que desde 2015 asistimos, entre otras cosas, al advenimiento de Trump y a la votaci¨®n del Brexit. Y acaba definiendo este tiempo trepidante con una f¨®rmula que refrenda esa sensaci¨®n de habernos montado en una monta?a rusa que ha durado siete a?os y nos ha devuelto casi al mismo sitio: ¡°Han sido unos a?os locos de mucho experimento consecuencia de las crisis: adem¨¢s de Trump y el Brexit, est¨¢ la austeridad como inspiraci¨®n econ¨®mica, el proc¨¦s, Ciudadanos, Podemos, pero todos esos experimentos han quedado en nada, todo ha salido entre regular y mal¡±.
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