¡°Hoy en Barcelona todos los inquilinos somos vulnerables¡±
Los vecinos de dos edificios de los barrios del Casc Antic y Poble-sec compradas por Second House exigen que se les renueven los contratos
Una es una finca de 15 pisos de los a?os 60 en el barrio del Poble-sec de Barcelona. La otra, tiene 16 viviendas (cuatro habitadas) en un viejo y estrecho bloque del Casc Antic de Ciutat Vella. Las dos son de alquiler y tambi¨¦n comparten que han sido compradas por la empresa Second House, que tiene la intenci¨®n de rehabilitarlas y no renueva parte de los contratos cuando se acaban. Bajo el paraguas de los sindicatos de inquilinos, los vecinos de los dos edificios se han unido, acusan a la empresa de quererles echar para vender los pisos a precios inasumibles y exigen que les renueven los contratos para poderse quedar en sus casas. En total son 15 familias con perfiles, edades y casu¨ªsticas distintas: contratos de renta antigua, a precio de mercado vigentes, y otros finalizados cuyos habitantes reclaman renovar y siguen ingresando la renta cada mes.
Algunos de los vecinos tienen derecho a alquiler social, porque tienen informes de vulnerabilidad, pero la nueva propiedad los cuestiona, ha asegurado este martes Andreu, portavoz del sindicato de inquilinos del Casc Antic: ¡°Vistas estas situaciones, y la imposibilidad de encontrar precios asequibles en la ciudad, hoy en Barcelona todos los inquilinos somos vulnerables¡±. Fuentes de la empresa defienden su negocio para ¡°renovar el obsoleto parque residencial de la ciudad¡±, aseguran que cumplen con la ley, y admiten que estas dos operaciones ¡°han salido mal, han resultado ruinosas¡±, por lo que las fincas ¡°vuelven a estar en venta¡±. Ante la exigencia de los sindicatos y vecinos de negociar todos los casos en conjunto, Second House se niega: ¡°Cruzaron una l¨ªnea roja al manifestarse en una fundaci¨®n de la empresa¡±.
¡°[La propiedad] tiene buenas palabras, pero ninguna respuesta. Se comportan igual o peor que los fondos buitres que dicen que no son¡±, ha asegurado Cristina, la hija de una de las parejas del edificio de la calle de Cortines n¨²mero 10. Su madre, Montse Candela, tiene 62 a?os y lleva 26 a?os en el piso. Un segundo sin ascensor. Dos a?os antes de que Second House comprara el bloque, el antiguo propietario les dijo que pod¨ªan estar tranquilos, que les renovar¨ªa el alquiler, y decidieron hacer obras en la cocina y el ba?o: ¡°Nos han enga?ado, nos sentimos impotentes, este es nuestro barrio y lucharemos por quedarnos¡±, lamenta junto a Fernando, su marido. Montse trabaja de asistenta y ¨¦l en un restaurante. Tambi¨¦n les enga?aron, dicen, al hacer obras en los pisos que se fueron vaciando y sospechan que el derribo de suelos ha perjudicado el estado del edificio.
Por sus bajos ingresos, Montse y Fernando tienen reconocida la condici¨®n de vulnerables, pero la propiedad lo cuestiona, asegura ella. ¡°Dicen que la vulnerabilidad se la dan a cualquiera¡±, explica mientras relata los episodios de ¡°ansiedad e hipertensi¨®n¡± que le provoca no saber el desenlace de la situaci¨®n. Su contrato es de ¡°t¨¢cita reconducci¨®n¡± [se renueva mes a mes hasta que las partes digan lo contrario] y fuentes de Second House aseguran que cumplir¨¢n con la legislaci¨®n catalana, que obliga a hacer alquiler social a las familias vulnerables (recurrida pero vigente); y a la nueva Ley de Vivienda espa?ola, que fuerza a que intervenga un mediador. En el edificio del Casc Antic solo quedan otros tres vecinos: uno con contrato vigente, otra a quien Second House ha renovado el contrato hasta 2058, y el de Fathia (en pleno tratamiento de quimioterapia por un c¨¢ncer) y su madre, que termina en breve.
En el edificio del Poble-sec las diferencias entre las versiones de los vecinos y la propiedad se repiten. Si los inquilinos aseguran que las obras que se est¨¢n haciendo son ¡°ilegales¡± y las han intentado parar; Second House mantiene que se est¨¢ gastando medio mill¨®n de euros en reforzar la estructura, porque el edificio se construy¨® con cemento aluminoso. Los inquilinos explican que la instalaci¨®n de ascensor topa con el hecho de que en el subsuelo de la finca hay un refugio antia¨¦reo de la ¨¦poca de la Guerra Civil; y la empresa responde que no les consta, que hay otro m¨¢s arriba de la calle, en otro edificio. Entre los pisos donde ha vencido el contrato figuran los de Isidora, Paloma y Berta. Las dos primeras son profesoras y reprochan a Second House una actitud ¡°prepotente, que provoca angustia¡± y aseguran que afrontan ¡°un desahucio invisible¡± por ser inquilinas de una finca de propiedad vertical. Berta tiene reconocida la situaci¨®n de vulnerabilidad y tambi¨¦n ha sido cuestionada: ¡°Tu no eres vulnerable¡±, asegura que le espetaron representantes de la propiedad. Paloma, que no es de Barcelona, tiene un hijo y est¨¢ embarazada, se?ala que en el barrio es donde tienen ¡°la guarder¨ªa y el entorno¡± y que tener que marcharse supondr¨ªa perder las redes de apoyo.
Sobre los contratos vencidos, las fuentes de Second House defienden ¡°que los propietarios est¨¢n en su derecho de no renovar¡± y apuntan que con la nueva ley de ¨¢mbito espa?ol tendr¨¢n que seguir los pasos previstos antes de una demanda: comprobar si hay situaciones de vulnerabilidad y acudir al tr¨¢mite de conciliaci¨®n.
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