La princesa de Asturias y el peso de la Corona
Su formaci¨®n acad¨¦mica y militar ha sido dise?ada para reinar, pero su vida social se aleja de la alta sociedad
Una joven de ojos claros y cabello pajizo ataviada con un uniforme de 1882, abandona su puesto en la formaci¨®n militar braceando con un viejo m¨¢user con la bayoneta calada suspendido del brazo derecho (ella, que es zurda); atraviesa el patio de armas de la Academia General Militar, en Zaragoza, con la frente erguida. Los ojos de los asistentes, casi 3.000 personas y 409 cadetes, est¨¢n fijos en ella. Espa?a la escruta. 2.507.000 televidentes van a presenciar en alg¨²n momento la transmisi¨®n de esta escena por la cadena p¨²blica, que ser¨¢ rebotada hasta la saciedad por las redes sociales. Al d¨ªa siguiente, ser¨¢ portada de todos los diarios y revistas. Y protagonista de los editoriales y columnas de opini¨®n.
Tiene 17 a?os y no es una celebrity, influencer ni instagrammer. Es Leonor de Borb¨®n Ortiz, la heredera de un trono de la vieja Europa, que termin¨® hace cinco meses el bachillerato internacional cerca de Cardiff, en Gales, y ya da su opini¨®n y garabatea sus ideas para los escasos discursos que ha pronunciado, como en los ¨²ltimos Premios Princesa de Asturias, este mes en Oviedo.
Hoy, en la General, la Princesa ¡ªsosegada, reflexiva, pero tambi¨¦n decidida, seg¨²n quienes la conocen¡ª es consciente de que no puede cometer ning¨²n error. Es un momento institucional clave en su andadura como heredera constitucional al trono de Espa?a. Ha ingresado en este centro castrense y va a ser militar porque su padre, el Rey, y, sobre todo, el Gobierno, a trav¨¦s del Real Decreto 173/2023, del 14 de marzo, as¨ª lo han decidido. Tambi¨¦n se ha decidido en Consejo de Ministros c¨®mo ser¨¢n sus tres pr¨®ximos a?os. Singladura de seis meses a bordo del bergant¨ªn Elcano de la Armada, y aprender a volar en las Pilatus de entrenamiento del Ej¨¦rcito del Aire. Estudio de materias de ingenier¨ªa industrial trufadas con orden cerrado, adiestramiento y formaci¨®n f¨ªsica.
En Zaragoza, en pie a las 6.30 a toque de corneta; a las 23.00 se apagan las luces. Flexiones, fondos y carrera para desayunar. M¨ªnimo margen de maniobra; hasta el pijama debe ser reglamentario. Y su habitaci¨®n, desnuda y espartana, compartida con siete compa?eras cadetes repartidas de dos en dos. Dentro de una instituci¨®n, la militar, en la que a¨²n un escaso 13% son mujeres. Tras las academias, los poderes del Estado guiar¨¢n su formaci¨®n universitaria. Ser¨¢ jur¨ªdica y econ¨®mica, poniendo el acento en el derecho Administrativo, Constitucional y P¨²blico, para que conozca la dimensi¨®n institucional del Estado.
Aunque no hay nada escrito, todo est¨¢ previsto. Nada se deja al azar. La comunicaci¨®n entre el jefe de la Casa, Jaime Alfons¨ªn, y el ministro de la Presidencia, F¨¦lix Bola?os (ya antes como secretario general de la Presidencia a la vera de Pedro S¨¢nchez), ha sido continua durante los ¨²ltimos cinco a?os. No hay que olvidar que todas las palabras de Zarzuela se visan en Moncloa. Y el Gobierno refrenda todos los actos del Rey. Su educaci¨®n es una cuesti¨®n de Estado. La Constituci¨®n dice que alg¨²n d¨ªa ser¨¢ el mando supremo de las Fuerzas Armadas como capitana general y tambi¨¦n la m¨¢s alta representante del Reino de Espa?a en las relaciones internacionales. Y est¨¢ llamada a ser el s¨ªmbolo de la unidad y permanencia del Estado. No es ninguna broma, pero ella no se agobia m¨¢s de lo necesario, dicen sus allegados. ¡°No mira lejos, vive sin angustias ni miedo; se fija metas peque?as y, sobre todo, cercanas¡±. Para empezar, la jura de la Constituci¨®n este martes ante los poderes del Estado. Un momento de m¨¢ximo simbolismo para su padre.
