24 horas con la candidata (y VI): Isabel D¨ªaz Ayuso, espont¨¢nea a su manera
El PP se deja absorber por su candidata en Madrid. Un d¨ªa en la campa?a m¨¢s personalista y multitudinaria de las elecciones a la Comunidad
Es probable que este art¨ªculo termine en uno de los grupos de Whatsapp de Isabel D¨ªaz Ayuso. Puede ser en Los Ayuso, donde se hace repaso de la prensa y de los memes del d¨ªa, y en el que est¨¢n desde su prima de 27 a?os hasta su t¨ªa de 82. Puede ser Cantora, un grupo de cachondeo con sus amigos que tiene de foto de perfil a los hijos del torero Paquirri. ¡°Paquirr¨ªn, Cayetano¡¡±, dice Ayuso medio distra¨ªda, pero ah¨ª est¨¢ una clave pol¨ªtica: ella dice Paquirr¨ªn pese al esfuerzo del hijo de Isabel Pantoja y Paquirri porque le llamen Kiko Rivera; y podemos llamarle Kiko Rivera, en efecto, pero en nuestra cabeza siempre ser¨¢ Paquirr¨ªn, y Ayuso, que no sabe o no quiere decir cosas que su cabeza niega, lo llama Paquirr¨ªn, como la Espa?a de siempre. Otro grupo de WhatsApp es Sotillos, que comparte con los amigos de su pueblo, Sotillo (?vila). O, en fin, uno llamado secamente PP, que son las siglas del partido con el que Isabel D¨ªaz Ayuso se presenta a la reelecci¨®n como presidenta de la Comunidad de Madrid.
Es jueves 22 de abril. El d¨ªa anterior Ayuso particip¨® en el ¨²nico debate al que accedi¨® ir, el de Telemadrid. En la sala de espera pidi¨® concentrarse escuchando canciones de Julio Iglesias. Tambi¨¦n lo canta algunas ma?anas en la ducha. ¡°Tu inocencia salvaje, te la he robado yo¡±, recita en el coche la letra de Manuel Alejandro. ¡°Y cuando le dice a [Isabel] Preysler, porque eso es para Preysler: ¡®Cuando tu vientre era a¨²n una colina cerrada¡¯. ?Es tan grande!¡±. Su canci¨®n favorita, sin embargo, es Me olvid¨¦ de vivir, la versi¨®n que hace Iglesias de Johnny Hallyday.
¡°?C¨®mo es Ayuso?¡±, le pregunta este periodista a un miembro de su equipo avanzada la jornada. ¡°Espont¨¢nea. Muy espont¨¢nea¡±, dice con algo que parece resignaci¨®n. Minutos despu¨¦s, la candidata se sienta a la mesa, revisa la carta y dice: ¡°?Sabes que una vez com¨ª una rata? En Ecuador, cuando era muy joven. Est¨¢bamos de viaje mochilero, nos robaron la comida, llegamos a un mercado y all¨ª uno de los platos t¨ªpicos era rata. Cocinada, ?eh? No viva como las com¨ªa la mala de V. Y no estaba mal¡±, se encoge de hombros.
