Domingo de Secretos matinales (toma 8)
El resurgir de los Urquijo se fragu¨® por sorpresa en 1988 con un concierto a deshora y ante apenas 800 personas
El destino, siempre caprichoso, puede sorprendernos en ocasiones que creer¨ªamos intrascendentes. A Enrique Urquijo le sonri¨® hace 32 inviernos, ¡°cuando ya cargaba con el sambenito de hombre problem¨¢tico¡±, asume ?lvaro, su hermano y compa?ero de fatigas.
Directo, de Los Secretos
(Twins, 1988)
Una fr¨ªa ma?ana de domingo, a una hora m¨¢s propia del verm¨² que de la ¨¦pica roquera. As¨ª se fragu¨® el concierto que salv¨® la carrera de Los Secretos en un momento en que el grupo de los Urquijo vend¨ªa humildes cantidades de vinilos y no ten¨ªa ¡°ni voz ni voto¡± en los despachos de la industria musical. Lo admite hoy sin ambages ?lvaro Urquijo, que recuerda con nitidez aquel 28 de febrero de 1988 en la vieja sala Rock Club, a un paso de la Gran V¨ªa. Era una matin¨¦ para El gran musical de la Cadena SER ante no m¨¢s de 800 personas, un tr¨¢mite que cualquier banda habr¨ªa considerado mera rutina promocional. Pero Paco Mart¨ªn, due?o de la discogr¨¢fica Twins, quiso aprovecharlo para pulsar la tecla de grabaci¨®n y lanzar un doble ¨¢lbum que recuperara los ¨¦xitos iniciales del grupo, sumase los nuevos derroteros m¨¢s adultos y aportara alguna canci¨®n todav¨ªa in¨¦dita, en particular la sensacional Volver a ser un ni?o. Directo, el doble elep¨¦ resultante, cost¨® apenas medio mill¨®n de pesetas y vio la luz con un sonido r¨¢cano y precario, pero relanz¨® la trayectoria de una banda a la que ya se daba por casi amortizada. Se convirti¨®, de hecho, en el primer Disco de Oro (m¨¢s de 50.000 ejemplares vendidos) en la trayectoria de los hermanos de Arg¨¹elles.
Eran tiempos sombr¨ªos para Enrique y ?lvaro. El grupo hab¨ªa quedado en suspenso tras la tr¨¢gica muerte en accidente de su bater¨ªa, Pedro Antonio D¨ªaz (mayo de 1984) y el sonoro portazo de Polygram, su primera discogr¨¢fica. Enrique se anim¨® a retomar la andadura con un minielep¨¦, El primer cruce (1986), y el disco Continuar¨¢ (1987), ambos muy influidos por sus grandes pasiones vaqueras de la adolescencia: Eagles, Poco, Jackson Browne, Dylan o los Flying Burrito Brothers. Eran ¨¢lbumes respetables, pero minoritarios. Los Secretos ejerc¨ªan como eternos teloneros de las bandas en auge. ¡°Hasta que de rebote nos contrataron para completar un cartel en el Parque de Atracciones, junto a la Orquesta Mondrag¨®n y Danza Invisible¡±, rememora ?lvaro. ¡°Y mi hermano se qued¨® at¨®nito al comprobar que 45.000 almas nos ped¨ªan con insistencia D¨¦jame, Ojos de perdida o Sobre un vidrio mojado, temas que ¨¦l quer¨ªa evitar a toda costa para poder comenzar de cero¡±.
Paco Mart¨ªn lo vio claro: el consabido disco doble en vivo servir¨ªa en ese momento como jugada maestra. Hombre al¨¦rgico a las grandes inversiones, aprovech¨® que la noche del s¨¢bado hab¨ªa una unidad m¨®vil de grabaci¨®n en Madrid para alquilarla de cara al mediod¨ªa del domingo. ¡°Era un poco surrealista estar ya a las nueve de la ma?ana probando sonido en el Rock Club, con la responsabilidad de grabar un directo¡±, admite ?lvaro, ¡°pero nos lo tomamos con tranquilidad, o quiz¨¢ con pura inconsciencia. Tanta, que a las 11 y media nos bajamos a tomar una cocacola entre el p¨²blico, como si tal cosa. Sabina no quiso acompa?arnos. ¡®Media hora antes de un concierto, yo siempre estoy cagao¡¯, nos dijo. Y se qued¨® en el camerino¡¡±.
La presencia de Joaqu¨ªn en Por el t¨²nel, un viejo tema suyo del que Enrique Urquijo se hab¨ªa enamorado, fue una de las grandes bazas de este Directo. Sabina y Los Secretos se hab¨ªan conocido en La Isla de Gaby, los m¨ªticos locales de ensayo de la calle Jos¨¦ Mar¨ªa Cavero (Arturo Soria). ¡°Ten¨ªan tan buen equipo que, en realidad, nosotros solo pod¨ªamos tocar cuando ellos paraban a tomarse unas cervezas¡±, se sonr¨ªe ?lvaro. La lista de invitados la completaban Jos¨¦ Mar¨ªa Granados, de Mam¨¢, que participa en Nada m¨¢s, y Javier Teixidor, que en Nacional VI formulaba su peculiar homenaje a Canito, el bater¨ªa fundador de Los Secretos, fallecido como consecuencia de un accidente en esa carretera, a la altura de Galapagar.
Naci¨® un disco t¨¦cnicamente deficiente, pero muy emotivo y de trascendencia descomunal. Salv¨® in extremis la carrera de Los Secretos, que para el exitoso La calle del olvido (1989) ya dispondr¨ªa de un productor cualificado, Joaqu¨ªn Torres, y cinco millones de presupuesto (?diez! veces m¨¢s que su antecesor). Y sirvi¨® para incorporar al teclista Jes¨²s Redondo, contratado para aquel concierto dominical y miembro indispensable de la banda hasta ahora mismo, 32 a?os despu¨¦s. Urquijo tiene este Directo como una ¡°eterna espinita clavada¡±, un disco meritorio y providencial que no le gusta escuchar por sus carencias sonoras. Y que ni siquiera se grab¨® en v¨ªdeo.
Pero todos los grandes ¨¦xitos de los noventa (Y no amanece, Ojos de gata, Cambio de planes, Pero a tu lado¡) no habr¨ªan sido posibles, al menos como los conocimos, sin aquella rara ma?ana invernal. ¡°Nuestros fans adoran ese Directo¡±, se sincera hoy ?lvaro, l¨ªder en solitario desde que Enrique nos abandonara para siempre a finales de 1999. ¡°La primera edici¨®n, con la funda en cart¨®n marr¨®n, es seguramente el vinilo que m¨¢s he firmado en nuestros conciertos. Las siguientes tiradas ya fueron en blanco convencional, pero es que Paco Mart¨ªn siempre miraba la peseta¡¡±.
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