Sindemia, la ocasi¨®n perdida en la respuesta a la covid-19 en Madrid
Instituciones acad¨¦micas nacionales e internacionales reclaman que la crisis sea analizada y gestionada m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito biosanitario
Sindemia. Esa es la palabra para enfocar los ¨²ltimos meses que elige Cristina S¨¢nchez-Carretero, la presidenta de la Asociaci¨®n de Antropolog¨ªa del Estado Espa?ol. Un concepto acu?ado por el antrop¨®logo Merrill Singer en los a?os noventa y que The Lancet utiliz¨® el pasado septiembre para articular un editorial rotundo: La covid-19 no es una pandemia. En ese texto, Richard Horton, el editor jefe de la revista, aseguraba que lo aprendido hasta el momento ¡°dice que la historia de la covid no es tan simple¡±, que hay ¡°dos categor¨ªas de enfermedades que interact¨²an dentro de poblaciones espec¨ªficas¡± ¡ªel coronavirus y otras enfermedades no transmisibles¡ª y que eso estaba permeando en la ciudadan¨ªa ¡°de acuerdo a patrones de desigualdad profundamente arraigados en nuestras sociedades¡±. ¡°El uso de ese concepto, sindemia, es importante¡±, alega S¨¢nchez-Carretero, ¡°porque los enfoques basados en detener la pandemia exclusivamente desde un punto de vista biom¨¦dico no son suficientes¡±. Sin embargo, eso es exactamente lo que ha ocurrido en el ¨²ltimo a?o.
El 25 de febrero de 2020, a las once de la noche, la Comunidad de Madrid confirm¨® por wasap a este diario el primer positivo en Madrid: ¡°Var¨®n de 24 a?os que estuvo de viaje por el norte de Italia. Est¨¢ en casa. Lo llevamos esta noche al Hospital Carlos III¡±. Dos d¨ªas m¨¢s tarde, hoy hace justo un a?o, comenz¨® la comunicaci¨®n oficial de la Consejer¨ªa de Sanidad sobre la pandemia. Entonces, el sistema sanitario se convirti¨® en el centro de la gesti¨®n del Ejecutivo regional y los medios de comunicaci¨®n pusieron el foco sobre ella. Muy poco despu¨¦s, la nueva realidad que iba a provocar el virus empez¨® a asomar. La covid, extendida por todo el mundo, tiene en Espa?a su punto m¨¢s negro en Madrid.
La larga curva que arrastra este territorio deja ya 595.889 contagios, 106.271 enfermos que han necesitado un ingreso y miles de pacientes a los que el colapso hospitalario ha retrasado la atenci¨®n de otras patolog¨ªas. Deja tambi¨¦n huella en la propia estructura del sistema sanitario, en la salud mental y emocional de la poblaci¨®n. Deja colas del hambre, p¨¦rdida de empleos, m¨¢s precariedad y m¨¢s temporalidad, problemas de alquiler, baches educativos, sectores a los que les est¨¢ costando mantenerse, peque?os negocios que ya cerraron para siempre. Hartazgo, hast¨ªo, soledad. M¨¢s desigualdad. Y mucha muerte: 22.412 fallecidos hasta ahora.
Precisamente por eso, afirma la cient¨ªfica titular en el Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas (CSIC), ¡°las medidas que tomen las administraciones deben ir enfocadas a equilibrar las condiciones de desigualdad, y dirigidas a la interacci¨®n entre factores sociales y biom¨¦dicos¡±. Aquel art¨ªculo de The Lancet advert¨ªa: ¡°La naturaleza sind¨¦mica de la amenaza que enfrentamos significa que se necesita un enfoque m¨¢s matizado si queremos proteger la salud de nuestras comunidades¡±. Pero, ?se est¨¢ haciendo? ?Se ha prestado y se presta atenci¨®n desde la Administraci¨®n al origen de las consecuencias sociales y del impacto desigual que ha generado, genera y generar¨¢ esta sindemia?
A lo largo de estos ¨²ltimos 12 meses, las decisiones pol¨ªticas, las restricciones en las que derivaron, tambi¨¦n las medidas que no se activaron, los ¨¢mbitos en los que no se centr¨® el foco y en los que s¨ª han marcado en parte la evoluci¨®n del virus. Durante los pr¨®ximos cinco d¨ªas, una docena de expertas y expertos en distintas ¨¢reas hacen un repaso a algunas de las claves de la gesti¨®n de una pandemia que, insisten, no es algo exclusivamente sanitario y, por tanto, el futuro ha de mirarse y analizarse desde una perspectiva m¨¢s amplia. En esta primera entrega, son especialistas en antropolog¨ªa, ciencias pol¨ªticas y sociolog¨ªa quienes encuadran la crisis.