El d¨ªa empieza a las diez de la ma?ana en la estaci¨®n de metro de Villaverde, distrito del sur de Madrid. Llueve. A Isabel D¨ªaz Ayuso le cost¨® dormir y esta ma?ana se despert¨® un poco m¨¢s tarde de lo habitual. Ha desayunado con calma repasando la prensa y comiendo una tosta de pan integral con queso de Burgos y aguacate. Un caf¨¦. A veces, si la ma?ana es intensa, tres caf¨¦s. Luego fue a dejarle a su familia su cachorro de perro labrador, Bolbo. Tiene cuatro meses y es el principal tema de conversaci¨®n de Ayuso. En Villaverde la espera un cortejo encabezado por los dirigentes del PP local. Ayuso est¨¢ en campa?a, o sea en modo apisonadora: se para con todo el mundo y, a quien no la saluda, va ella misma a saludar si se cruzan la mirada. Es una candidatura, la del PP, sostenida por ella. No por ella y su programa, no por ella y su discurso, no por ella y sus ideas. Por ella. La publicidad electoral del PP de Madrid no puede ser m¨¢s sincera: la cara de Ayuso y el nombre de Ayuso, nada m¨¢s. ?Por qu¨¦? Porque a Ayuso, dicen en su entorno, la votar¨¢ gente de izquierdas que solo quiere saber de ella y su liberalizaci¨®n hostelera, no del partido. Teor¨ªa discutible, pero eso tambi¨¦n es parte del fen¨®meno Ayuso: da igual si es as¨ª o no, ellos tiran para adelante. Como su lema electoral: Libertad. Que el ¨²nico partido que lleve en su programa algo parecido a la restricci¨®n de libertades sea Vox, su principal apoyo, le da igual: quien la vote a ella votar¨¢ libertad y quien no, ¡°comunismo¡±.
Tras superar la primera nube de gente en la estaci¨®n de Villaverde, a Ayuso la esperan en la planta baja decenas de vecinos simpatizantes de derechas. La imagen es sensacional. La candidata baja despacio las escaleras mec¨¢nicas, un pelot¨®n de fot¨®grafos la pone en objetivo desde abajo y la muchedumbre rompe a aplaudir. Los pasajeros que circulan por la estaci¨®n y se encuentran con la escena alucinan, bajar a coger el metro en Villaverde es como bajar coger un Oscar. Un responsable de educaci¨®n ambiental del distrito le entrega a Ayuso una enorme pluma de cig¨¹e?a con la que podr¨¢ escribir, asegura el hombre. ¡°?Podr¨¢ firmar el pacto de investidura con ella?¡±. ¡°Bueno¡¡±. Paloma Besc¨®s se limpia las l¨¢grimas. Es una mujer mayor, jubilada, que atendi¨® 36 a?os en la recepci¨®n del colegio Blanca de Castilla, antes llamado Damas Negras. Ha venido a saludar a Ayuso, que flipa al reconocerla. ¡°Isabel era una ni?a muy educada, muy t¨ªmida, que ped¨ªa todo por favor. Lydia Lozano, sin embargo¡¡±, dice en un terrible giro de los acontecimientos.
¡ª?Iba Lydia Lozano a su colegio?
¡ªNo lo s¨¦¡ª responde Ayuso. ¡ªLa que iba era Nieves ?lvarez, que era el pib¨®n de clase.
Isabel D¨ªaz Ayuso se ha subido al coche a duras penas, perseguida hasta el final por periodistas y simpatizantes. Deja Villaverde para ir a la Fundaci¨®n Alma Tecnol¨®gica, que preside el exl¨ªder del Partido Socialista Vasco Nicol¨¢s Redondo, y de la cual es uno de los patronos Joaqu¨ªn Leguina, expresidente socialista de Madrid. Los dos est¨¢n alejados hoy del PSOE, tanto como para que Leguina diga que ¡°merece la pena apoyar a Ayuso¡±. ¡°?Usted va a apoyar a Ayuso?¡±, le pregunta este periodista a Redondo: ¡°?No, hombre, no!¡±. Durante el viaje al centro equino, donde visitar¨¢ un proyecto de terapia con caballos, Ayuso habla.
¡ªTen¨ªa que verse bajando las escaleras mec¨¢nicas del metro¡ª le dice este reportero.
¡ªYo he sido siempre de segunda y tercera regional en mi vida. Y de repente tanta exposici¨®n al principio cuesta un poco. Pero no he tenido un d¨ªa bueno en dos a?os, as¨ª que esto lo voy a pelear.
¡ªVox.
¡ªHa sido parte del PP y mucha gente nuestra est¨¢ all¨ª. Hay una parte del discurso de Vox que nunca he sabido de d¨®nde ha venido, y otra, el conservador tradicional de la familia, que s¨ª, porque es un discurso que estaba siempre en mi casa.
¡ª?Qu¨¦ discurso no sabe de d¨®nde viene?
