Binibeca Vell, conocido como el Mikonos de Menorca, se rebela contra la masificaci¨®n tur¨ªstica
Este n¨²cleo, uno de los lugares m¨¢s visitados de la isla, acuerda restringir el acceso a visitantes y se prepara para votar su cierre total ante la falta de ayudas para gestionar la saturaci¨®n estival
La imagen se repite cada verano en el perfil de Instagram de pr¨¢cticamente cualquier visitante que pasa unos d¨ªas en Menorca. Calles empedradas, casas blancas bajas con faroles negros que asoman de las fachadas y barandillas de madera. Callejones serpenteantes y nombres de calles escritos con azulejos. Es el poblado de pescadores de Binibeca Vell, bautizado por muchos como el ¡°Mykonos espa?ol¡± por su parecido arquitect¨®nico con la isla griega, que con el auge de las redes sociales en los ¨²ltimos a?os ha registrado niveles de visitantes nunca vistos. M¨¢s de 800.000 personas recorren sus calles solo en los meses de verano, en una carrera fren¨¦tica por conseguir la mejor foto, la pose m¨¢s ocurrente o captar la ¨²ltima luz del d¨ªa en un lugar que parece sacado de un cuadro.
Sin embargo, lo que para muchos puede parecer un pueblo es en realidad una urbanizaci¨®n privada construida en 1964 en unos terrenos que actualmente pertenecen al municipio de Sant Llu¨ªs, de apenas 7.000 habitantes. El n¨²cleo urban¨ªstico fue dise?ado por el arquitecto catal¨¢n Barba Corsini y el aparejador menorqu¨ªn Antonio Sintes, que se inspiraron en la arquitectura tradicional de los peque?os pueblos de las islas griegas para colmar las expectativas de los compradores que quer¨ªan una vivienda en la zona. Binibeca Vell cuenta ahora con 165 casas repartidas en una superficie de 8.000 metros cuadrados de terreno privilegiado frente al mar y que se vende como un poblado de pescadores que tampoco lo es, ya que tom¨® ese nombre ¨²nicamente porque su ubicaci¨®n coincid¨ªa con la de un antiguo refugio para pescadores de la zona.
¡°Si pones en Instagram la palabra Menorca, de cada diez im¨¢genes que aparecen, tres son de Binibeca Vell¡±, explica ?scar Monge, presidente de la comunidad de propietarios del poblado, cuya imagen genera beneficios econ¨®micos para muchas actividades complementarias de la isla, como los autobuses y el tren tur¨ªstico, los restaurantes, bares y los comercios de la zona. La saturaci¨®n de visitantes en verano, en una isla que el a?o pasado recibi¨® 1,6 millones de viajeros seg¨²n datos del INE, pugna con la necesidad de descanso de sus vecinos y con la falta de ayudas por parte de la Administraci¨®n para hacer frente a los efectos de la masificaci¨®n, que se traducen sobre todo en la basura que queda tras el paso diario de cientos de personas y en incidentes de los residentes con algunos visitantes inc¨ªvicos. La inacci¨®n que denuncian por parte del Consell insular de Menorca ha llevado a la comunidad de vecinos a restringir el acceso del p¨²blico a la urbanizaci¨®n, limitando las visitas a un horario comprendido entre las once de la ma?ana y las ocho de la tarde. En agosto, si siguen sin obtener respuesta por parte de las administraciones, someter¨¢n a votaci¨®n entre los 195 propietarios si cierran totalmente la urbanizaci¨®n, impidiendo el paso a los visitantes al lugar m¨¢s fotografiado de la isla.
Los vecinos llevan a?os denunciando los problemas derivados de la masificaci¨®n en sus calles y reclamando ayudas para su mantenimiento, dado que son las propias administraciones p¨²blicas las que muchas veces publicitan el poblado como una de las principales atracciones tur¨ªsticas. En enero de 2023, la comunidad de propietarios alcanz¨® un acuerdo con el Consell de Menorca, entonces en manos PSOE, M¨¦s y Unidas Podemos, por el que la instituci¨®n se comprometi¨® a regular la llegada de autobuses a la urbanizaci¨®n y a mejorar la formaci¨®n de los gu¨ªas que descubren los secretos del poblado. A cambio, la comunidad de propietarios recib¨ªa 15.000 euros para ayudar a la conservaci¨®n y evitar el deterioro de la zona. El nuevo equipo de gobierno, en manos del popular Adolfo Vilafranca, no ha renovado el convenio con los propietarios alegando que se trata de una urbanizaci¨®n privada y que no solicitaron la renovaci¨®n en el plazo establecido, algo que Monge niega. ¡°Alucinamos que tengamos que instar al Consell a renovar un convenio. En el propio documento se establece que se tienen que crear dos comisiones durante el a?o de vigencia del contrato y no nos han convocado ni una vez, lo que no vamos a hacer nosotros es instar al Consell a reunirnos cuando hemos puesto la urbanizaci¨®n a su disposici¨®n¡± sostiene Monge, que cree que el gobierno conservador de la isla ¡°solo tiene en mente la privatizaci¨®n de todo¡±.
El presidente de la comunidad de propietarios lamenta que el Ayuntamiento de Sant Llu¨ªs tampoco haya tomado las riendas del asunto cuando alrededor de cien familias del municipio dependen econ¨®micamente de forma directa de la urbanizaci¨®n, por su trabajo en los comercios y restaurantes de la zona. El consistorio se ha comprometido, hasta el momento, a recoger la basura de las papeleras de la urbanizaci¨®n a las nueve de la ma?ana, pero los vecinos tienen que pagar un servicio externo de residuos para que limpie a partir de las tres de la tarde ¡°cuando las papeleras est¨¢n ya a reventar¡±. Para Monge, los residentes solo obtienen perjuicios y pr¨¢cticamente ning¨²n beneficio por permitir el paso a lo que se ha convertido en la mayor atracci¨®n tur¨ªstica de la isla, en la que invierten unos 100.000 euros anuales en pintar y mantener limpias las fachadas.
El poblado registra su auge de residentes en los meses de verano, con medio millar de personas, mientras que apenas son 30 los habitantes que viven en Binibeca Vell durante todo el a?o. En los meses de temporada alta es cuando se produce el grueso de los incidentes con turistas inc¨ªvicos que, seg¨²n Monge, a veces pierden el respeto ¡°e intentan meterse a hacer una foto en tu terraza mientras est¨¢s comiendo¡±. Entiende que haya muchas personas que piensen que quienes viven en este tipo de lugares saturados por el turismo sab¨ªan a lo que se expon¨ªan cuando compraron la vivienda, pero no lo comparte: ¡°Cuando te compras una casa no sabes al final hasta d¨®nde puede llegar todo este parip¨¦. Parece Port Aventura, pero ellos por lo menos te cobran la entrada¡±. Eso est¨¢ descartado, pero el acceso libre a la urbanizaci¨®n parece que tiene los d¨ªas contados.
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