Un tren mudo para el primer viaje de Hugo en la feria
Castell¨®n programa junto a los feriantes ocho horas libres de ruido y luces para personas con autismo
Sin luces, ni m¨²sica. Sin micros, ni bocinas. Con el mismo olor a algod¨®n dulce, palomitas y manzanas de caramelo. El silencio aflora sonidos desapercibidos en otras ocasiones, como el deslizar del ¡°Drag¨®n¡± por los ra¨ªles o el plop de los globos al contacto con los dardos. Tampoco suena La Tribu Apache, la banda sonora que alimenta en bucle cada una de las sesiones del rodeo ferial m¨¢s reclamado. La neutralidad sonora y lum¨ªnica se instala tambi¨¦n en el ¡±Tren de la bruja¡±, la atracci¨®n elegida por Hugo, de cuatro a?os y medio, en su primera experiencia en una feria inclusiva. La primera que transita desde que en verano de 2021 fuera diagnosticado con Trastorno de Espectro Autista (TEA). La visita es posible gracias al acuerdo entre el Ayuntamiento de Castell¨®n y la asociaci¨®n de feriantes que ha permitido reservar ocho horas libres de ruido y luces destinado a personas con TEA o alteraciones neurosensoriales.
Hugo dos pis¨® el recinto ferial de Castell¨®n por primera vez, ¡°pero no le llam¨® la atenci¨®n¡±, explica su madre, Montse Mor. ¡°El a?o pasado vino con mi hija mayor, no era una jornada inclusiva y se tuvieron que ir porque se puso muy nervioso por el ruido¡±. As¨ª que hoy, la expectaci¨®n ante la reacci¨®n de Hugo, es grande.
Cruzar una feria es sumergirse en un universo ac¨²stico y visual de alto voltaje que se transforma en una olla a presi¨®n para muchos ni?os con autismo. ¡°La mayor¨ªa tiene un problema de integraci¨®n sensorial. El cerebro no interpreta ni da una respuesta adaptativa a los est¨ªmulos que recibe a trav¨¦s de los sentidos; hay una hipersensibilidad al sonido y a lo visual que impide que puedan disfrutar de actividades como una feria¡±, explica M¨ªriam P¨¦rez, terapeuta de Apnac, la Asociaci¨®n de Padres de Personas con Autismo de Castell¨®n, que atiende a 40 familias. No es un patr¨®n com¨²n a todas las personas con TEA, pero s¨ª se da en muchas. ¡°El colectivo TEA es ampl¨ªsimo. Ning¨²n ni?o es igual. Solo comparten criterios de diagn¨®stico, aunque un alto porcentaje tiene dificultados ante una exposici¨®n sensorial¡±, detalla Juan Vives, director del centro Teacast, que realiza intervenci¨®n y diagn¨®stico con 50 familias.
El ayuntamiento de Castell¨®n ha programado junto a la asociaci¨®n de feriantes, dentro de las fiestas de la Magdalena y durante los dos s¨¢bados consecutivos -el 2 y 9 de abril- cuatro jornadas de feria con ocho horas libres de ruido y luces. ¡°Es un apoyo a la inclusi¨®n en las fiestas de una ciudad donde no se debe excluir a nadie. Es dar una opci¨®n a estas personas, una buena campa?a para mostrar todas las diversidades funcionales. Para visibilizar¡±, a?ade por su parte Esther Hurtado, directora de Apnac.
Hugo llega al recinto de la mano de sus padres. Lo hace directo de su terapia en Teacast. Es una de las dos sesiones a las que acude semanalmente, junto a la de atenci¨®n temprana en la fundaci¨®n S¨ªndrome de Down. Ante los tres se abre paso la noria. ¡°Se ha emocionado. Ha empezado a aletear con los brazos -un comportamiento que muestra la autoestimulaci¨®n del peque?o- pero luego se ha tranquilizado¡±, detalla su madre. ¡°A Hugo los ruidos bruscos le impactan, pero cuando los identifica, se calma. Siempre llevo cascos, pero hoy los hemos dejado en casa. All¨ª los usa, aunque vivimos en el campo y hay mucha tranquilidad, sonidos como el de una motosierra para cortar le?a le alteran. Las luces las lleva bien¡±, comenta su madre.