El aviso de las Ciencias Sociales
En octubre, seis sociedades y asociaciones acad¨¦micas que representan la sociolog¨ªa, la antropolog¨ªa o la pedagog¨ªa, entre otras, firmaron un documento denunciando ¡°la relegaci¨®n y abandono a que han sido sometidas las ciencias sociales desde los ¨®rganos de gesti¨®n pol¨ªtica de la covid-19¡±. Desde el primer momento, se lee en ese documento, ¡°la pandemia demostr¨® la virulencia de su dimensi¨®n social: sobre el empleo y el sistema productivo, sobre las geograf¨ªas formales (renta, movilidad, densidad) e informales (redes de solidaridad) de nuestras ciudades, sobre la gesti¨®n de los datos, la gesti¨®n hospitalaria, las estructuras familiares, la educaci¨®n online o los procesos de gobernanza de la administraci¨®n p¨²blica. El mundo que la covid despleg¨® ante nuestros ojos result¨® ser, desde el primer momento, un mundo social¡±.
Pocos d¨ªas despu¨¦s de aquel documento, tambi¨¦n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud hizo la misma petici¨®n: que no se olvidaran las humanidades y las ciencias sociales en las decisiones de los gobiernos. Aquel documento, firmado por Hans Henri P. Kluge, el director regional de la OMS en Europa, repet¨ªa una y otra vez la palabra ¡°comunidad¡±, es decir, conocer c¨®mo vive la poblaci¨®n en la escala m¨¢s peque?a (barrios, distritos, localidades, etc¨¦tera) y a partir de ah¨ª ¡°tomar el pulso¡± a esa comunidad ¡°con regularidad¡±, ¡°crear con esa comunidad¡± y ¡°reconocerla como un recurso rico¡±.
¡°?Ha cambiado algo? No, pr¨¢cticamente nada¡±, dice Alberto Cors¨ªn, de la Asociaci¨®n de Antropolog¨ªa del Estado Espa?ol. Est¨¢ convencido de que la forma en la que est¨¢ organizada la poblaci¨®n de Madrid ¡°era la ocasi¨®n perfecta¡± para ¡°observar y analizar qu¨¦ estaba ocurriendo¡± y, por ende, ¡°hacer otra gesti¨®n de la pandemia¡±. Una en la que no se hubiese olvidado, precisamente, esa estructura: qui¨¦n vive d¨®nde, d¨®nde trabaja qui¨¦n, c¨®mo y para qu¨¦ son los desplazamientos, etc¨¦tera.
Investigaci¨®n
¡°No se conoce pr¨¢cticamente nada sobre c¨®mo se ha desplegado la pandemia¡±, asevera Cors¨ªn, que cree que esta crisis podr¨ªa haber sido una oportunidad. Sin embargo, ¡°se pueden contar con los dedos de una mano las financiaciones en ciencias sociales¡±. Las teor¨ªas y los modelos con los que se trabajan, tanto en Madrid como en gran parte del territorio, ¡°no son representativas y la mayor¨ªa son de otros lugares¡±.
Pone un ejemplo: ¡°Todo lo que se ha hablado de los barrios perif¨¦ricos de Madrid capital, donde trabajan los profesionales esenciales pertenecientes a estratos m¨¢s marginados o vulnerables y donde reside m¨¢s poblaci¨®n inmigrante¡ Es probablemente cierto, pero emp¨ªricamente no ha sido contrastado¡±. ?Por qu¨¦? ¡°Por falta de inversi¨®n en investigaci¨®n, por falta de inter¨¦s¡±.
Mensajes
Por esa misma raz¨®n, se extiende Cors¨ªn, los mensajes emitidos desde la Administraci¨®n no se han adecuado a la realidad de la poblaci¨®n. ¡°?C¨®mo vas a dise?ar campa?as de comunicaci¨®n o divulgaci¨®n que se ajusten a distintos sectores o grupos socioecon¨®micos si no tienes informaci¨®n contrastada ni datos sobre qui¨¦nes necesitan cada tipo de mensaje?¡±, se pregunta. ¡°Lo m¨¢s probable¡±, dice, ¡°es que env¨ªes mensajes generalistas y yerres el tiro¡±.
Cuando esto sucede, afirma, se produce una ¡°asincron¨ªa entre el discurso pol¨ªtico y las maneras en que la ciudadan¨ªa habita una ciudad¡±. As¨ª, se convierten en dos planos ¡°que no se tocan¡±: ¡°Pasan muchas cosas, desde la frustraci¨®n hasta el hast¨ªo y la desidia de la ciudadan¨ªa, todas las soluciones van a ser imperfectas, pero si al menos tienes los canales y el contenido correcto identificado, puedes intentar corregir¡±.