En la tribuna presidencial, sus padres, los Reyes, presiden visiblemente emocionados el acto entre un enjambre de uniformes y rodeados por su staff. La emoci¨®n no procede solo del significado institucional del acto, sino tambi¨¦n por ver a Leonor, que tantas semanas de tensi¨®n ha pasado desde su ingreso en la Academia el 17 de agosto, hacerlo de forma impecable, cuentan fuentes cercanas. ¡°Estaban orgullosos de que lograra ser tan pulcra y estricta en la ceremonia, siendo al mismo tiempo el centro de atenci¨®n: sola y a capela. Y, lo que es igual de importante, se emocionaron por verla disfrutando de ese momento que le hab¨ªa tocado vivir¡±.
Y ese es el fondo de la cuesti¨®n sobre la princesa de Asturias. Seg¨²n dicen en su entorno, ha sido educada para aceptar un destino insoslayable, pero tambi¨¦n con el objetivo de ser feliz. Tiene la responsabilidad de llegar a personificar una especie de servicio p¨²blico 24/7, de ser ¨²til ¡ªcontin¨²an las mismas fuentes¡ª e intentar que a los 48 millones de personas en Espa?a les vaya mejor. Dice una persona pr¨®xima: ¡°Est¨¢ haciendo lo que debe hacer, pero no como un sacrificio, sino con normalidad y estabilidad mental. Si no, se volver¨ªa loca. Es curioso que una chica de 17 a?os que viene de un ambiente liberal, y que no es una superatleta (aunque es buena en v¨®leibol), confiese unos meses despu¨¦s a su familia que disfruta enfrent¨¢ndose a las maniobras en San Gregorio. Y que, adem¨¢s, le interese ese conglomerado de asignaturas de ingenier¨ªa que debe estudiar combinadas en tres a?os¡ supone una capacidad importante para afrontar cambios radicales. Leonor acepta, entiende y va a sacar partido a su destino, porque es su ¨²nica manera de ser feliz¡±.
En abril de 2022, asisti¨® en un instituto de Legan¨¦s (Madrid), el Julio Verne, a unas jornadas sobre juventud y ciberseguridad junto a 400 estudiantes de su edad. Su vecino de mesa le pregunt¨® c¨®mo la deb¨ªa llamar. Contest¨® con un escueto, ¡°Leonor¡±. Quienes la conocen bien dicen que la princesa de Asturias no va con miedo por la vida, aunque s¨ª con calma, observando y analizando desde muy ni?a qui¨¦n y por qu¨¦ se acerca a ella. No quiere ¡ªdicen¡ª que la traten mejor ni peor que a nadie; ni cortesanos ni haters. ¡°Pero no baja la guardia; es consciente de que una foto en un garito cualquiera haciendo el ga?¨¢n, a ella y a su hermana, Sof¨ªa, de 16 a?os, les pasar¨ªa factura, as¨ª que han tenido que apa?¨¢rselas y desarrollar estrategias para vivir¡±, explica una fuente de su entorno. ¡°Pero no es la princesita del guisante, no est¨¢ en un guindo, le importa el cambio clim¨¢tico y el medio ambiente; el feminismo, el impacto social del trabajo, lo diferente, la diversidad, la salud mental; lo consulta todo en las redes, y de televisi¨®n ve los informativos. Como su generaci¨®n. Conecta con su tiempo¡±, concluye.
