La tumba perfecta
Un hombre lleva dos a?os ideando d¨ªa y noche un mausoleo a su padre en la zona m¨¢s visitada del cementerio sur de Madrid
Las paredes ser¨¢n de un granito gris moteado y reluciente, resistente a temperaturas extremas. Cuatro columnas sostendr¨¢n en el aire una piedra en forma de coraz¨®n. La sensaci¨®n, a unos metros de distancia, es que se sostiene solo en el aire. El frontal estar¨¢ perforado por una caligraf¨ªa china. La frase todav¨ªa no ha sido escogida, lo que se graba en piedra permanece para la eternidad y debe pensarse con detenimiento. En la parte superior, a m¨¢s de tres metros sobre el suelo, destacar¨¢n dos arabescos rematados en forma de cuernos de chivo. No habr¨¢ humano, al menos hasta dentro de varios siglos, que sobrepase la edificaci¨®n. El visitante que se tope con este mausoleo y tenga curiosidad por saber qui¨¦n est¨¢ enterrado en su interior deber¨¢ elevarse sobre dos escalones, como si presentara sus respetos a un rey.
David Biz¨¢rraga, de 42 a?os, lleva a?o y medio embarcado en la construcci¨®n de la tumba de su padre, muerto hace casi dos a?os. Pasa entre cinco y seis horas diarias en el cuartel 17, el ¨¢rea m¨¢s concurrida del cementerio sur de Madrid, planificando la obra que le ocupa la vida entera. ¡°Estoy en ello desde que muri¨® el 26 de octubre de 2018. Lo enterr¨¦ el 27, domingo. Llov¨ªa¡±, recuerda. El hu¨¦rfano llega a mediod¨ªa a la sepultura desnuda, donde medita levantar el mausoleo. Barre, friega con un trapo y, cuando acaba, se sienta en una silla de pl¨¢stico frente a la tumba, absorto en sus pensamientos. Regresa a casa cuando el cementerio est¨¢ a punto de cerrar. Si Manuel Vilas dedic¨® un libro entero a la desaparici¨®n de sus padres y Michael Jordan regres¨® a la NBA para ganar un anillo con el que honrar la memoria del suyo, asesinado durante un robo, Biz¨¢rraga quiere construirle a su progenitor la mejor tumba que haya existido nunca: ¡°Quiero que sea perfecta¡±.
Resulta casi natural que un proyecto arquitect¨®nico de esta envergadura haya enfrentado contratiempos. El primer marmolista funerario que contrat¨® le pidi¨® un adelanto de 3.000 euros. Los dos pasaron ma?anas enteras imaginando la obra. Eligieron una piedra verde olivo que Biz¨¢rraga vio en unos v¨ªdeos de Youtube sobre cementerios japoneses. De primeras, quer¨ªa que el sepulcro fuese un libro, s¨ªmbolo de sabidur¨ªa y conocimiento, pero al mirar a su alrededor se dio cuenta de que era algo muy visto.
Fue entonces cuando se le ocurri¨® la forma de coraz¨®n, y el marmolista le dijo que era una gran idea, sin duda. Estuvieron tantas horas juntos que llegaron a hacerse amigos. De ah¨ª que la traici¨®n le duela m¨¢s. El marmolista le pidi¨® que esperara un tiempo mientras llegaba la piedra que hab¨ªa encargado en un pa¨ªs extranjero. Despu¨¦s fue d¨¢ndole largas hasta que un buen d¨ªa dej¨® de contestar al tel¨¦fono. Biz¨¢rraga present¨® una denuncia en la comisar¨ªa de Usera. No consta que la polic¨ªa haya iniciado ninguna investigaci¨®n con el atestado 6840/20. A ¨¦l le duele que le robaran el dinero con el que iba a honrar a su padre, un hombre sencillo y temeroso, asustadizo, al que cualquier imprevisto le azoraba:
¡°Era lo m¨¢s grande de mi vida. Pensar que se lo come la tierra...¡±.
David lleva el luto al extremo. Desde el d¨ªa que enterr¨® el cad¨¢ver de su padre viste de negro, no se corta la barba, no conduce el coche que tiene aparcado en la calle, ni ve la televisi¨®n ni escucha la radio. Lo que ocurre en el mundo que le rodea es un ruido de fondo que apenas le perturba. En Grizzly Man, un documental de Werner Herzog, se cuenta la vida de un camarero y actor aficionado que pasa los veranos en un bosque repleto de osos. Por alguna raz¨®n misteriosa, los animales no atacan al extra?o visitante. Un sheriff del lugar cree que el comportamiento del forastero resulta tan extra?o que descoloca a los osos. Los osos del cementerio, en este caso los guardias de seguridad que patrullan el recinto en coche y con una pistola en el cinto, ignoraron la presencia irregular de David durante el confinamiento porque, en cierto modo, tambi¨¦n resultaba perturbadora. Su rutina de visitas no vari¨® en ese tiempo. Cuando Espa?a entera se enclaustr¨®, David permaneci¨® frente a la tumba de su padre con un cigarrillo en la mano.