¡ªEse discurso de las armas, de la inseguridad ciudadana y de la inmigraci¨®n a m¨ª me aleja por completo de ellos. Si algo nos enriquece es la inmigraci¨®n, no digamos la inmigraci¨®n hispana. ?Sabes cu¨¢ntos menores no acompa?ados hay en Madrid? 269. En Madrid viven siete millones de personas. ?De qu¨¦ hay que proteger Madrid?
¡ªVa a pactar con ellos.
¡ªA m¨ª no me gustar¨ªa pactar con nadie. Quiero hacer las cosas de la manera que me parece que es mejor, la nuestra.
Al aparcar en el centro de equitaci¨®n, Ayuso saca dos pastillas, una para ella y otra para un periodista de este diario. ¡°Con esta pastilla te puedes acercar todo lo que quieras¡±, le dice al reportero. ?A Vox? No, a los caballos: la presidenta de la Comunidad y el reportero son al¨¦rgicos. Ayuso toma caf¨¦ con Leguina y Redondo, baja a acariciar varios caballos y a escuchar a los responsables del proyecto terap¨¦utico, habla con chicos que reciben equinoterapia. En otra zona del club, a la candidata le plantan un ¨¢guila en el brazo, luego un b¨²ho enorme. El responsable de la seguridad de Ayuso est¨¢ a punto de saltar dos veces sobre el b¨²ho, al que se le nota inc¨®modo entre c¨¢maras. ¡°?Qu¨¦ te ha parecido? Pues hoy es un d¨ªa tranquilo¡±, dice la candidata camino a las caballerizas, donde est¨¢ montado un set para las fotograf¨ªas de la entrevista con EL PA?S que le hace Carlos Rosillo.
Tras las fotos, cita con un diario digital. El periodista que la va a entrevistar hace tiempo con el equipo de Ayuso. ¡°?Yo no soy sospechoso!¡±, exclama. Se se?ala el cintur¨®n, con motivos rojigualdas, y ense?a una pulsera con la bandera espa?ola, y la mascarilla, y sigue ense?ando cosas cuando de repente suena el himno de Espa?a: es la sinton¨ªa de su m¨®vil. ¡°Lo que os dec¨ªa¡±, dice sac¨¢ndolo r¨¢pidamente del bolsillo. Un miembro del PP le regala una pulsera de la campa?a, mitad blanca y mitad con la bandera espa?ola y el lema #yoconAyuso, y se la pone en la mu?eca. ¡°?Voy a entrevistar con la pulsera a Ayuso? No, hombre, eso no queda bien¡±, dice. ¡°Presidenta, mire lo que me han puesto¡±.
De vuelta al centro. Son las dos de la tarde y el coche enfila Chamber¨ª, la zona cero del ayusismo, su barrio. La candidata desliza una peque?a bomba informativa: quiz¨¢ se tenga que ir de all¨ª. ¡°Llevo veinte a?os viviendo de alquiler, es mi barrio. Pero quiero comprar, y el barrio est¨¢ car¨ªsimo y los precios est¨¢n por las nubes, as¨ª que¡¡±. Por fin, Ayuso mira el m¨®vil. Se queda unos diez minutos repasando qui¨¦n sabe qu¨¦. Luego apunta algo en ¨¦l. ¡°?Qu¨¦ escribe?¡±, pregunta este periodista temiendo un razonable ¡°y a ti qu¨¦ te importa¡±. Pero a Ayuso solo le falta plantarle el m¨®vil en la cara al entrevistador: ¡°Mira, chuletas. Escribo todo el rato en mis notas del tel¨¦fono. Siempre, cualquier cosa. Por ejemplo, tengo un documento en el que apunto todas las cosas buenas que me pasan por ser presidenta¡±. ¡°?Qu¨¦ cosas?¡±. ¡°Mira¡±, y efectivamente planta el m¨®vil en la cara, aunque lo retira al momento. ¡°Hay de todo: situaciones, an¨¦cdotas, sobre todo la gente, la cantidad de gente que conoces. Luego esto lo paso a limpio. Cuando todo acabe lo leer¨¦ y sabr¨¦ que ha merecido la pena¡±.
