Los tiburones llegan hasta el centro de Barcelona, pero vienen de buen rollo
Se exponen en el Movistar Centre de plaza de Catalu?a las fotos de escualos del explorador de National Geographic Brian Skerry, consagradas a concienciar de la necesidad de preservarlos
Tras el susto de los tiburones que provocaron el desalojo de una playa en l¡¯Hospitalet de l¡¯Infant (Tarragona) los escualos llegan ahora hasta el centro de Barcelona. Afortunadamente, vienen en son de paz. La exposici¨®n Sharks de Brian Skerry, con medio centenar de fotos de gran tama?o de estas criaturas tomadas por el c¨¦lebre fot¨®grafo estadounidense explorador de National Geographic, v¨ªdeos, elementos interactivos, y la posibilidad de colocarte unas gafas de realidad virtual y ver nadar tiburones blancos hacia ti (!), se ha inaugurado el mi¨¦rcoles en el Movistar Centre en plaza de Catalunya (visitable hasta el 30 de julio). A la entrada incluso se puede contemplar una jaula para observar con seguridad tiburones bajo el mar; es igualita que la que no le sirvi¨® de mucho a Matt Hooper (Richard Dreyffus) en Tibur¨®n. En todo caso, la menci¨®n de la pel¨ªcula de Spielberg est¨¢ casi prohibida en la muestra (gratuita y familiar) consagrada a desmontar la mala imagen de estos animales y concienciar de la necesidad de su preservaci¨®n.
En la inauguraci¨®n ha hecho de excepcional cicerone la ocean¨®grafa y experta en tiburones catalana G¨¢dor Muntaner, que ha subrayado lo maravillosos y, con las estad¨ªsticas en la mano, poco peligrosos que son, aunque nos inspiren pesadillas al ritmo de la banda sonora de John Williams. Las fotos que se exponen, agrupadas por especies y h¨¢bitats, son el resultado de a?os de exploraciones (hace 30 que Skerry tuvo su primer encuentro con uno, un tibur¨®n azul hembra), con un total de m¨¢s de 10.000 horas de inmersiones bajo el agua, en todos los oc¨¦anos del planeta.
¡°Los tiburones representan una fuente inagotable de inspiraci¨®n¡±, escribe Skerry en los textos de la exposici¨®n, ¡°una mezcla de elegancia y poder¨ªo que me empuja a sumergirme una y otra vez en el mar con la esperanza de ofrecer una nueva interpretaci¨®n que capture su esencia en todo su esplendor¡±. Y el fot¨®grafo explorador resume: ¡°Me siento en la obligaci¨®n y en la urgencia de informar de que los tiburones tienen problemas y necesitan nuestra ayuda¡±. Desde luego es una perspectiva muy distinta de la del capit¨¢n Quint, que opinar¨ªa algo muy distinto de los tiburones, sobre todo despu¨¦s de la escena final del filme de Spielberg.
La muestra convoca al p¨²blico de todas las edades a zambullirse en las impactantes fotos para nadar junto a tiburones blancos (los T. Rex de los escualos), tiburones tigre, makos, toro, de puntas negras, tiburones martillo y otros de menos mala fama como los tiburones ballena y los peregrinos, para comprender por qu¨¦ son animales ¨²nicos, pero adem¨¢s conocer a qu¨¦ amenazas se enfrentan. Una secci¨®n, con im¨¢genes duras, est¨¢ dedicada a ilustrar la cruel pesca de tiburones, de los que se calcula que matamos m¨¢s de cien millones al a?o, sobre todo para arrancarles las aletas, delicia gastron¨®mica para sopa en los mercados asi¨¢ticos (y que quien firma, que las prob¨® una vez para su horror en Hong Kong creyendo que eran escalopes, puede decir que son insulsas y de consistencia parecida, precisamente a una aleta de buceo). En contrapartida, ellos, los tiburones, provocan la muerte de 8 personas en el mismo periodo de tiempo, muchas menos que las que fallecen por ataques de perros o de vacas. Muntaner ha explicado que incluso son m¨¢s la que mueren al caerles encima una m¨¢quina de refrescos al tratar de recuperar una moneda. Y a nadie se le ocurrir¨ªa hacer una pel¨ªcula en la que el monstruo fuera una m¨¢quina de refrescos. Claro que esas m¨¢quinas no tienen los dientes de un blanco o un mako, por ejemplo.
La experta le quit¨® dramatismo por cierto a las dentaduras de los escualos diciendo que ojal¨¢ las tuvi¨¦ramos nosotros as¨ª, pues regeneran continuamente las piezas y no tendr¨ªamos que ir al dentista. Ha recordado tambi¨¦n que los tiburones son seres muy evolucionados, que llevan en el planeta 400 millones de a?os y han sobrevivido a los dinosaurios. Que son criaturas admirables y muy especializadas.
Para Skerry y Muntaner, que consideran una fiesta verlos en su medio natural y animan a vivir la experiencia, hay esperanza para los tiburones -¡±no se ha puesto a¨²n el sol para ellos¡±, subraya emotivamente el fot¨®grafo-. Y opinan que exposiciones divulgativas como la de del Movistar Centre sirven para concienciar al p¨²blico de la importancia crucial de los escualos para el equilibrio medioambiental de los oc¨¦anos.
Hay fotos realmente magn¨ªficas en la muestra que permiten observar de cerca a los tiburones, su interrelaci¨®n con los humanos y la belleza pr¨ªstina de algunos lugares en que viven: arrecifes de coral, el mar ancho y profundo, costas maravillosas. La experiencia de ponerte el dispositivo de realidad aumentada -pertinentemente similar a unas gafas de buceo- permite ver aparecer tiburones blancos flotando y nadando en 3D hacia ti en el espacio central de la sala de exhibici¨®n. Aunque hayas sido muy aplicado leyendo los textos y escuchando las explicaciones, tragas saliva.
Finalmente, se aprenden muchas cosas de los tiburones en la visita, que los tigre cazan por emboscada y sus dentaduras son especiales para reventar los caparazones de las tortugas marinas, que los blancos alcanzan la madurez sexual con m¨¢s de veinte a?os, que en la UE est¨¢ prohibido comerciar s¨®lo con las aletas y hay que desembarcar el tibur¨®n pescado entero, o que el tibur¨®n ballena, de hecho el pez m¨¢s grande del mundo pare hasta 300 cr¨ªas. No tienen cuidado parental y desde que nacen (de huevo o, la mayor¨ªa, en parto, seg¨²n la especie) ya son todos los tiburones completamente funcionales. Poseen sentidos sorprendentes que van m¨¢s all¨¢ de c¨®mo percibimos el mundo nosotros.
G¨¢dor, que se felicita de que aparezcan con m¨¢s frecuencia en el Mediterr¨¢neo, explica que la c¨®pula de los tiburones es s¨²per agresiva y los machos provocan la inmovilidad t¨®nica de las hembras mordi¨¦ndoles ferozmente la aleta pectoral. Y que su piel, formada por dent¨ªculos d¨¦rmicos, es al tacto como papel de lija. No hay que tocarlos mucho, recomienda la ocean¨®grafa, quiz¨¢ un poco innecesariamente, pero ?porque podr¨ªamos hacerles da?o nosotros!: su PH es distinto y adem¨¢s hay el peligro de que les contagiemos bacterias.
Una frase de s¨ªntesis de Skerry cierra la visita, y hace que te lleves el mensaje muy claro: ¡°Los tiburones necesitan que los veamos como son, no como imaginamos que son¡±.
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