En ese sentido, se la ha visto c¨®moda en situaciones m¨¢s complejas, ya sea con los refugiados ucranios, los chavales de un proyecto de integraci¨®n en un barrio machacado por el paro y la droga, o con ni?os con discapacidad en una granja escuela. Y relajada en un perfecto catal¨¢n en Girona (tambi¨¦n se maneja en gallego y euskera) o en la Eurocopa femenina de f¨²tbol en Londres. O en conciertos de Rosal¨ªa o Harry Styles. Mucho m¨¢s discretas son las escapadas junto a su madre y su hermana por Europa, o las andanzas de las tres por los barrios m¨¢s olvidados de Madrid. Las decenas de tardes de teatro, desde el Real al m¨¢s alternativo de la capital, con la Reina. Y el cine, desde siempre. La obsesi¨®n de sus padres era que no crecieran aisladas.
¡°Leonor no es Teresa de Calcuta, pero es sensible, empatiza y siente y entiende enseguida el dolor ajeno¡±, explica una fuente de su entorno. Pregunta: ?Y tambi¨¦n sale de fiesta? Respuesta: ¡°Se ha ido de farra mil veces y le gusta, pero no es una loca de la vida¡±. Pregunta: ?Les preocupa a sus padres el tema de las parejas? Respuesta: ¡°Claro, a ellos les quita el sue?o y lo hablan los cuatro, como de la droga, el sexo y el rock and roll. Les preocupa su futuro emocional. Qu¨¦ personas se van a acercar afectivamente a ellas cuando los medios y las redes no los van a dejar tranquilos ni un minuto¡±.
Las hijas de los Reyes no han estudiado en colegios religiosos; no van a puestas de largo ni a monter¨ªas; tampoco a las regatas, el golf ni las estaciones de esqu¨ª de moda; no pisan Sotogrande ni el club Puerta de Hierro. ¡°Son feministas, consideran indiscutible el principio de igualdad de derechos entre la mujer y el hombre, y no contemplan la perpetuaci¨®n de los roles tradicionales en la sociedad y la familia¡±, afirma una fuente cercana. ¡°No viven desocupadas, en entornos endog¨¢micos y con un aire superficial por tener la vida resuelta¡±, subraya.
Una de las consecuencias m¨¢s palpables de que su padre se casara con una periodista asturiana, divorciada; ni creyente ni no creyente (m¨¢s bien aconfesional, como la Constituci¨®n) y de clase media raspada, producto de las becas y el ascensor social, es que la vida de los Borb¨®n Ortiz se haya mantenido durante estos 20 a?os m¨¢s distante del universo de la muy conservadora alta sociedad madrile?a, que s¨ª frecuent¨® el pr¨ªncipe Felipe. Y, sobre todo, sus t¨ªas y primos hermanos m¨¢s medi¨¢ticos. Han vivido pegadas al terreno, a la realidad, a trav¨¦s de su familia materna y las variopintas amistades de sus padres, de las que muchas proceden del lado Ortiz y bastantes son padres de su colegio de Madrid, aseguran en su entorno: ¡°Han crecido viendo a gente que madruga, que llega regular a fin de mes, que tiene que pedir ayudas para sus hijos; son lesbianas o gais o de g¨¦nero fluido, y se mudan porque les han subido el alquiler. Y el colegio de las hijas en Gales son 400 alumnos de 60 nacionalidades, de los que tres cuartas partes disfrutan de alg¨²n tipo de beca¡±.
Siendo conscientes de que su situaci¨®n es excepcional, de que viven en la sede de la jefatura del Estado y de que son permanentemente observados y juzgados, la pareja Borb¨®n-Ortiz ha luchado ¡ªexplican¡ª por crear un ambiente de normalidad en el interior de esa excepcionalidad. Su hogar (lejos de la parte m¨¢s representativa del palacio de la Zarzuela) es un refugio que nadie pisa de manera oficial y en el que viven como una familia. Aunque con m¨¢s metros cuadrados. La Reina ha criado a sus hijas sin nannies ni preceptores; despert¨¢ndolas cada ma?ana a las 7.15, llev¨¢ndolas (con o sin el Rey) al colegio y levant¨¢ndose por la noche si estaban malas.
