Brian Eno y la descolonizaci¨®n del Congo, dos hitos del In-Edit
El festival de documentales centrados en la m¨²sica concluye el domingo una de sus ediciones m¨¢s concurridas
Embocando su ¨²ltimo fin de semana de programaci¨®n, el festival In-Edit se erige en una peque?a pecera que es un reflejo de la variedad de nuestra sociedad. Por el certamen han pasado adolescentes enloquecidas por Bad Gyal, veteranos que a?oran el Zeleste de Plater¨ªa, sesudos aficionados al jazz de Ornette Coleman, ex adolescentes que lloraron con la muerte de Carles Sabater o aficionados a la vida de personajes tan bizarros como Swamp Dogg. El ¨²ltimo reclamo del festival, que seg¨²n parece lleva camino de establecer nuevos r¨¦cords de asistencia, tuvo lugar el mi¨¦rcoles con el estreno en Espa?a del documental sobre Brian Eno, capaz de llenar una sala tan grande como el Moody Aribau 5 (m¨¢s de mil espectadores) con el poderoso reclamo tanto del artista ingl¨¦s como del de de una pieza, Eno, desarrollada por la tecnolog¨ªa para escenificar las ideas del reputado m¨²sico, productor e int¨¦rprete ingl¨¦s.
Esta pieza se fundamenta en un software desarrollado espec¨ªficamente para ordenar las horas de material grabado sobre la vida y obra de Eno, de manera que en cada proyecci¨®n el documental es diferente pues distinta es la ordenaci¨®n de sus partes. En la sala estaban presentes el inform¨¢tico que ide¨® el programa que no deja que sea s¨®lo la Inteligencia Artificial quien tome el mando, y el director del documental, lo que dio un car¨¢cter de excepcionalidad a la proyecci¨®n, que en otros lugares se limita a la exhibici¨®n de una edici¨®n grabada cuyas permutas no se realizan en directo. La estructura narrativa es bastante sencilla y la ¨²nica que puede resistir constantes reordenaciones, ya que est¨¢ dividida en bloques tem¨¢ticos en los que siempre, o casi siempre, hab¨ªa un fragmento de entrevista con el Eno de nuestros d¨ªas respondiendo a temas generales de car¨¢cter tan filos¨®fico como ¨¦tico y musical. Al rehusarse con toda l¨®gica un gui¨®n cronol¨®gico, el orden de los bloques, separados por mosaicos de im¨¢genes, acaba resultando irrelevante, siendo el meollo de la pieza el propio pensamiento del protagonista y la m¨²sica que suena, tanto de ¨¦l como de os artistas con los que ha trabajado. As¨ª hay dos ejes, esa forma aleatoria de ordenaci¨®n y el tu¨¦tano de la pieza, Eno y sus conceptos.
Habiendo trabajado entre otros muchos con artistas como Bowie, U2, John Cale, Roxy Music, Devo o Talking Heads y considerando que sobre todas las cosas Brian Eno es un sabio, sus reflexiones siempre son de sumo inter¨¦s y por supuesto no cabe imaginar que el software aleatorio elimine en una proyecci¨®n a alguno de estos relevantes artistas. Tampoco aspectos del m¨¦todo de trabajo de Eno, la ingente cantidad de libretas donde manuscribi¨® ideas y conceptos, sus opiniones sobre porqu¨¦ la m¨²sica en directo es tan poderosa (nos hace sentir parte de algo m¨¢s grande que uno mismo), su relaci¨®n con la naturaleza, su renuencia a hacer giras (tiempo que prefiere usar de otra manera), el origen de alguno de sus discos m¨¢s reputados (una mala experiencia auditiva en un aeropuerto le llev¨® a componer Music For Airports e instaurar las bases del ambient contempor¨¢neo) etc¨¦tera. Se deduce entonces que lo aleatorio est¨¢ delimitado. Es por ello que el orden de los factores no parece alterar el producto, cuyas diferentes versiones quiz¨¢s se establezcan por la diferente duraci¨®n de cada bloque, por lo que al margen de que este software sea la puerta para nuevas formas de trabajo, todo su andamiaje conceptual parece servir principalmente para sentar a Eno ante una c¨¢mara garantiz¨¢ndole algo m¨¢s que un documental convencional. Como siempre ¨¦l est¨¢ brillant¨ªsimo y la pieza es impecable, pero hay veces en que se pod¨ªa pensar en viajes y alforjas. Ahora bien, ofrecer, tal y como se dice hoy en d¨ªa, una ¡°experiencia particularizada¡± es un gancho de indiscutible ¨¦xito que no queda menospreciado por la gran cantidad de reflexiones de sumo inter¨¦s que la cinta vuelca sobre el p¨²blico con el afinado criterio de un m¨²sico que a los 76 a?os tiene la misma curiosidad que un adolescente. Y muchos m¨¢s conocimientos y experiencia.
Otro de los grandes documentales de esta edici¨®n del festival juega con herramientas convencionales con una destreza que potencia exponencialmente su contenido. En Soundtrack For A Coup d¡¯Etat, se narran las conspiraciones en plena Guerra Fr¨ªa de la B¨¦lgica de Balduino, la administraci¨®n Eisenhower y la ONU de Dag Hammarskj?ld por mantener el control de la miner¨ªa congole?a ante las reivindicaciones del que fuera su primer ministro tras la independencia del pa¨ªs, Patrice Lumumba. La historia se conoc¨ªa, pero aqu¨ª se explaya el uso del jazz como cortina de humo para vender la bondad de occidente en ?frica, la lucha de Abbey Lincoln y Max Roach contra el colonialismo, las dudas de Louis Armstrong y otras luminarias del jazz ante la sensaci¨®n de estar utilizados con motivaciones contrarias a sus convicciones y las reflexiones de los responsables pol¨ªticos de unos hechos que concluyeron con el asesinato de Lumumba por parte de un gobierno t¨ªtere impuesto por occidente. Esta es la historia, escalofriante, no menos que un sensacional montaje en el que se hace m¨²sica hasta con los golpes de zapato que inmortalizaron a Nikita Kruschev en la ONU.
La m¨²sica de Miles Davis, Nina Simone, Miles Davis, Duke Ellington y los citados Armstrong, Lincoln y Roach trabaja en un montaje en ocasiones en paralelo y siempre apoyando, ampliando y reforzando las secuencias del discurso pol¨ªtico de los protagonistas, central en la pieza. Un fascinante y elaborad¨ªsimo trabajo con su base en una exhaustiva b¨²squeda en archivos de ¨¦poca, incluida la voz en off del propio Kruschev, para relatar unos hechos que alentaron la inclusi¨®n a?os m¨¢s tarde de los pa¨ªses no alineados en la ONU. Una pieza sensacional que ha llenado sus dos pases en el festival.
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