En el cuartel 17 encuentra sosiego. En ese apartado del cementerio se encuentran las tumbas m¨¢s espectaculares y los deudos m¨¢s aficionados a las visitas. Un domingo se junta un centenar de visitantes resguardados del sol con sombrillas. Se sientan en sillas de playa y esos bancos largos de madera que se utilizan en las iglesias. Hay tumbas de tres pisos, con doble cara para que se puedan ver desde todos los puntos del cementerio o con fotomontajes de los fallecidos a las puertas del cielo, agarrados de los hombros por un par de ¨¢ngeles que les ayudan a cruzar la verja celestial. Las trompetas del apocalipsis asoman en los extremos. Un se?or luce en el frontal de su tumba con una escopeta y unos galgos con conejos entre las mand¨ªbulas. Otro, remueve una paella en un pantano, en chanclas y sin camiseta.
Una calurosa ma?ana de junio, dos operarios desmontan la parte superior de la tumba de un padre de familia al que apodaban el Tute. Era un hombre de mirada pl¨¢cida y un enorme bigote que le ocupaba media cara. Sus hijos reservaron dos espacios, como el que compra dos butacas en el cine, para que el Tute descansara solo y en paz para toda la eternidad. La familia le levant¨® un enorme mausoleo de piedra negra con un techo alargado para que no sufriera las inclemencias del tiempo, seg¨²n cuenta su hija, Coral Saavedra. La lluvia o el viento podr¨ªa perturbar su descanso, algo que tambi¨¦n cree firmemente Biz¨¢rraga, que cubre con una lona el nicho de su padre cuando observa nubes grises en el cielo. La tumba del Tute la decoraron con jarrones dorados recubiertos de perlas y una inscripci¨®n sencilla y emotiva: ¡°Los que te queremos te llevamos en el coraz¨®n¡±. La piedra que hac¨ªa ¨²nica su morada la importaron sus hijos de la India. El problema es que era un material para encimeras de cocina y no aguanta bien en el exterior. La obra cost¨® m¨¢s de 70.000 euros. Dos a?os despu¨¦s, el techo comenz¨® a resquebrajarse.
¡ª?Algo de este estilo quieres t¨², David?
¡ªM¨¢s alta, con m¨¢s ornamentos y meti¨¦ndole un par de retorcidos en la c¨²pula.
El hu¨¦rfano acude al cementerio en metro. En una vida que ya no parece la suya fue jardinero, alba?il, ch¨®fer de Uber, repartidor de una empresa de mensajer¨ªa. Estuvo casado y se divorci¨®. En fotos de hace apenas unos a?os aparece joven, en¨¦rgico, con m¨¢s pelo. Todas son de la prehistoria, de un tiempo remoto anterior a la muerte de su padre.
El marmolista Juan Guerrero, experto en arte funerario, asumi¨® este dif¨ªcil encargo hace nueve meses. Lleva discutiendo el proyecto con el hijo desde entonces, sin que las obras hayan arrancado todav¨ªa. A veces, aparece por aqu¨ª la madre de Biz¨¢rraga, la viuda de Jos¨¦ Biz¨¢rraga, y cuestiona al jefe de obra:
¡ªJuan, ?esto cu¨¢ndo va a estar?
¡ªCuando tu hijo se aclare, responde el marmolista.
Cuando hablan de plazos, cantidades y calidades del material, Biz¨¢rraga le pide al contratista que se separen del hueco donde yace la tumba de su padre. Cree que a los muertos no hay que perturbarlos con los problemas de los vivos. Algunos de los ornamentos que el hu¨¦rfano tiene en la cabeza ya los han ejecutado otros familiares de difuntos de alrededor. ?l est¨¢ convencido de que le copian. El marmolista cree que se enreda demasiado en pensamientos abstractos que le llevan a callejones sin salida, corre el riesgo de no acabar nunca la obra, quiz¨¢ porque solo exista en su cabeza y no se puede llevar a cabo. ¡°Le digo que cada uno debe adecuarse a lo que tiene. A m¨ª me gustar¨ªa conducir un Ferrari y voy en una furgoneta. Pero ¨¦l insiste en llevar a cabo esas ideas grandilocuentes. No est¨¢ siendo f¨¢cil¡±, explica el constructor.
Biz¨¢rraga pasa horas ensimismando contemplando el espacio hueco donde tiene pensado levantar el mausoleo m¨¢s grandioso que se haya visto en esta ciudad. Su padre ser¨¢ entonces el rey del cementerio, el monarca entre las sombras.
¡ªEntiendo que dentro de cien a?os tambi¨¦n te enterrar¨¢n aqu¨ª.
¡ªVaya ¡ªresponde Biz¨¢rraga, sorprendido¡ª No lo hab¨ªa pensado. Llevo todo este tiempo pensando mi propia tumba....
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