Ambos han hecho con ellas los deberes, les han le¨ªdo libros en la cama y han hecho deporte y cocinado juntos. Dicen quienes los conocen que son una pi?a. M¨¢s bien, un equipo. Y as¨ª lo vivieron, por ejemplo, durante el confinamiento de la covid, nueve semanas; los cuatro solos en casa. Con el padre en alerta como jefe de Estado por la tragedia de la pandemia, y las ni?as d¨¢ndole masajes en las cervicales (ha tenido desde la adolescencia dolores de espalda), o mucho calor en los peores momentos del conflicto de Felipe VI con su padre, el rey Juan Carlos. Un abuelo al que no ven desde que se march¨® a Abu Dabi hace tres a?os. A la abuela Sof¨ªa la visitan con regularidad en Zarzuela cuando las tres est¨¢n en Madrid.
Hermanas y c¨®mplices
Leonor y Sof¨ªa son u?a y carne. El apoyo de la peque?a a la mayor es total, destacan fuentes cercanas. Hasta el punto de saberse sus discursos. Sof¨ªa ¡ªse?alan¡ª es el complemento de Leonor y viceversa. Son c¨®mplices. Frente al tono diplom¨¢tico, reflexivo, sereno y estrat¨¦gico de Leonor, Sof¨ªa es m¨¢s directa, r¨¢pida e impaciente; cuestiona m¨¢s las ¨®rdenes y se entera de todo. Tras su paso por el colegio de Gales, puede que se plantee un gap year (un a?o sab¨¢tico entre el Bachillerato y la Universidad), para acometer alg¨²n tipo de voluntariado. ?Ir¨¢ a las academias militares? Ser¨¢ lo que ella decida, aseguran en su entorno.
Leonor de Borb¨®n no est¨¢ tutelada ni monitorizada por nadie. Los Reyes han colocado como enlace entre Zarzuela y las academias a Margarita Pardo de Santayana, de 48 a?os, teniente coronel de Artiller¨ªa, diplomada de Estado Mayor y avezada piloto de helic¨®pteros (estuvo destinada en Afganist¨¢n), que va y viene entre Madrid y Zaragoza. ¡°Pero Marga est¨¢ para ayudar¡±, seg¨²n un allegado, ¡°est¨¢ para transmitir, enlazar y, sobre todo, para comunicarse con Leonor: saber c¨®mo se siente, [contar] c¨®mo la ve. Pero Leonor es la que decide¡±.
Quiz¨¢ uno de los momentos que con m¨¢s emoci¨®n recuerdan la princesa Leonor y la infanta Sof¨ªa de la cara B de su vida ¡ªcuentan en su entorno¡ª fue cuando en 2018 su madre invit¨® discretamente a la Premio Nobel de la Paz Nadia Murad, que ten¨ªa 25 a?os, a visitarlas en su casa. Murad, de origen yazid¨ª, fue una de las 7.000 mujeres que el Estado Isl¨¢mico viol¨®, secuestr¨® y esclaviz¨® en el norte de Irak en el verano de 2014. Murad logr¨® escapar de sus captores y grit¨® al mundo las atrocidades del ISIS. Esa tarde, en la Zarzuela, las cuatro merendaron unas galletas horneadas por Leonor y Sof¨ªa y escucharon el terrible relato de la Nobel. Hasta llegar a las l¨¢grimas. Para calmar la escena, la madre anim¨® a las hijas a cantar con Murad canciones en ¨¢rabe (idioma que estudian, en el que se manejan y una cultura en la que est¨¢n muy interesadas). Se pas¨® del llanto a las risas. Las cuatro vieron que hab¨ªa esperanza.
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