El coche de Isabel D¨ªaz Ayuso se mete en su barrio, pasa por delante del hospital en el que naci¨® y la deja a cuarenta metros del restaurante en el que va a comer, uno de sus preferidos, el Ni Subo ni Bajo, de Manuel Fern¨¢ndez (¡°hay que aparcar siempre antes y llegar caminando, bajarte del coche en el sitio es horrible¡±, dice Ayuso). De camino se forman colas espont¨¢neas para pedirle fotos y la gente se levanta de sus mesas. ¡°Gracias por salvarnos¡±, le dicen varios. Al d¨ªa siguiente elegir¨¢ otro restaurante al que es asidua, situado frente a su colegio, el L¨²a de Manuel Dom¨ªnguez. Se sienta en una mesa del Ni Subo ni Bajo tras saludar con mucha efusividad a una mesa cercana en la que comen una se?ora, un se?or y una chica. Al contrario que otras mesas, en esta la confianza parece otra . ¡°?Qu¨¦ comemos? Manuel, no te pases¡±, le dice al due?o. Pero Manuel se pasa: quesos, navajas, zamburi?as, huevos rotos, roscas¡ Albari?o para beber.
¡ª?Alguna vez llega a casa y piensa: ¡®Pero qu¨¦ he dicho¡¯?
¡ªLo paso mal cuando algo es noticia o se ha convertido en viral porque no se ha entendido bien o yo no lo he explicado bien. Yo asumo mi culpa. Pero soy espont¨¢nea, hablo mucho, digo muchas cosas y a veces¡ No me quiero convertir en un personaje, en alguien m¨¢s blindado y protegido. Soy lo que ve la gente. He sido siempre muy independiente, muy libre, y tengo claro que vivir¨¦ siempre a mi manera.
Un hombre interrumpe la comida. ¡°Presidenta, disculpe. Pero vengo a decirle: gracias por defendernos. Gracias aunque est¨¦ sentada a la mesa con el Grupo Prisa [editor de EL PA?S]. Al que saludo igual¡±. Ayuso hizo un ¨®rdago durante la pandemia: abrir todo. Fue una apuesta de tal calibre que, si le hubiese salido cruz, hoy pod¨ªa estar en el vertedero de la historia, pero seg¨²n las encuestas gana por aplastamiento. Ha destituido y soportado ceses de su gente de confianza en la gesti¨®n sanitaria; ha llevado a la Comunidad a una guerra sin cuartel contra el Gobierno. Le han salido cosas mal, pero lo peor que le pod¨ªa haber salido mal no le ha salido peor que a los que s¨ª cerraron sus ciudades. Y la gente en Chamber¨ª para a Ayuso por la calle para darle las gracias, y ella se mete en las tiendas para hacerse fotos y saludar a todo el mundo. Las encuestas hace tres a?os la pon¨ªan cuarta con veintipico esca?os; hoy roza los sesenta. Ha hecho una campa?a con su habitual estridencia, como cuando dijo muy seria que Pablo Iglesias era ¡±el mal¡±. ¡°Vivir a la madrile?a¡± se convirti¨® en una de sus frases preferidas sin razonarlo muy bien m¨¢s all¨¢ de que en Madrid la gente bebe ca?as y toma tapas; al final dijo que una de las cosas que hac¨ªan diferente a la capital era que all¨ª uno no se encontraba con su ex.
La mesa de al lado no le quita ojo. Uno dir¨ªa que hasta comenta lo que come y lo que deja de comer Ayuso. La candidata, que est¨¢ de buen humor y cuenta infinidad de historias, se acaba sincerando a los postres. ¡°Son mi madre, mi t¨ªo y mi prima; vienen mucho a comer aqu¨ª¡±. Se gira, ya liberada del secreto, y dice: ¡°Prima, esas botas me flipan, te las cambio¡±.
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