La lluvia reduce las aglomeraciones y eso un punto a favor para moverse por el recinto. Tampoco hay colas, algo que a juicio de las familias de ni?os con TEA deber¨ªa tenerse en cuenta de cara a otras ediciones. ¡°Hugo no puede estar diez minutos esperando su turno¡±. Los colectivos apuntan a los ¡®pictos¡¯ con im¨¢genes de cada atracci¨®n como herramienta ¨²til a incorporar en las ferias inclusivas. Anticipan a los ni?os con TEA la actividad que van a desarrollar, ¡°y les ayudan a asociar y ver el todo, en este caso la atracci¨®n en su conjunto, porque suelen fijarse en detalles¡±, se?ala Esther Hurtado.
Mat¨ªas Miranda, padre de Hugo, no suelta su mano. ¡°Es tranquilo, pero tambi¨¦n imprevisible¡±. Se paran frente al tren de la bruja, en marcha. En uno de los vagones viaja otro ni?o con TEA. Lleva cascos amarillos. Jos¨¦ Escrib¨¢, propietario de la atracci¨®n, comenta desde la taquilla que se ha bajado la intensidad de las luces exteriores y se han quitado los flashes que se disparan en el t¨²nel y la m¨²sica. Tampoco funcionan las bocinas que utilizan los payasos al paso de los vagones. Hoy el reclamo se busca de otra manera: con globos y sonrisas. ¡°Es una buena medida, pero tambi¨¦n es verdad que hay feriantes que recelan porque trabajan con la m¨²sica¡±, indica.
Junto a la atracci¨®n pasa Pol, compa?ero de colegio de Hugo y tambi¨¦n con autismo. El aterrizaje de Pol en la feria no ha sido f¨¢cil, a pesar de los decibelios de menos y de sus cascos. ¡°Vamos mejor¡±, responde el padre del peque?o.
Delante del tren, Hugo deja claro que lo que quiere es ir al tobog¨¢n. Su gesto se torna triste y amaga sollozo. ¡°Est¨¢ serio, no s¨¦ si querr¨¢¡±, dice su madre. Mat¨ªas se agacha y le pregunta: ¡°?Quieres subir al tren de la bruja?¡±. Y entonces Hugo responde con un ¡°s¨ª¡±. Mart¨ª, otro ni?o que aguarda su turno para subir a la atracci¨®n, le ofrece su globo a Hugo, que agarra sin dudar. Luego comparten vag¨®n junto a Mat¨ªas. Al final, Hugo se sube con dos globos. Uno rojo y otro azul, que no suelta en los 40 minutos de visita a la feria. Mat¨ªas le acaricia el flequillo rubio. El tren emprende viaje. Hugo sonr¨ªe y sacude los globos. ¡°Le gusta¡¡±, indica su madre con alivio desde el exterior de la valla. ¡°Volveremos. Me apetec¨ªa mucho venir con ¨¦l, es nuestra primera vez¡±.
La primera experiencia en la feria de Hugo llega en un a?o de retos y logros. Muchos ligados a su terapia. ¡°Ahora empieza a disfrutar de las cosas. A fijarse en lo que se ve desde la ventanilla del coche cuando viajamos; a jugar solo diez minutos¡ es incre¨ªble. Hace frases m¨¢s completas¡±, detalla su madre. Mientras el tren gira, explica que a su hijo le encantan los animales. ¡°Tiene un mont¨®n de piezas de juguete y monta su granja, los coloca ordenadamente, y luego va a la cocina a por zanahorias para llevarles algo de comer. La primera vez que lo hizo me qued¨¦ sorprendida¡±.
Pocos minutos despu¨¦s, el circuito termina, el ni?o se apea del vag¨®n y choca su mano con la de uno de los payasos que animan la atracci¨®n. ¡°Hugo, ?te ha gustado el tren de la bruja?¡±. ¡°S¨ª¡±, dice, agitando el globo rojo. El mismo que usa para indicar poco despu¨¦s su desagrado ante los ruidos secos y espasmos que generan algunas atracciones por su fisonom¨ªa, como el ¡®Canguro¡¯ o el ¡®Sombrero loco¡¯. Se tapa los o¨ªdos. ¡°No lo hace por aislarse. Es porque le molesta¡±, aclara su madre.
La ruta de Hugo empieza y termina en el ¡®Tren de la bruja¡¯. Tras cuarenta minutos de periplo, lo deja claro: ¡°A casa¡±. Aun con media hora de feria inclusiva por delante, los sonidos empiezan a reactivarse poco a poco. En t¨®mbolas. En bocinas. Hugo sacude el globo. Cogido de la mano de sus padres, pone rumbo a casa.
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