Comunicaci¨®n
Para Elena Vanessa Mart¨ªnez, presidenta de la Sociedad Espa?ola de Epidemiolog¨ªa, ¡°la comunicaci¨®n no ha favorecido¡±. Las redes sociales y la multitud de formas de comunicaci¨®n alternativas han contribuido a que ¡°las fake news¡± sean m¨¢s r¨¢pidas que la informaci¨®n. ¡°E incluso la informaci¨®n correcta a veces es dif¨ªcil de interpretar¡±, apunta. Cuando aparece un nuevo microorganismo del que no se conoce nada, ¡°vamos modificando los mensajes en funci¨®n de lo que vamos conociendo¡± y, por ende, la conducta.
?Qu¨¦ ocurre? ¡°Que lo que es correcto a las nueve de la ma?ana a las dos de la tarde est¨¢ obsoleto y puede existir la percepci¨®n de que est¨¢s informando mal¡±. Explica Mart¨ªnez que es ¡°muy dif¨ªcil¡± el equilibrio entre ¡°no crear alarma antes de tiempo y no quedarse atr¨¢s¡±, y por eso lo m¨¢s adecuado es ¡°irse a frecuencias¡±, es decir, ¡°qu¨¦ es lo m¨¢s probable que va a pasar con la informaci¨®n que se tiene disponible en ese momento¡±. A posteriori, ¡°todo es m¨¢s f¨¢cil¡±: ¡°Las veces que se acert¨® no las recuerdas, las que se fall¨®, esas s¨ª¡±. Pero, concluye, ¡°hay que manejar la situaci¨®n en funci¨®n del conocimiento¡±.
Ideolog¨ªa
C¨®mo se toman las decisiones, afirma Cors¨ªn, de la Asociaci¨®n de Antropolog¨ªa, ¡°est¨¢ relacionado con la pol¨ªtica, es 100% pol¨ªtico¡±. Habitualmente, quienes ¡°no tienen en cuenta que una ciudad est¨¢ atravesada por un tejido asociativo de peque?o comercio, redes de apoyo, de solidaridad, de asociaciones de padres y madres¡ Son pol¨ªticos que tienden o son de derechas. Para quienes tienen esa ideolog¨ªa los agentes importantes en esa ciudad son la administraci¨®n y las empresas y no la sociedad civil¡±.
Ruido pol¨ªtico
La barah¨²nda entre administraciones de distinto color pol¨ªtico tambi¨¦n ha contribuido y contribuye a c¨®mo la poblaci¨®n se enfrenta a la pandemia. Dice Arantxa Elizondo, presidenta de la Asociaci¨®n Espa?ola de Ciencias Pol¨ªticas y de la Administraci¨®n, que sobre todo se relaciona con la confusi¨®n. Por un lado, por los criterios, las medidas y los cambios: ¡°En el sentido de que en Madrid se usan enfoques diferentes a otras autonom¨ªas, que se salen de la l¨ªnea general¡±.
Por otro, por ¡°la confusi¨®n competencial a la que ha estado jugando¡± Isabel D¨ªaz Ayuso: ¡°El Partido Popular, sobre todo en verano, jug¨® mucho la carta de a qui¨¦n correspond¨ªa cada competencia y gener¨® confusi¨®n sobre c¨®mo funciona el estado de las autonom¨ªas. Si el Gobierno hac¨ªa algo era intervencionista, si no lo hac¨ªa era porque hac¨ªa dejaci¨®n de sus responsabilidades y abandonaba a Madrid. El mensaje era tan desconcertante que era muy dif¨ªcil llegar a entender a qui¨¦n se le pod¨ªa exigir responsabilidades en cada campo¡±. Esto, concluye, puede provocar ¡°desconfianza y desafecci¨®n institucional porque tiene que ver con c¨®mo percibe la ciudadan¨ªa a la case pol¨ªtica y las instituciones¡±.
El ejemplo de la desescalada
En esa misma l¨ªnea, Cors¨ªn apunta hacia la desescalada. La vuelta de las competencias a las autonom¨ªas no ten¨ªan solo que ver por pol¨ªtica territorial o administrativa, ¡°sino porque epidemiol¨®gicamente es mejor¡±: ¡°Cuanto m¨¢s cercana es una poblaci¨®n m¨¢s f¨¢cil trabajar con pincel fino¡±. Es decir, que el cambio de escala fue acertado, pero no su desarrollo posterior. En Madrid, aparte de lo ¡°acertado o no¡± de las decisiones en este ¨¢mbito y en salud p¨²blica, ¡°no hubo ning¨²n criterio sociol¨®gico¡±: ¡°Cuando tienes que intervenir pol¨ªticamente en una ciudad, un pueblo, un barrio¡ Lo primero es hablar con ge¨®grafos, soci¨®logos del espacio p¨²blico, profesionales de ciencia pol¨ªtica. ?En Madrid? Nada¡±.
Informaci¨®n sobre el coronavirus
- Aqu¨ª puede seguir la ¨²ltima hora sobre la evoluci¨®n de la pandemia
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- As¨ª evoluciona la curva del coronavirus en el mundo
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